-
Flor Baja, 5
Madrid (Centro)
Plaza de España (2,3,10)
91 542 14 51
20 - 30
El Kanpai es un restaurante japonés que nos brinda parte de la cultura gastronómica japonesa en los alrededores de la céntrica Gran Vía madrileña. Ideal para gente joven, debido en gran medida a su colorida e intensa iluminación que no pasa desapercibida ni desde la calle. Todo el espacio está destinado a fumadores y su comendor da cabida a 38 comensales. Ofrece tres variados menús del día a 15,80 € cada uno. Su horario de apertura es de 13:30h a 16:00h. y de 20:30h. a 00:00h (de 21:00h. a 00:30h. los Viernes y Sábados). Cierra los Lunes.
3,5
Rayo: Esta noche tocaba “comida rara”, como la denominan algunos de mis amigos cuando me llaman insistiendo que vaya a cenar con ellos y les recomiende un restaurante que escape de la cocina tradicional a la que estamos más acostumbrados. Y… hombre… rara lo que se dice rara no es, pero ‘da el pego’. El elegido fue el Kanpai: un restaurante japonés cercano a la Plaza de España.
Los luminosos acaparan la atención de los viandantes, pues resaltan unos colores azules y verdes muy llamativos que actúan como carta de presentación a lo que encontraremos en su interior, una decoración basada en el diseño vanguardista, una iluminación en tonos intensos, en definitiva: minimalismo de color por los cuatro costados.
En la barra -aislada del comedor- encontramos el primer guiño de luz azul que la diferencia del resto de los locales, más bien parece una barra de pub o discoteca que de un restaurante, pero es un toque que a la juventud le gusta, y debido a la horquilla de precios que barajamos, el lugar se presta a un público joven.
Las primeras mesas que encontramos al bajar las escaleras de entrada gozan de un enorme vidrio retroiluminado en dos colores que dice: ¡No tengo ni la menor idea de lo que dice! ¿Alguien sabe japonés? Lo que sí llega a ser divertido, es ver como los comensales se transforman en personajes de Start Trek o en habitantes de algún planeta de la saga Star Wars, caras verdes y rosas a las que sólo le falta un ligero estiramiento de orejas. En la fotografía de Ninillas podéis ver este espacio al completo. ¡Tenía que haberme sentado ahí! El Capitán Rayo Spock.
El Kanpai también nos ofrece iluminación blanca en alguno de sus espacios, ¡mucha gente del Planeta Tierra lo agradecerá!, en los que destacan sus sillas de metacrilato y su espaciado entre mesas.
Al fondo a la derecha -como no podía ser de potro modo- y con una luz más cálida, están los baños -que os muestra Ninillas con más detalle-.
Esta instantánea del comedor principal, representa una de las imágenes más espectaculares del Kanpai. La mesa para cuatro comensales resaltada en la fotografía es la que recibe un mayor número de reservas, sin duda, es la más exclusiva y pomposa. Diría que se asemeja a una bolera en la que han quedado cuatro bolos en pie para en el siguiente tiro hacer un spare. La luz que emiten tanto los fluorescentes del techo como los del cristal que las preside, cambia continuamente el color de las sillas, ¡que son blancas blanquísimas aunque os puedan parecer verdes! Cuando el equipo Cucharete llegó, ya estaba reservada, por lo que cenamos en una de las de enfrente, las de los terrícolas.
El restaurante posee un sistema que convierte el local es una especie de comedor discotequero, pues los colores de los fluorescentes van cambiando tanto en intensidad como en tonalidad, pero prácticamente siempre lo tienen desconectado y la gama de colores durante la comida o la cena es fija -la que observáis en las fotos-. Al parecer, por lo que hemos oído, molestaba a los comensales el ver como las caras variaban de color continuamente y como la comida adquiría unos tonos que no permitían la mayoría de las veces saber qué era lo que se estaba comiendo.
Observamos muchas mesas de dos a lo largo del local en todos sus espacios, por lo que parace estar muy pensado para parejas, de todos modos es muy modulable y se juntan mesas en un “plis plas”.
Nosotros cenamos en esta mesa que veis en la imagen, donde ya está servido en las copas un Marqués de Riscal 2006 -sauvignon- de la Denominación de Origen Rueda que acompañó perfectamente la degustación. Y a pesar de que un ligero haz de luz azul nos sobrevolaba, cenamos estupendamente, aunque un local tan blanco transmite un poquito la sensación de frío, y en estos días de invierno… ¡Menos mal que la calefacción funcionaba perfectamente!
¡Y llegó la hora de cenar! Después de un aperitivo de algas japonesas -que estaban picantes en su punto justo y os muestra Ninillas- pedimos todo para compartir, que viene siendo lo mejor en este tipo de locales, así todos los comensales prueban un poquito de todo.
El Ebi tempura es una tempura de langostinos en torre con pimientos de Guernika que venían acompañados de una salsa de soja, estaban bastante buenos -aunque no para tirar cohetes- pero lo que más sorprendía era su longitud -no hay más que ver la foto que os muestra Ninillas-, claro que… tenía su explicación: resulta que les dan unos cortes para estirarlos lo máximo posible y hacerlos más llamativos si cabe.
Estaban buenísimas las Iberico gyoza que os muestran FlashBack y Ninillas, unas empanadillas japonesas rellenas de cerdo ibérico y salsa de mostaza Dijón. Me encantaron.
Después le siguió un colorido plato de la zona de sushi de la carta: Ebi furai uramaki, ocho unidades de rollos de langostino, aguacate y salsa Tsumé. Este no os lo perdáis, ¡muy buenos!
Tori yakisoba: yakisova salteada con pollo, cebolla, espárragos y brotes de soja. Un plato en cantidad muy generosa que nos encantó a los tres. ¡No dejamos ni un sólo fideo!
Y también echamos un vistazo a la zona de Kushiyaki (brochetas a la parilla) y pedimos el Yakitori, que consistía en cuatro unidades de brochetitas de pollo. Un poco gelatinosas para mi gusto, claro que no estamos en un asador, pero no estaban mal. De todos modos, me quedo con el Tori yakisoba.
Finalmente optamos por tres postres y también los compartimos, que para los precios que baraja el local los considero excesivamente caros (más de 5 € la mayoría). En la foto un rosita Sorbete de Sake que presumía de un sabor muy peculiar… a sake claro. También llevaba granadina. A mí me gustó.
También pedimos un Kuri daifuku -la pelota gris de las secciones de Flashback y Ninillas- que parecía una goma de borrar de lo difícil que resultaba trocearla, y su sabor era… “raro raro raro”… pero divertido.
Para terminar unas Milhojas de cardamomo que aunque no nos sorprendieron en gran medida estaban crujientes y sabrosas, quizás a un precio demasiado elevado como os comentaba más arriba.
Vamos, que el Kanpai es un restaurante moderno -japonés, cómo no- y merece la pena para cambiar un poco de aires “gastronómicos” de vez en cuando.
FlashBack: ¡Kanpai! Qué mejor que brindar con esta expresión para sentirnos envueltos dentro de la cultura japonesa que este restaurante nos trae a los alrededores de la Gran Vía en la capital.
Se podría decir que nos adentramos en un local que se podría ubicar dentro de la categoría de establecimientos “cool” gracias a su atractiva y cosmopolita decoración, en la que destaca su iluminación sobre todo lo demás.
Y es ésta la principal razón por la que cualquier viandante de la calle Flor Baja distrae su atención impresionado por las llamativas tonalidades y las letras japonesas que inundan los cristales de su fachada. Increíble la perspectiva que proporciona la siguiente ventana de todo su interior.
Seguramente, como es mi caso no sepamos que es lo que está escrito en ella pero el original diseño de los barrotes junto con lo que parece ser un texto grabado en este peculiar modo de escritura nos resulta muy interesante a cualquier occidental. ¿Alguien se aventura a descubrirnos su significado?
Accediendo a través de su puerta lateral, unas pequeñas escaleras en forma de L nos conducen hacia el sótano en el que se encuentra el salón principal, no sin obviar primeramente una pequeña barra situada al frente nuestro.
Se podría destacar que esta zona se presenta como la menos cuidada en el conjunto de espacios interiores, en comparación con lo que nos vamos a encontrar a continuación, mucho más orientado hacia nuestros sentidos.
Lo que sí nos permite es avanzar los materiales e ideas principales del diseño general como son los recubrimientos de metal, las paredes blancas, los muebles de metacrilato y los toques minimalistas.
Si algo puede destacar en concreto, me decidiría por el techo recubierto de simbolismo asiático al que se potencia su protagonismo con diversos tonos azulados, violáceos y verdes lima. Su composición a base de diversas planchas causa una sensación igualmente impactante.
Volviendo a la tierra y poniendo los nuevos los pies sobre el suelo, echamos un vistazo a las mesas de madera blanca simulada a las que se les ha añadido complementos sobrios y funcionales como son servilletas negras, manteles de papel decorados, esbeltas copas de cristal y los ineludibles palillos de madera tan significativos son para degustar este tipo de cocina.
La intensidad en las paredes viene marcada por los mismos conceptos que hemos visto anteriormente. Una mezcla de ambiente futurista (seguramente a muchos le venga a la mente la famosa cabecera de la película Matrix por su semejanza), innovador y cálido agitado todo en el interior de la misma coctelera.
Es decir, todo un viaje a lo que aquí asociamos como imagen del diseño japonés en tan solo unos pasos desde nuestro domicilio.
Observamos un hecho curioso. Por muy pronto que decidamos acudir al local, existe una mesa estrella en la sala del mismo cuyos sillones nos hacen trasladarnos al interior de una cinematográfica nave espacial, que es la primera en ser reservada con antelación.
Su privilegiada situación junto a los haces de colores que inundan el local la hace igualmente aún más deseada por todos los comensales.
Si conseguimos desviar la atención al menos unos momentos, podemos concentrarnos sobre la carta del restaurante y comenzar a elegir curiosas selecciones siempre que no aparezcan tapadas en blanco sobre la misma. Una práctica que a veces nos encontramos pero espero que sea algo únicamente temporal puesto que si abunda en la carta causa una sensación de desasosiego.
Un ejemplo son las Empanadillas Ibérico Gyoza. Se sirven en grupos de cuatro unidades a una temperatura agradable al paladar y con un relleno de cerdo ibérico combinado con mostaza Dijon que las hacen bastante atractivas.
Habiendo sido sorprendido por la exiquisitez en el párrafo anterior, esta vez culmina sobre lo demás la vistosidad en la que se sirve el siguiente entrante: la Ebi Tempura cuyo ingrediente principal son los langostinos. Se acompaña con una salsa de soja caliente cuya receta es propia del local, lo cual supone un toque de originalidad aplicado a este plato que se disfruta agradablemente.
El único “pero” que le encontramos es que, aun mezclando todos los elementos puede llegar a resultar demasiado suave en gusto. Sin embargo, debo reconocer que las dimensiones de los langostinos en su interior sorprenden a cualquiera.
Tampoco nos puede faltar un buen plato de Ebi furai uramaki, ocho unidades de sushi que se ven perfectamente en la sección de Ninillas y que resulta un buen representante de la cocina de este restaurante.
Claro que pudiendo elegir, aconsejo enormemente combinarlo con un toque más carnívoro aprovechando la variada oferta que se nos ofrece en cuanto a Kushiyaki o brochetas preparadas a la parrilla se refiere.
Nuestra elección entre todos ellos es el Yakitori que presenta cuatro piezas de pollo dispuestas sobre unos pinchos de palo. ¿Lo mejor? La combinación con la salsa que la acompaña. Eso sí, si la pedís junto con otros platos no la dejéis para lo segundo u os pasará como a nosotros que quizás se encontraban ya algo templadas.
Respecto a los postres, se podría decir que nos encontramos en una pequeña aventura ante lo desconocido, no sabría decir si culturalmente o en cuanto a innovación. A los hechos me remito poniendo como ejemplo el Kuri daifuku, con una presentación muy a juego con el local y que produce un impacto en cuanto a color y textura en nosotros.
Su aspecto es gomoso, a medio camino entre un bloque de plastilina blanda de la que de pequeños usábamos para desarrollar nuestra creatividad y unas más habituales gominolas de quiosco. Su sabor, sin embargo, es de esos que al principio no engancha pero una vez llevas varios bocados puedes acostumbrarte e incluso desearlo. ¿Nos contaréis vuestra experiencia si lo pedís?
Más predecible resulta el Sorbete de sake por aquello de que siempre que pensamos en cocina japonesa nos viene esta bebida proveniente del arroz a la mente. A Rayo y a mi nos encanta aunque a Ninillas no le llega a convencer del todo. Quizás sea por ese cierto toque que nos recuerda al jarabe para la tos de toda la vida, el cual a muchos siempre nos ha encantado.
Para los que no quieran arriesgarse, siempre nos quedarán las Milhojas de Cardamomo, presentada en diversos pisos de fino y crujiente hojaldre separados por hilos de crema con un toque algo curioso.
Como remate final, qué mejor que unos digestivos vasitos de Sake, igualmente conocido como el vino del arroz aunque su origen proviene de la fermentación del agua con el arroz que añadiéndole diversas sustancias se consigue convertir el azúcar en alcohol etílico de considerable contenido.
Si acudimos al Restaurante Kampai, tendremos acceso a una cocina diferente a la que su interesante decoración acompaña perfectamente, una opción para esa clase de días en los que buscamos sorprender o ser sorprendidos, sin tener que cometer grandes excesos en la factura final.
Ninillas: Llevábamos unas semanas muy tradicionales, gastronómicamente hablando, de modo que para no apalancarnos, decidimos ir a un japonés. La elección no fue en absoluto fácil, sobre todo porque buscábamos algo sino económico, al menos poco sangrante y por supuesto que se comiera bien, el resultado de la búsqueda… aquí lo tienen, el Restaurante Kanpai, hermano del Restaurante Miyama. Diría que hermano pequeño, aunque ellos insisten en que el Kanpai está más direccionado hacia el plato cocinado en lugar del pescado crudo. Bueno, a mí lo mismo me da que me da lo mismo, el hecho es que su horquilla de precios es más moderada y que en breve también incorporará una sushi-bar a su entrada, así que para qué me voy a empecinar diciendo que es el pequeño o el grande.
En fin, vamos con la visita que sino me disperso. Nada más cruzar la puerta, hay que bajar unas escalerillas en forma de L que nos llevan directamente a la zona de sala propiamente dicha y que se reparte en tres estancias: a la izquierda, es donde piensan ubicar una barra de sushi; a la derecha, tres y sólo tres mesas de estilo japonés –imagen superior- y al frente y de forma alargada el grueso del conjunto.
La decoración es minimalista, inundada de un blanco inmaculado y yo diría que un poco fría sino fuera porque han hecho uso de un fantástico robot para la iluminación que va tornando de azul a verde pasando por rosado. Queda muy mono, aunque la verdad es que puede ser mareante, de hecho en nuestra zona lo desconectaron porque así se lo solicita últimamente la gente.
Sus techos son tremendamente originales, todos con escritos japoneses, yo no tenía ni pajolera idea de lo que ponían, pero reconozco que tenían su aquél. Pero sobre todo y ante todo, me encantó la mesa de sillas siderales, situada frente a un espejo y con paneles iluminados. Una pena que el restaurante sólo cuente con una porque la verdad es que supone el principal atractivo de la sala.
Para el resto se han elegido unas funcionales mesas modulares en color blanco y sillas de metacrilato. Como vestimenta… un mantelito blanco y una servilleta negra de papel, eso sí, la servilleta de las “superabsorventes”. La cristalería no llama la atención, es correcta para el tipo de local, no como la vajilla, que aunque no es homogénea, se muestra muy divertida con los platos redondos de colores.
Vamos a ir entrando en faena… Nos acomodaron en nuestra mesa y rápidamente nos trajeron las cartas. Haciendo un repaso general podríamos decir que no se trata de un japonés al uso, o al menos al uso que entendemos en España, como ya os anticipé al principio han dejado un poco de lado el sushi y se han decidido por mostrarnos la genuina cocina nipona con platos más “de caliente”, aunque como también os he comentado ya, en breve dispondrán de una barra de sushi, así que no sé, lo mismo al final es sencillamente un japonés al uso y punto. De cualquier forma, en el momento de nuestra visita la carta (que no es muy extensa, aunque a mi entender suficiente) nos mostraba dos apartados: Entrantes y Especialidades. Dentro de los Entrantes hacen hueco para Noodles, Ensaladas y Empanadillas, y en las Especialidades dan cabida a las Brochetas, Tempuras, Carnes, Donburi y Sushi.
Mientras pensábamos que, como siempre, habría que pedir consejo, nos trajeron un aperitivo consistente en Algas Japonesas, con el punto justo de picante y que a mí me entraron divinamente, la verdad.
Y comenzamos con el desfile de viandas, un total de 5 platos todos ellos para compartir. En la imagen: Empanadillas Ibérico Gyoza, venían 6 aunque en la carta ponía 4 unidades y se trataba de empanadillas japonesas rellenas de cerdo ibérico y salsa de mostaza Dijon, a mí me resultaron muy sabrosas y la salsa resultaba el acompañamiento perfecto.
Del apartado de sushi nos animaron a pedir Ebi Furai Uramaki, que no eran otra cosa que 8 rollitos con langostinos, aguacate, salsa Tsumé y arroz. Ricos, me estuvieron ricos.
También degustamos el Ebi Tempura, una tempura de langostinos con pimientos de Gernika, además de berenjena y zanahoria. La fritura era impecable y el sabor tal vez pueda resultar excesivamente suave según qué paladar, desde luego no fue mi caso. Yo os dejo como muestra un langostino, que me pareció enorme y preguntamos si se trataba de langostinos tigre, nos dijeron que no, que lo que hacían era darles unos cortes para estirarlos y parecían mucho más largos.
Además del Yakitori, brochetas de pollo a la parilla mostradas por mis compañeros, pedimos también Tori Yakisoba, se trataba de pasta yakisoba salteada con pollo jugoso, cebollas, espárragos y brotes de soja. El resultado era un plato de intenso sabor, donde se dejaban notar el curry, la soja y el jengibre fresco. Sin duda se trata de uno de sus imprescindibles porque nos estuvo rico, rico.
Llegados a este punto y con una impresión gastronómica más que satisfactoria, pedimos la carta de postres. Sentía curiosidad, más que nada porque la cena me había gustado y esperaba que me sorprendieran. Bien, pues elegimos 3 de los 6 ofertados, y aquí la verdad es que… Las Milhojas de Cardamomo, mostradas por FlashBack, pues no os diré que estaban malas, pero vamos… que gracia e innovación poca. En la foto os muestro el Sorbete de Sake y el Kuri Daifuku. El sorbete, no me gustó, era básicamente hielo con sake y granadina y el Kuri Daifuku, éste al menos me pareció original, su sabor me recordó a esas gominolas rosas por fuera y blancas por dentro que comía cuando era chica. Ya les digo, no era nada excepcional, pero al menos se salía de la norma.
Ya saben a dónde nos dirigimos ahora… Han acertado, ¡a lo baños!, las puertas están llenas de letras japonesas, imagino que pondrá “hombres” y “mujeres”, aunque sino tienen ni idea como es mi caso mejor déjense llevar por los dibujitos de toda la vida.
Me queda, me queda… pues lo de siempre, el todo, el conjunto, mis pros, mis contras… En definitiva, si volveré o no. El restaurante Kanpai está destinado a un público joven, ofreciendo una buena relación calidad-cantidad-precio, por 20 euros se puede comer sin problema. Respecto a su comida, la única pega que puedo poner es el excesivo precio de sus postres cuando en realidad bajo mi punto de vista son totalmente prescindibles, el resto a mí me gustó, me pareció otra propuesta culinaria diferente del clásico japonés. El servicio, pues hombre… el maître, muy agradable, de los demás sólo puedo decir que eran rápidos porque salvo el nombre de los platos poco más sabían decir, lo cual no sé muy bien si es un punto a favor o en contra.
Concluyendo, encontramos lo que íbamos buscando, no nos sentimos defraudados y además yo cené bien a un precio razonable, con estos datos, sólo puedo añadir que no me importará volver si me pilla por la zona. Nos vemos la próxima semana, pero por si a alguno no lo pillo: ¡Feliz Navidad!
Cucharete: Un sitio ideal para brindar ¡Kanpai! al terminar la cena, que puede llegar a ser de lo más psicodélica si tienen el robot de luces de color a pleno rendimiento. Moderno… muy cool. Mi equipo cenó por 26 €/persona, tres personas con 2 entrantes, 3 segundos, 3 postres y una botella de vino.
La colorida iluminación, pensando en la gente joven. El trato atento del maître. Su espectacular mesa de sillas “galácticas”. Su relación calidad/precio. Aceptan cheques de comida (excepto gourmet).
El elevado precio de los postres. La decoración puede llegar a resultar un tanto fría.
3,5
16 comentarios a “Kanpai”
Escribe un comentario
IMPORTANTE: Por favor, intenta que tu comentario tenga que ver directamente con el restaurante analizado. Para cualquier otra comunicación tienes disponible la sección de contacto.
Debes estar identificado para escribir un comentario.
A mi este sitio me encanta, la verdad es que no tiene mal precio y el truco de no pedir postre esta genial
Sobre lo que dice en la pared, pues es la letra de una canción japonesa que se llama “kanpai” como si no…
Excelente entrada y excelentes fotos. Sin embargo, yo no hubiera bebido vino. La cerveza creo que combina mejor con los sabores japoneses. Aunque es verdad, que practicamente todo vuestro menú estaba cocinado. Los sabores crudos del pescado entran tan hasta al fondo que el vino despistaría toda esa concentración de sabor. Me encanta vuestro blog.
Cuando tengáis ganas de probar algo más “auténtico”,no dejéis de ir al vecino “Miyama”, probablemente el mejor restaurante de Madrid. -apx 40 €/persona-; además, en dicho restaurante poseen un “Menú del día” a 18′80 que es un auténtico lujo Nipón.
Para japos más económicos,creo que
referencia a otro restauranteo incluso el hiper-popularreferencia a otro restauranteson mejores opciones.Saludos
*Cucharete elimina citas a otros restaurantes en los comentarios a un local, por poder ser considerado un comentario de la competencia.
Alejandra, justo hace unos dias publiqué una entrada en mi blog del Miyama. No comento nada aquí por si acaso….aunque me gustaría…no entiendo muy bien eso de la competencia…creo que es enriquecedor que hablemos de otros lugares en los que hemos disfrutado sin hacer comparaciones con otros…
Hola Ananta, podría llegar a ser enriquecedor como tú bien dices, pero desgraciadamente no es el caso.
Recibimos más de 10 comentarios al día de la competencia de los locales analizados en Cucharete con el típico texto: “Está muy bien, pero está mucho mejor el restaurante que está próximo, en la calle A y cuyo precio es B, y blablabla…”
El 95% de los comentarios de este tipo simplemente tienen la función de mensajes publicitarios, por lo que se eliminan sus fragmentos en todos los casos (a no ser que nosotros también citemos otro restaurante en el texto, como es el caso del Miyama en este artículo) y se soluciona el problema.
Lo mismo sucede con muchos textos de locales que nos han encantado y cuyos comentarios indican experiencias muy contrarias a la nuestra. En estos casos, lo que podemos garantizar -lo cual nos llena de satisfacción-, es que nuestra crítica es elaborada de una manera honesta y sincera expresando el discurrir de nuestra comida o cena ese día.
Un saludo, imagino que lo comprendéis.
Perfectamente explicado. Muchas gracias. A seguir disfrutando…
Tercer intento… (fallo: al pulsar “enviar comentario” sin haber introducido el codigo antispam, he perdido el texto redactado anteriormente)
¡Buenas! Lo primero decir que es una pagina estupenda.
Kanpai nos decepciono bastante tanto a mi pareja como a mi despues de los cometarios que tanto nos entusiasmaron aqui y la reciente visita a otro restaurante japones que nos dejo boquiabiertos (tranquilos, no vengo a hacer promo solo a contar la experiencia en kanpai).
Los entrantes muy bien, teppanyaki de pollo con salsa, maki sushi de salmon y empanadillas gyoza, estas buenas pero pequeñitas.
Como no llevavamos mucho hambre, decidimos pedir solo un segundo a compartir, variedad de frituras, pero se nos quedo muy muy escasa y no demasiado sabrosa, algunos bocados parecian mas de “varitas pescanova” que de especialidad japonesa. Mientras tomabamos este, decidimos pedir yakisoba seafood y asi fue. El problema vino cuando entre que se llevaran el plato vacio de frituras y trajeran el de yakisoba paso mas de medio hora, tras varias veces que nos preguntaran si deseabamos tomar postre y aclararamos que aun estabamos esperando otro plato, y varias solicitudes a los empleados del restaurante, de los cuales, el que le pedimos el yakisoba, rehuia nuestra mirada cuando tratabamos de llamar su atencion.
Para compensar, nos trajeron al final dos chupitos de sake que ahi se quedaron ya que no nos gusta el sake, no solemos beber alcohol y volviamos en coche a casa.
Por otro lado, la misma historia se repetia dos mesas mas alla, donde tambien reclamaban un plato que tardaba en hacer su aparicion. Quiza solo tuvieran un mal dia en el restaurante, pero dudo que vuelva para comprobarlo.
De precio, moderado pero elevado si miramos las cantidades.
La decoracion, satisfactoria.
¡Un saludo!
buena recomendacion, ideal para comer en pareja, la comida excelente y vino blanco bueno a precios razonbles!
que siga adelante
Las Algas Picantes se llaman Goma-Wakame, y se venden en Madrid Ninillas, por si te gustan.
Cómo puedo ver las reseñas de los restaurantes japoneses? Este del que habláis suena bien, pero hay otros restaurantes bastante buenos… Ya me enteraré de quién es el jefe de cocina jejeje…
Un saludo
Nosotros estuvimos la semana pasada y a mi me gustó bastante. Tienen alguna cosa más exótica como el cangrejo de cáscara blanda (en témpura) y los makis son en general buenos.
La verdad es que el restaurante que echo de menos es el Tokio Taro, que estaba donde ahora está Miyama. No era demasiado sofisticado, pero sí muy auténtico. Aun echo de menos los temaki de atún picante que preparaban en la barra.
El postre del que hablais (la bola blanca gomosa) es en realidad mochi, un tipo de dulce (no demasiado dulce) japonés hecho con arroz glutinoso cocido y convertido en esa masa elástica en un mortero:
http://en.wikipedia.org/wiki/Mochi
A mi personalmente me encanta. El daifuku es relleno (de yema de huevo, crema de te verde o alubias aduki) y en las calles de Japón es habitual encontrar puestos de dango, mochi en forma de pincho y muchas veces tostado.
Yo he estado hoy mismo y ha sido una decepción.
Está completamente cambiado, la decoración es más clásica y los platos son menos abundantes. Está más orientado a compartir la comida con la pareja y el Mochi, aunque estaba bueno, es demasiado grande. Lo mejor es poderlo comer de un bocado, pero para eso hay que servir más de uno claro.
En mi opinión, si el precio estuviera entre 20% más barato estaría bien, pero a 30 euros la relación calidad, cantidad precio, está por debajo. El menú a 38 para dos, me parece demasiado pretencioso.
El Miyama no es un japonés puro, dado que utiliza mucho las salsas, e introduce elementos occidentales, y para los que no lo sepan, el Kanpai y el Miyama son de la misma cadena, y el jefe de cocinas, proveniente del Ginza es el mismo, asiq……
¡Buenas tardes!, estuve ayer día 6 de enero en Kanpai y me gusto, su cocina no es de esas como en otros japos que te deja la sensación de lleno pero que al cabo de un rato te repite. Pedimos un Mochi relleno de crema de azuki y te verde, estaba muy bueno y un postre innovador.
Un saludo y buenas cucharetadas.
Conozco la comida japonesa y este restaurante no tiene nada que ver con ella. El menú que tomé no sabia a nada. Acababan de abrir despues de las vacaciones y lo que comí me produjo un sarpullido por todo el cuerpo. En fin, muy mal, nunca más.
Yo fui hace tiempo a tomar el menu del dia. La comida era solo alimento, no tenía nada de japonesa, adoro la cocina japonesa. Había mucha tonteria oriental, eso si, y al dia siguiente me salieron unos granitos rojos por todo el cuerpo. Nunca más.