Restaurantes en Madrid

• Eloy Gonzalo, 26
  Madrid (Chamberí)
  Iglesia (Línea 1)
  91 446 25 88
  35 - 55

Rayo: No existe mejor sensación gastronómica restaurantil como la que te invade una vez visitas un restaurante recomendado con entusiasmo por un amigo -Javier Jimeno en este caso- y la degustación consigue que salgas por la puerta totalmente satisfecho y con una impresión que definiría perfectamente la frase: “Menuda pedazo de cena”. Os aseguro que vengo con unas ganas locas de recomendárselo a todo el mundo avisándole de lo que hemos encontrado. ¡Menos mal que escribo en Cucharete y las expectativas se cumplirán! Así que ya sabéis… ¡A por él! ¡A por el Sagaretxe! Queda mucho artículo todavía… y a medida que vayáis bajando… más ganas de ir tendréis.

No me extraña que este local lleve nueve años al servicio del comensal. ¡Y los que le quedan! La calidad de las materias primas lo dice todo y le pone el sello de auténtico. Esta sidrería vasca en Madrid no necesita neones de colores, paredes de aluminio, sillas de metacrilato ni lámparas de diseño… la indiscutible calidad de los productos utilizados, apoyados por una correcta y cuidada elaboración en cocina -a la vista, sin trampa ni cartón-, consiguen que se haga un hueco digno entre los mejores valorados de este honesto blog. Todo un placer para mí recordar esta cena y redactar este reportaje. No me negaréis que echándole un ojo a las fotos… no hay ganas de ir.

A la entrada, puede leerse en dos grandes placas plateadas y doradas: “SAGAREXTE - Gran Barra de Pintxos - RESTAURANTE” ¡Atentos a los pintxos! ¡Porque hay unos cuantos! Dicen que el fin de semana tienen de 70 a 80 distintos, realmente asombroso. Pero si es que no hay más que ver la foto de la barra, y eso que nosotros fuimos un miércoles… no me quiero ni imaginar como estará un sábado, debe ser impresionante, lo que tengo claro es que no voy a perdérmelo, porque os garantizo que regresaré un fin de semana para verlo en primera persona.

Pintxos por arriba, pintxos por abajo, pintxos por un lado, pintxos por el otro… Mires a donde mires… ¡Pintxos! Es una gozada, y no puedes resistirte a probar alguno aunque tengas la mesa reservada y hayas llegado justo de tiempo, pero es que claro… ¡No sabías que te ibas a encontrar con esto!

Los pinchos-brocheta están “pinchados” -nunca mejor dicho- en una manzana y tienen una pinta que pa’ que contaros… Fijaos en la imagen… ¡El de pulpo! Con su tomatito, su pimiento, su guindilla… Vaya hambre que me está entrando… Me dan ganas de coger el coche y plantarme allí mismo, que además tienen servicio de aparcacoches con lo que uno de los mayores problemas -el aparcamiento- estaría solucionado..

Pero no sólo las brochetillas son llamativas, no hay nada más que ver el de salmón, caviar y huevo… ¡Menuda pinta! Y además son a 1,80 € -que ya empieza a costar encontralos a tan buen precio por Madrid- Por lo que como estaréis pensando, podéis cenar tranquilamente de pinchos, sin gastar mucho dinero, en vez de ir a uno de los establecimientos de comida rápida habituales. ¡La diferencia es notable!

Bueno, bueno… ¡Aquí va otro! ¡Marchando uno de atún con pepinillo, lechuga y cebolla! Si es que parecen fotos de estudio con productos falsos y maquillados de la buena pinta que tienen.

No pudimos resistirnos ante semejante homenaje al pintxo vasco -para eso estábamos en una sidrería vasca- y como os muestra FlashBack en su sección, nos pedimos cuatro variados acompañados de 4 culines de sidra que nos tiró con arte José. En el vídeo se aprecia su experiencia y que ya lleva unos cuantos servidos.

Aunque claro, ahora nos hemos enterado de más cosas -muy muy interesantes- que desconocíamos el día de la cena: Ofrecen un surtido de 8 pintxos a 14 € y otro de 12 pintxos a 20 €, perfectos para acompañar con sidra al txotx hasta reventar -el que quiera claro- pues por 6,80 €/persona… ¡A darle al chorro! ¡Sin límite! Vamos, que regresaremos con amigos a la zona de barra, para disfrutar de una sidrería vasca en toda regla, dándole a los pinchos y a la sidra, a saber cómo saldremos de allí… seguramente… “finos”.

Sagaretxe viene a unir dos palabras vascas que conformarían “La Casa de la Manzana”, un nombre muy acertado cuando sabemos que la sidra es el alma del local. Se pueden ver colgados diferentes premios, menciones y distinciones otorgadas al local a lo largo del tiempo, destacando el Marco de Oro 2001 de San Sebastián por su alta profesionalidad, convirtiéndolo en uno de los mejores restaurantes vascos fuera del País Vasco.

Multitud de detalles decorativos inundan el local, aquí podéis ver una mesita en la zona de barra ideal para apoyar los culines de sidra mientras compartimos risas y anécdotas con los amiguetes.

Al comedor principal se llega bajando unos escalones desde la megazona de pinchos, aunque también disponen de otro comedor en un piso inferior -ver foto con un biombo en la sección de Ninillas- que aumenta la capacidad hasta los 120 comensales.

Como podéis ver, se trata de un espacio cálido y acogedor, la iluminación anaranjada pinta los blancos manteles e induce una sensación de bienestar que se ve potenciada por la cercanía de la madera, gruesas vigas que nos trasladan a un ambiente alejado de materiales vanguardistas flanqueados por auras de luces de colores. ¿Estamos en la capital? ¡Gracias por alejarnos de la ciudad por un momento!

Encontramos alguna mesa montada para un gran número de comensales, seguramente ese día tendrían alguna cena de empresa, la verdad es que una vez que empezamos a difrutar de nuestra cena no me di cuenta de si finalmente se llenó o no, pero lo más interesante de todo esto es que podemos ver que no hay inconveniente alguno para comidas de grupos en el Sagaretxe.

Las mesas redondas de las esquinas sin duda son las más cotizadas, no hay más que ver las siguientes imágenes… Para 7, para 6, para 5, para 4, para 3… ¡Ideales! Son las que mejor permiten compartir unos buenos entrantes al centro y disfrutar de la velada charlando cara a cara con el resto de acompañantes.

Perfectamente vestidas con doble mantel y luciendo una cristalería impecable, destaca en las mesas una vajilla personalizada grabada con el nombre del restaurante: Sagaretxe, que además colocan perfectamente de cara al comensal. La cubertería es quizás lo que menos llama la atención, pues es la habitual. Y la servilleta de tela, correcta, doblada de forma atractiva sin mucho tocamiento, como debe ser.

¡Ésta fue nuestra mesa! ¿Qué os parece? Éramos cuatro y la degustación prometía, tanto por el ambiente como por la compañía: Javier Jimeno.

Optamos por el vino de la casa y también por el que marca la mesa, por lo que empezamos con un verdejo D.O. Rueda Blanco Nieva 2006 que resultó muy acertado y a muy buen precio, para continuar con tinto D.O. Rioja Melquior Reserva 1995, que a pesar de su avanzada edad, no nos defraudó y cumplió las expectativas de acompañar a unos platos deliciosos, hay que recordar que el 95 fue una añada calificada de excelente para los riojas.

Pedimos 4 entrantes y 4 segundos, bueno… ¡eso creíamos! Porque nos llamaban mucho la atención las Croquetas de Bacalao (¡tenían una pinta de caseras y ricas que ni os imagináis!) ¡Y las pedimos también! Con lo que acabamos compartiendo CINCO primeros en la mesa. ¡Qué barbaridad! Era mucha comida, pero ya sabéis que los Cucharetes tenemos buen saque. Y por supuesto, no nos arrepentimos de haber pedido las croquetas, porque eran una delicia. ¡Muy buenas, sí señor!

Claro que empezaron a llegar a la mesa y… definitivamente… ¡Las raciones son enormes! Nos fuimos un poco más gordos de lo que llegamos, no lo puedo negar. Por lo que no os podéis fiar del importe final de nuestra cena, con 2 entrantes para los cuatro y los segundos hubiese bastado -¡uf! y además pedimos 2 de vino, agua, postres, cafés… ya veréis ya…-

Fijaos en la ración de Morcilla y Chistorra de Bera de Bidasoa -primer plano en la sección de Ninillas- ¡Enorme! ¡Menuda ración! ¡Impresionante! ¡Impresionante lo buena que estaba, claro! Y eso que yo no soy de morcilla (que ésta es de puerro y no de arroz), pero es lo de siempre, cuando el producto es bueno, a ver si te gusta o no te gusta… ¡Carallo! Por supuesto que sobró un poco, o eso… ¡o reventábamos!

También pedimos una Ensalada de Foie y Jamón de Bellota con Frambuesas que os muestran mis compañeros y que estaba igual de sabrosa.

El Salteado de Shitakis con Jamón Ibérico de Bellota no puedo definirlo con adjetivos, pero sí con sensaciones: Mmmmmmmmm. ¡De los mejores que he probado nunca! Realmente sabrosos los hongos con ese ajete tan rico… ¡y ese jamoncito!

¡Ni se os ocurra perderos este plato! ¡Pobre de vosotros! ¡Nos os lo perdonaréis! J*d*r, hay que ver la pinta que tienen incluso en la foto. Y el tamaño de la ración os la enseña Javier, ¡menudo plato! Claro que si vemos la lubina de FlashBack… que le llega de hombro a hombro…

Qué podría deciros del Taco de Foie fresco de Iparralde con Reducción de Pedro Ximénez… Otro plato para nota. Un foie de calidad en una ración más que generosa que duró poco en la mesa.

Habíamos terminado la botella de Blanco Nieva y ahora era el turno del Melquior acompañando a los platos principales.

Mi elección -como buen carnívoro- fue la Txuleta a la Parrilla (500 gr.) a la que pedí que le quitasen el hueso. Una carne española que no era ni gallega, ni abulense, pero que estaba… ¡de miedo! Excelente producto que pude disfrutar al punto. Ahí la tenéis, como debe ser, sin patatas, ni pimientos, ni purés, ni salsas enmascaradoras de su autenticidad, llega a la mesa sin ningún tipo de guarnición, sin nada que distraiga al comensal de lo fundamental. A los carnívoros empedernidos como yo les recomiendo el Restaurante Sagaretxe encarecidamente. ¡No falla!

En esta foto podéis apreciar dos cosas: Que no escatiman en grs. y la cara de James Bond de pacotilla que tengo.

Llegamos a los postres completamente “reventaos”, no me extraña, la generosidad de las raciones es tremenda y con lo bueno que está todo… ya se sabe lo que pasa. Pero claro, no podíamos dejar el artículo colgado, y mucho menos mereciendo el sitio la pena. Así que nos lanzamos a por los 4 de la carta que llamaron más nuestra atención.

Empezamos con un Sorbete de Manzana Verde que recorrió toda la mesa porque debo reconocer -gracias a recomendación de la camarera: Nibia, que nos atendió estupendamente- que nos ayudó, y mucho, a equilibrar la cena. Muy suave y muy recomendable después de una cena como la de este post.

La Milhoja de Frutas de Temporada soprende más por su presentación que por el plato en sí, obviamente porque todos esperamos lo que va a venir, pero muy rico todo “en su jugo”: Moras, Frambuesas, Mango, Naranja, Ciruela, Kiwi, Fresas, Grosellas… ¡Me pillé rápidamente la fresa helada con chocolate! ¡Que se chinche el resto!

Mis compañeros os hablan de los Canutillos Rellenos de Crema de Chocolate que estaban bien buenos, sino preguntarle directamente a Javier los que lo conozcáis.

Yo voy a centrarme en la Tarta de Queso Idiazábal que sostengo en el plato. ¡Riquísima! Este es otro de los motivos por los que el Restaurante Sagaretxe merece una visita. Un POSTRE con mayúsculas. Os lo dice una persona para la que la tarta de queso de su tía Tali es imbatible, y os garantizo que ésta puede competir con ella tranquilamente, y no sabría yo cual ganaría la batalla si no tirase para la de casa. ¡Excelente sobremesa! ¡Probadla!

Y como decía al principio y permitidme que lo mencione de nuevo… ¡Menuda pedazo de cena!

Me alegra recomendar restaurantes que lo merecen, no me queda más que agradecer a Javier el descubrimiento, quizás nosotros nunca hubiésemos llegado hasta él. Me apunto el nombre para muchas veladas en la que la comida no pueda fallar bajo ningún concepto: SAGARETXE, la sidrería vasca de Madrid.

FlashBack: Dialogando acerca de las Sidrerías Vascas, se nos vienen a la imaginación múltiples imágenes de culitos de sidra, txacolís y, como no puede ser de otra forma, pintxos, innumerables y variadísimos tipos de pintxos. En esta ocasión, nos proponemos el hacer realidad todos estos anhelos gastronómicos.

Partiendo de esta premisa, no cabe más que reconocer que la Sidrería Sagaretxe, muy lejos de defraudar, sorprende con sus pintxos a los numerosos visitantes que se acercan a sus puertas. A ellos, se les facilita extraordinariamente el no tener que repetir ninguna de cada una de sus magníficas elaboraciones. Un auténtico desfile de piezas culinarias, increíblemente atractivas, colocadas a lo largo de su robusta barra. Toda una estupenda bienvenida inmersa en un ambiente de clásica taberna, de aquellas que podemos encontrar situadas en el casco viejo de las características ciudades de Euskadi.

Con el fin de acompañarlos, la bodega se encuentra repleta de Guetarias, Riojas, Riberas del Duero, Penedés, Ruedas o Valdepeñas. Como recomendaciones de la casa, disponemos de sendos Rioja Melquior y Ribera del Duero Arzuaga. Claro que para ser fieles a la tradición siempre podemos practicar o iniciarnos en el rito del txotx: en primer lugar hacernos con un tradicional vaso de sidra, inclinarlo correctamente para conseguir una auténtica txinparta burbujeante y disfrutar inmediatamente de esta auténtica sagardoa. Con tiempo, paciencia y algo de esfuerzo, tendremos la posibilidad de convertirnos en ¡un auténtico Sagardogile!

Acercándonos un poco más a las alternativas que disponemos para acompañar nuestra bebida, me siento atrapado por el aspecto de una de ellas en particular. Se trata de las Gildas, creadas a partir de una manzana en la que se han dispuesto anchoas, aceitunas y guindillas, listas para arrancar y ser degustadas.

Tras la barra, José me explica el origen del nombre de este pintxo, que ha conseguido darle aún más personalidad a la sidrería. Y es que, como podemos imaginarnos, proviene del picante carácter de la protagonista (interpretada por Rita Hayworth) en esta exitosa película de finales de la década de los 40.

Si el anterior pintxo nos ha parecido excesivamente atrevido, siempre podremos escoger alguno más suave como el que podemos ver en la siguiente instantánea. Sobre una base de berenjena, se sitúa una pieza de bacalao a la gallega y se finaliza con nueces y uvas pasas. Una combinación de sabores muy agradable.

Dándose el caso de que decidamos comparar un buen número de ellos, podemos ordenar surtidos de 8 o 12 unidades a unos precios interesantes. Si aún así, deseamos algo más contundente, existen un buen elenco de raciones y cazuelitas a nuestra elección. Visto lo visto, la sensación que nos produce es la de estar deseando pasar al salón del restaurante a la menor ocasión o celebración que nos surja.

Mi vista no me permite dejar de prestar atención al mostrador. Existen muchísimos otros que consiguen emocionar nuestro sentido de la vista compuestos por ahumados, embutidos, lácteos y verduras. Así que aprovecho para contaros los que más me convencen personalmente: el de queso idiazábal con cebolla confitada caramelizada y el de revuelto de morcilla con frutos secos y queso.

Los elegidos para acompañar nuestros culines de sidra los podemos contemplar sobre un plato de la personalizada vajilla de la Sidrería Sagaretxe. ¿Acaso alguien se puede resistir al pintxo de pulpo, tomate, pimiento y guindilla al de huevo duro, salmón ahumado y huevas?

Una combinación perfecta a cualquier hora del día que podemos acompañar de tanta sidra como deseemos a un precio fijo muy atractivo si así lo deseamos. Muy recomendable el confiar en las sugerencias del personal tras la barra que, además de aconsejarnos, consiguen dedicarnos un trato realmente cercano.

Introduciéndonos en el salón interior, la sensación es altamente acogedora. Luces tenues, techos no excesivamente altos y la madera de tonos oscuros en las paredes nos embaucan por completo. Diversos biombos o falsas paredes consiguen aportar además esa intimidad siempre deseada en nuestra velada.

Disponemos de mesas redondas para pequeños grupos y de grandes espacios para celebraciones. Sea cual sea la excusa, siempre será apropiada para acudir a disfrutar de una estupenda cocina del norte en un entorno apropiado.

Ciertos elementos ornamentales, como el cuadro que vemos en la fotografía bajo estas líneas, se encuentran iluminados por discretas luces indirectas de tono rosado. Lo cual aporta ese toque de color que consigue romper la monotonía acertadamente.

Escogemos un espacio que consideramos ideal para esta noche. Un rinconcito suficientemente recogido para cuatro comensales, puesto que hoy nos acompaña Javier Jimeno. Como responsable de habernos dado a conocer este establecimiento, no duda en acompañarnos en esta nueva cita gastronómica.

No solo la ubicación nos convence desde el primer momento, sino que las barricas de madera que nos rodean, el más que suficiente espaciado entre mesas y la tranquilidad sonora del salón consiguen añadir esos pequeños detalles necesarios. Detalles que siempre se agradecen y a veces solo apreciamos al darnos cuenta de que en otros establecimientos similares no siempre se respetan.

Sobre los impolutos manteles blancos, encontramos un despliegue de vajilla Steelite personalizada para el restaurante y una cristalería perfecta para aprovechar los diversos caldos que la casa nos ofrece. No podían faltar tampoco los indispensables vasos de sidra que utilizamos para el agua. Sin embargo, la cubertería, aunque adecuada y tradicional, no sorprende en demasía.

Dicho lo anterior y ya que la cena promete, decidimos apostar por lo seguro escogiendo dos elecciones para regar nuestros platos. Para comenzar un Vino Blanco Nieva D.O. de Rueda de 2006 elaborado con variedad de uva verdejo y para los principales un Vino Tinto Melquior D.O. de La Rioja Reserva de 1995, una añada excelente con variedades de uva tempranillo y graciano.

El primero de ellos sorprende por su suavidad y equilibrio -perfectos para quienes no son amantes de una excesiva fuerza en los blancos- mientras que el segundo nos aporta un excelente aroma sobre una base estructurada muy aconsejable.

Mientras Nibia, nuestra agradable camarera, nos sirve perfectamente el vino, decidimos los platos para compartir a modo de primeros. Si ya de por sí el equipo de cucharete nos caracterizamos por poseer un buen saque, no puede ser menos con la excelente ayuda de Javier. Puestos en esta vicisitud, decidimos que se nos apunten todos aquellos que nos llaman la atención, aún con la habitual desaprobación en estos casos de Ninillas. De cualquier forma, puesto que hemos compartido suficientes manteles y el conocimiento sobre nuestra capacidad es extensa, reconoce prever que poco va a quedarse sobre los platos.

Comenzamos por unas Croquetas de Bacalao, ligeras con una masa mezcla de patata y bacalao que suaviza el particular sabor de este pescado. Un comienzo discreto y aconsejable para lo que se nos avecina. Tal y como se puede apreciar, se nos reparten en el momento de servirlas sobre cada uno de nuestros platos, pinceándolas correctamente.

El toque vegetal lo aporta una estupenda Ensalada de foie y jamón de bellota con frambuesas. Una mezcla de sabores exquisita, la descripción de sus ingredientes lo dicen todo. Más aún si cabe gracias al foie fresco y pequeñas sorpresas crujientes en su interior no mencionadas en el nombre del plato. La recomiendo altamente.

No puedo dejar de hacer mención tampoco al Salteado de Shitakis con Jamón Ibérico de Bellota que os muestran Rayo y Ninillas. Unos hongos deliciosos que potencian sus atributos debido a los taquitos de jamón que los acompañan. Un plato de los que marcan huella.

Excelente y distinto el Taco de Foie fresco de Iparralde con Reducción de Pedro Ximénez, un foie cuanto menos distinto en su elaboración con una estructura muy tierna y una superficie cuidadosamente “churruscada”. El vino dulce que lo acompaña y los diversos trozos de pan tostado que forman la guarnición le confieren una elegancia gustativa especial.

Como segundo plato, no consigo quitarle la vista de encima a la Lubina a la brasa de carbón de encina. Una espectacular pieza perfectamente elaborada y con un toque de sal ideal para mi gusto.

Me aventuraría a afirmar que ninguno de los principales tiene desperdicio. Y es que, tras acabar con mi elección, tanto Javier como Rayo comparten pequeñas muestras del suyo conmigo y no sabría con cual de los dos quedarme en mi próxima visita: Txuleta a la Parrilla o Dados de Solomillo de Buey con salsa de Foie. La primera de una procedencia que la distingue inevitablemente y los segundos en su justo punto muy tiernos. Una maravilla.

Con el buen tirón que nos ha proporcionado hasta ahora la cocina, no podemos más que pedir unos cuantos postres para poner el toque dulce a nuestra cena. Claro que, habiendo sido aclarados que todos ellos son caseros junto con la vuelta de la carta a nuestras manos, no podemos evitarlo.

Comenzamos compartiendo un soberbio Sorbete de Manzana Verde que, aunque nos encontremos excesivamente satisfechos con el resto de platos, su poder digestivo y su inigualable gusto lo hacen indispensable. Posteriormente, los Canutillos Rellenos de Crema de Chocolate son la elección más apropiada para los amantes del cacao. Me encanta mezclarlo con las grosellas con las que viene presentado.

Y si seguimos sin ser de postres contundentes, no sólo del sorbete no vamos a poder escapar. Le puede seguir perfectamente una buena Milhoja de Frutas de Temporada que contiene todas aquellas frutas a las que no me puedo resistir: moras, fresas, grosellas, mango, naranja y ciruela.

Eso sí, supone una gran pena el no poder llegar a probar la Tarta de Queso Idiazábal. Por resumirlo brevemente, una tarta suculentísima, ligera y superior en todos los sentidos.

Finalmente, como es de buena costumbre y cada vez resulta más habitualmente una práctica en extinción, la casa siempre agradece a sus clientes con unos estupendos chupitos de su pacharán casero, licor de hierbas, licor de manzana o licor de mora. Los acompañamos además de unos cafés que pueden presumir de su calidad.

Asistir al Restaurante Sidrería Sagaretxe supone disfrutar de un establecimiento con prácticamente 10 años de éxito gastronómico a sus espaldas en nuestra ciudad, éxito conseguido gracias a la apabullante calidad y cantidad de sus platos. Tanto si es para sentir de nuevo sus pintxos en mi paladar, refrescarme con su magnífica sidra natural o deleitarme con su cocina, estoy seguro de que volveré.

Ninillas: Gastronómicamente hablando, vivimos unos tiempos convulsos, dos de los grandes, andan a la gresca defendiendo sus “vías”, y… qué quieren que les diga, que la campaña mediática está hecha, de ellos se habla, se comenta y se discute, todos sabemos mucho, todos creemos ser poseedores de la verdad absoluta y creo desde mi modesta opinión que tal vez, sólo tal vez, deberíamos de dejarnos de tanta vía, tanta corriente y tanta chorrada y ver la gastronomía como un placer, y pensar que si lo que se mete en la boca es delicioso… ¡qué más da! Y todo esto… ¿para qué?, pues sencillamente para decir que la buena cocina, aparquemos aquello de alta cocina, comienza -a mi entender- por un lado con un producto de excelente calidad -que desde luego se ha de pagar-, y por otro con la pluralidad y el respeto a las cosas bien hechas. A partir de ahí, es el público quien decide. El hecho de que un determinado plato lleve horas y horas de compleja elaboración de nada sirve si no tiene la aceptación popular, y si el chef no es capaz de verlo, por mal camino vamos. Por supuesto, nada de esto tiene que ver con el restaurante de hoy, es sencillamente un calentón mío.

Ya he comentado en más de una ocasión, que lo que finalmente decide el número de cucharetes de nuestra cena es la sensación de satisfacción -o no- que se te queda en el cuerpo cuando todo ha concluido. En el restaurante de hoy, la satisfacción fue de las perduran en la memoria. Sin más preámbulos, os presento el Restaurante Sidrería Vasca Sagaretxe. De allí salimos con el botón del pantalón desabrochado, no os digo más.

Su nombre significa “Casa de la Manzana”, pero claro, no sólo de sidra vive el hombre, y por ello, nada más entrar lo que te proponen es una magnífica barra repleta de pintxos, de muchísimos tipos, hasta 80 distintos los fines de semana, que van rotando desde su apertura hasta su cierre. Pero ya sean pinchos fríos o calientes, el espectáculo que ponen delante de tus ojos es digno de admirar y sobre todo de degustar.

Pero yo soy partidaria de que una imagen vale más que mil palabras, por eso os dejo de momento esta Brocheta de queso, guindillas, tomatitos cherry y aceitunas.

El día de nuestra visita -en primera línea- conté más de 20 tipos distintos de pinchos, que se iban ampliando conforme el personal se los iba agenciando. Había de todo y para todos los gustos: de Queso mozarella con tomate deshidratado y vinagreta, de Berenjena con queso gratinado, frutos secos y reducción de Pedro Ximénez, de Queso Idiazábal y cebolla caramelizada confitada, de Brocheta de pulpo, de Salmón, caviar y huevo, de Langostino en tempura con mayonesa, de Brandada de bacalao gratinada, de Morcilla con piñones y ahumados, de Pastel de cabracho, de Bacalao ahumado con vinagreta de albahaca, por supuesto de Bacalao rebozado… En fin, que hay que ir a verlos, porque por mucho que yo os diga uno no se puede hacer a la idea. El de la imagen es de Berenjena con bacalao a la gallega y pimiento, ¡cómo estaba!

Ofrecen también la posibilidad de pedir degustaciones de 8 y 12 pintxos, por supuesto a elegir, a 14 € y 20 € respectivamente. Pero por si acaso respondes a un perfil más de raciones, no te preocupes porque las hay, ¡ya lo creo! Por 11 € puedes elegir una de Tortilla de bacalao, de Piquillos rellenos, de Anchoas de Bermeo o de Queso Idiazábal. O Bien, por el mismo importe, optar por sus Cazuelitas de Pimientos de Guernika, de Morcilla y Txistorra de Bera del Bidasoa, de Croquetas de Bacalao o de Pimientos de Piquillo.

Antes de continuar os dejo con otra muestra de su cocina en miniatura: Revuelto de morcilla con frutos secos y queso.

Claro que la comida hay que ir bajándola, y para ello tienes varias opciones: un vinito, cañita de cerveza Mahou o su sidra al txotx . Por 1.80 € puedes beberte tu culín, o bien optar por pagar 6.80 €/persona y beber cuanta sidra desees. Nosotros nos bebimos nuestro culín acompañado por un pintxo y la verdad es que no me habría importado nada quedarme en la barra, pero teníamos que hacer la visita completa.

El Restaurante Sagaretxe dispone de 120 cubiertos distribuidos en dos comedores. El de la planta superior para 80 comensales y el de la planta inferior para 40, que se destina a fumadores cuando ambos están al completo.

La decoración como no podía ser de otro modo, te sitúa en una tradicional sidrería vasca, salvo por el color de la madera, aquí se ha optado por tonos oscuros. Las kupelas salpican toda la sala por si deseas acompañar tu cena con sidra -7.80 €/persona barra libre-.

Han conseguido un ambiente tremendamente acogedor e ideal, ya sea para un comida de empresa, una reunión numerosa -o no- de amigos, e incluso porqué no, para una cena romántica. Por ello ponen a nuestra disposición mesas de todo tipo: cuadradas de 2 ó de 4, redondas de 4, 6 ú 8 comensales… y a partir de aquí, el número que tú desees, porque se adecuan al gusto del cliente. Lo que sí es un denominador común es la holgada y cómoda distribución de sus mesas así como los manteles de tela que las visten, doble para la mesas redondas y en camino para las cuadradas, acompañadas por supuesto de servilleta de tela, vajilla corporativa, y una cubertería y cristalería correctas.

En la imagen os muestro el comedor de la planta inferior, que aunque es más pequeño que su hermano guarda el mismo encanto decorativo, manzanos pintados en sus paredes incluidos.

Bien, vamos a ir metiéndonos en faena, que hoy tenemos mucha. En el Restaurante Sagaretxe nos ofrecen una cocina tradicional vasca basada en dos pilares fundamentales: por un lado la excelente materia prima con la que trabajan y por otro, la cuidada elaboración de la misma cuando el plato la requiere. Nos presentan una carta amplia que cubre a la perfección todos los frentes y que está estructurada en cinco grandes apartados: Ensaladas y platos fríos -con unas Antxoas y boquerones de Getaria en matrimonio, un Pastel templado de Kabratxo o un Jamón Ibérico de bellota de Huelva-, Para Picar y platos calientes -con una Tortilla de bacalao de Faroe o una Tentación de verduras de temporada con su queso de cabra y vinagreta de miel-, el Bacalao tiene por supuesto una sección aparte, otra para Pescados y mariscos y finalmente Carnes.

Además de su carta, disponen de un interesantísimo Menú de Sidrería con toda la sidra que desees a 33 € +IVA, así como distintos menús para grupos y de empresa que van desde 37 hasta 60 € +IVA, o si lo deseas, elaboran uno especial a tu medida.

Respecto a la carta de vinos, se presenta con unos tintos de Rioja, Somontano, Ribera de Duero y Vega Sicilia, se abre un poco más con rosados de Navarra y Penedés y se culmina con unos blancos, en los que no podía faltar un Txakolí -en concreto un Itsasmendi 2004- acompañado por un albariño entre otras entradas. Y por si la situación lo requiere, cava y champagne.

Mientras degustábamos el aperitivo -mostrado por FlashBack- y nos traían el pan, del que por cierto puedes elegir entre blanco, chapata y con cereales -2.20 € +IVA por persona-, fuimos eligiendo las viandas, con discusión incluida porque desde el principio me pareció que aquello iba a ser demasiado, pero nada pude hacer… eran 3 devoradores natos contra mí. Éramos 4 personas y cayeron 5 entrantes a compartir y 4 platos principales al gusto de cada uno.

Empezamos con la Ensalada de foie y jamón de bellota con frambuesas. Esta foto no hace justicia al plato, aparte de que la ración era generosísima, su sabor era francamente original, jugando al contraste de sabores dulce-salado. Llevaba diferentes tipos de lechuga, un excelente jamón de bellota, frambuesas y un foie en condiciones, todo ello bañado por una vinagreta muy sencilla basada en aceite de foie. Muy rica, la verdad.

El maître nos contó que presumían de sus Croquetas de Bacalao, cuentan con receta propia, ni qué decir tiene que las probamos y ahora puedo dar fe que no nos engañó. Buenísimas croquetas donde no sólo sabes que llevan bacalao porque lo ves en su interior, sino porque saben a bacalao.

Los Tacos de foie fresco de Iparralde con reducción de Pedro Ximénez y el Salteado de Shitakis con Jamón Ibérico de bellota os los muestran mis compañeros, pero no puedo pasar al siguiente plato obviándolos. Los tacos de foie eran de primera e iban acompañados de pimientito, zanahoria y cebolla confitada, muy muy buenos. Y los shitakis, sencillamente hay que pedirlos, ¡Qué ricos estos hongos por favor!, y además acompañados por el jamón ibérico, imprescindibles.

En este primer plano os presento un plato de Morcilla y chistorra de Bera de Bidasoa y aquí, vayamos por partes, por un lado la cantidad abundante, por otro su calidad, de primera; y añadir que si bien la chistorra era un espectáculo… la morcilla con ese sabor tan característico que le da el puerro, sencillamente se salía. Por supuesto, esto es una apreciación personal, en igualdad de condiciones yo siempre me inclino hacia la morcilla, tal vez porque es muy difícil encontrarlas de calidad.

Llegados a este punto, yo ya no me podía mover, habíamos pedido demasiados entrantes, pero claro, yo tengo un serio problema, y es que cuando algo me está realmente bueno dejarlo en el plato me supone un cargo de conciencia, como habría dicho mi abuela: ¡Con el hambre que hay en el mundo! Nos quedaban los segundos, cada uno eligió el suyo, pero desde luego yo metí el tenedor en todos. La Lubina de FlashBack, fresquísima y en su punto, las carnes, tanto la Txuleta de Rayo como los Dados de solomillo de Javier un espectáculo. Preguntamos de dónde era la carne, y lo único que sacamos es de dónde no era, pero desde luego esa carne la quisiera yo para mi restaurante.

Yo, como no podía ser de otro modo, me fui a por el bacalao, pero como no era capaz de decidirme por ninguno, opté por la Degustación de bacalao en diferentes salsas.

Empezando a las 12 en punto y siguiendo las agujas del reloj, tengo el placer de presentarles el Bacalao a la koskera -en salsa verde con espárragos, langostinos y almejas-, el Bacalao a la Vizcaína -salsa que se tarda en elaborar 3 días a base únicamente de pimientos choriceros-, el Bacalao al pil-pil -blanco, blanco, pocas veces lo encontrarán así, normalmente se suele quedar en un tono verdoso- y el Bacalao club ranero -mezcla de pil-pil y vizcaína-.

El bacalao como tal era de una categoría superior, las salsas que lo acompañaban todas perfectamente ligadas y deliciosas, pero aún así, el Bacalao al pil-pil para mí, insuperable.

No fui capaz de acabar la Degustación de bacalao, imposible, y por si fuera poco, nos quedaban los postres. Cualquiera habría aparcado la opción y ya está, pero un Cucharete no, ¡Había que probarlos! Y he aquí la Reina indiscutible: la Tarta de queso Idiazábal, describirla me parece fuera de lugar, porque era fantástica, un postre debe ir bien presentado y éste lo iba, pero lo fundamental en él era la tarta que por sí sola y tras darle el primer bocado hacía que volvieras a por el segundo y a por el tercero y… y así hasta que se acabó.

Para la Milhoja de frutas de temporada -mostrada por mis compañeros- añadiré que me pareció una presentación original para lo que sería una macedonia de frutas, en cuanto al Sorbete de manzana verde, aparte de que entraba solo, en nuestra cena -más que conveniente- fue necesario para aligerar estómagos, desde luego ambos son aconsejables.

Los de la foto son los Canutillos rellenos de crema de chocolate, muy ricos también, ideales para los golosos y para los que como yo no lo son tanto, el chocolate tenía la consistencia y potencia de sabor adecuadas, éste también se lo pueden apuntar que no defrauda.

La cena la regamos con un vino blanco Nieva D.O. de Rueda de 2006, que cumplió su misión sin elevar demasiado el importe final, y nos arriesgamos con un vino tinto Melquior D.O. de La Rioja Reserva de 1995, digo arriesgamos porque aunque la añada es excelente los años no pasan en balde. La aventura nos salió bien, claro que sin duda en esto tuvo mucho que ver el buen almacenaje y temperatura de conservación que llevan a cabo en Sagaretxe.

Pedimos cafés a 2.50 € +IVA, buen café por cierto, y nos invitaron a unos chupitos.

Llega el momento de mi visita a los baños, aquí han optado por madera clara tanto en la encimera como en las celosías que recubren las cañerías, pero todo dentro del mismo marco decorativo que una sidrería te sugiere.

Ya estamos llegando al final, y no sé si habré sido capaz de transmitiros cómo disfruté en nuestra visita al Sagaretxe. Veréis, en Madrid el ritmo de apertura de nuevos restaurantes es frenético, por eso, una vez que las modas pasan y la novedad deja de serlo sólo perduran aquellos que han logrado convencer a una clientela estable, el resto… no creo que haga falta decir qué ocurre con el resto. El Restaurante Sidrería Vasca Sagaretxe lleva convenciendo 9 años, se dice pronto, y no es suerte, ni moda, son sus carnes y pescados de excelente calidad en su punto, son sus platos tradicionales perfectamente elaborados por su chef Daniel Seifi, es el trato profesional del personal de sala que te hace sentir cómodo en todo momento… En definitiva, es un restaurante para visitarlo una vez, porque estoy convencida de que tras la primera visita vendrán las siguientes.

¿El precio? Nosotros salimos a 67 € por persona, desde luego nos pasamos y mucho pidiendo platos (y vino), lo admito, porque por 40 € se cena perfectamente, pero desde luego caro no es. Si me preguntaran, yo respondería que es para aquellos que valoren lo que les llega en el plato, muy difícil de encontrar y con precios en consonancia. Creo que con lo ya escrito no hace falta decirlo, pero por si acaso: Yo vuelvo fijo.

Javier Jimeno: Hola amigos… de entrada decir que jamás me hubiese planteado hacer una crítica gastronómica, y de hecho no lo voy a hacer, me limitaré a contar mi experiencia frente a unos platos sencillamente exquisitos.

Además, el acompañar a estos amigos me ha dado la posibilidad de aprender a disfrutar de un nuevo enfoque de lo que como.

De entrada, y nunca mejor dicho, el restaurante hace honor a su nombre, y nos ofrece una estampa típica del País Vasco, con gruesas vigas de madera y el nombre de Sagaretxe invitándonos a entrar.

Una vez dentro, nos recibe una fantástica barra llena a rebosar de pintxos, que se alinean en una suculenta exposición de sabores. En la zona de barra tenemos también un hermoso barril desde donde escanciar la sidra, y ya puestos… decir que tanto los pintxos como la sidra, tienen unos precios más que ajustados, por lo que si queremos comer con prisas no quedaremos defraudados. Los pintxos están realmente exquisitos y frescos, mención especial a los de bacalao, ricos ricos.

Trasegadas unas cervecitas y un par de pintxos, pasamos a cenar y el ambiente, es acogedor, mucho más cuando nos sentamos y descubrimos que las mesas son amplias y no están amontonadas, permitiendo la intimidad necesaria para disfrutar de la cena y la compañía. La luz es perfecta, ni demasiado escasa para no identificar lo que comemos, ni demasiado alta como para quebrar la intimidad.

Y por fin vienen los primeros platos, esas Croquetas de bacalao con una bechamel suave, que acompaña el sabor de un bacalao sencillamente delicioso, no soy muy de pescado, pero en las ocasiones que probé el de Sagaretxe me descubro ante la frescura y buena preparación del mismo.

Mi primero de elección y que compartimos todos: Salteado de shitakis con jamón ibérico de bellota, unos hongos que destacan por la suavidad de su carne, y un sabor que, acompañado del jamón, se potencia dando un conjunto realmente sabroso.

De segundo pedí unos Dados de solomillo de buey con salsa de foie, decir en este momento que la vajilla está colocada con el logotipo bien alineado, y el servicio está siempre pendiente de nosotros, grata espera acompañados de unos vinos que daban calor a la tertulia entre plato y plato, tertulia corta, que me dejo en las manos de una carne que se deshacía en la boca, bocados de solomillo que hacen que la carne esté en su punto.

Lo cierto es que me puse como el kiko, no sabría decir si el matamoros o el hijuelo de la tonadillera, probablemente una mezcla visto mi peinado y cómo se me quedó el estómago, aunque los platos eran bien generosos no podía dejarme nada en el plato dado lo exquisito de lo servido.

Nos dejamos aconsejar acerca de un Sorbete de manzana verde que prometía asentar bien lo comido, y a fe mía que lo consiguió, al menos lo suficiente para dar cabida a unos postres deliciosos (claro que me repito, es que todo estaba delicioso).

Unos Canutillos rellenos de crema de chocolate, que con seguridad eran pecado, el chocolate con una textura increíble, y sabor de miedo. Eso sí, la Tarta de queso Idiazábal… La tarta de queso… Caray con la tarta de queso, si vas al Sagaretxe y no la pides, perderás la oportunidad de probar algo…. Exquisito, una delicatessen de queso Idiazábal.

En definitiva, que no pienso volver a esta sidrería vasca, no sin una buena compañía, absolutamente recomendable, por precio ajustado, por calidad, por servicio, por ambiente, vaya… que no pienso perderme una cena “íntima” y eso que los amigos de Cucharete me han tratado de miedo, y me he sentido como un auténtico gourmet, claro que era fácil, todo estaba realmente… delicioso, compañía incluida.

Cucharete: El Restaurante Sagaretxe es una sidrería vasca ejemplar, puedes disfrutar de ella tanto con su sidra al txotx -acompañándola de docenas y docenas de pintxos muy creativos- como con su acogedor y cálido comedor, en donde serás sorprendido con la calidad de sus materias primas. Mi equipo cenó por 67 €/persona, cuatro personas con 5 primeros, 4 segundos, 4 postres, 2 botellas de vino, agua y cafés. Por lo que el importe no refleja una cena “normal” y por eso se sale de la horquilla de precios que marcamos para el local, se cena perfectamente por 40 €. Fijaos que a parte de llegar hasta los cafés, pedimos más primeros de los que corresponden, hubiesen bastado 2 para compartir. Lo que tomamos en la barra, 4 pintxos con 4 culines de sidra al txotx: 14,40 €.

Su sorprendente barra de pintxos (de 70 a 80 distintos). Su sidra al txotx sin límite. El ambiembre cálido y acogedor de su comedor. La cuidada distribución y separación de las mesas. El atento trato del servicio en todo momento. La excelente calidad de sus materias primas así como la elaboración de las mismas. Aceptan cheques de comida (excepto los fines de semana).

Detalles tan nimios que no merece la pena ni mencionarlos.

4,9