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Huertas, 24
Madrid (Centro)
Antón Martín
91 429 06 49
20 - 30
Un nuevo espacio se abre hueco en la zona de Huertas: el Restaurante UBÚ. Cocina mediterránea fusionada con detalles de cocina internacional y japonesa a precios muy asequibles. El comedor -de 30 cubiertos- está dividido en dos espacios -ambos habilitados para fumadores-. Se define como un “Restaurante - Café - Take Away”, por lo que podemos disfrutarlo en una comida, una merienda o una cena, sin olvidar que todos los platos de su carta están disponibles para llevar. Ofrece menús del día a 9 y 12 € de Lunes a Viernes. Sus fogones están disponibles de 13:00h a 16:30h y de 20:30h a 23:30h. Cierra los Domingos todo el día y los Lunes por la noche.
3,9
Rayo: ¡Este sitio os va a encantar! Sobre todo a los lectores y lectoras que nos escribís a diario solicitándonos información personalizada de restaurantes buenos, bonitos y baratos. Y ya si son nuevos… ¡mejor! Pues chicos… ¡Aquí tenéis uno esperando a que lo estrenéis! Pues lleva abierto muy poquitos meses: ¡El Restaurante UBÚ!
La historia de su nombre os la explica detalladamente FlashBack, que se ha “documentaubizado” exhaustivamente. Lo que sí os aseguro, es que no se os olvidará el nombre ¡nunca! ¡UBÚ! ¡UBÚ! ¡UBÚ! Si es que hasta engancha… ¿A que sí? ¡Hip, Hip, UBÚ! ¿Quedamos en el UBÚ?… ¡Mola!
Nos movemos por la zona de Huertas -Barrio de las Letras-, con lo que, después de cenar… ya os imagináis -seguramente mejor que nosotros, pues ya estamos mayores- que continuar la noche no se presenta difícil, es más, el mismo restaurante ofrece la posibilidad de tomarse la primera copa -a muy buen precio, por cierto-, y no creo que os echen por tomaros la segunda tampoco…
La barra -cubierta completamente por madera noble- se presenta muy elegante. Ayudan al conjunto las llamas de la multitud de velas que recorren los rincones del local, reflejando sus destellos en todas las superficies brillantes con las que se encuentran. Así mismo, las sillas de Philippe Starck lucen como en una peli de Star Trek al ser iluminadas desde el haz de luz blanca que sale desde el suelo. Nada mejor que tomar una exclusiva Estrella Damn Inédita –como os presentan FlashBack y Ninillas- en esta futurista barra antes de coger asiento en una de sus mesas.
El interiorismo del local es de lo más sencillo, no cae en ningún tipo de excentricidades, locuras, ni ridiculeces modernas que nos encontramos de vez en cuando por ahí. A mucha gente puede parecerle excesivamente simple, pero todo lo que vemos está en armonía. Probablemente con el paso del tiempo acabe por vestirse con más detalles a juego con lo que ya tiene, pues su juventud seguramente no le ha permitido completarse todavía -o esa es la sensación que me transmite- Pero… promete, promete. ¡Si es que parece un local de la misma zona de Chueca! ¡En Huertas!
Los larguísimos tubos de luz que vigilan las mesas desde arriba son la nota de identidad de este pequeño restaurante. ¡Ojo! ¡Que no son piñatas! Os aviso porque… hay de todo por ahí suelto, y no vaya a ser que se os ocurran cosas raras -Hablando de rarezas… fijaos en los baños que os presenta Ninillas. ¡Wow!-.
La vajilla me ha encantado, platos enormes… prácticamente planos y sobre un minimantelito personal redondo en blanco o negro. Vamos, que podemos echar una partida de damas muy interesante si vamos un buen grupo y nos juntan las mesas adecuadamente. -¡Ups! Olvidadlo… pues tenemos únicamente 30 cubiertos-. Aunque visto por el lado bueno… nunca tendremos un gran número de comensales montando barullo dándonos la vara. ¿Mejor eso que jugar a hacer damas, no? Además… comer “fichas” podemos comer de igual modo. ¡Que a eso venimos!
Todo el local se presenta con un sillón corrido fucsia -o “rosa shockeante” como decía Elsa Schiaparelli- que divide el comedor en dos espacios gracias a la situación de una columna. Está permitido fumar en todo el espacio, y la separación entre mesas puede que esté en el límite razonable para un local de estas características: No olvidemos que tenemos únicamente disponibles 30 cubiertos y que el local es nuevo, moderno, económico… La verdad… ¡Se está a gusto en el UBÚ! -Cierto es que tuvimos la suerte de no tener nadie a nuestro lado- ¡Ya nos contaréis que tal vuestra experiencia!
En la carta hay de todo y para todos… quiero decir: para todos los gustos y bolsillos. Puedes comer o cenar por 15, por 20, por 25, por 30 € e incluso por más… ¡Tú decides y pones el límite! Pero nadie puede quejarse del juego que te da el Restaurante UBÚ: Puedes optar por unos entrantes y unas tapas, combinarlos con unos sándwiches o unas chapatas, o compartir unas generosísimas ensaladas -7 diferentes- y decantarse después por un plato de pasta, arroz, o uno de sus llamativos “sartenazos” (de huevos rotos, de secreto ibérico, de pollo con especias, de sepia y fideos chinos…), así como solicitar platos de carne y pescado. ¡Muy completo! Sobre todo pensando en satisfacer a todo tipo de clientes, los que desean estar un rato juntos sin que el bolsillo lo note en demasía, y los que salen a comer o a cenar fuera -en condiciones- a disfrutar de un restaurante moderno sin que por ello se vean obligados a hipotecar el resto de fines de semana del mes.
Las referencias disponibles en su carta de vinos no son su fuerte -tampoco es que se venga a un espacio como éste a disfrutar de un caldo sobresaliente-, aún así tenemos unos 15 posibles acompañantes de nuestra cena que no suelen encontrarse entre los habituales, más que suficientes para elegir el adecuado. Nuestra deliberación resulto caer de lleno sobre el vino tinto Flor del Montgó 2006 de la D.O. de Yecla. Muy recomendable, pues no alcanza los 15 €, está bueno, y nunca podréis negar que habéis experimentado sensaciones diferentes a las de los riojas y riberas de siempre. Sólo por eso, merece la pena.
Listos para el “mandibulazo” de salida, allí estábamos el equipo de Cucharete acompañados por Mari Luz y Roberto -como en tantas otras aventuras cuchareteras-. Ya les conocéis, ¿verdad?. Cinco comensales dispuestos a indagar en la carta del Restaurante UBÚ con fundamento, para intentar aconsejaros por dónde tirar cuando visitéis el local.
El primero en llegar a la mesa fue el Latazo casero de foie mi cuit. Mari Luz es experta en foies y quedó muy satisfecha con el resultado -tened en cuenta que no supera los 9 € y la ración es más que generosa- Ciertamente… más no se le podía pedir. Venía acompañado de cebolla caramelizada -en el fondo- y bañado con gelatina de vino dulce. ¡Buena combinación!
La Escalivada de verduras con bacalao confitado hizo las delicias de Ninillas, venía regada con una acertada vinagreta de cítricos y llevaba de todo arropando al bacalao -muy rico-, berenjenas, cebolla, pimiento rojo, pimiento verde, cebollino… Para mi gusto este plato dejaba un ligero sabor amargo, aunque he de decir que fui el único de la mesa que se quejó de tal apreciación.
Los Calamarcitos rellenos de morcilla estaban cojonudos. ¡En serio! ¡Pobre de vosotros como se os olvide pedirlos! Ya me contaréis, ya… Algo novedoso para mí, que… todo hay que decirlo, no soy muy fan de la morcilla, pero que lograron sorprenderme. Ninillas os los enseña en primer plano en su sección, si tuviese un tenedor a mano… ¡Pinchaba ahora mismo la pantalla! ¡Si es que parece que puedes coger uno!
FlashBack y Ninillas amplían los entrantes que disfrutamos esa noche: Arroz thaï, shitake y salmón y Ensalada de rúcola y bresaola. Para mi gusto, dos raciones que tampoco podéis dejaros en el tintero de las disponibles en la carta del UBÚ.
Comenzando con los platos principales, muy destacable el Rissotto de shitake con parmesano y aroma de trufa que disfrutó Mari Luz en primera persona -y nosotros en segunda, claro, trapicheando con los tenedores por sus cercanías-. ¡Cómo para perdérselo, con lo bueno que decía ella que estaba! Cremoso y muy sabroso… ¡Muy recomendable!
Mi elección fue uno de los “Sartenazos” que ofrece el Restaurante UBÚ, aunque para sartenazo… el que parece que me dieron en la cabeza. ¡Pero cómo se puede salir en un foto con esa cara y ese pelo! ¡Madre mía! Vaya careto de pringao -jajaja-. Mañana mismo contrato a un modelo que salga en las fotos por mí…
Volviendo al tajo… tenéis que saber que se trata de un Sartenazo de secreto de ibérico, que viene acompañado de setas, arroz thaï y un toque de salsa de soja. Puede llegar a parecer pequeña la ración en la fotografía, pero nada más lejos de la realidad, recordad que el tamaño de los platos ¡es enorme!, y engaña a primera vista. No estaba nada mal… si sois de carne con un ligero toque thaï, ésta es vuestra elección.
Algún segundo más recorrían los tenedores disponibles en la mesa, pero no os adelanto más… ¡A leer a FlashBack y a Ninillas! Descubriréis interesantes viandas…
Pasando a la sobremesa, el chocolate nunca pasa desapercibido para nosotros en cuanto vemos su nombre escrito en la carta, así que… turno para la Tarta de chocolate con crema inglesa, excesivamente dulce para algunos, ideal para los más golosos de la mesa, que no dejaron ni un trocito en el plato.
La verdad es que los postres del Restaurante UBÚ merecen nuestra atención, pues son de elaboración casera, y para la horquilla de precios que maneja el local… no está nada, nada mal.
Aquí vemos a Roberto y Mari Luz con un Helado de violeta y un Carpaccio de piña con toffee. El helado de violeta tiene sus fans y sus detractores, posee un sabor muy especial que, o te encanta, o te resulta extraño. Por mi parte, recomiendo probarlo a todo el mundo, ¡es la única manera de saber si os gusta o no! Y de los que yo he probado, éste merece la pena. Respecto al otro postre de nombre tan original, he de deciros que no lo pediría de nuevo, láminas de piña ligeramente decoradas con toffe que ni por asomo llegan a la altura de ninguno de sus compañeros de sobremesa, alcanzando el mismo precio.
Como habéis visto a lo largo de esta crónica cucharetera, el Restaurante UBÚ bien merece una visita. ¡Pocos sitios hay así de modernos en Huertas! Así que… cómo para dejarlo escapar. Y después de la cena… ¡De copas! ¡Sin cambiar de zona! ¡Qué más queréis!
FlashBack: Pongamos que hablo de Ubú. A escasos tres meses de su inauguración. Local notorio donde los haya e incluido en “la lista”. Aquella que guardo en mi mente con los nombres de recientes surgimientos en el panorama gastronómico. La razón para que se encuentre en ella es simple. Alguno de mis allegados lo mencionó en algún momento por desear que fuera analizado. ¿Dónde? En esta sección de Cucharete, por supuesto.
Una recién llegada fusión mediterráneo-japonesa con influencias internacionales. Nace con importantes elementos a tomar en cuenta. Localización singular en la confluencia de la mismísima calle de las Huertas esquina con la de León. Fachada de cristalera rompedora, de las que ofrecen una estupenda vista de su interior, -al fin y al cabo cuando no hay nada que ocultar…-. Y ¡Merdre!, ¡mierdra! en esta ocasión acabo sorprendido por la peculiar historia que entre sus paredes guarda. La de Ubú Rey , aquél que inducido por su mujer, arrebata el poder a Wenceslao -Rey de Polonia- para sumir al reino en la tiranía. Sembrando el abuso entre sus miembros, aquéllos que tanto habían hecho por levantar la economía del territorio. Lo que ocurre a continuación es por todos previsible.
Quien más o quien menos, ha vivido alguna circunstancia similar aunque haya tenido lugar a menor escala. En un principio la victoria les vuelve gloriosos y les reporta suntuosos beneficios. Claro que, pronto surge una insostenible situación. Ubú se ve obligado a entrar en batalla dejando a su amada a cargo del Estado. Para, finalmente ambos, verse obligados a escapar del País que siempre habían añorado por dominar. Resultado habitual de una jerarquía impuesta por la fuerza y basada en la excesiva injusticia.
Pues bien, esta obra se estrenó allá por el 10 de Diciembre del año 1896 en el Teatro del L’Oeuvre en París. No en una fecha muy lejana, aunque 112 años después, es ahora cuando aparece este restaurante que se desclasifica de las fórmulas de siempre aplicadas sobre la mesa. Y lo consigue en una de las arterias principales del ocio del centro madrileño. Un puro reconocimiento a la renovación artística que produjo la pieza teatral de la que toma su nombre. Auténtica precursora del surrealismo, del dadaísmo y del absurdo detrás de los telones. En definitiva, una fantástica apuesta por romper con la tradición de esta zona de la marcha madrileña. Su éxito en cuanto a volumen de visitantes lo auguro sin dudarlo. Tiempo al tiempo.
Sea por el momento económico en el que nos encontramos. Se trate de la filosofía propia del local del aquí todo el mundo cuenta y, por supuesto, es parte importante del resultado final. No importa la causa sino la consecuencia. La de haber obtenido una propuesta de precio medio contenido, apta para el grán público, que ofrece originalidad y calidad en proporciones equiparadas. La divertida decoración no falla. Me agrada su inspiración femenina, fruto del trabajo conjunto entre su propietaria Carlota González y la arquitecta Cristina Saavedra. Ambiente lleno de sensaciones, cosmopolita y muy personal. Tan sólo se echa de menos alguna de esas suaves notas que se van añadiendo al conjunto a lo largo de la vida de un local. Reconozco que surge en mí el deseo de volver en escasas semanas con el fin de comprobar la evolución en este sentido.
Mobiliario negro sobre plata. En la mesa, servilleta situada estratégicamente de forma triangular en la esquina de la mesa. Eso sí, de papel. Ya sabéis lo que opina Ninillas de este tema… La importancia de los pequeños detalles es vital. El fuego, ese toque de luz natural imprescindible y que tanto nos deleita. Una blanquísima vajilla práctica y multifuncional de la línea Leela Baralee del fabricante tailandés Imperial Pottery. Philippe Starck es el responsable de diseñar el llamativo mobiliario transparente que aporta amplitud al espacio. Al alcance de mi mano, una de esas cuberterías a la que a muchos no nos importaría dar uso todos los días. Sencilla, manejable y elegante. La utilería se encuentra perfectamente colocada en las posiciones designadas. Actores prevenidos. El telón ha ascendido con gracia y la obra de hoy se dispone a comenzar.
En la barra nos encontramos y, en el horizonte de la misma, alcanzo a ver aproximarse a Mari Luz y Roberto. Queremos sorprenderles y, por ello, les realizamos una invitación. La de acompañarnos a degustar un aperitivo diferente, la exclusiva Estrella Damn Inédita. Cerveza sí, aunque con características muy distintas a las que por estos lares se nos ha acostumbrado. Sí, de cebada se compone. Claro que a ella hay que añadir el trigo -cuyo uso en esta bebida es más propio de países centroeuropeos-. Lúpulo, cilantro, piel de naranja y regaliz son otros de los ingredientes que completan esta creación elaborada con mimo. Sus responsables son los maestros del grupo fabricante en confabulación con Ferrán Adría, Juli Soler y el equipo de sumilleres de El Bulli.
Mientras nos introducimos en sabores afrutados y florales de esta suave bebida, realizamos una toma de contacto con la carta. Entrantes, ensaladas, principales, pastas y arroces son los pilares principales. Nos guardamos los postres para la penúltima de las escenas de la velada y nos dirigimos a elegir el caldo de la noche. Se trata de un agradable y suculento, a precio comedido, Vino Tinto Flor del Montgó D.O. de Yecla cosecha de 2006. Para su elaboración se cuenta con un 85% de varietal Monastrell y un 15% Shiraz. Recomendable según mi paladar. Muy apropiado con la cocina que nos disponemos a apreciar, con la que combina perfectamente. Además, me parece interesante y de resaltar que se ofrezca la posibilidad de disfrutar de un buen acompañamiento por copas, aunque en estos casos únicamente se puede elegir entre un Tinto trempranillo de La Rioja y un Blanco valenciano. Una, no tan común, costumbre.
Entramos de pleno en el primer acto. El primer personaje que aparece ante el público es de gran popularidad en la escena culinaria. Se trata de un recogido Latazo Casero de Foie Mi Cuit. En el interior de una atractiva taza que no esperábamos ninguno. Al observarla atentamente, diviso que la materia prima viene acompañada de diferente manera a lo habitual. Lo hago saber y procedemos todos pues, a descubrir tal misterio enzarzándonos en una guerra de cuchillos. Y sinceramente debo decir que la gelatina de vino dulce y la cebolla confitada hace sorprender sobremanera. Un gran paso más allá de lo que podría haber quedado como un simple paté de hígado de oca, pato o ganso.
La trama comienza a animarse con un parlamento muy estudiado, aunque ¿quién nos dice que no se improvisa en alguna ocasión? Sea como sea, es el momento de que tome protagonismo un alargadísimo plato. En él, una opción de las que no se puede evitar que acuda acompañada de actores secundarios tales como algas, wasabi y jengibre. El intérprete principal, un coloridísimo Arroz Thaï, Shitake y Salmón. Y protagonismo toma, al menos no deja indiferente a los asistentes. Ya sabéis que mis compañeros de opinión no son muy defensores de sabores con procedencia tan lejana. Así que, de vez en cuando, tengo la deseada oportunidad de agasajar mi paladar con selecciones como la presente. Cuanto menos lo puedo definir como una opción inevitable de solicitar a pesar de que el resto de platos que hemos elegido para la función prometen, y ¡vaya si prometen! En una obra así, ¿quién puede desear que llegue el descanso?
Dos nuevos agentes entran en la acción. El vestuario que visten no es, para nada, de época. Y el papel que nos vienen a representar me da la impresión que tampoco. Luce elegancia y belleza la Escalivada de verduras con bacalao confitado con la que ha entablado confianza nuestro querido Roberto. Sin dejar en la sombra a unos Calamarcitos rellenos de morcilla –¡qué estupendo primer plano os muestra Ninillas!-. Me sorprenden por la terminación de su relleno que, combinado con la salsa de puré de patata, nos aporta un divertido juego en la boca. Nuestra guapísima Mari Luz no se encuentra menos satisfecha en compañía de su Ensalada de Rúcola y Bresaola. En el interior saboreo frutos secos, pesto rojo y parmesano. Sin embargo, la estrella es la Bresaola, por supuesto. Una carne de ternera italiana cortada especialmente fina y curada en un tiempo aproximado de tres meses. Una vez que se prueba, resulta imposible detenerse.
Tras la breve pausa del descanso volvemos a ponernos en situación y afrontamos el segundo acto con inmensa afición. Tal y como viene siendo costumbre, elegimos la escena que afrontaremos personal e individualmente. Claro que, cenando con Cucharete, todo lo anterior será siempre dicho sin perjuicio de compartir pequeños bocados entre los comensales reunidos. Un Bacalao Confitado, podría haber sido la elección. Claro que se me adelantó Roberto. Gracias a la tradición, todavía conservamos alguno de los valores de nuestra tierna infancia. ¡Qué bello es compartir!, aunque se trate de un intercambio de pequeñas porciones. Una estupenda pieza de pescado -cuidado con el enorme tamaño de los platos que puede llevar a equívoco- acompañada de tomate, cebolla tierna y aceitunas, negras. Potente elección.
Me sigue resultando complicado decantarme entre los múltiples sartenazos. Tenemos entre ellos el conocido como Sartenazo de Pollo con especias con trocitos de setas, espárragos y ajos tiernos. O incluso el Sartenazo de Secreto Ibérico cuya guarnición incluye setas, arroz Thaï y salsa de soja. En el camerino espera también un Rissotto de Shitake con Parmesano y Aroma de Trufa. Difícil elección cuando se empatiza con todos ellos.
Definitivamente llega el momento. Es mi turno y debo elegir, se acabó la concesión de tiempo dedicado a la meditación. Un nombre suena cual violín en mi oído y lo elijo sin dudarlo. Se trata de una opción muy completa, los sugerentes Medallones de Solomillo de Ternera. Y ¿por qué? -pensará alguien-. Si digo que vienen rellenos de queso de cabra, salsa de pimienta y vino dulce, probablemente lo haya dicho todo. Quizás excesivos elementos alrededor de un, tan apreciado, corte de carne. Aunque, para un apasionado del queso y de esa pequeña pizca de picante en su combinación más golosa, me presto a disfrutar con la excepción. Patatas fritas y calabacín a la plancha completan el plato a modo de guarnición.
La traca final de la pieza teatral consigue despertar mis deseos más dulces. El número de opciones me parece aceptable, siempre y cuando considero que las cuatro primeras se realizan de forma casera y artesanal. Aunque esta teoría no se sostiene del todo y resbala ligeramente a la hora de hablar del Carpaccio de Piña con Toffee. Ideal como postre frutal digestivo para una cena copiosa y puede presumir de una bonita presentación. Sin embargo, la elaboración acaba resultando excesivamente austera en opinión de la mesa.
Mayor número de aplausos consigue la Tarta de Chocolate con Crema Inglesa a la que sonríe Rayo. Reluce por su alto contenido en chocolate, sin lugar a dudas. Y la Tarta Tatín de Manzana que reposa sobre mi mano. Me embauca con sus grandes porciones de auténtica fruta, se aprecian al primer bocado. En cuanto al resto de posibilidades, recomiendo el refrescante Sorbete de Mandarina al Cava y el delicioso Helado de Violeta. Elenco de finales de cena incluidos en un margen de precios situado entre los 3.85€ y 5.35€.
Final de actuación que celebramos con cafés e infusiones. Momento de recapitular, comentar los grandes momentos de la sesión alrededor de unas funcionales y cálidas tacitas. Agradezco la pequeña chocolatina que acompaña mi café, con algo de leche. Sea dicho igualmente, me muestra una notable calidad en el momento que me dispongo a terminarlo definitivamente.
El mundo del espectáculo sienta las bases de los parámetros considerados esta noche. Ubú Rey, Ubú Presidente y, por último, Restaurante Ubú o Ubú Restaurante. Dejémoslo en un simple y sencillo Ubú, ese espléndido establecimiento que abre la brecha de una apuesta diferente. Aquella que ofrece lo que se venía demandando en una calle dominada por locales más propios de la fiesta nocturna. Diseño, ambiente original y calidad al mejor de los precios. Como a cualquier recién llegado, démosle la oportunidad de madurar. Esperemos que los principios con los que se ha concebido permanezcan ya que, el paso del tiempo, podría hacerlos resentirse. Disfrutadlo a nuestra salud y no dudéis en ponernos al corriente de primera mano con vuestras experiencias. ¡Nos vemos!
Ninillas: Me gustan las cosas que no cuadran. Un butacón antiguo entre muebles de diseño, un sauce rodeado de un jardín de margaritas, o… por qué no… un “boli Bic” entre una colección de plumas Mont Blanc. “Lo que no cuadra”, es lo que a mi entender marca la diferencia, lo que lo hace excepcional e irrepetible. Tal vez por eso, el restaurante de hoy llamó tanto mi atención desde su puerta. Tuve que “localizarme”, decirme a mí misma: “Nines, que sí, que la Plaza de Santa Ana está ahí arriba, que ¡estás en la calle Huertas!”. Porque si uno se queda mirando su fachada a base de grandes cristaleras, la impresión que tienes es la que te produciría cualquier restaurante de nueva apertura en Chueca. No nos engañemos, el Barrio de las Letras tiene muchos locales, pero también mucho turista accidental y mucho “guiri”, lo que condiciona en gran medida la oferta gastronómica y también el estilismo.
De modo que, allí plantada, yo me preguntaba qué demonios hacía un restaurante tan moderno en aquella transitada cuesta, y sobre todo, qué podría ofrecernos culinariamente, pues a priori, me daba la impresión de ser el tan de moda hoy en día “chic and chip”, donde “de chicha y limoná… na de na”. Os adelanto que de allí salí feliz, ¡ah bueno! y que su nombre es Ubú, Restaurante Ubú.
Tras cruzar el umbral de su puerta, la verdad es que hay pocas sorpresas, es transparente por dentro y por fuera. Un local alargado de blanco inmaculado donde a un lado se disponen sus mesas y al otro una elegante barra de cuyos bajos sale un torrente de luz simulando los reactores de un platillo volante. Tan sólo un banco corrido en charol color fucsia pone la nota de color en tan virginal espacio. Y es que, el Restaurante Ubú huele a nuevo, pues apenas lleva tres meses abierto y eso se nota.
De sus paredes no cuelgan cuadros “aún”, es demasiado joven y, viendo el mimo con el que lo han tratado, sin duda lo irán engalanando a medida que vaya creciendo. Por ahora, el Restaurante Ubú muestra una decoración chic y cosmopolita, al tiempo que sabe transmitir un ambiente acogedor y lleno de vida.
Caminando por sus suelos de baldosa -que imita la pizarra-, uno se va encontrando con los elementos distintivos del Restaurante Ubú, como pueden ser sus sillas y taburetes de Philippe Starck o sus lámparas negras de pantalla. Todo en plan muy sencillito, pero atractivo.
El Restaurante Ubú cuenta con 30 cubiertos distribuidos en mesas modulares de dos, de modo que dependiendo de los grupos que haya en local, las mesas pueden quedar demasiado juntas o no. No hay mantel de tela, pero sí unos mantelitos circulares individuales en blanco y negro acompañados por unas servilletas de papel dispuestas de una forma muy original sobre la mesa. Sólo añadir, que la calidad de las servilletas es mejorable. El resto del conjunto se completa con una vajilla y una cubertería discretas y elegantes.
Mientras Doña Luz y Don Roberto llegaban a la cita, aprovechamos para tomarnos una cervecita en la barra. Se me puso la sonrisa de boba tan típica en mí cuando veo que el grifo es de Mahou, pero lo cierto es que pudo más mi curiosidad y finalmente la que nos tomamos fue la Estrella Damn Inédita, que es nada más y nada menos que la incursión cervecera de Ferran Adrià. Yo pensé que sería una cerveza deconstruida o algo así, ya me veía… llegando la botella por un lado, el oro líquido en forma de espuma por otro, o sabe Dios. El caso es que nada de eso pasó, llegó en forma de botellín, bueno, botellín no, pues era 1/2 litro. El precio 5.50 €. ¿Cómo estaba? Pues hombre, cerveza, lo que se dice cerveza no es, para que nos vamos a engañar. Tiene un sabor afrutado y levemente amargo, y supongo que gustará a quien no sea excesivamente amigo del lúpulo tal cuál. Por si os sirve de algo, a mí me gustó.
El Ubú lleva colgado tras de sí las coletillas de “restaurante café take-away”. Vamos… que diversifica su propuesta gastronómica desde el medio-día, donde de lunes a viernes ofrece dos menús a 9.50 y 12 €, pasando por la tarde, en la que puedes optar por unas meriendas muy interesantes a base de tartas caseras, o bien, optar por la noche, como hicimos nosotros, y disfrutar de una agradable velada.
Por supuesto, también cuentan con varios menús de grupo, para esas ocasiones especiales. Pero por si eres más casero, también puedes llamar, pedir y recoger la comida o cena, calentita y lista para llevar. Muchas posibilidades, pero… ¿para qué? Como decía mi abuelo: ¿Y aquí qué venden? Pues a eso a voy. El Restaurante Ubú ofrece una cocina de fusión mediterráneo-japonesa, pero sin excentricidades. Examinando su carta te puedes encontrar de todo un poco, pero en su justa medida. La estructuran en Tapas y Entrantes -donde puedes optar por tapa o ración en casi todas sus entradas-, Ensaladas, Principales -entre los que destacan sus sartenazos-, Pastas y Arroces y Sándwiches y más -los sándwiches no son de los normales, por lo que nos explicaron, son todos de pan tramezzini, ése tan esponjoso-.
Pero yo creo que ya va siendo hora de cenar. Éramos 5 cuchareteros para 5 entrantes a compartir, 5 principales y 5 postres. Y vamos con el primero: Ensalada de Rúcola y bresaola. Lo que tenía de sencilla lo tenía de sabrosa. Además de rúcola y bresaola llevaba frutos secos, lascas de parmesano y pesto rojo. Recomendable cien por cien.
Muy sonriente, tanto que parece que me ha dado un aire, os muestro la Ensalada de Arroz Thaï, shitake y salmón. Influencias niponas para un plano muy bien resuelto. El arroz estaba perfecto de punto, el shitake le otorgaba un sabor potente y las algas, el wasabi y el jengibre ayudaban a llenar a llenar el paladar de contrastes en cada bocado.
También llegaron a la mesa un Latazo casero de foie mi cuit que se acompañaba de cebolla confitada y gelatina de vino dulce y una Escalivada de Verduras con bacalao confitado -ésta última hizo mis delicias-. Lo que yo os muestro a continuación es una ración de Calamarcitos rellenos de morcilla. Reconozco que al pedir este plato no las tenía todas conmigo, me pareció una mezcla cuando menos arriesgada. Ahora que, una vez me los metí en la boca… Oye, ¡que ricos me estuvieron!
Con la sensación de que aquello iba francamente bien -no me esperaba unos platos tan sensatos- entramos en los principales con grandes expectativas. Rober os enseña el Bacalao confitado. Por una vez, y sin que sirva de precedente, permití que lo pidiera él, porque era él, sino… ¡anda que me iba a quitar nadie a mí el bacalao! Estaba rico, rico. Con su tomatito, su cebolla y sus aceitunas negras. No se quedó atrás el Risotto de shitake con parmesano y aroma de trufa por el que optó Luz, un plato pleno de sabor, las setas es lo que tienen.
FlashBack optó por los Medallones de solomillo de ternera y Rayo por el Sartenazo de Secreto de ibérico. Culinariamente no puedo ponerles pega alguna, únicamente diré que los Medallones de solomillo -19.85- los encontré subidos de precio para el restaurante que nos ocupa.
Yo elegí el Sartenazo de pollo con especias, y aquí os lo muestro.
No se servía en sartenes como cabría esperar, sino en un superplato, con esto quiero decir que la ración era más que generosa. Además de patatas, pollo y especias, llevaba setas, calabacín, espárragos y ajos tiernos. En resumen, un plato equilibrado y que pese a lo que su nombre indica no resultaba en absoluto pesado y grasiento.
Nos quedaban los postres, y a por ellos que fuimos, ¡faltaría más! Sus precios iban desde los 3.85 € de los helados, pasando por los 4.85 € de sus tartas caseras y terminando en los 5.35 € de sus sorbetes. Comenzamos por estas dos deliciosas bolas de Helado de Violeta.
Cayó también un Carpaccio de piña con toffee -mostrado por mis compañeros- al que sinceramente, no le vi el aquél. Es decir, que era exactamente eso, unas finísimas rodajas de piña con unas gotitas de toffee, desde luego para mí es un postre prescindible. No le ocurre lo mismo a esta deliciosa Tarta tatín de manzana, templadita y servida sobre crema inglesa. ¡Pero mira que estaba rica!
Los chocolateros -entre los que no me incluyo, ya sabéis que yo para el chocolate soy demasiado “especialita”- dieron buena cuenta de la Tarta de chocolate con crema inglesa. Mientras tanto, yo le di unos sorbitos a este Sorbete de mandarina al cava.
Saciamos nuestra sed con un vino tinto Flor del Montgó D.O. de Yecla 2006, que cumplió su tarea. A este respecto, debo decir que tienen una carta de vinos no muy amplia, pero muy bien confeccionada a base de referencias poco habituales y a precios comedidos.
Tras la cena vino la sobremesa, y con ella los cafés con leche y los tés, por cierto… con importes de calle, a 1.30 € los primeros y a 1.40 € los segundos. Pero antes de que se me olvide, ¡no os perdáis los baños! Son muy originales, la fotografía no les hace justicia.
Pues así, a lo tonto a lo tonto, esto se acaba, y claro, tengo que intentar resumir en unas cuantas líneas cómo nos fue el asunto -cosa que no suelo conseguir-. Voy a empezar por el servicio, comandado de manera eficaz por Carlota González -quien también es propietaria del restaurante- y seguida por los simpáticos y eficientes Florencia y Ángel. O sea, que el servicio, muy bien. Continuamos por los fogones, tras los cuales está Margarita Mula, quien consigue que el Restaurante Ubú además de chic”, también que sea “chip”, pero sin caer en las banalidades de siempre, porque aquí se cocina con seriedad y originalidad.
Por otro lado, tienen pequeños detalles que pulir, como todo restaurante de nueva apertura que se precie. Alguno ya lo he mencionado, otro sería por ejemplo el precio del pan y el cubierto a 1.50 €, teniendo en cuenta que no pusieron aperitivo -no sé si se les pasó-. En fin, lo veo excesivo para este restaurante. Por lo demás, sólo añadir una cosa, y es acerca de la horquilla de precios. El Restaurante Ubú, tiene un margen muy, pero que muy interesante, pues dispone de Sándwiches -que estoy deseosa de probar- a 3.85 €, Chapatas a 5.35 € y Baguettes a 4.35 €. Que junto con una ensalada -que rondan los 10 €- hacen que el ticket medio sea muy inferior al nuestro.
Para terminar, ahora sí, debo decir que se abre una nueva etapa en esa cuesta de la calle Huertas, la que marcará, sin duda, el Restaurante Ubú, y que yo espero poder disfrutar durante muchos años. Nos vemos la próxima semana.
Cucharete: Un gran descubrimiento cucharetero en Huertas. El nuevo Restaurante UBÚ promete hacerse un hueco en la zona al ofrecer una carta con entradas originales y precios comedidos. ¡No hay más que ver los Calamarcitos rellenos de morcilla que degustaron los cucharetes! Que al parecer les sorprendieron gratamente. Mi equipo cenó por 33 €/persona, cinco personas con 5 entrantes, 5 platos principales, 5 postres, 2 botellas de agua, 3 cafés con lehce y 2 tés. A lo que tendríamos que añadir 2 botellas de vino de 14,20 €. Debemos tener en cuenta que no es necesario pedir un entrante por persona, pues son perfectos para compartir, con lo que conseguiréis que vuestra factura disminuya notablemente.
Espacio joven, fresco y cosmopolita. Su original propuesta gastronómica. Su relación calidad/cantidad/precio. Carta pensada para todos los bolsillos. Se permite pedir tapas de algunos de sus entrantes. El inusual precio de los cafés. El amable trato del servicio en todo momento. Admite todos los cheques de comida.
Separación entre mesas mejorable. Pequeñas pinceladas típicas en un local joven, que busca todavía detalles decorativos que complementen su personalidad.
3,9
14 comentarios a “UBÚ”
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Buenas,
Pues yo acudí a Ubú el pasado sábado 4 de Abril a cenar, y bueno, como de costumbre, un restaurante bien puntuado en Cucharete, pues es un sitio de fiar.
Para compartir pedimos una ensalada César de Salmón que estaba riquísima y como no, los calamarcitos rellenos de morcilla … ¡ qué ricos !
Como platos principales elegimos secreto ibérico (no el sartenazo) y el bacalao confitado, poco más se puede añadir a lo que comentáis del bacalao, simplemente me encantó, y el secreto, para mi estaba perfecto perfecto … delicioso.
Llegados a los postres nos costó decidir así que pedimos la tarta de chocolate (que me gustó mucho a pesar de no ser el chocolate algo que me vaya mucho), la mouse de yougurt que no estaba en la carta y que estaba brutal …. y bueno también pedimos la tarta de manzana por que la pinta que tenía en la foto nos hizo llevarnos la idea preconcebida de pedirla así que nada jejejejeje … desde luego no defraudó.
Quizá lo único que me disgustó un poco más fue la ubicación de la mesa, por que estábamos a escasos pasos de la puerta de entrada y claro …. el estar mirando hacia la puerta de la calle … no sé, fue lo que menos me gustó, por lo demás, desde luego que repetiré.
PD: Hablando de repetir … el que repitió fue Rubén, que también estuvo allí el sábado.
Dicen que cada uno cuenta la feria según le ha ido en ella. El 3,9 de puntuación que veo aquí me parece demasiado alto, tal vez tuve mala suerte en el día elegido - un sábado para comer - porque, para empezar, ni siquiera tenían los latazos de berberechos, que se supone son una de las “especialidades” de la casa. El local resulta anodino, más pequeño de lo que esperaba porque allí no cabían 30 personas a no ser que alguna se sentara en tu regazo, las mesas están demadiado juntas, y si encima te toca en la última del salón interior podrás comprobar que no hay ninguna puerta que separe el comedor del acceso a los aseos, solamente la puerta de cada uno de los baños (cada que vez que alguna usuaria la dejaba abierta tenía había que levantarse a cerrarla). Precios asequibles y trato amable, pero la comida me pareció al decepcionante. Personalmente, no lo recomendaría.
Yo estuve cenando el viernes pasado y me gustó tanto el sitio que he vuelto a comer otra vez esta semana. Dejando de lado lo fantástica que nos pareció la decoración y lo simpáticos que eran los dos camareros, la comida en sí misma nos sorprendió a los cuatro amigos que íbamos.
La ensalada de rúcola y bresaola con frutos secos y parmesano estaba deliciosa y muy bien aliñada y los medallones de solomillo rellenos de queso que tomé de segundo me entusiasmaron. Mi marido se pidió el bacalao y le pareció exquisito. De postre tomé la tarta de manzana: IMPRESIONANTE, muy casera.
El precio es más que razonable (nos gastamos unos 30 euros por cabeza, tomando cada uno primero, segundo, postre y vino)…pero, si hablamos de buen precio, no os perdáis el menu de mediodía: por 12 euros puedes elegir casi cualquier cosa de la carta, y con postre incluido. Yo fui con una compañera de trabajo y tomamos el menú UBÚ ( hay otro menú algo más barato ): ella se pidió los calamarcitos, que le gustaron mucho, y el sartenazo de secreto (muy original y abundante) y yo tomé la ensalada césar (bueníííísima, con mucho parmesano, salmón y me parece que ¡pipas!) y de segundo un plato que os aconsejo a tod@s: el risotto con setas. Por cambiar, pedí la tarta de chocolate y, aunque soy muy chocolatera, no me defraudó.
Una vez más, cucharete, no me has fallado. Excelente sitio.
LO RECOMIENDO VIVAMENTE!!!!!!
Reservamos para cenar el sábado por la noche un grupo de cuatro amigos y, como siempre, no nos habeís defraudado!!! Excelente calidad - precio en este precioso restaurante.
Nos encantó todo lo que pedimos: compartimos cuatro entrantes, y dejándonos guiar por vosotros pedimos los calamarcitos, el foie, la enslada de rúcula y una sugerencia que nos chifló: unos crocantis de langostinos muy muy recomendables! Mi segundo fue espectacular: normalmente nunca pido pescado porque para mí suelen ser platos más aburridos, pero en este caso estaba sabrosísimo y no dejé ni una miga!!. Coincido con el comentario de arriba en lo del risotto: se lo pidió mi pareja y casi me lo como yo!. La tarta de manzana exquisita también. Con dos botellas de vino y postre para todos nos salió creo que a unos 30€ por persona, así que la noche fue redonda. El trato del personal muy amable y todo muy rápido, la verdad es que por este precio salimos muy satisfechos. Me alegra ver que, a pesar de la crisis, podemos seguir saliendo a cenar sin arruinarnos y disfrutar de verdad.
Hola!
Estuvimos la semana pasada nada menos que 12 personas cenando en el Ubú. A pesar de que éramos un grupo numeroso, la atención fue impecable, bien organizada y, además, nos sirvieron rápido y a casi todos a la vez. Un 10 para el servicio… es raro que siendo tantos no te toque esperar a que sirvan a todos.
La mesa que nos tocó, muy bien situada, sin agobios, con suficiente espacio.
Los calamares rellenos de morcilla riquísimos. Los sartenazos de secreto y de huevos excelentes, aunque al de secreto le sobraba un poco de aceite. Los postres… ¡uf!… ¡qué ricos!
A la comida le doy un 9 alto. Y el precio, acorde.
Desde luego, lo veo ideal para una cena así, porque tienen de todo y todo el mundo va a quedar satisfecho.
Hola!
Nos juntamos 5 amigos para ir a probar el restaurante el dia 25 de Julio, leimos la recomendación en vuestra web, y lo cierto es que cuando no nos decidimos a saber donde ir siempre recurrimos a vosotros (puesto que gracias a ello solemos acertar).
El servicio fue excelente, el restaurante estaba casi lleno, pero lo cierto es que resulta muy espacioso.
Nuestra mesa, la cual reservamos por la tarde, estaba justo en mitad del restaurante, y lo cierto es que estabamos muy comodos.
La comida estubo notable. Todo muy bueno.
En general nos dejamos aconsejar por las especialidades.
A la comida le pondria un notable muy alto.
Quizá los unicos peros sean lo escaso de las raciones en los platos, además de los platos en si, que son excesivamente grandes. Apenas teniamos hueco para meter en la mesa los entrantes que ivan llegando.
El precio no estubo mal, entre 16 y 20 euros por cabeza, sin vino, eso si (unicamente cervezas).
Lo mejor, la calidad de la comida (riquisimo todo) y el servicio (rapido y cortés).
Aconsejable sin dudas.
Muy buenas!
He estado cenando en el restaurante, y mi impresión ha sido buena. Es un local muy agradable, con un servicio a destacar y unos platos exquisitos.
Recomendable!!
El viernes pasado estuve con unos amigos cenando en el restaurante. El servicio magnífico, tanto el chico como la chica encantadores. La comida muy, pero que muy buena, a destacar la ensalada que recomendáis en la página, pero sin desmerecer ningún otro plato incluído el postre. El precio bastante bien (eramos 6 personas, tres entrantes, 6 platos principales, 1 postre, 2 botellas de vino, Flor del Montgó, por cierto muy bueno, 4 botellas de agua, 2 cervezas, 1 gin-tonic, 4 cafés y unos chupitos a los que invitó la casa) 30 euros persona.
Solo una pequeña pega, los platos principales escasos, lo que no tiene mucho sentido ya que en la mayoría de los casos basta con añadir un poco de arroz.
En definitiva, muy recomendable.
Yo cene el pasado sabado en el Ubu y me parecio un restaurante muy malo y excesivamente caro para lo que dan. Nosotros llegamos a eso de las 10 y estaba vacio, solo habia una mesa más y nos dió mala espina, ya que en esta zona a estas horas si un restaurante es bueno esta lleno desde las nueve y media.
Despues fue llegando gente que no tenía reserva e iba sin rumbo fijo, la verdad que a la gente no se le veía muy feliz en el restaurante, para mí fue un poco desconcertante. Yo soy de los que sonrie cuando le gusta lo que esta viendo y probando.
Comenzamos por una ensalada que llevaba bacalao, eso en teoría porque os puedo asegurar que era una verguenza, si llevaba 10gramos de bacalao era mucho, dos anchoas, aceitunas negras y poco más. 11 eurazos la ensalada, casi me pego un tiro, os juro que la cantidad era irrisoria para una ensalada de este precio y todo muy justo. Precio de elaboracion en mi opinión: no llegaba a 2 euros.
De segundo solomillo de iberico relleno jamon iberico con mostaza y salsa de higos, en mi opinion este plato fue el mejor pero la técnica para elaborar la salsa y hacer el solomillo un desastre, yo lo llamaría como hacer de un plato sugerente una autentica barbaridad. La cosa es que meterle dulce a la mostaza es absurdo, la mostaza ha de saber y tambien el higo, no mezclarlos. Es decir si ponen de cama la mostaza y es una salserita los higos o encima del solomillo, se consigue romper el sabor en la boca con la potencia de la mostaza y el dulzor y el sabor a viejo del higo, el cocinero no tiene ni mucha idea. 18 euros, ahi es nada.
A mi me pusieron un sartenazo de secreto iberico, malisimo, saladisimo, mal hecho, encima no era secreto, vamos que he vivido toda mi vida entre cerditos ibéricos y sé de lo que hablo, vergonzoso. El sartenazo no era como yo me esperaba una especia de huevos con patatas pero con secreto, nada de eso, era un intento de arroz con cerdo iberico?? secuno, salado y mal hecho. Todo era arroz basmati, imaginate y 13 euros para el cuerpo.
Bueno espero que os haya servido de ayuda, yo si fuera vosotros ocuparía mi noche del sabado en un lugar mas adecuado, es mejor meterte en el ginos que no pagas mucho y al menos sabes a lo que vas, te comes un platillo de esos precocinado y por lo menos sonries. Es mi opinión la verdad, pero respeto las otras opiniones.
Alucino con la primera parte del último comentario. Yo cené el sábado allí (éramos 6). Estábamos en una mesa cerquita de la puerta. Reservamos a las 21′30. Estuvo entrando gente a preguntar si había mesa y la chica siempre contestó que esta todo reservado, y luego comprobamos que era cierto. Sólo a partir de las 11.30 hubo mesa libre que se dio a una pareja.
El servicio (2 personas en sala y un señor en la barra) muy atento.
En nuestro caso la comida, en general muy bien. Pedimos la escalibada con bacalao (hombre había más escalibada que bacalo, pero es lo normal), los chipirones rellenos de morcilla (buenísimos) y el foi (aquí si decir que lo sirvieron excesivamente frío).
De principales: 2 magret muy-muy bueno, 2 bacalo confitado no expectacular pero si bueno, solomillos de ternera (muy buena tanto la carne como la salsa) y lubina a la sal (buena).
Yo pedí la tarta tatin y estaba bastante bien, quizás la crema inglesa un poco “diluida”. También probé los pankekes con crema de queso y membrillo y me parecieron expectaculares. El resto de postres no los probé.
Tomamos cafés, y nos invitaron a los chupitos. TAmbién pedimos 2 botellas de vino.
Al final unos 35 euros persona, que para 4 entradas, 6 principales, 6 postres y cafés y vino no está nada mal.
En ningún momento nos metieron prisa para volver a llenar nuestra mesa (cosa que odio, lo que me lleva a no ir a restaurantes con dos turnos). Volveremos.
BIEN
4 personas fuimos a cenar un jueves por la noche a este restaurante muy bien situado (C/ Huertas) y facil de encontrar.
Lo primero que me sorprendió es que en el restaurante solo estábamos nosotros y otra mesa de 2 personas, poca afluencia para un local tan prometedor en su aspecto y carta y con un más que correcto diseño.
Como primeros pedimos unos calamarcitos rellenos de morcilla, correctos y de cierta originalidad, y un foie mi cuit, que ni desmerece ni impresiona, aunque mi espectativa era mayor.
Como segundos todos menos uno elegimos los medallones de solomillo de ternera rellenos de queso, un plato suculento, sabroso, de perfecto sabor y presentación, que por si solo justifica la visita al local, gran plato absolutamente obligatorio. La cuarta persona pidió una hambuerguesa de ternera que en principio me pareció absolutamente corriente.
En cuanto a postres la tarta sacher estaba estupenda, aunque para mi particular gusto abusa un pelín de la mermelada de naranja amarga, en cualquier caso postre mas que notable.
La atención fue bastante buena, aunque insisto que con solo 2 mesas esto no debe sorprender, las raciones de los platos suficientes, el precio razonable (unos 30€ por persona), y la carta completa dejándote con ganas de pedir más cosas para otra ocasión, con otras opciones prometedoras como sartenazos, risotto, esacalibada, etc.
La web del restaurante está muy bien, y con la carta y sus precios, cosa que yo agradezco.
Correcto, recomendable. 7/10
Siguiendo el consejo de Marta Robles, que en locales a la última era mi referente hasta ayer, he de decir que UBÚ no es malo, es aun peor. Cené anoche, y lamentablemente no puedo emitir una buena opión. Es caro y malo. Me encantaría que este comentario se publicara, ya que entiendo que pueden mejorar. Tan sencillo como que la materia prima sea de calidad y las raciones normales en cantidad y no sencillamente representativas. Un tartar de atún es algo serio, y no podemos recurrir a un atún de no se sabe cuando sumergido en aguacate con algo marrón y raro encima que no se definir, ni a un par de trozos de pulpo en brocheta sobre 250 gr de puré de patatá (sin comentarios), más 4 rollitos de rape mal descongelado, y un vino que prefiero no no comentar, servido por alguien que no dice trozo ni ración sino cacho.
Si a esto le añadimos el precio: 62€, en fin…. una decepción lamentable.
La verdad es que a mí, cuando veo un restaurante “modernillo”, me da miedo salir con el estómago y la cartera vacíos.
Pero no, este sitio está genial. La comida buenísima, te llenas y el ambiente es pero que muy agradable.
Lo recomiendo.
Hola Cucharetes,
Estuve el sábado en este restaurante, ya que iba al teatro y me metí en vuestra web a ver que encontraba cerquita. La verdad es que genial!! No decepcionó nada … antes al contrario. Qué ricas las carrilleras de ternera, y de los entrantes destacaría los boletus, que tienen un aroma a monte y una textura blandita … se deshacen en la boca. Fuimos cuatro amigos y nos costó unos 30€ por persona, con un vino crianza muy rico (un rioja muy destacable) y postres para todos (por cierto, razón tenéis con lo buena que estaba la tarta de manzana, con helado de vainilla además… todo un clásico).
Pues eso, yo les pongo, de nota, un 8,5 (me gusta puntuar, jeje). Muchas gracias a cucharete por ayudarnos cuando salimos a descubrir sitios nuevos y buenos! Repetiremos.