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Estafeta, 2
Alcobendas
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91 650 84 80
35 - 50
El Restaurante Hakkasan de Madrid destaca por su variada oferta culinaria asiática -sobre todo china y japonesa- con alguna que otra propuesta peruana. Su cálido comedor -en el que está permitido fumar- tiene capacidad para 100 comensales, pero durante estas fechas en las que reina el buen tiempo, su exclusiva y romántica terraza de verano -con capacidad para 120 comensales- es su indiscutible carta de presentación. Además de las entradas de su carta, ofrece dos Menús Degustación a 35 € +IVA y 39 € +IVA -mínimo dos personas- así como un menú del día a 17 €, disponible siempre en horarios de comida de Lunes a Viernes. Su horario de cocina es de 13:00h a 16:30h y de 20:30h a 00:00h. Sellan el ticket del parking. No cierra ningún día de la semana.
4,9
Rayo: Si has llegado hasta aquí -aunque sea por casualidad- y eres gran amante de los sabores que nos brinda la cocina asiática moderna… ¡Enhorabuena! ¡Vamos a darte una suculenta sorpresa! Y es más… si estás buscando una terraza de verano romántica en la que sorprender a tu pareja y regalarle un día de disfrute y placer gastronómico y sensorial… ¡Has dado en el clavo! ¡Éste es tu artículo! ¡Éste es tu restaurante! ¡HAKKASAN!
Hakkasan sorprende desde el momento en el que descubres su colorida entrada, flanqueada por unos faroles a pie de calle con una imponente vela en su interior, en una de las esquinas de la Plaza Nueva Moraleja -en La Moraleja (Alcobendas)-. Nos encontramos ante un espacio moderno y cosmopolita que nos invita al disfrute visual y promete propiciarnos sensaciones de bienestar en todo momento en cada una de sus mesas.
Su cuidada y vistosa barra nos da la bienvenida con un sugerente ramo de orquídeas, una de las flores más apreciadas en el mundo de la jardinería y, para muchos… indiscutiblemente las flores más bellas y fascinantes del Planeta; formas voluptuosas y exóticas con colores intensos que cautivan a todo aquel que las observa con pasión. Así mismo, fijaos que sobrevuelan las copas unas luminosas medusas con filamentos de coral rojo… que capturan a sus “presas” con su encanto, no con su veneno, en este caso… ¡A los clientes de Hakkasan! ¡Vosotros!
El fondo de la barra despierta nuestra atención, está decorado con un enorme panel dorado retroiluminado sobre plancha de madera a modo de botellero artístico vanguardista: ¿Una sazonada partida con las fichas sobre el tablero? ¿Una regata de veleros rumbo a los sabores de oriente? ¿Las coordenadas de un tesoro asiático escondido? ¿El laberinto de un pinball de sensaciones? ¡Quién sabe! Pregúntenselo ustedes al artista: Luis Galliussi, quien además de engalanar el Restaurante Hakkasan, ha dejado su huella sobre espectaculares creaciones para Loewe, Moet & Chandon, Manolo Blahnick y un largo etcétera de lujosas firmas.
Pero si os gustó la entrada de Hakkasan… ¡Esperad a ver su fantástica terraza de verano! Es realmente… espectacular, y con el añadido de que por la situación en la que nos encontramos, tendremos unos 2 ó 3 grados menos que en el centro de la capital, algo que se agradece en las noches más calurosas del año, por lo que podríamos afirmar que estamos ante una de las terrazas más frescas de Madrid.
Cuando llegamos, íbamos dispuestos a disfrutar de su terraza, pero una brisa fría despertó con fuerza en el último momento y finalmente optamos por cenar en su comedor interior -que os enseñaré más adelante-. ¡Qué pena! ¡Tendremos que regresar! ¡Vosotros sí que tenéis suerte! Porque ahora a finales de Mayo -fecha de publicación de este post- debe lucir en todo su esplendor hasta finales de Septiembre.
De todos modos, mientras mis compañeros examinaban la carta del Hakkasan, me quedé en la terraza observando cómo oscurecía el horizonte y disfrutando de lo lindo tomando cada instantánea: desde la esquina norte, desde la sur, a una mesa, a una lámpara… ¡Qué agradable es esta terraza!
Las mesas, vestidas con doble mantel en tonos marrón y crudo están protegidas por palmeras artificiales muy llamativas que se adornan en su base con cantos rodados de piedra blanca, las enormes perlas de luz que coronan cada columna de la reja perimetral bañan suavemente el conjunto con una iluminación cálida de lo más sugerente.
El toque final corre a cargo de un coqueto quinqué que marca la mesa y hechiza al ramito de flores que acompañan a una cristalería impoluta, mientras una vajilla y cubertería de diseño se preparan para recibir a todo aquel comensal que decida que esa noche su techo serán las estrellas.
Cojines con motivos japoneses –verdes, rojos, naranjas- surgen de alguno de sus asientos dándoles un majestuoso toque de color. A medida que el cielo se apaga, la terraza de verano del Hakkasan cobra luz propia…
…y el naranja de sus enormes y alargadas lámparas de papel conforman uno de sus distintivos visuales más atractivos. Me pregunto cuántas reservas llegarán a este singular restaurante al cabo de la lectura de este artículo… ¡Porque yo estoy por coger el teléfono y solicitar mesa ahora mismo! ¿Habrá mesa disponible hoy?
Podéis continuar disfrutando de espectaculares fotografías de la terraza del Hakkasan en la sección de Ninillas -merecen la pena-, pues por mi parte, voy a adentraros en el interior del restaurante con la siguiente imagen -que es la vista del comedor desde la puerta que da acceso a la terraza-. Azules, naranjas, rojos, malvas… una acertada mezcla de tonos fríos y cálidos que transmite al espacio serenidad y notas exóticas de primer nivel.
Al fondo, su gran cristalera ofrece vistas a los arcos que rodean la plaza, en la que dispone de otra terraza pensada para un uso más funcional e informal.
Las mesas flanqueadas por las hojas naranjas de luz son las más solicitadas por los grupos de 4 y 5 amigos. ¡Ésta de la imagen es en la que cenamos los cucharetes! La iluminación se encuentra en su punto justo, y pueden verse perfectamente las viandas mientras el clima que envuelve la mesa se torna de lo más misterioso.
Largas varas de metal negro protegen un tapiz dorado que impresiona por su tamaño y delicadeza en sus dibujos, y que arropa y da color a unas escaleras que nos llevan a la bodega acristalada que guarda los mejores caldos del local a su temperatura óptima -como podréis observar más abajo-
El comedor principal destaca por su brillante tarima de madera, que guía la vista hacia una chimenea en la que los diferentes destellos de luz juguetean con los troncos. El rojo de sus paredes convierte al espacio en un restaurante de lo más romántico, sentimiento que envuelve a una impresionante lámpara circular y que se transmite a cada una de las mesas.
Dependiendo de la zona, existen mesas arropadas con sillas y otras en las que “sillones orientales” -cargados con coloridos cojines- se encargan de ofrecer asiento al comensal. ¡No sabría por cual decidirme! (Bueno sí, miento… ¡Por la terraza!)
Cualquier vista interior del Restaurante Hakkasan seduce por los cuatro costados… ¿Hace falta realmente leer el artículo? Yo creo que no… disfrutad dándole a la ruedecita del ratón… Descubrir cada uno de sus rincones…. ¡Y elegid el que más os guste!
La carta de vinos del Restaurante Hakkasan es moderna y atractiva -sin olvidar referencias de peso más habituales-, 80 entradas de más de 20 Denominaciones de Origen acompañadas de Cavas y Vinos de Importación, siendo la estrella de la carta el Pingus de 1.100 €, sin olvidar una testimonial selección de aguas y pequeñas menciones a cervezas chinas, japonesas y tailandesas para todos aquellos que se decanten por su hechizo particular.
Regamos los entrantes con un Champagne Brut Nature Vve Fourny & Fills, todo un desconocido Premier Cru que garantiza características propias y la constancia de su calidad. ¡Nos encantó a todos! Para los cursos principales, optamos por un vino tinto crianza Finca Sandoval 2006 de la D.O. Manchuela, elaborado con las variedades Syrah, Monastrell y Bobal. Un excelente vino que representa un apasionante proyecto personal de uno de los críticos vinícolas más reputados de nuestro país: Fernando Point -o Víctor de la Serna-. Fresco y expresivo, presumiendo de sus 11 meses de crianza en barrica, con notas frutales y un largo final. De lo más recomendable.
Y… ¡Llegó el momento! ¡Comenzamos con la cena! Cinco cucharetes rodeábamos una de las mesas circulares más atractivas del Hakkasan, pues nos acompañaban en esta ocasión: Ángeles y Roberto -que no Demonios… con lo de moda que está-. Luis Martín -el maître- nos acercó a la mesa unos aperitivos triangulares a base de Pasta de arroz rellena de curry y verduras que os presento a continuación. ¡Muy ricos! Sobre todo si los comparamos con otros similares que hemos tomado por ahí!
Recordad que estamos ante una cocina asiática con notas peruanas, con lo que… como diría mi primo… “cuando está bueno… ¡está bueno!”. Y es que cuando estas dos culturas se fusionan surgen nuevos sabores que nos sorprenden a todos.
Aquí tenéis a Roberto con uno de los entrantes más exclusivos y recomendables -lo afirmo rotundamente- de la carta: Ceviche de mero con yucas fritas, estaba de muerte y resultaba sensacional el maridaje con sus especias “secretas” y no secretas; y a Ángeles, podéis verla con unas colas de Langostinos envueltos en fina masa crujiente con las que nos chupamos los dedos -si me lee mi abuela me dirá que ¡eso no se hace!-. Sin lugar a dudas, un par de entrantes muy a tener en cuenta en Hakkasan.
Ahora viene otro plato excepcional: Tartar de atún rojo. ¡Buenísimo! El riquísimo atún reposaba sobre una cama de tempura de calabacín y…
… lo untábamos en el tierno Pan chino que lo acompañaba. ¡Nos pegábamos por el pan de lo rico que estaba! Como se nota que éramos 5 personas compartiendo el plato… ¡La próxima vez pedimos dos! Porque en esta ocasión preferimos probar más cosas nuevas…
También nos sorprendió -realmente estaba de muerte- el sabor del Dim-Sum crujiente con jengibre del Hakkasan que sostiene FlashBack. Sí , sí, los saquitos chinos rellenos que todos conocéis… ¡Qué bueno! Otro plato obligado para que os lo apuntéis, ¡y de los más económicos de la carta!
Mamenori de sésamo: ¡Apuntadlo también en vuestra agenda!, porque en cuanto lo probéis… ¡quedará plasmado en vuestro paladar! ¡Qué ricos! Unanimidad en la mesa en la valoración de este plato. Un roll de langostino con esencia de hierbabuena delicioso, ¡viene envuelto con alga blanca!
He sacado un primer plano… porque merece la pena ¡saborearlo con la vista! Vamos, le hincaba yo el diente ahora mismo y me quedaba…
No llegaban a la altura de los anteriores, pero también estaban muy buenos, la media ración de California maki roll. Y es que el toque de queso Philadelphia en el centro… ¡Mmmmmm! ¡Es lo que tiene! A ver si pensáis que se quedó alguno en el plato… ¡Ni la vergüenza del gallego! -Y esto va por mí-
Cambiamos al vino tinto -que se encargó copa a copa de que quedásemos muy satisfechos con su elección- y llegan a la mesa calentitas las Vieiras con langostinos salteados con setas negras y vino de arroz. ¡Perfectas para compartir! La salsa que las acompañaba estaba de lo más sabrosa, y tanto las colitas de langostinos como las setas muy buenas. Las vieiras… qué os va a decir un galleguiño como yo… que las ha degustado mil veces a su máximo nivel… ¡Yo no puedo opinar sobre ellas!
Para acompañar nuestras viandas, pedimos 2 fuentes de Arroz salteado con verduras y langostinos. Muy sabroso, aunque podéis elegir entre varios acompañamientos: Arroz jazmín, Fu Yon Fan (Arroz con setas, hongos, huevo y brotes de soja), Sambace (Arroz aromatizado de verduras maceradas al vapor envuelto en hoja de lotus), Arroz a la sartén con setas shitaki, Tallarines mil delicias, Fideos de arroz con buey y verduras salteadas, Gu-Dong con langostinos y setas, Arroz crujiente con langostinos en caldo de pescado, o Tallarines al teppanyaki. ¡Os costará decidiros! Como nos sucedió a nosotros.
También muy recomendables las Lonchas de buey salteadas con pimienta negra, pero este plato ya es cuestión de gustos, porque es de sabor fuerte y en la mesa había diferentes opiniones sobre él. A mí me dejaron satisfecho, pero es posible que para otros comensales sea un plato excesivamente expresivo. Ha sido una pena que con la delicada decoración de la que goza el local, el aderezo de los platos -en casos como éste- no estuviese al mismo nivel, claro que, la cocina asiática –cuando nos referimos a las carnes- no sorprende normalmente por sus “vistas”. ¡Para chulos ya están los makis! ¡Que están a la altura de lo que se propongan!
El Pato Cheapan sorprendió menos en la mesa que las anteriores viandas, se trata de unos cortes de pato crujientes ligados con la salsa cítrica del Chef. ¡Tienen su punto!
Tampoco es habitual en los restaurantes orientales encontrar postres sabrosos y listos para ser fotografiados -como el tercero de los que vienen a continuación-, y en cambio, en el Restaurante Hakkasan ¡sí que los hay! ¡Ricos y bien parecidos! ¡Y caseros, por supuesto! La Tarta de queso con caramelo es de las que crean afición entre los adictos a este sabroso postre. ¡Probadlo y ya me diréis! Suave y ligero…
Roberto y Ángeles os muestran una generosísima bandeja con Dados de fruta con dulce de leche, distintos trocitos de frutas sorpresa para descubrir en cada bocado, muy sabrosos y… geniales para compartir con el resto de comensales. Si alguno de los que aquel día nos sentamos a la mesa no disfrutó de ellos… ¡que tire la primera piedra! ¡Porque yo no puedo! Claro que… quedaron totalmente eclipsados por lo que viene a continuación… ¡The King!
¡Este postre es la joya de la corona del Hakkasan! ¡Madre mía! ¡Qué bueno estaba esto! Coged, coged un boli y apuntad: Tarta de mango con frutos exóticos. ¡Si no os lo pedís os arrepentiréis! Os lo dice uno que al ver la foto de nuevo, casi coge el teléfono y reserva hoy una mesa… ¡Sí! ¡En la terraza esta vez! -Toda la mesa alucinó con este postre. De 10-
El Soufflé de chocolate con helado de vainilla… es perfecto para los amantes de este sabor tan peculiar y que a algunos nos vuelve locos presentado de la manera que sea ¡Chocolateros anónimos, a por él! Porque no os defraudará y remitirá todas vuestras penas, ¡desahogaos con él!
Mi compañera de fatigas gastronómicas cuchareteras ha seleccionado a Hakkasan como uno de sus restaurantes favoritos en Madrid, así que tendré que conseguir mesa en la terraza para darle una sorpresa en los próximos días. ¡Que nos queda mucha carta por probar! Además… la foto que viene a continuación os va a dejar con el gusanillo de conocer todo lo que va dentro de esas coquetas teteras de cristal.
Los Tés están a 3 € +IVA y están deliciosos, por ejemplo el Té con pétalos de rosa que os muestra Ninillas. Ángeles y yo no dejamos escapar una Infusión Hakkasan, que destaca en carta a 6 €+IVA -el doble- y que merece la pena disfrutarla lentamente, porque… ¡Está espectacular! Un auténtico Yen Sen natural vaporizado con miel y hierbabuena, además lleva semilla de ciruela china, flor de té y pétalos de rosa. ¡Fijaos qué primerísimo plano más apetitoso!
Cerrad los ojos… e maginaos ahora… cuando todo ese caldo bañe en el momento que el cliente lo decida a un maduro y gustoso litchi con hierbabuena que hay en la taza que lo acompaña. ¡Magistral! Como os decía anteriormente… ¡una infusión de muerte! ¡Y a ver quién se atreve a llevarme la contraria!
Perfecto el Hakkasan como restaurante romántico asiático en Madrid, perfecto el Hakkasan para disfrutar de unos tés excepcionales, perfecto el Hakkasan para evadirse del centro de la ciudad en su sugerente terraza, perfecto el Hakkasan para deleitarse con una cocina asiático-peruana de lo más atractiva, perfecto el Hakkasan para… ¡Multitud de situaciones!
Os dejo “a escondidas” con un vídeo que habla por sí sólo, en el que el sonido del agua es el único que rompe el silencio de la noche…
Ring… Ring… Ring… -¿Hola? ¿Restaurante Hakkasan? ¿Sería posible una mesa para esta noche a nombre de Rayo, por favor?
Ninillas: Todos los años, pero lo que se dice todos, me pasa lo mismo. Justamente el día en que decido inaugurar la temporada estival y cenar en una terraza de verano… ¡Zas! O cae el diluvio universal o ráfagas de viento a no sé cuántos kilómetros por hora hacen que mi intento resulte fallido y me acuerde de aquel refrán que dice: “El hombre propone y Dios dispone”. Para no romper esta particular y un tanto ridícula tradición, el día elegido para nuestra cena tuvimos que renunciar -muy a nuestro pesar- de disfrutar de esa maravillosa brisa que suele correr por la zona norte de Madrid por un clarísimo riesgo de salir volando literalmente junto a manteles y demás atrezo, así que nos tuvimos que contentar con disfrutar de la cena en el interior del restaurante. De cualquier forma, Rayo no desesperó y fue saliendo a cada rato para ir fotografiando el atardecer desde esta idílica y sugerente terraza veraniega. Por cierto, aún no os lo he comentado, pero hoy cenamos en el Restaurante Hakkasan y estoy convencida de que, tras ver cómo es y lo que es capaz de ofrecer, muchos de vosotros también desearéis vivir una velada especial en él.
El Restaurante Hakkasan se encuentra ubicado en el municipio de Alcobendas, concretamente en la lujosa urbanización de la Moraleja, en la Plaza Nueva. Es justamente en esta Plaza Nueva donde hallamos una antesala del restaurante en sí, pues es allí donde tienen montada su primera terraza -que aquella tarde no estaba vestida por el tiempo-. Apenas unos pocos pasos más allá accedemos a Hakkasan. Nada más cruzar el quicio de su puerta nos reciben al frente, un enorme jarrón con flores frescas -con lo que a mí me gustan- y a la izquierda su impresionante barra.
De ella llaman la atención su original frontal a base de una enorme lámina dorada, en la que numerosas botellas están hincadas y, por supuesto, las referencias más exclusivas en lo que a alcohol se refiere. El sitio perfecto para tomarte ese aperitivo antes de una suculenta cena.
Voy a hacer un poquito de trampa, sólo un poquito y nos vamos a saltar el salón para pasar directamente a la espléndida terraza del Hakkasan, quiero que os relajéis y que veamos juntos el atardecer… Bueno y también quiero que no perdáis detalle porque el sitio es una cucada y sólo con echarle una ojeada ya quieres sentarte y dejar pasar las horas.
Esta magnífica terraza de verano se distribuye en torno a una fuente luminosa, única responsable de romper el silencio que aquel día imperaba en ella -como os muestra Rayo en un vídeo al final de su artículo-. Lo cierto es que para mí, el simple hecho de haber cenado allí hubiera supuesto un lujo en sí mismo, porque… ¿acaso el lujo no es disfrutar en cada momento de lo que a uno le apetece? Yo creo que sí. Y siento ser pesada, pero no me lo pude dar.
La terraza tiene capacidad para 120 comensales distribuidos en mesas de diferentes formas y tamaños, y al contrario de lo que suele ocurrir en otras ocasiones, aquí las distancias entre ellas no permiten que se filtren las conversaciones entre vecinos salvo, claro está, que te toque un grupo ruidoso, que de todo hay.
Aquí os dejo con este primer plano. No me diréis que no os gustaría estar en este preciso instante sentados allí, viendo el atardecer, con la brisa acariciando vuestras mejillas… ¡Uf! ¡Qué cursilada me está saliendo! Lo que intento decir es que no me digáis que no se tiene que estar allí de vicio.
Conforme iba cayendo la noche, ese espacio abierto -tan indicado para una comida primaveral al aire libre-, se iba transformando poco a poco en el lugar perfecto para disfrutar de una cena romántica a la luz de la luna o, por qué no, de una íntima reunión de amigos.
Y es que esta terraza de verano dispone de todos los ingredientes necesarios para que la velada sea memorable. Desde sus palmeritas, a la luz firme de sus quinqués, o desde su hermosa cama balinesa iluminada para la ocasión, a las siempre alegres margaritas, cada detalle por nimio que sea te hará sentir bien, como si se tratara de unas vacaciones anticipadas.
¡Uy! ¡Qué aire más impertinente! ¡Vamos dentro que se me va a volar la pamela! Hombre… Aquí mucho mejor. ¡Dónde va a parar! Pues esto, sólo que sin pamela sobre mi cabeza… es lo que pasó. Afortunadamente, el restaurante es igual de bonito por dentro que por fuera, y echando la vista atrás me doy cuenta que lo que realmente suponía para mí el lujo aquella noche -al margen de la compañía, claro está- fue sencillamente poder cenar en el Restaurante Hakkasan.
Decoración e interiorismo han corrido a cargo del archiconocido arquitecto e interiorista Luis Galliussi, apodado por algunos como el anti-decorador, por esa ruptura con los cánones establecidos. Pero al margen de esa agresividad reivindicativa que plasma en sus proyectos, para mí lo que más destaca es precisamente esa dualidad arquitectónico-decorativa que, en el caso del Restaurante Hakkasan, lo han convertido en un espacio digno de admirar. Cuenta con techos muy altos donde se pueden apreciar líneas puras rodeadas por paredes pintadas de un blanco inmaculado.
Un restaurante minimalista, moderno y donde prima esa amplitud de espacios, pero que al mismo tiempo está lleno de armonía y sofisticación. Podría decirse que es como un local “bien” neoyorkino con toques orientales, donde de día sus enormes cristaleras dejan pasar la luz a raudales y de noche se transforma en ese sitio íntimo y acogedor donde las sobremesas se alargan casi sin sentir.
Los tacones hacen su efecto a cada paso que doy sobre sus suelos de madera mientras me entretengo contemplando las diferentes lámparas que dan calidez al ambiente. No hay más que ver esas enormes pantallas de color naranja, la que con forma de seta cuelga del alto techo, o las que a modo de lágrimas y a diferentes alturas acompañan a estos hierros que simulan bambús en la siguiente imagen.
Tampoco puedes pasar por alto su chimenea presidiendo la sala, franqueada por unos laterales de madera y rojo intenso, en cuyas esquinas se han dispuesto dos mesas. No temáis por el fuego, que pocas brasas se han quemado allí, es más bien lo monísima que queda.
Y, ¿qué puedo decir de los paneles de pan de oro de Philippe Starck que bordean algunas de sus paredes y de cuyos bajos sale un resplandor azul? Pues más de lo mismo, que quedan perfectos en ese ambiente, al igual que los sillones orientales sobre los que reposan unos coloridos cojines de seda, que te ayudan a sentirte cómodo y no esa sensación de “culo apretao” con el que te sientas en algunos restaurantes excesivamente pretenciosos. Vamos, que el conjunto me encantó.
Yo creo que, de momento, no os podéis quejar del paseo de hoy. Bueno, y conforme esto vaya avanzando… mucho menos, porque gastronómicamente hablando el Restaurante Hakkasan tiene mucho que decir. Abrió sus puertas en 2005, y desde entonces ha ido evolucionando hasta conseguir una completa oferta culinaria asiática -sobre todo china y japonesa- con alguna que otra propuesta peruana, al frente de la cual se encuentra el chef Ikulitan -el nombre se las trae-. Entrantes, Sushi, Makis, Sopas, Vegetales, Acompañamientos, Pescados, Mariscos, Aves y Carnes conforman una carta capaz de satisfacer hasta el paladar más exigente. Por supuesto, no se olvidan de incluir dos menús degustación a 35 € +IVA y 39 € +IVA -mínimo dos personas- ni tampoco de un menú del día a 17 € disponible siempre en horarios de comida de Lunes a Viernes. Antes de que se me pase, por favor… mirad el espectacular reflejo del local en el cristal en la siguiente fotografía, es como si el restaurante estuviera detrás de mí.
Ya ha llegado la hora de darle al diente, y doy fe de que lo hicimos súper a gusto, tanto nosotros como Roberto y Ángeles -nuestros acompañantes aquel día-. Creo que conseguimos configurar un menú muy variado y desde luego sabroso. Nuestra comanda consistió en 5 entrantes y medio y 5 principales, siendo estos Langostinos envueltos en fina masa crujiente los encargados de abrir nuestra cena. Me supieron bien ricos, venían correctamente fritos, pero nada aceitosos y en su interior llevaban -acompañando a los langostinos- unas setas chinas. En definitiva, este plato es de acierto seguro.
El siguiente no es que sea de acierto seguro, es que yo lo considero imprescindible. Se trata de un plato peruano, nada más y nada menos que Ceviche de mero con yucas fritas. Hasta 16 especias distintas se usan en su elaboración, lo que le otorgan una sinfonía de aromas que en el paladar se convierten en una explosión de sabores.
Como acompañamiento venían unas yucas fritas -para aliviar ese leve picante-, perfectas de punto, con un interior tierno y con ese tostado tan característico en su exterior, como Dios manda.
A continuación, viene un clásico de la casa, es más, yo añadiría que no se ha ido al Restaurante Hakkasan si no se han disfrutado de estos Dim-Sum crujientes con jengibre. Los Dim-Sum vienen a ser una especie de empanadillas, en esta ocasión rellenas de cerdo, que primero pasan por el vapor y después por la plancha. El resultado, es un bocado tremendamente tierno y jugoso, al que si además le unes la mostaza a la miel pues… Ahí está, un bocado exquisito.
Seguimos con este Tartar de atún rojo, plato de temporada que se sirve con un delicioso pan chino, nada que ver con los que dan por ahí. El atún está un poco picante, pero un poco nada más… y viene montado sobre una cama de tempura de calabacín. Sin duda otra muy buena opción para los amantes del pescado.
Ángeles os muestra media ración de California maki roll. Siempre los pedimos, pero es que es como un valor seguro y por supuesto aquí no iba a ser menos, yo diría que de sobresaliente. Pulcramente elaborados a base de huevas de trucha y aguacate, sin olvidar el queso Philadelphia en su interior que le otorga esa cremosidad tan característica.
Y si los California roll estaban de nota, de matrícula me supieron a mí estos roll Mamenori de sésamo que nos ofrecieron fuera de carta. Se trataba de un roll de langostino con esencia de hierbabuena y envuelto en alga blanca. Sabor intenso que combinaba perfectamente todos los ingredientes y que potenciaba la frescura restallante de la hierbabuena. Merece la pena pedirlos.
Con los entrantes el listón quedó muy alto, estábamos deseosos de ver cómo se comportarían los principales y, como veréis, no defraudaron. En primera línea tenemos el Arroz salteado con verduras y langostinos -pedimos dos raciones como acompañamiento- presentaba un grano suelto y junto al resto de componentes resultaba muy sabroso. Flashback sostiene unas Lonchas de buey salteadas con pimienta negra que me encantaron, reconozco que es un sabor potente y que puede que no a todo el mundo agrade, pero desde luego yo disfruté mucho de este plato.
Dimos buena cuenta también de estas Vieiras con langostinos salteados con setas negras y vino de arroz. Os podría decir muchas cosas, pero yo creo que simplemente añadiendo que lo único que me faltó fue un poquito de pan para mojar en la salsa queda todo escrito.
Y he aquí el Pato Cheapan, que es, ni más ni menos, que pato crujiente con una salsa de cítricos del Chef. Fue el único plato que no terminó de convencerme, estaba rico y lo único que dejamos en el plato fueron sus huesos, pero no sé, a mí no me sorprendió.
Cuando llegamos a los postres, dudamos si pedirlos o no, pues la verdad es que los restaurantes asiáticos no suelen destacar en este frente, pero como suele sucedernos cuando escuchamos las palabras mágicas de “elaborados por nosotros”, la respuesta fue rápida y contundente: “Tráiganos la carta, por favor”. No nos arrepentimos lo más mínimo, pero… ¡cómo hacerlo si estaban deliciosos! Flashback os muestra una Tarta de mango con frutos exóticos, en una palabra: exquisita. Suave, delicada y untuosa. ¡No os la podéis perder!
Lo mismo se puede aplicar a estos Dados de fruta con dulce de leche, y mira que yo era reticente, no ya a pedirlos, sino a probarlos… porque a mí el dulce de leche, no me va mucho, pero me equivoqué, porque cada dadito estaba sencillamente… riquísimo.
Y, ¿qué me decís de esta Tarta de queso con caramelo? Ya os lo digo yo, llevaba en su interior un poquito de ciruela y toffee, y no probarla es poco menos que pecado de lo buena que está. Si sois amantes del queso, no os arrepentiréis.
Claro que, si sois más convencionales, con el Soufflé de chocolate con helado de vainilla se acierta siempre, bueno… siempre que te guste el chocolate, claro. Bizcochito por fuera y chocolate líquido por dentro, con permiso para mojar en el helado y jugar al contraste, que siempre agrada del frío-caliente.
Regamos la cena con Champagne Brut Nature Vve Fourny & Fills -que no conocía y me sorprendió muy favorablemente- y para los principales optamos por un vino tinto crianza Finca Sandoval 2006 de la D.O. Manchuela. Sé que este tipo de cocina combina mejor con un albariño, un moscatel seco o una cerveza, pero qué queréis que os diga, a mí el Finca Sandoval me va, primero porque es de mi tierra, y segundo, porque me gusta su retrogusto, cosa que les falla a otros caldos más exclusivos. Por cierto, muy a tener en cuenta la bodega del Hakkasan, nada que ver con la de otros asiáticos donde las referencias relucen precisamente por su ausencia.
Pero vamos con la sobremesa, amenizada en esta ocasión por Té negro, Té de pétalos de rosa, dos Infusiónes Hakkasan y el mi sempiterno café con leche. La infusiones son a 3 € +IVA, excepto la especial de Hakkasan que es a 6 € +IVA y el café con leche a 2.80 € +IVA.
Todas las infusiones se sirven en preciosas teteras, y todas tienen su aquél, aunque no cabe duda que se lleva la palma la Hakkasan, que se consigue con Yen Sen natural, semilla de ciruela china, hierbabuena, pétalos de rosa y flor de té, todo ello servido en una taza en la que reposa la miel, un lichi y hierbabuena. De momento, yo os dejo con este mar de rosas deshidratadas.
Os recomiendo una visita a los baños, no sólo por verlos, sino porque merece la pena visitar la antesala -que es donde se sitúa la bodega-. Además, hay un espléndido espejo de cuerpo entero donde da gusto mirarse.
¿Hacemos un repasito general? No muy extenso, pero sí completo. Comienzo por el servicio de sala, a cuyo frente está Luis Martín, agradable, profesional y siempre preparado ante cualquier imprevisto. Además, hablando con él resultó que su esposa es de Cuenca, sólo por eso pasó de sobresaliente a matrícula, porque una paisana mía no se equivoca así como así con los hombres. No me quiero olvidar de Lina, la camarera que nos soportó siempre con una sonrisa en la cara. ¡Qué importante es ver a la gente contenta mientras trabaja! Eso me dice mucho del Restaurante en el que ceno: Hakkasan. Su cocina, me sorprendió… no mucho, sino muchísimo, esperaba encontrar un asiático de fórmula con interiorista de renombre, pero poco más, y la verdad es que prácticamente todos los platos me parecieron de un altísimo nivel, sin caer en las típicas banalidades en las que incurren el resto, y sobre todo dotando a cada elaboración de combinaciones frescas y muy originales. ¡Que me encantó, vaya! El resto, pues poco puedo añadir que no entre por la vista, pues el Restaurante Hakkasan es perfecto para disfrutarlo no sólo en su elegante sala, sino también en esa maravillosa y tranquila terraza de verano de la que me he prometido dar buena cuenta en mi próxima visita. En resumen, Hakkasan bien merece salir del centro de Madrid para abrirnos a otros horizontes.
Cucharete: ¡Comienza la temporada de terrazas de verano en Madrid! ¡Y vaya pedazo terracita que tiene el restaurante Hakkasan de La Moraleja! ¡Madre mía! ¡Una cucada! Si no hay más que ver detenidamente las fotos que han hecho mis chicos y perderse con la vista por todos los rincones que ofrece el restaurante… ¡Ya no sé si me gusta por dentro o por fuera! ¡Difícil elección! Ya nos contaréis vuestras impresiones… ¡A ver si llegáis hasta los tés! Ya sabéis que mi equipo siempre lo consigue, y además en Hakkasan… ¡Con mucho gusto! Mi equipo cenó por 40 €/persona, cinco personas con 5 entrantes y medio, 5 platos principales, 4 postres, 2 botellas de agua, 2 tés, 2 especiales -a 6 € cada uno- y 1 café. A lo que tendríamos que añadir 1 bottella de champagne -49 € +IVA- y 1 botella de vino -32,50 +IVA-.
Su espectacular y romántica terraza de verano. Su cálido comedor, cuidadosamente iluminado. La separación entre mesas. El amable trato del servicio en todo momento. Su propuesta gastronómica asiática con toques peruanos. Su carta de vinos. Sus postres caseros. Su relación calidad/precio. Su inolvidable infusión Hakkasan. Aceptan todos los cheques de comida.
Detalles tan nimios que no merece la pena ni mencionarlos.
4,9
4 comentarios a “Hakkasan”
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Vale, por petición popular, ;p… Efectivamente coincido en casi todo lo que decís, anoche fui por segunda vez al Hakkasan, un sitio que quizás el único pero que se le pueda poner es el hecho de estar fuera de Madrid y quizás por eso no siempre te acuerdas de él… pero más allá de eso lo cierto es que efectivamente es un sitio ideal para una velada en pareja o una cena en grupo…
La primera vez estuve en el salón de dentro y lo cierto es que quedé encantado, la decoración es preciosa y el servicio totalmente acorde, y anoche estuvimos en la terraza, y otra maravilla más…. (por poner un pero, pero levísimo claro, tienen la nevera de helados en medio de la terraza, que desentona con todo lo demás y que digo yo que estaría fenomenal en la cocina pero bueno, es una chorrada…)
En cuanto a la comida, lo realmente interesante efectivamente es esa fusión japo/china/peruana, no tanto en cada plato que los platos son más o japos, o chinos, o peruanos, pero sí en la combinación de ellos.. anoche sin ir más lejos tomamos el menú degustación fusión (35€) y es genial combinar unos dim suns con unos rollitos de verduras y un ceviche de mero con yuca frita mientras esperas un ceviche de pato…Todo buenísimo, ni un solo pero a la cocina…
Tema aparte son los postres, están ricos pero no son ni chinos ni japos ni peruanos, una pena, porque la verdad es que un tiramisú o un yogur búlgaro no son los postres ideales para una cena así, pero vamos, con todo y con eso, ricos estaban sin duda…
Y nosotros no aguantamos mucho más que efectivamente, aunque en Madrid hacía un calor de narices allí empezó a hacer una brisa de sierra para la cual no íbamos preparados pero si no, una copita de fin de cena allí es super recomendable (además que tienen una carta extensa y amable de licores, whiskys y combinados..)
Al final, en total, unos 45€/50€ por barba para una cena que sin duda merece la pena…
Espectacular comida la verdad, excelente recomendación. Estuvimos al mediodía pedimos uno de los menus, aunque nos dejaron cambiar la ensalada por la que recomendais en el post y comimos realmente bien. Todo estaba muy bueno,.
No obstante al medio día la terraza que esta disponible no es la que aparece en la foto y eso pierde algo, y hay que decirles a los del restaurante que las sillas son algo incomodas, pero vamos en cualquier caso fue al aire libre que en estos momentos de buen tiempo se agradece.
Nada, que muy buena recomendacion.
Un saludo
Con vuestro permiso voy a aportar una nota discordante a la crítica publicada. En primer lugar quiero dejar claro que la última vez que estuve en Hakkasan fue hace un año, por lo que desconozco si desde entonces se han producido cambios, en total he estado tres veces, siempre invitado por negocios.
Dejando aparte otras consideraciones como la decoración, la ubicación del local, etc, que son espectaculares, voy a centrarme en el sushi, no me considero un experto, pero en el pasado me he “pateado” todos los japoneses de Madrid, de hecho así conocí a mi mujer, japonesa de Nagoya.
Desde mi punto de vista, y repito, que si en este último año no se ha producido una mejoría ostensible, el sushi de Hakkasan es notoriamente mejorable, desde la calidad del pescado hasta (sobre todo) la textura del arroz, se me ocurren varios japoneses en Madrid que a igualdad de precio ofrecen una calidad muy superior.
En el fondo de la cuestión esta la moda de los restaurantes “asiaticos”, ¿a alguien se le ocurriría ir a un restaurante europeo?: fusión de cocina griega, polaca, española y noruega.
Lo que quiero decir es que si queréis disfrutar de la gastronomía japonesa es mejor acercarse a los restaurantes que frecuenta la colonia japonesa de Madrid, quizá no sean tan glamurosos (de hecho los auténticos son los más antiguos y están algo destartalados).Por cierto, os recomiendo saliros del guión y pedir además de sushi, sukiyaki, sopa de miso, tonkatsu, etc.
Saludos
Cenamos ayer en Hakkasan, después de las buenas críticas y la buena pinta de las fotos de la terraza.
Primero, no pudimos cenar en la terraza por una noche que más bien parecía de marzo, bueno.
Nos colocaron a mí y a varias parejas junto al pasillo que comunica la cocina, imaginaros, paso constante de camareros a todo correr, ruidos, olores. Por lo que he visto no es un sitio para parejas, a las que arrinconan, más bien para ir en grupos de 4-8, mucho más rentables. El restaurante, al menos desde esta rincón no es especialmente precioso.
El servicio, es de un chino de barrio -express- sin haberme siquiera sentado ya me estaban preguntando que quería para beber, bastante estresante, constantemente te levantaban la vaporera de arroz para ver si te lo habías acabado, lo que iba a ser una velada romántica se convirtió en una cena de 40 minutos.
La comida es similar a la de un chino de barrio, correcta sin más, pero no los precios, claro. El pato laqueado nos pareció una broma por precio y presentación. Los dim sum, cuatro pedrolos sobre el plato.
En resumen, creo que este restaurante que comentáis no es el mismo en el que yo he cenado.