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Travesía San Mateo, 4
Madrid (Centro)
Tribunal (Línea 1)
91 310 40 20
35 - 55
El joven chef Jaime Renedo, nos sorprende de nuevo aplicando pinceladas peruanas sobre una cocina de fusión basada en sabores asiáticos -con ligeros toques picantes y cítricos- en el fascinante restaurante de nueva apertura en Madrid: Asiana Next Door. La esencia de las múltiples entradas de su carta se resumen en un fantástico menú degustación que podemos disfrutar a 35 € +IVA -sin bebida- y que podemos completar con diferentes cócteles y bebidas espirituosas japonesas. Su comedor -en el que está permitido fumar- da cabida a 40 comensales y está dividido en tres estancias diferenciadas. Su horario de apertura es de 14:00h. a 16:00h y de 21:30h. a 00:30h. Cierra los Domingos por la noche y los Lunes todo el día. Imprescindible reservar.
4,9
Rayo: ¡Cuchareteros y cuchareteras! ¡Hoy os vamos a dar una grata sorpresa! ¿Recordáis que hace un año, uno de los restaurantes analizados por Cucharete se alzaba a la cima del blog con el “Cucharete de Oro” que todavía a día de hoy luce en exclusiva? Pues nos hemos enterado de que… ¡Tiene un hermanito pequeño desde Enero de este año! ¡Sí! ¡Como leéis! El reconocido Restaurante Asiana de Chueca lleva de la mano hacia el éxito al nuevo Restaurante Asiana Next Door. ¿Ya sabéis donde se encuentra? Fijaos en el nombre… ¡En la puerta de al lado! ¡Asiana “Next Door”! Un concepto más informal -y por supuesto económico- que el Asiana original, basado igualmente en una cocina asiática con pinceladas peruanas de nuevo de la mano de Jaime Renedo, quien dará que hablar largo y tendido con este restaurante de nueva apertura en Madrid. En su comedor, ya lo están haciendo sus comensales cada noche… ¡Pues está a tope! Y ya no sólo en las cenas, pues en el Asiana Next Door contamos con horario de mediodía, lo cual nos amplía las posibilidades de disfrutar de su cocina.
Este nuevo local contiguo a la casa matriz -con el que comparte cocina- nos ofrece una curiosa carta que nos servirá de guía entre un denso tapeo exótico, y sin lugar a dudas, lo utilizaremos más de una vez como punto de referencia para disfrutar de unos excelentes cócteles. ¡Ya veréis lo que nos depara este artículo cucharetero! ¡Agarraos que vienen curvas! O mejor dicho… ¡rechupetes!
La decoración cálida -a la vez que minimalista- del local, envuelve a los comensales en un clima de lo más agradable, las velas que presiden la barra sobre candelabros de antaño marcan el tiempo en el Asiana Next Door… ¡Desde el primer bocado hasta el último!, intensificando más si cabe la fuerza de sus destellos cuando mojamos los labios con alguno de sus cócteles… ¡Os lo garantizo! Y es que reconozco que no hemos hecho nada más que empezar, pero ya tengo el recuerdo de esta fantástica cena cucharetera cargado en mi memoria, y está consiguiendo que cierre los ojos a cada rato y saboree de nuevo la experiencia… ¡Creo que acabo de tener un déjà vu!
Aproximadamente 40 comensales pueden disfrutar de un asiento en el Asiana Next Door, claro está, que su barra da cobijo a alguno más, permitiéndole picotear de la carta con total garantía de encontrarse a gusto en el comedor y no sentirse en ningún momento desplazado, no hay más que observar la fotografía anterior para verificar mis palabras… ¿A quién no le apetece coger asiento en esa presumida barra de piedra de cuarcita combinada con madera maciza? ¡A por ella!
Al fondo, observamos un elegante resplandor dorado que ilumina suavemente las rarezas alcohólicas que podemos encontrar en sus estantes, sobre la barra -al lado de un engatusador microestanque de flores- tenían cuando llegamos un sorprendente Vodka Karlsson’s Gold -que no dudé en inmortalizar- para utilizarlo como “contertulio” en algunos de sus más sugerentes cócteles o, simplemente, para disfrutarlo en todo su esplendor con hielo y un ligero toque de su peculiar pimienta negra a juego. Es el único vodka sueco elaborado al 100% con patata nueva, exclusivo y restringido a los paladares más exigentes, así que… ya sabéis… ¡Una cosa más que tenéis que probar!
El espacio está dividido en tres pequeños comedores conectados entre sí, que arrancan en la fachada y se extienden hasta la zona de cocina vista, un verdadero escaparate donde se muestra parte del encanto con el que se elaboran los platos que nos ofrece el Asiana Next Door.
En la siguiente imagen, observamos el primer comedor, una cuidada y amplia zona de ladrillo visto que come terreno a las paredes blancas del Asiana Next Door. Al centro, acompañado por dos colmenas de luz, un seductor “Sol Rojo” que podría darnos indicios sobre alguno de los orígenes de su cocina, y que permite que su curiosa vajilla -entre la que encontramos numerosos cuencos con forma de hoja- realice la fotosíntesis en cada uno de sus servicios.
No debemos olvidar -sobre todo los enamorados de este tipo de atrezo- que gran parte de la vajilla, así como diversos objetos que encontramos entre la decoración del Asiana Next Door, los podemos encontrar a la venta en la tienda Asiana, en la puerta de al lado, o mejor dicho… en la “next door”.
Atravesando un grueso marco de madera llegamos al segundo comedor. En este caso, el Asiana Next Door nos presenta cuatro nuevas mesas en las que deleitarse con las ideas culinarias del joven chef Jaime Renedo. En la sección de Ninillas tenéis un plano general del mismo, presidido por un elegante espejo que da amplitud a todo el conjunto, y que lo convierte en un espacio ideal para juntar las mesas y disfrutar de una comida o cena de empresa, o de nuestro grupo de amigos. ¡Apetece sentarse y pedir la carta! ¿Verdad?
Encontramos cuatro mesas de dos comensales en el último comedor del Asiana Next Door -después de atravesar un pasillo que da acceso a los baños con una “puerta oculta”-, que se diferencia del resto por mostrar desde su ventana un sabroso paisaje de materias primas, de montajes de platos y de trabajadores centrados en agradar al cliente en todo momento. No hay más que verles trabajar para que la espera se nos haga más corta, mientras nuestra imaginación va poniendo a tono el paladar.
En una de las esquinas de este espacio, observamos sobre la mesa el montaje fotográfico -realizado con diversas imágenes de Nueva York en blanco y negro- que abría este artículo, y que puede adquirirse por 1.950 € allí mismo. Si os fijáis bien, encontraréis a su chef: Jaime Renedo.
Al igual que ocurría con su hermano mayor -el galardonado Asiana-, en el Asiana Next Door podemos comprar gran parte de los objetos que lo decoran, no hay más que ver la gran cantidad de etiquetas que aparecen en las fotos que hemos comentado hasta ahora. Hay para todos los bolsillos y para todos los gustos, pues encontramos piezas económicas entre otras de lo más exclusivo.
Despierta nuestra atención una fotografía de la vía del Orient Express sobre el Altiplano (Perú), también conocido como Meseta del Titicaca, una imagen en blanco y negro en la que la nota de color la pone un rojo potente, como en el resto de instantáneas colgadas en el local. A continuación, os muestro un cuadro “picante” por 2.300 €, así como el primer plano de la etiqueta que luce el precio más elevado que encontramos entre su atrezo, y que corresponde a una serie de lanzas antiguas enmarcadas: 5.200 € -su compra incrementaría el coste por persona en la cuenta final de la cena, no cabe duda-. ¿Alguno se anima?
El concepto del vino en el Asiana Next Door es… “Natural”. Así lo define el propio Hiroshi Kobayashi -su maître y sumiller- en el encabezado de la carta, en la que apuesta claramente por vinos biodinámicos y ecológicos, 40 referencias que se ven arropadas por las más de 250 referencias que ofrece el contiguo Asiana, por lo que siempre podremos seleccionar vinos más caprichosos si la ocasión lo requiere, ya que todas sus entradas -incluso las más exclusivas- están disponibles en el Asiana Next Door también.
En el apartado de cervezas nos encontramos las internacionales: Kiri Ichiban (Japón), Tigre (Singapur), Tsingato (China) y Sinha (Tailandia). Y entre las de casa, destaca la de tintes andaluces: Alhambra Reserva 1925, conocida en todo el territorio español por su exquisito y profundo sabor.
Nos ofrecen también 5 cavas y 6 champagnes, aunque lo que más destaca es la gran variedad de blancos internacionales y de tintos nacionales, con un ligero guiño a los rosados y dulces. No debemos olvidar, como os comentaba al principio, que toda la carta de 250 referencias del Asiana está disponible también en el Next Door.
Más exóticos resultan los 9 tipos de sake, que van desde los 8 € de los 180 ml. del Ozeki, hasta los 77 € de la botella de 720 ml. Del Taisetunokura “Housetsu” Daiginjyo. Aunque el plato fuerte del Asiana Next Door es la selección de 8 tipos de Sochu -que sirven en copa-, una especie de aguardiente japonés que resulta muy frutal y de lo más agradable para armonizar la comida. ¡Nosotros lo pedimos y lo recomendamos! ¡Ya veréis más adelante!
No hay que olvidarse de los cócteles, pues… por lo que ha llegado a nuestros oídos, el Asiana Next Door bate records con el Pisco Sour, una de sus atractivas 8 referencias, y que posee incluso de Día Nacional propio: El primer sábado de febrero, Perú homenajea a su bebida bandera con una gran fiesta a base concursos de pisco, catas y espectáculos en las calles. Y… por supuesto… ¡También lo probamos!
Como bebida principal, optamos de nuevo por el tinto de Toledo con D.O Méntrida de las Bodegas Jiménez Landi etiquetado como “Sotorrondero”, pero esta vez de la añada de 2007, había que darle otra oportunidad a un vino del que tenía tan buenas referencias de la mano de Kobayashi, y sin duda alguna, éste sí cumplió con creces nuestras expectativas, mucho más redondo que el anterior y, en mi modesta opinión, mejora ampliamente las cualidades de la cosecha de 2006 que degustamos en el Asiana hace más de un año. Más syrah y el uso de garnacha de cepas con historia lo hacen… ¡De lo más recomendable! ¡Sotorrondero 2007 en Asiana Next Door!
¡Ahí le tenéis! El “Patrimonio Cultural Líquido” del Perú, el Pisco Sour al que todos le dimos un sorbito -nadie quería quedarse sin probarlo- y que resulta toda una expresión de lo que significa ser peruano. La uva de la que se obtiene este “aguardiente” es la quebranta, que únicamente se da en Perú, y cuya destilación no se basa en una fermentación previa, sino que se aplica directamente a los mostos frescos, lo que lo hace singular respecto a otros aguardientes del mundo. ¡Un cóctel mortal! –de lo bueno que está-. Con un sabor que no os dejará indiferentes… ¡Aprovechad y probarlo! Es el más exclusivo de la carta… 10 €.
“Pisko” -que en quechua significa “ave que vuela”- es un pueblo de la costa sur de Perú poblado por los descendientes de expertos alfareros, que elaboraban las tinajas de arcilla en las que -a medio enterrar- reposa el “pisco” -de ahí su nombre-.
Aquí tenéis la también sabrosísima y fresca Caipirosca de fresas, lima y pimienta de sechuan. Menos singular, pero de igual forma otro cóctel obligado en el Asiana Next Door. Como los otros que os muestra Ninillas en su sección, todos son dignos de mención y de ser catados.
El menú degustación del Asiana Next Door llamó nuestra atención por la forma en la que había sido elaborado, escogiendo minuciosamente de entre el tapeo de su larga carta aquellos platos que el comensal no debe perderse, de modo que… entre el atractivo de su precio (35 € +IVA -sin bebida-) y lo que nos ofrecía, lo compaginamos con alguna que otra ración suelta que pedimos bajo votación cucharetera, y no creáis que no nos costó ponernos de acuerdo a los cuatro personajes que ese día conformábamos el equipo de Cucharete. Y así empezó todo…
El Asiana Next Door nos sorprendió con un aperitivo de bandera sobre una piedra plana irregular muy vistosa, una de las piezas que le sobraron de la decoración de la barra, según nos comentó la camarera, y que utilizan a modo de bandeja.
Disponíamos de dos atractivos bocaditos distintos: Kimuchi de vieira -en la foto sobre medias limas- que vienen siendo unos daditos de vieira -en ocasiones son de zamburiñas- aderezados con una salsa coreana kimuchi, y que resultaba de lo más gracioso comérselo, pues había que exprimir la lima en la boca a la vez que “absorbías” las vieiras… ¡Mmmmmm! ¡Qué rico estaba!; y Choritos al estilo Nam-Jim, unos riquísimos mejillones en salsa de ceviche presentados sobre una camita de sal gruesa -vamos, que nos zampamos unos coquetos barquitos que navegaban rompiendo las olas dejando un rastro de espuma blanca entre islotes de vieira por el mar de los sabores-.
La Ensalada vietnamita de pollo, mango y hierbabuena con aderezo de cacahuete estaba “mmm”, o mejor dicho… estaba “mmmmmmmmm” -sí, mejor así-. No sé si necesitáis algún dato más, pero creo que queda claro… ¿No?
Un elegante y cuidado rollito -no os perdáis el primer plano de la sección de Ninillas de este fantástico plato- que nos sorprende con lo delicioso que está gracias a esos trocitos de pollo cocido al vapor mezclados con salsa de anacardos. A parte de la hierbabuena y el mango que reza su nombre, también observamos pequeños brotes de espárragos y pinceladas de sésamo negro y blanco con un chorrito de lima en el aliño. ¡Riquísimo! Y con una presentación de lo más atractiva, como os muestra Roberto en la imagen.
El Tiradito de corvina con ají amarillo y rocoto de la imagen duró un suspiro de lo bueno que estaba. Son pequeñas láminas de corvina a dos salsas con el atractivo de las escamitas de sal negra que la decoran. Podríamos compararlo con el ceviche, pero debéis probarlo in situ para evaluarlo a vuestro juicio.
Tampoco nos olvidamos -claro que, nos dejamos aconsejar para ello por Hiroshi- de tomar una copa de Gankutsuoh Kome Shochu (D.O. Kumamoto-Ken) con este plato, porque esta bebida seca japonesa de arroz fermentado le va al pelo a la cocina peruana, mucho mejor que el vino -palabra de sommelier-.
Continuamos con un Tiradito de bonito Nikkei con tamarindo y wasabi, un plato más asiático -más Nikkei por decirlo así, como indica su nombre-. Consta de unos trocitos de bonito con un baño de soja, espolvoreados con rocoto y cacahuetes triturados, y con pequeñas zonas de crema de aguacate para que podamos sumar todos esos sabores al unísono en nuestro paladar. Una ración de lo más sabrosa también. Apuntad, apuntad… ¡que seguimos!
Llegados a este punto, se abrió la botella de Sotorrondero 2007 -de la que os hablaba más arriba- para que regase nuestras próximas viandas. Y así de voluminoso llegó a la mesa el Spring Roll vietnamita de cerdo ibérico y langostinos. ¡Sin duda alguna, uno de los platos que más nos entusiasmó en el Asiana Next Door! Por lo bueno que estaba y por la forma de comerlo, con las manos y sin ensuciarse lo más mínimo, muy curioso.
Cogemos la hoja de lechuga y envolvemos todo el conjunto para mojarlo en la salsa que lo acompaña, una especie de batalla ácida entre lo dulce y lo salado que resulta de lo más sabroso picando ligeramente. El cilantro, la albahaca y la hierbabuena desprenden sus aromas en cada mordisco… ¡Espectacular! ¡Pobre de aquel que se vaya del Asiana Next Door sin probar este plato! ¡Sería como para quitarle puntos del carnet de gourmet y todo!
Le llegó el turno al Satay balinés con coco-lima-chile -Ninillas os muestra las cazuelitas en primer plano-. Un plato de estilo japonés con salsa teriyaki sobre una espuma de leche de coco en la que mojar el pincho después de salpicarlo con unas gotitas de lima. Lleva guindilla fresca, pero pica muy poquito, porque le fueron quitadas las semillas previamente. Nosotros lo acompañamos con una Ensalada de papaya que nos recomendaron para el mismo, lo que lo convierte en una ración de lo más completa. ¡Muy recomendable también!
La siguiente ración de Sopa chifa wanton, con caldo de ave chino y huacatay, es un plato de cuchara de lo más curioso. ¿Pica o no pica? Pues veréis… si lo metéis “a saco” en la boca y tragáis… ¡Pica! Pero tiene un truco asociado para que el picor sea soportado sin ningún problema incluso por el paladar más sensible, y se trata de mantener en la boca unos segundos el bocado antes de tragarlo, lleve o no lleve empanadilla. ¡Y ya no pica! Sorprendente, ¿verdad? Y además… ¡riquísima!
¡Madre mía qué pintaza tiene la siguiente imagen! Todavía la recuerdo… -es un suplicio esto de escribir los artículos cuchareteros unos días después de haber disfrutado de estos manjares, debería estar prohibido-. Se trata de la Presa ibérica, que está realmente deliciosa en el Asiana Next Door. Flanqueada por una guarnición de verduras y setas de primavera -entre otras cosas- está aderezada con una salsa XO de origen chino, que lleva vieira seca, tomate, marisco y guindilla. ¡Un plato imprescindible!
Muy a tener en cuenta también el Curry rojo tailandés con carrillera ibérica, aunque me sorprendió menos que los platos anteriores, que habían dejado el listón bien alto.
El cuenco de Arroz de jazmín de la siguiente imagen acompañaba al plato anterior de Curry rojo y estaba fuera del menú degustación. En la carta, encontramos más tipos de curry -“de todos los colores”-, así que podéis dar con vuestro preferido: Curry verde tailandés de pato, Curry amarillo de pescado del día, Curry massaman de cordero…
El menú degustación del Asiana Next Door permite -llegado el tercio de los postres- elegir uno por cada dos personas, aunque también podemos darnos una vuelta por la carta que amplia ligeramente las posibilidades con sorbetes y helados varios. Nosotros nos fuimos de cabeza a los más exóticos y los que despertaban más nuestra atención con sus nombres…
Pero no quedó ahí la cosa… en nuestro afán de probar sabores nuevos, pedimos unas copitas de Choya (Umeshu-Dento), una bebida japonesa ideal para acompañar las sobremesas del Asiana Next Door y que forma parte de su sección de Shochu -con 8 variedades diferentes-. Un licor de ciruela que trae ciruelas enteras dentro de la propia botella. ¡Delicioso!
Primero compartimos con cuatro cucharillas unos Sharoni salteados con sorbete de manzana ácida y espuma mascarpone con wasabi que estaban de auténtico lujo. Estábamos llenos, si no… hubiésemos repetido este postre 4 ó 5 veces… -ganas no faltarían, os lo aseguro-
El segundo elegido resultó ser una Esponja de té verde con sorbete de mandarina, praliné de sésamo negro y chocolate blanco. Un compendio de sabores diferentes que construían en el paladar una mezcla de lo más especial y curiosa. Me encantó este postre singular.
Y no quedaba nada más… que comentar entre todos la exquisita variedad de sabores que habían pasado por nuestra mesa en el Asiana Next Door , así que ordenamos unos tés para los chicos y un café con leche para Ninillas -presentado en un moderno vasito negro como podéis apreciar en la imagen-. En mi caso, me decanté por un Té de menta y chocolate -riquísimo, todo hay que decirlo- delegando a mis compañeros el análisis cucharetero del rojo y el verde -más comunes-.
Como habéis visto… el Asiana Next Door merece la pena… ¡y mucho! Os aseguro que pasaréis una velada inolvidable. Sabores nuevos, presentaciones atractivas, aromas orientales, formas curiosas de comer algunos de los platos… ¿Reservamos mesa?
Ninillas: A menudo me creo expectativas tan altas, que a la hora de verlas cumplidas la misión se convierte en imposible y, por tanto, la decepción llega a ser total. Sin embargo, no puedo evitarlo, y si os soy sincera tampoco deseo hacerlo, sobre todo porque hay ocasiones en las que esas expectativas se ven superadas con creces. Un claro ejemplo es el restaurante de hoy, desde que me enteré que Jaime Renedo había abierto un nuevo local… ¡Ufff! No dejaba de hacer mi propio castillo de naipes. No era para menos, los antecedentes eran cuando menos brillantes. El Restaurante Asiana sigue siendo a día de hoy el único Cucharete de Oro, pero aún así, dos pequeños detalles lo apartan de ser uno de mis locales habituales: Por un lado, el precio, que aunque esté más que justificado, lo cierto es que se aleja bastante de mi media hostelera, y por otro, el hecho de que no ofrezca su exclusivo comedor al mediodía. Con el nuevo local estos dos detallitos quedaban solventados, de modo que llevo desde Enero intentando ir a cenar con el resto de Cucharetes. Pero que si pitos, que si flautas, “la Ninillas” no iba… y claro, en mi mente fui imaginando, construyendo y decorando lo que a mi entender debía de ser ese nuevo restaurante. La verdad es que, de lo que vi a lo que yo creé en mi universo paralelo, nada que ver, pero también os digo que la realidad superó a la ficción, así que voy a dejarme de tonterías y… ¡acompañarme en esta visita por el Restaurante Asiana Next Door!, porque estoy convencida de que os va a gustar tanto como a mí.
Su nombre no deja el más mínimo atisbo de duda, se llama Asiana Next Door porque efectivamente está en la puerta de al lado de Asiana, de hecho comparten dirección, número de teléfono y hasta cocina. El restaurante en sí no es grande y tiene una forma irregular. Cuenta con tres pequeños comedores conectados entre sí, lo que te permite tener distintas percepciones del restaurante, dependiendo de donde cenes, pero sobre todo, te permite una cierta intimidad que no es posible encontrar en todos los locales.
Nada más entrar, te encuentras con la primera sala y también con su barra. Una barra contundente de piedra de cuarcita y madera maciza sobre la que la señorita Alicia elabora al momento unos riquísimos y refrescantes cócteles. Porque Asiana Next Door no es sólo un restaurante, está también concebido como un lugar donde poder picotear y, por supuesto, tomar alguna que otra copita. De hecho, hay personas que prefieren comer sentados en la barra antes que en una mesa, sin ir más lejos, las dos parejas que aquella noche ocuparon sus taburetes justamente detrás de nosotros y que, sin dudarlo, mostraron su predilección por esa ubicación.
Respecto a su decoración, se puede decir que el Restaurante Asiana Next Door es como una especie de continuación de su casa matriz, pero con bastantes matices. Es hijo de Asiana, pero muestra su propia personalidad. Destaca sobre todo ese toque de informalidad y desenfado del que lo han dotado, alejado de ese halo de exclusividad que envuelve a su progenitor. Pero, por supuesto, bebe de las corrientes asiáticas y da buena muestra de ellas, como por ejemplo, estos bonitos farolillos acompañados de una original escultura de madera.
El Restaurante Asiana Next Door se mueve entre lo rústico y lo minimalista, es como una especie de taberna japonesa, sólo que en pleno barrio de Chueca. Sus paredes blancas juegan con el ladrillo visto, acompañadas, eso sí, por rescatadas vigas de madera que dan fe de tan emblemática ubicación, y que al mismo tiempo, armonizan a la perfección con ese carácter cosmopolita que le proporciona su fantástica barra iluminada.
Pero lo informal no está reñido con ese buen rollito oriental que en Asiana Next Door se respira, todo lo contrario. Personalmente, allí me sentí… relajada no, ¡súper relajada! Parte de culpa es de su cálida iluminación: juego de luces indirectas acompañadas por lamparitas de pie en cada rincón, farolillos y, cómo no, velitas en todas las mesas, que le da ese puntito romántico al asunto cuando se trata de una cita amorosa. Si a todo eso le sumas una música ambiental muy en la línea del local pues… ¡Voilà! ¡Qué más se puede pedir!
Ahora bien, si hay algo que me llamó la atención en Asiana Next Door fue su clientela. Por alguna extraña razón, pensé que sería refugio de treintañeros ávidos de exóticos platos y la verdad es que estaba lleno de un público de lo más heterogéneo. Vamos, que me sorprendió muy gratamente el descubrir que un restaurante de estas características es del agrado tanto de jóvenes como de mayores. Sin duda, el circuito gastronómico madrileño se está completando con propuestas muy alejadas de nuestra cocina tradicional y además están convenciendo.
Al igual que en Asiana, todo aquello que ves lo puedes comprar, lo cual es una ventaja, sobre todo si como yo, perteneces al gremio de los caprichosos. ¡Cuántas veces me enamoro de una taza, de un platito o de una simple cucharilla! Oye, pues si en el Restaurante Asiana Next Door te ocurre… ¡Lo compras y listo! Por supuesto, no sólo puedes adquirir menaje del hogar, también puedes llevarte estos monísimos farolillos orientales o este delicado cuenco donde reposan plácidamente unas flores frescas -las flores me da a mí que no están a la venta-.
A continuación, os muestro el último de los comedores. Es el más especial de todos sin duda alguna, pues tiene acceso directo a la cocina mediante una gran ventana. Como ya os he comentado al principio, la cocina es la misma tanto para Asiana como para Next Door -salvando las distancias lógicas y las materias primas-, de modo que puedes echar un vistazo y ver cómo se montan los platos. Pero lo mejor, es que se puede vivir en directo esa tensión que se respira en cualquier cocina cuando los platos van saliendo, cuando se hacen las comandas… En fin, que la próxima vez pediré que me den una mesa allí porque la idea me parece súper atractiva.
Las elegantes mesas de madera están desvestidas, cosa que la verdad… no me gustó. Entiendo que se ha pretendido dar un carácter informal al restaurante donde su carta se puede interpretar más bien como una selección de tapeo exótico, también entiendo que las mesas son muy bonitas, pero aún con todo, preferiría que hubiera mantel. Lo que sí cabe destacar es su original vajilla de cerámica en tonos oscuros, donde cada plato se adapta a la vianda que presenta, tampoco desmerecen su cubertería -aunque aquí los palillos tienen un especial protagonismo- y su cristalería.
Considero que es el momento de meternos en faena, que hoy hay mucha y buena. Pero antes, vendría bien refrescarnos para aliviar estos calores estivales. La carta de vinos corre a cargo, como no podía ser de otro modo, de Hiroshi Kobayashi. En principio, no es una carta extensa, pues cuenta con 40 referencias, donde tienen un peso importante los blancos internacionales así como una apuesta muy sólida por los caldos biodinámicos. A ello hay que sumarle cinco cavas y seis champagnes -ambos, separados por gustos-. Pero si eso no te satisface, siempre puedes pedirle a Hiroshi la carta de Asiana, ésta sí muy completita, que para eso está en la Next Door.
Aún así, los habrá que no sean de vino, sin problema, porque completando la lista de líquidos elementos tenemos una selección de cervezas internacionales, siete tipos de Shochu -que ya os contaré lo que es-, nueve tipos de Sake y, por supuesto, un apartado especial para cócteles. Ni qué decir que dimos buena cuenta de ellos, ¡faltaría más! Comenzamos con este Lichie Punch. Está elaborado con ron blanco, ron añejo, tamarindo, galanga -un tipo de jengibre-, hojas de lima keffir y lichie. Sólo puedo decir una cosa, si vais… pedirlo, porque ¡está mortal!
Claro que, si el Lichie Punch estaba riquísimo… Qué os voy a contar del Pisco Sour, cóctel tradional del Perú, que ya es el buque insignia del Restaurante Asiana Next Door, o de la Caipiroska de fresas, lima y pimienta de sechuan -ambos mostrados por Rayo-. Elegir uno era complicado, sobre todo porque también entraba en la puja el cóctel que os muestro a continuación: un Mojito Asiático, la diferencia con el tradicional es que lleva Lemongrass, lo que lo hace menos dulzón y aporta una finura en boca muy particular, además éste también se completa con una pizquita de jengibre. En fin, que vayáis probando y quedaros con vuestro sabor, no hay otra manera. Por cierto, todos costaban a 9 € +IVA excepto el Pisco Sour que salía a 10 € +IVA.
La propuesta gastronómica de Jaime Renedo se basa en la fusión de distintas cocinas del sureste asiático, como pueden ser la balinesa, la nipona, la china, la tailandesa, la china o la coreana, pero siempre teniendo como telón de fondo la influencia peruana. Podríamos decir que fusiona lo ya fusionado. Nos presenta una carta nada habitual, pues sus apartados son tan sólo dos: Piqueos y Postres. Y es que el Restaurante Asiana Next Door, como ya os he comentado antes, es como una especie de taberna, muy exótica, eso sí, y como tal se nos muestra. Podemos encontrar Ensaladas, Ceviches, Tiraditos, Sopas, distintas degustaciones de Currys… Y, en general, una nutrida colección de platos donde el tapeo de fusión alcanza cotas muy altas. Pero claro, uno llega y ve todo allí escrito y, para qué engañarnos, no sabes ni por dónde empezar. A grandes males, grandes remedios: se pide el Menú Degustación y ¡listo! Ya sabéis que no soy partidaria de los menús, aunque debo reconocer que éste me convenció. Se sirve para un mínimo de dos personas y consta de 8 platillos y un postre a elegir por cada dos personas. Su precio, 35 € +IVA -sin bebida-. Optamos por él, pero además añadimos otros 3 platos por antojo personal, más que nada.
El Menú Degustación abre a modo de aperitivo con Kimuchi de vieira y Choritos al estilo Nam-Jim. La vieira estaba macerada en salsa Kimuchi -una salsa coreana- y dispuesta sobre media rodaja de lima, la cual tenías que exprimir en la boca, me gustó mucho. Respecto a los Choritos, no son otra cosa que mejillones acompañados por una salsa a modo de ceviche que primero se te hacían un poco dulzones y luego iban cobrando fuerza.
Continuamos con esta Ensalada Vietnamita de Pollo, Mango y hierbabuena con aderezo de cacahuete y lima. Sin duda, una ensalada bastante peculiar, pues se comía con los dedos… ya que eran unos rollitos fríos de pollo cocido al vapor mezclado con salsa de anacardos. El pollo también se acompañaba de brotes de espárragos, además de mango, hierbabuena y sésamo blanco y negro. Como aderezo, salsa de cacahuete y lima. Y, el resultado, unos deliciosos bocados muy refrescantes al tiempo que una pizquita de picantes.
A continuación, nos tomamos una copita de Shochu, en concreto éste era un Gankusuoh Kome Shochu -D.O. Kumamoto-Ken-. Hiroshi insistió en que lo probáramos, pues al ser una bebida seca armoniza mejor con la cocina peruana que el vino. Reconozco que me sorprendió, es como una especie de aguardiente, sólo que en lugar de usar el casco de la uva se utiliza para su elaboración el arroz fermentado, y tanto su sabor como su olor -me recuerda a la pera- son menos intensos. Se puede tomar por copas a 4,5 € +IVA y yo, sinceramente, lo recomiendo.
Me encantó el Tiradito de corvina con ají amarillo y rocoto. Era como una especie de ceviche, con el puntito de picante justo. Éste fue el tiradito que nos trajeron dentro del Menú Degustación, nosotros además nos pedimos el otro que venía en la carta.
Se trataba del Tiradito de bonito Nikkei con tamarindo y wasabi. El bonito se acompañaba además por soja, nabo, rocoto y crema de aguacate. Sin dudarlo, todo un acierto.
Pasamos a los calientes con el Spring Roll vietnamita de cerdo ibérico y langostinos. La cosa iba del siguiente modo, el rollito junto con el cilantro, la albahaca y la hierbabuena se envolvían en la hoja de lechuga y se mojaban en una salsa a base de fondo de pescado, ajo, lima y chile. Era un juego de equilibrio entre dulce-picante-ácido que a mí me gustó mucho, y además tenía la ventaja de que aunque lo comías con las manos, no te ensuciabas.
Continuamos con un Satay con coco lima-chilli. Se trata de un plato balinés donde el pollo se baña en salsa teriyaki y se cocina a la plancha, dando como resultado un bocado agridulce. Iba dispuesto sobre una espuma de leche de coco, lima y mermelada de chile. Puede parecer un plato excesivamente picante por el chile, pero lo cierto es que era una combinación ideal de sabores, pues según nos explicaron, a la guindilla fresca se le quitan las semillas precisamente para eliminar un picante excesivo. De nuevo, otro plato de los imprescindibles.
El Satay se acompañaba de esta Ensalada de papaya y pepino con pomelo chino y hierbabuena, que además añadía otros ingredientes como el tomate cherry, la cebolla y un aliño con buen aceite de oliva virgen. Una nota refrescante dentro de esta sección de calientes.
Como Cazuela del día nos trajeron esta Sopa Chifa Wanton, con caldo de ave chino y huacatay. Todo un espectáculo donde la albahaca tailandesa, el lemongrass y la galanga aportaban el picor justo a este rico caldo de ave en el que flotaban pequeñas empanadillas rellenas de gamba y setas.
Pero la sopa tenía truco, y pobre de aquél que no haga uso de él. Cada cucharada se debe mantener en la boca un ratito y, luego, tragar de golpe. Hecho así, una sopa deliciosa, tomada de manera impulsiva… Os aconsejo tener la botella de agua llena para intentar aliviar el picor y si no, que se lo digan a uno que yo me sé. A continuación, nos trajeron un plato de Presa ibérica -mostrado por Rayo- del que os aconsejo encarecidamente que lo pidáis, aunque está fuera del menú degustación, porque sin duda cada bocado es una explosión de sabores. Otro imprescindible.
Con el paladar entrenado llegaron a la mesa el Curry rojo thailandés con carrillera ibérica seguido de un Arroz de jazmín -éste último fuera del menú degustación-. Con este se finalizaba la “gama cromática” de picores. Dicho así, puede parecer que aquello picaba muchísimo, pero no, digamos que se trataba de diferentes picores, todos ellos empleados de manera muy sutil. De las carrilleras, debo decir que estaban muy tiernas y que junto a ellas iban también berenjena cocinada al estilo asiático y varios tipos de hierbas aromáticas.
Los platos calientes los regamos con un tinto toledano de las Bodegas Jiménez Landi etiquetado como “Sotorrondero”, D.O Méntrida. Este vino fue el único que no terminó de convencerme en nuestra cena con maridaje en Asiana de modo que, era bastante reticente a pedirlo, pero debo confesar que la añada del 2007 se portó de maravilla y colmó mis expectativas.
Al llegar a este punto, Hiroshi insistió en que debíamos tomar una copita de Umeshu, fuera del menú degustación y a un precio de 3 € +IVA. Se trata de un licor de ciruela con un sabor agridulce que resultaba tremendamente refrescante y, desde luego, perfecto para acompañar los postres.
Hablando de postres, yo los esperaba como agua de mayo porque sabía que no me iban a defraudar. El menú degustación incluye un postre por cada dos personas, a elegir entre cuatro posibles. Éramos cuatro, así que pedimos dos. El primero fue Sharoni -trozos de mango- salteados con sorbete de manzana ácida y espuma mascarpone con wasabi. En una palabra: delicioso.
Aunque no se quedaba atrás esta Esponja de té verde con sorbete de mandarina praliné de sésamo negro y chocolate. Mezcla de sabores diferentes que no mezclas imposibles. En resumen, unos postres llenos de una finura y delicadeza poco habituales.
¡Menuda cena! ¡Cuánto disfruté! La verdad es que me daba pena marcharme de allí, así que, alargamos la sobremesa todo lo que pudimos acompañados, eso sí, de tres tés -verde, rojo y de menta y chocolate- y mi café con leche -todos a 2,50 € +IVA-. Cuando la cruda realidad hizo acto de presencia… con gran pesar nos marchamos, no sin antes realizar mi obligada incursión al aseo, que está muy mono y merece una visita.
Podría acabar con un: “Así fue y así os lo he contado”, pero creo conveniente hacer un repasito general para procurar no dejarme nada en el tintero. Por un lado, me gustaría resaltar el servicio, íntegramente femenino y capitaneado por Hiroshi. Es voluntarioso, rápido y con ganas de agradar. Explican todos los platos, e incluso te los detallan si deseas tener más información. Por otro, el restaurante en sí, donde bajo mi punto de vista, han conseguido crear un espacio lleno de vida, pero bajo un ambiente relajado e íntimo. Para terminar, su cocina, repleta de bocados exóticos llenos de sabor y al mismo tiempo ligeros. Platos donde hay una presencia constante de picantes, nada extremos y aptos para cualquier paladar, seguidos de las refrescantes hierbas aromáticas y los cítricos.
En definitiva, una propuesta gastronómica fresca, original y divertida que convierten al Restaurante Asiana Next Door en una de la citas obligadas del circuito culinario madrileño. Creo que no hace falta decir que yo volveré sin dudarlo, ahora bien, si alguno decide comer o cenar, os recomiendo no acudir sin reserva. Un martes noche del mes de Julio -nuestra cena-, estaba lleno hasta la bandera… ¡Por algo será!
Cucharete: ¡Quién le iba a decir a mi equipo cucharetero que en la “next door” del galardonado Asiana encontrarían un año más tarde al mismísimo Asiana Next Door! Un nuevo e interesante gastrobar que nace en Chueca y que les ha permitido disfrutar de una sabrosísima cocina asiática influenciada por aires peruanos con el toque de autor que con maestría procura la mano de Jaime Renedo. ¡Han disfrutado muchísimo de su velada, no hay más que leer el reportaje! ¿Alguien es capaz de hacerlo sin que el paladar entre en trance? Mi equipo cenó por 48 €/persona, cuatro personas con 4 menús degustación, 2 platos más de la carta, 1 botella de agua, 3 tés y 1 café. A lo que habría que añadir 4 cócteles -39,60 €-, 8 shochu -38,50 €- y una botella de vino -24,60 €- (Como véis, nosotros probamos todo tipo de bebidas -no sólo una botella de vino-, lo que incrementa la factura final. Pero… ¡merece la pena!).
Su cálido y minimalista comedor, con parte de su decoración a la venta. La agradable iluminación que recorre el espacio. La separación entre mesas. El amable trato del servicio en todo momento. Su interesante propuesta gastronómica asiática con influencia peruana. Su oferta de cócteles y shochu, así como de bebidas exclusivas. Su relación calidad/precio.
Detalles tan nimios que no merece la pena ni mencionarlos.
4,9
10 comentarios a “Asiana Next Door”
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¡Hola a tod@s!, ayer noche fuí a cenar con unos amig@s a este restaurante. Lo eleguí precisamente por esta crítica. Yo no conocía esta página güeb pero al buscar restarurantes en Madrid la encontré y me pareció interesante y sobre todo que se mantenía actual y permitía los comentarios, aunque fuesen críticos. Total que decidí fiarme. Y he terminado contento. La cena fue muy buena, como queríamos probar un poco lo que había la mesera (prefiero esto a maitre), creo que era algo más que sólo camarera, nos hizo una selección de platos según nuestros gustos y lo cierto es que todo estaba muy bueno. Incluso yo me animé a probar el pescado crudo (uno de atún y otro de cebiche) a pesar de que soy incapaz de comer esto y lo cierto es que estaba bueno. A mis amig@s que les gusta estas variadades les encantó. Tambien, desde luego, nos pusieron platos con carne: unas verduras con ternera estupendas y con una carne magnífica y una especie de guiso con carrillada, tambien muy bueno (perdón por no recordar los nombres de los platos) Además en los platos un tanto “raros” para los que no estamos acostumbrados a este tipo de cocina, el cocinero los explicaba e indicaba como comerlos, por ejemplo en el caso de dos clases de rollitos, uno con pollo y otro envuelto en lechuga. De postres pedimos una sopa fria con helado, que bueno a los que la pidieron les resulto regular, más porque creo esperaban otra cosa que no lo que claramente era y se indicaba: sobre todo caldo frio, pero yo lo probe y estaba bueno. Un servidor pidió el suflé de chocolate y ¡premio!, tenía que haber pedido dos o tres más. Magnífico, me relamo solo de recordarlo.
Con respecto a las bebidas pedimos antes de cenar un cockteil de pisco y desde luego fué estupendo y después cenamos con el vino que se recomienda en la crítica y efectivamente un acierto.
El servicio fue magnífico en todo momento. El precio final para los 5 con todo fué de algo menos de 200 euros, es decir a 40 euros por persona. Personalmente creo que una muy buena relación precio/calidad.
Por cierto que estaba completo el restaurante.
Desde luego lo recomiendo sinceramente.
Buena suerte a tod@s.
Tragaldabas
Excelente Post, me parece estar sentado degustando las comidas presentadas…
madre mia!! esto mas que un articulo es todo un ensayo, mis felicitaciones
Interesante, ameno y muy completo sobre la gastronomia en madrid. Se lo recomendare a mi hermano y hermanas que viven alli y son de buen paladar.
Saludos
Un post completísimo, un trabajo excelente. Siempre me ha atraído la comida asiática, tengo ganas de probar este restaurante donde la mezclan con peruana.
Excelente! me alegro que un compatriota este haciendo un buen trabajo por esos lares :). Y gracias x mencionarlo por acá.
Éxitos Cucharete
Pues vengo de cenar ahí y puedo asegurar que lo que decís es cierto.
Hemos pedido choritos (mmmmmm), curry de pavo (rico, rico, pero… cómo pica!!!), arroz con chocos y ceviche. Lo más flojillo el ceviche, pero estaba bueno, aunque era muy poca cantidad.
Para beber, nos hemos tirado toda la noche con piscos, los preparan deliciosos, muy, muy ricos…
El postre, el de chocolate, joer, qué cosa más buena, aunque se queda un poco corto para compartir
El precio correcto, muy buen servicio, la decoración un 10, la separación entre mesas muy buena…
Definitivamente, para volver unas cuantas veces.
Por cierto, llamad para reservar, que un miércoles y estaba prácticamente lleno.
Buenas!
El sábado comimos allí, pillamos mesa a última hora, se ve que lleno a tope está para cenar.
Éramos una pareja y nos sentaron junto a la puerta pero le pedí al camarero cambiar de sitio y muy amablemente nos pasó para el fondo.
La comida estuvo muy bien (6 platos para 2), de aperitivo pedimos pisco sour y muy bueno (aunque a 10euros el cóctel ya podía…) y después pedimos sake.
Tienen muchos sakes el problema es que no tienen ni idea. Nos dieron a probar uno gratis para ver si nos gustaba, les pedimos uno que supiera menos a alcohol y el camarero nos dijo que “lo intentaría” porque no entendía bien lo que ponía en las botellas… en fin… menos mal que acertó.
Los dos camareros que nos antendieron estuvieron bien, nos explicaron los platos, nos aconsejaron bien sobre la cantidad a pedir. Pero la familia que había al lado estaban muertos de risa con el camarero que les tocó porque no era capaz de responder a ninguna pregunta de las que le hacían.
No tienen carta de vinos y no fue capaz de explicarles cuáles tenía.. y así todo.
La pena, el postre, que el de frutos rojos y chocolate se había terminado y los demás son demasiada mezcla y no apetecían.
Al final fueron 90euros y la comida nos gustó muchísimo.
Toda la razón, muy bueno el NeXT door. Menú degustación y cocteles a cascoporro. Trato exquisito y ambiente agradable. Nuestros familiares madrileños encantados y dispuestos a llevar a sus amiguines. Gracias por el consejo.
Servicio muy, muy deficiente. Estuve ayer comiendo, día de fiesta en Madrid. Lo peor no es que no hubiera apenas genero (tuvieron muchas cenas la tarde anterior, según me dijeron a la hora de pagar) y que la mitad de los platos de la carta no estuvieran disponibles si no que una vez que a mí me habían servido mi segundo plato, al ver que tardaba el segundo de mi acompañante, al preguntar, se nos dijo que es que ya no quedaba, con lo que tuvimos que cambiar 20 minutos después de haber realizado el pedido. Ni una palabra de disculpa ni una explicación. Así que me tuve que comer mi plato mientras mi acompañante esperaba y después a la inversa. Esto es lo que hay en los restaurantes de moda. Mal servicio. Si lo quieres bien, si no, no vuelvas. No te necesitan. Ojo, no todos en el local nos trataron así. Uno de los camareros nos atendió perfectamente, es decir, normal, no exigimos nada especial, sólo que no nos traten como si fuéramos tontos. También es de recibo decir que la señorita que nos cobro, cuando nos quejamos (amablemente) nos dio alguna explicación (fue quien nos comento lo de la falta de género) y nos dijo que se lo comentaría al dueño. No podré ver si han puesto alguna medida porque lamentablemente no creo que vuelva. Tampoco creo que les importe mucho.