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Clavel, 5
Madrid (Centro)
Gran Vía (Línea 1)
91 523 03 14
30 - 40
El Restaurante Kai Japanese es un nuevo restaurante japonés que acaba de abrir sus puertas en Madrid hace menos de dos meses. Un moderno espacio en el que predominan los tonos rojos que brotan de sus pilares acompañando magistralmente a unos vinilos retroiluminados que muestran imágenes tremendamente sugerentes. Sus comedores a diferentes alturas -fumadores y no fumadores- dan cabida a 20 y 40 comensales respectaviamente. Ofrece un menú del día basado en un atractivo bento que cambia a diario a 15,95 €, así como de una extensa carta que combina los platos tradicionales de la gastronomía japonesa con otros de sello propio. Su horario de apertura es de 13:30h a 16:30h y de 20:00h a 23:30h (hasta las 00:00h Viernes y Sábados). No cierra ningún día de la semana.
4,0
Rayo: Lectores “japos” y “japas” -qué raro suena eso, madre mía, pero que chic queda…-, hoy os presentamos en Cucharete un nuevo espacio japonés que nace en el barrio de Chueca. ¡Ni dos meses lleva abierto el local! Así que os animo a ir a probarlo cuanto antes, pues… como todos sabéis… ¡Los restaurantes que acaban de abrir sus puertas cuidan al cliente y sus productos al máximo! ¡Hay que ganarse a la clientela en estos tiempos de crisis! De ahí que 2010 sea el año perfecto para visitar el que pronto será conocido como el restaurante japonés de las columnas rojas de Madrid. Como dice mi pareja… “¿Qué?… ¿Qué no?”
El Restaurante Kai Japanese domina la calle Clavel con su espectacular cristalera, desde la que deja ver parte de su atractivo interior. ¡No hay ninguna duda! ¡El Kai despierta la atención del viandante! Desprende aromas a nuevo, bonito, moderno y… sobre todo… tiene algo que le encanta al público de la zona… ¡Cocina japonesa!
Al traspasar su puerta de entrada, unos altos bambúes marcan el camino hacia un comedor de lo más sugerente. ¡Qué a gusto se está en el Kai Japanese!
Enfrente mismo, tenemos su barra de sushi a nuestra disposición, desde ella podemos observar al sushiman montando todo tipo de platos y rolls, o incluso sentarnos en sus sillas altas para elegir a la carta lo que más nos apetezca, sin perder en ningún momento la vista sobre sus materias primas y el modo en que son manipuladas, sin duda alguna, derrochando técnica y control a raudales… Y es que Manuel Camacho -su Chef- lleva más de 20 años analizando y estudiando la cultura gastronómica japonesa y se ha forjado en los mejores restaurantes orientales. ¡Todo un maestro barcelonés/japonés a día de hoy! ¡Un verdadero crack!
Únicamente con la carta de presentación del párrafo anterior, sabiendo quién está detrás de la cocina y del espectacular yanagiba -o yanagi- (el cuchillazo del sushiman), las ganas de probarlo corren por nuestras venas… ¿A vosotros no os pasa? Claro que… si analizamos el puntito picante del local -y no me refiero ahora a su gastronomía cuidadosamente especiada, sino a la seductora fotografía de gran tamaño iluminada que preside su comedor principal- esa fuerza que nos arrastra al mundo japonés del Kai, adquiere protagonismo, y nos atrapa como si de un hechicero tsunami se tratase. ¡Os aseguro que ninguno de los comensales que ese día estaban en el Kai Japanese miraron menos de 50 veces detenidamente la imagen! ¡Y juraría que me quedo corto!
La remodelación del espacio -respecto a otros restaurantes que ocuparon la misma localización- por parte de Mónica Cordavias es de lo más llamativa y acertada. ¡El cambio es radical! No me extraña que los viandantes giren la cabeza atraídos por la iluminación roja que domina el interior. La madera, tanto en el piso como en sus mesas, ofrece al entorno un empaque de calidad, que acompañado de unas atractivas sillas blancas custodiadas por lámparas de luciérnaga -como yo las denomino personalmente, tendré que registrarlo…- consiguen mantener al comensal relajado en todo momento, a pesar de que los intrépidos rojos sean los pilares -nunca mejor dicho- del Kai Japanese.
La lámpara de la entrada nos invita a observarla y disfrutarla desde que entramos en el Kai, a ver quién es capaz de contar todas las luciérnagas blancas que escapan en todas direcciones de una explosión en su eje central, dejando tras de sí su sinuosa trayectoria de acero. ¡Me encanta esa lámpara! Te incita a buscar una definición de lo más creativa…
Las mesas del Restaurante Kai Japanese están suficientemente separadas -al menos de momento- y sus 40 comensales pueden disfrutar de su visita gastronómica con cierta intimidad. La imagen que os muestro a continuación, nos hace ver que no es necesaria una mesa esquinada para que nuestra degustación de cocina japonesa resulte de lo más romántica. ¿Nos sentamos?
Palillos, servilletas de tela en blanco, caminos en negro… ¡Todo nuevo! ¡Cómo no! ¡Os recuerdo que el Kai Japanese es nuevo! ¡Un nuevo restaurante en el centro de Madrid! Todo encaja a la perfección… La chispa de color corre a cargo del rojo pasión de sus vasos de cristal, en plena armonía con sus poderosas columnas rojas retroiluminadas.
Cualquier rincón del Kai Japanese resulta de lo más recomendable para que un grupo de 4, de 6, de 8 o de incluso más personas puedan disfrutar cómodamente de sus raciones, y es que las mesas modulables de dos tienen eso a su favor. El servicio es muy atento, y consigue en todo momento contentar al comensal. ¡Esperemos que esa actitud dure mucho tiempo!
Por la noche, su amplia cristalera convierte al espacio en un lugar todavía más acogedor si cabe, pues el reflejo -a modo de espejo- de sus impresiones de luz se multiplican en todas direcciones. Su provocativa geisha vestida de rojo nos seduce desde todos los ángulos… quedando presente en nuestro recuerdo incluso cuando abandonamos el local.
El Restaurante Kai Japanese es atractivo se mire por donde se mire, incluso desde la zona más estrecha de la barra -como os muestro en la fotografía inferior- la vista es de lo más sugerente. Unas lámparas que parecen cubiertas por una arena en la que jugando con los dedos hemos dibujado unas líneas que simulan el relax de un día tranquilo, iluminan perfectamente la barra sobre la que podemos comer y cenar desde un puesto más elevado. ¡La decisión es vuestra!
¡No tengo ni pajolera idea de japonés! Así que os pongo unas cuantas imágenes que inmortalicé allí mismo, pues aunque es un idioma complicado… ¡lo hablan más de 127 millones de personas! ¿Habrá algún cucharetero o cucharetera que pueda desvelarnos qué dicen estos símbolos? ¡Ahí quedan por si acaso! ¡Ya tenéis deberes! ¡Kanji time!
El Kai Japanese presume de barra en todo momento, otorgándole protagonismo y centralizando las miradas de los que analizan sus materias primas detenidamente, de ahí que haya sido flanqueada por dos enormes paneles cúbicos rojos: ¡los corazones del Kai!, que bombean una luminosa “sangre roja” en todas direcciones, creando una atmósfera de lo más romántica -a la vez que sorprendente-.
Tilapia, salmón, atún… ¿Qué os apetece? ¡El sushiman está para cumplir vuestros deseos! ¡Frotad la lámpara! Y la verdad es que tiene todo muy buena pinta… De sabor… ¡muy bien también! Pero ya entraremos en detalle a lo largo del reportaje cucharetero… ¡No queda ni na’!
En primer plano os muestro más ingredientes que recorren el interior de la barra acristalada, podemos ver unos finos cortes de pulpo, unos langostinos pelados, unos calamares y unas almejas japonesas con la lengua bien morada. ¡Eso es lo que os vais a comer de mil formas distintas! ¡Aquí empieza el disfrute del Kai Japanese!
Los diferentes rincones del Restaurante Kai Japanese son perfectos para disfrutar de la compañía. Altísimas y modernas “velas” serigrafiadas con Kai, rellenan las esquinas con un toque de luz cálido que está presente durante toda la degustación. ¡Da igual dónde te sientes! ¡Estás muy a gusto!
Pero todavía hay más… ¡El escondite secreto del Restaurante Kai Japanese! Un sótano al que se accede por unas escaleras de madera marcada con una guía de puntos azules de luz, que nos ofrece un nuevo espacio en el que 20 comensales más puedan disfrutar de la cocina japonesa del Kai Japanese.
Una réplica de menor tamaño de la lámpara que nos da la bienvenida, ilumina un enorme espejo que año tras año reflejará la clientela del Kai. Quedaremos atrapados en su historia, sin duda, una historia que comienza con un texto impreso sobre la pared: “Al estilo japonés…” y que termina con un mensaje cautivador… “Ardo, y me quemo en el deseo”. ¡Leedlo entero! ¡Merece la pena!
El comedor inferior es presidido por una fotografía de lo más pasional, unos labios femeninos pintados con un exquisito y tentador corazón rojo. Sin duda alguna, en la línea de su espacio a pie de calle presentado anteriormente. Podríamos decir que el Restaurante Kai Japanese, seduce desde sus muros a todos y cada uno de sus clientes, conquistándolos con la tenue luz que desprenden sus sugerentes imágenes.
Los tonos rojos que conforman esa personalidad propia del Kai Japanese, vuelven a estar presentes en sus pilares inferiores, con lo que, aunque nos encontremos en el comedor del sótano, disfrutaremos de igual modo de su encanto.
¡Vamos con lo más importante! ¡Vamos a analizar nuestra experiencia “japocucharetera” en el Kai! Para ello nos juntamos esta vez 6 personas, los 3 cucharetes… acompañados de Luz, Vanesa y Roberto -unos habituales a los que ya todos conocéis-
Mientras observábamos las cartas y nos disponíamos a ordenar nuestra cena -como os muestra Ninillas en una imagen de su sección- observamos que en el Kai Japanese cuidan mucho los pequeños detalles: todo está perfectamente ordenado y alineado, los platos se intercambian entre rojos y blancos en los espacios contiguos, retiran las copas si no se opta por pedir vino, y un largo etcétera…
También nos llamó la atención que durante el mediodía, se puede optar por un bento que cambia a diario. Para todos aquellos que os suene a chino -perdón, a japonés-, el bento da nombre a una tradición japonesa, y no es otra cosa que una bandeja de comida preparada, que en el Restaurante Kai Japanese presentan en una llamativa cajita de madera. Una opción muy colorida, variada y equilibrada, pues lleva un poco de todo. El bento es lo que tiene, ¡gusta a todo el mundo! En el Kai lo tienen a 15,95 € a mediodía ¡y lo cambian todos los días! ¡Perfecto para los que repiten la japoexperiencia!
Os daréis cuenta de que los palillos de Kai destacan, no porque sean de una madera exclusiva o porque estén firmados por un diseñador de prestigio, ¡sino porque vienen con instrucciones! De ese modo, vuestros amigos más reticentes a este tipo de “cubierto”, podrán “doctorarse” sin problemas.
Resumo rápidamente cómo usar los palillos según las instrucciones del Kai Japanese:
1 • Poner un palillo entre la palma y la base del pulgar usando el dedo anular (el tercero) para sujetar la parte inferior del palillo. Con el pulgar, empujar el palillo hacia abajo mientras el dedo anular lo sujeta hacia arriba. El palillo debe quedar inmóvil y muy estable.
2 • Usar las puntas de los dedos pulgar, índice y corazón para sujetar el otro palillo como un lápiz. Las puntas de los dos palillos deben quedar alineadas.
3 • Girar el palillo superior arriba y abajo hacia el palillo fijo inferior. Con este movimiento puede cogerse comida de tamaño sorprendente.
4 • Con suficiente práctica los dos palillos actúan como un par de pinzas.
El aperitivo llegó volando a la mesa, una muestra de sus riquísimas Setas Shitake marinadas con soja, mirín y hondashi, sin olvidar sus decorativas semillitas de sésamo por encima. ¡Qué buenas estaban! ¡Madre mía! ¡La cena prometía! Imaginamos que cada día pondrán un aperitivo diferente. ¡A ver con qué os sorprenden a vosotros!
Antes de solicitar un vino que refrescase nuestra cena, empezamos el turno de bebidas con unas cervezas japonesas, tienen la Asahi y la Kirin -como os enseña Ninillas-, así que pedimos tres de cada. También tenían Estrella Galicia, aunque la considerábamos una apuesta más arriesgada para maridarla con lo que se avecinaba.
Y aquí comienza la verdadera experiencia “japocucharetera kaiana”… compartiendo como primer entrante un riquísimo Agedashi Tofu, un buen trozo de queso de soja -alimento tradicional oriental- rebozado, acompañado de cebolleta y tendashi, con las características lascas de pescado seco que tanto llaman la atención a los “japoprincipantes”… ¡Porque se mueven! ¡Parece que están vivas!
FlashBack os muestra el Ebi No Kimuchi, unos langostinos salteados, con cebolleta y salsa kimuchi -típico aderezo coreano con un sabor dulzón que suele gustar mucho a la gente occidental por el ligero toque picante que tiene-. Un plato de lo más recomendable.
Muy rica también la Ensalada Asari No Salada, que ofrecía buenas porciones de atún y salmón entre abundante lechuga variada. También llevaba edamame, una especie de judías típicas de Japón. Resaltaba la vinagreta con la que el Chef había rociado la ración, imagino que de receta propia, pues no era la habitual.
Luz posa con la Ensalada Wafu Salada, que a pesar de ser la más económica de la carta no está nada mal. Unos brotes de lechuga, germinados, aguacate, cebolla y, por supuesto, ¡langostinos rebozados! -pero no en pan rallado, sino en “panco”, una textura de lo más sugerente para nuestros paladares (una especie de pan japonés con leche en su composición)-
Nos sorprendió a todos el Tartar Maguro -o tartar de atún-, que encontramos dentro de la sección de Sashimis de la carta. Venía aderezado con unas semillas de sésamo y bañado en una riquísima salsa nori. Lo bautizamos allí mismo como el “tartar navideño”, ya que la alga nori cortada a modo de espumillón resultaba de lo más saleroso. Un plato muy divertido que disfrutamos los seis. ¡No os lo perdáis!
Al lado de mi Kirin Beer -qué rica y suave que estaba- tenéis los Futomaki –que nos recomendaron como sugerencia fuera de carta- ¡Riquísimos! Además venían fritos… ¡No los había probado así nunca! ¡Geniales! Llevaban trigueros, aguacate, salmón, queso y una especie de mayonesa japonesa. Os aseguro que son perfectos para disfrutar de la ración y no dejar ni uno solo en el plato.
Por la mitad del cuchareteo, dimos el salto al vino y, la verdad, es que encontramos referencias muy apetecibles en su carta. No habrá más de 35 referencias, pero están todas bien seleccionadas -para todos los gustos-. Nosotros lo sometimos a votación popular y salió airoso un vino blanco francés de Alsacia: Schoffit Riesling Lieu-Dit Harth 2007. ¡Riquísimo! Un vino limpio y equilibrado que me encantó. Os lo recomiendo a todos, si no lo conocéis… ¡es el momento de olvidarse de riojas y riberas y de probar cosas nuevas! ¡Merece la pena!
Cuando llegó a la mesa el Moriawase -unos sabrosos langostinos y verduritas de la sección de tempura- descubrimos que estaban realmente apetecibles -se nota que hay un gallego detrás de la gerencia del Kai Japanese, y que vigila la calidad de estos crustáceos (aunque no provengan de las Rías Gallegas, claro está)-. La tempura es de las mejores que he probado, pues se encontraba en su punto justo. Y mojadita en la salsa de tendashi -similar a la soja, aunque más dulce-… ¡Un manjar! Todas las verduritas estaban sabrosísimas, los espárragos trigueros, los pimientos amarillos y los calabacines.
Y por supuesto… ¡Pedimos los Dim-Sum! Esas empanadillas variadas que ganan enteros mojaditas en su salsa de mostaza -¡buenísima que estaba, por cierto!-. Quizás un plato menos sorprendente -o eso, o es que ya he probado muchos- pero de igual modo recomendable. ¿Quién no quiere tener la vistosa cestita de Dim-Sums en su mesa? Venían 3 de cada (cerdo, ternera y marisco).
Aquí me tenéis con los Yaki Soba, unos fideos salteados con ternera y verduritas. Los podéis encontrar en la sección Yakimono. El toque ligeramente picante que desprendían los trocitos de ternera ponía el broche al plato. ¡Muy ricos! Y en una ración de lo más generosa. ¡Apuntadlo!
De los platos que nos ofrecieron fuera de carta, nos decantamos también por unos Uramakis -pintaban bien-, en concreto un Dinamita Roll. Nos avisaron de que llevan mucha salsa y que por eso no se mojan en soja. El aguacate combinaba perfectamente con el marisco picado, el alga nori con el arroz, y el sésamo negro le daba un toque elegante. La salsa corría a cargo de una mezcla de mayonesa japonesa y kimuchi y, como colofón final, ¡huevas de salmón! No estaban ricos… ¡Estaban increíbles! ¡Flipantes! Si queréis os lo repito de nuevo… ¡Flipantes! Para que os quede claro… Pobres de vosotros como se os olvide pedir este plato en el Restaurante Kai Japanese… ¡No tendríais perdón de Dios!
Vanesa os enseña una enorme bandeja de Moriawase Mix, que consta de 5 nigiris, 6 hoso makis y 4 futomakis que encontramos en la sección de sushi combinado del Kai Japanese. ¡Si llegamos a saber que era tan grande no la hubiésemos pedido! Porque estábamos literalmente desabrochando el cinturón… ¡Menuda cena japonesa que llevábamos!
Los 5 nigiris eran de atún, salmón, hamashi, calamar y langostino. Los 6 hoso makis eran 3 de atún y 3 de salmón, y los 4 futomakis de salmón y mango. ¡Muy ricos todos mojaditos en soja!
¡Teníamos que probar los postres del Kai Japanese! Sobre todo porque nos enteramos de que los helados vienen directos de las famosas Heladerías Nurielle de Madrid, y si en verano los disfrutamos como nunca… ¡Ahora no tiene porque ser menos! Así que empezamos por disfrutar de un Helado de Chocolate con Sake -¡Mola el nombre! ¿Eh?-, que estaba de auténtico vicio… ¡Combinaban perfectamente los dos sabores! ¡Probadlo! ¡Sake y chocolate!
Vanesa os enseña el Panko de Bananas con Helado de Vainilla -y Ninillas en primer plano-. Tampoco quedó nada sobre el llamativo cuenco sobre el que venía presentado -a pesar de que ya teníamos que empujar la comida con el dedo, como decimos en mi tierra cuando no se puede comer más-
Las Milhojas de Cardamomo con Crema de Sésamo estaban de muerte, aunque -siendo la sobremesa más exclusiva de la carta del Kai Japanese- considero que no está justificado su precio -9 €-, es excesivo para el restaurante que nos ocupa. Cierto es… que es un postre casero -al igual que el resto de la carta- y que su textura es sorprendente -no pongo en duda que me encantó-, pero si estamos ante un postre del que no se puede reducir su coste de producción, quizás no sea un postre que encaje en este local.
Luz sonríe con el Espumante de Frutos Rojos con Yogurt. ¡Riquísimo también! Muy ligero, por lo que se nos hizo muy llevadero.
La casa nos invitó a unos curiosos chupitos de umeshu -un licor de ciruela muy seductor- ¡Delicioso! Por supuesto, según gustos… que de estas cosas… ¡ya se sabe! Los vasitos resultaron muy originales, tanto como las uñas perfectas de Luz. ¡Cómo aprovecha para lucirlas!
Nos encontrábamos tan a gusto en el Kai Japanese, que -por unanimidad- decidimos tomar allí mismo unos cafés -el de Ninillas, por supuesto- y unos tés como broche final de una más que interesante cena japonesa cucharetera. Los tés eran de Revolution, cuya presentación en su elegante cajita de madera siempre lleva asociado un concienzudo periodo de reflexión -para decidirse por uno de sus múltiples sabores-. ¡White Pear Tea for me, please!
¿Y sabéis que escuchamos por allí? ¡Ahora sí que vais a flipar de lo lindo! El Restaurante Kai Japanese quiere ofrecer clases de sushi gratuitas a todos aquellos que coman o cenen a la carta disfrutando de su cocina. ¡Así que nos apuntaremos! ¡Menuda noticia! ¿Nos veremos allí? ¿Os conoceremos? ¡Apuntaos con nosotros!
El Restaurante Kai Japanese es un local de lo más chic a día de hoy en Madrid, pues podemos encontrarnos con algún que otro prota de series de tirón mediático entre sus mesas, por ejemplo, de “Sin tetas no hay paraíso”. Compañeros nuestros han coincidido con Amaya Salamanca y también con Manolo Cardona -el nuevo Duque-. Otros nos han informado que cenaron al lado mismo de Natalia Verbeke y su novio, el torero Miguel Abellán… ¡Incluso han visto a Josemi Rodríguez-Sieiro comiendo japonés! Vamos… que pasarse por el Restaurante Kai Japanese puede demorarnos más de una “famosorpresa”.
¿Está de moda? ¡Pues aprovechémoslo!
Ninillas: Hacía mucho tiempo que no le dábamos al “japo”, pero que mucho, mucho. Lo cierto es que ni me lo había planteado, sencillamente no nos habíamos dejado caer por ninguno. Eso sí, cuando un conocido me habló del restaurante que hoy os vamos a enseñar… Qué queréis que os diga, me entró el mono. Se llama Restaurante Kai que, por lo que nos dijeron, hace referencia a una especie de almeja, berberecho… Está situado en el Barrio de Chueca, ocupando el esquinazo de la calle del Clavel con la calle de la Reina. Vamos, que es un restaurante de lo más céntrico. Y no sólo eso, también está recién salidito del horno, como a nosotros nos gustan, pues apenas lleva abierto dos meses. Con estos ingredientes, la visita era obligada… y ahora os la pienso relatar con todo lujo de detalles. ¿Me acompañáis?
Desde la calle, el Restaurante Kai ya te invita a pasar. Sus enormes e impolutas cristaleras son, sin duda alguna, su mayor reclamo. Dejan ver lo justo para querer entrar y, al tiempo, preservan al comensal de la tan ansiada intimidad que de otra forma se vería amenazada. Luz a raudales de día, privacidad y complicidad de noche.
Nada más cruzar su puerta, la percepción del local es ésta, tal cual. Y, por supuesto, ¿qué es lo más llama la atención? Sí, exactamente, el vinilo retroiluminado, ¡pero qué vinilo!
Es inevitable no fijarse en esa bella japonesa de mirada penetrante y labios carnosos. Pero sobre todo, en ese cuerpo que, aún vestido, se muestra insinuante y erótico. Todo eso y más es lo que podría decirse del vinilo. Mi abuela, que en paz descanse, habría sido un poquito más concisa y sencillamente habría dicho: “¡Ninillas! ¡Que la china lo que está es espatarrada en la foto!”. La mujer estaba por encima de nacionalidades.
El Restaurante Kai consta de dos salas. Una a pie de calle para no fumadores, que es en la que estamos en estos momentos, con una capacidad para 40 comensales y una en el subsuelo para fumadores que dispone de 20 cubiertos.
Uno de los principales atractivos de esta primera planta es su barra de sushi, flanqueada por estas llamativas columnas rojas en las que hay serigrafiadas distintas palabras japonesas.
El interiorismo ha corrido a cargo de la diseñadora Mónica Cordavias, quien, todo hay que decirlo, lo ha hecho con mucho gusto y elegancia. Se podría decir que es un restaurante japonés con clase. No hay más que mirar al techo, todo forrado de madera oscura haciendo juego con las columnas y distintas celosías que recorren el local. El juego con la madera se apoya en el blanco inmaculado y en el rojo de sus paredes, lo que da al espacio una sensación de calidez y sosiego.
Su iluminación viene determinada por el gran vinilo y las originales lámparas que cuelgan tanto a su entrada como sobre la barra de sushi. En líneas generales, como ya he dicho antes, todo va en consonancia, y lo que sobresale… lo hace con mucho gusto.
Pero para mí, un restaurante japonés no es japonés sino ofrece una barra de sushi en condiciones y el Restaurante Kai la tiene… Ya lo creo que la tiene, y justamente en todo el centro del local, para que no se le pase a nadie. Por supuesto, también se puede cenar en ella mientras se disfruta de la elaboración en vivo de los distintos bocados que a continuación comerás.
Además, aquí el producto está a la vista del comensal. Para mí representa una señal de calidad. Ves lo que a continuación vas a comer. No es un salmón que sacan de la parte de debajo, no señor. Es ese salmón que está expuesto el que cogen y laminan para hacer el maki, futomaki o lo que en ese momento tengas por antojo. Esto que parece tan evidente, no es así en todos los japoneses, te tienes que ir a los de “cierta factura” para que así suceda. Pero en el Kai podríamos decir que por menos te dan más.
Y así… como si de un mercado gourmet se tratase, podemos ver expuestos el pulpo, los calamares, los langostinos, las almejas japonesas o las vieiras.
Todo perfectamente colocadito, ofreciendo a aquellos amantes del sushi un espectáculo lleno color, como el que pondrán en nuestros bocados esta trufa, estas huevas de pez volador o las de salmón y este erizo.
Si lo tuyo no es el taburete, que aunque tiene pinta de ser cómodo no deja de ser un taburete… Ya sabes, para eso están las sillas, por cierto, muy elegantes en madera y cuero blanco. O bien, los bancos corridos, también en blanco, que recorren las paredes del local.
Las mesas son de madera oscura y modulables, de modo que el abanico a la hora de elegir el número de comensales está muy abierto y es perfecto para una cena de dos o para una cena de grupo. Además, el espacio entre ellas es correcto, no hay un exceso de cubiertos como ocurre por desgracia en demasiados restaurantes.
Cuando os hablaba al principio de este post de su impoluta cristalera… no os engañaba, y si no mirad la siguiente imagen donde se ve el reflejo del local en el cristal. Parece como si la fotografía se hubiese sacado desde el exterior, pero como podéis apreciar… no es así. Por cierto, pregunté qué significaba lo que ponía entre medias de Kai Japanese y me dijeron que era “como siempre”. “Kai como siempre”.
Dejando a la derecha una pequeña barra donde están la cafetera y los licores -entre los que podemos encontrar no sólo el típico sake sino también otras bebidas niponas más exóticas como el umeshu o el shochu- nos encontramos de frente con un gran arco y unas escaleras que nos conducen al comedor de la planta baja. Recomiendo una lectura detallada del poema escrito en la pared, merece la pena.
Sigue la misma línea decorativa que el situado a pie de calle, la diferencia más significativa es, sin duda alguna, el enorme vinilo retroiluminado de la pared. Unos labios protuberantes de color rojo que dibujan un corazón. Vamos, una boquita “pa comérsela”, como dirían algunos. Bueno, eso… y que éste es para fumadores, aunque dentro de poco ya no habrá que hacer distinciones.
Al igual que en el comedor superior, las mesas lucen sobrias pero elegantes, con un camino negro y una servilleta blanca de tela. Acompañan unas más que correctas copas y unos originales vasos color escarlata. La cubertería tampoco desmerece el conjunto, aunque lo que tenemos en las mesas son unos palillos envueltos en un papel de color rojo donde encontrarás detallado el noble arte del uso de los palillos -como os muestra Rayo en su sección-. Viene bien, sobre todo si no eres muy ducho con ellos. El montaje del cubierto culmina cuando te sientas en la mesa y se van alternando platos blancos y rojos dibujando una bonita estampa.
Tampoco se ha descuidado la carta de vinos, con referencias no sólo a los caldos nacionales sino también a los de importación. Encontramos así vinos de Francia, Italia, Portugal y Austria, así como varios champagnes franceses. Nosotros nos decantamos en la primera parte por una cervezas niponas -3 €- y en la segunda parte de la cena por un vino francés, de Alsacia concretamente, un blanco Shoffit Riesling Lieu-Dit Harth 2007, del que tengo que decir que me encantó. Somos de pedir siempre producto nacional, pero qué queréis que os diga, este vino… ¡Este vino está de muerte!
Respecto a su carta, por cierto muy bonita, es amplia y puedes encontrar en ella todo lo que cabe esperar en un Restaurante Japonés. Que quieres nigiris, los hay, que quieres sashimis, también… Pero además, añaden en su propuesta gastronómica otros platos de sello propio originales, muy diferentes a lo que cabría esperar y más elaborados. Un ejemplo de esto que os comento son el Sashimi de Toro, la Gindara -bacalao negro al horno marinado en miso- o el Ebi No kimuchi -langostinos salteados, cebolleta y kimuchi-.
Al mediodía, de Lunes a Viernes, ofrecen un menú que cambia a diario a 15,95 € con bebida y postre o café. Dicho así, no parece nada del otro mundo, pero tiene una particularidad y es su presentación, a modo de plato combinado servido en un cajón de madera con diversos compartimentos. Es lo que comúnmente se denomina en Japón: Bento, y a mí me resulta una manera divertida de servir el menú día.
Qué duda cabe que detrás de una apuesta tan firme y original debe haber alguien de peso y que sepa lo que se hace y, por supuesto que lo hay. Porque este barco está comandado nada más y nada menos que por un gran capitán. Procedente de Barcelona, ha desembarcado en Madrid Manuel Camacho. Puede que en la capital no sea muy conocido, pero de él hablan maravillas en la ciudad condal. Lleva nada más y nada menos que 20 años dándole al yanagiba. ¡Su andadura en la capital no ha hecho más que empezar!
Empezamos con este especial banquete japonés que tuvimos el placer de disfrutar junto a Vanesa, Roberto y Luz. En total, 6 personas que en su comanda incluyeron 11 platos y 4 postres. Cómo eran… cómo estaban… Para eso tendréis que seguir leyendo.
Lo primero que llegó a la mesa junto a las cervezas fue el aperitivo, gentileza de la casa por cierto, una Setas Shitake que estaban muy ricas. Rayo os las muestra en su sección. Yo abro la mía con uno de sus entrantes, en concreto el Agedashi Tofu. Se trata de tofu rebozado con cebolleta y lascas de pescado seco. El plato así, sin más, sería como una especie de flan -por la textura- insulso, pero el tofu es lo que tiene… Ahora bien, viene acompañado por una salsa thendashi, que es parecida a la soja sólo que más dulce. Y he aquí el asunto, que al mojar el tofu en la salsa… La cosa tiene otro cariz, pues el tofu, si está bien preparado -como era el caso- tomaba el gusto de la salsa y ahí el resultado era muy interesante.
En primer plano os muestro otro entrante, el Ebi No Kimuchi. Son langostinos con cebolleta y salsa kimuchi -típica en Korea-. Estaban muy buenos, sin duda la salsa kimuchi daba el toque definitivo a los langostinos, otorgándoles un sabor dulzón que picaba lo justo. Muy ricos. Un plato de los imprescindibles en el Restaurante Kai.
De la sección de ensaladas nos decantamos por dos, la primera os la muestra Roberto: una Asari No Salada. Entre sus ingredientes estaban el atún, el salmón, un mézclum de lechugas y el edamame -son como unas judías muy típicas en Japón, como una variedad de soja-. Lo interesante de esta ensalada fue su particular e interesante vinagreta, de la cual no puedo hablaros porque nos dijeron que era la “vinagreta del chef” y no podían decirnos el secreto.
La segunda ensalada fue la Wafu Salada. Sobre una base de mézclum de lechugas, se disponían los germinados, el aguacate, la cebolla y los langostinos -iban rebozados en panco, parecido al pan rallado, pero da más empaque al crujiente-. Nuevamente lo sorprendente era su vinagreta, también del chef, pero distinta a la de la anterior ensalada. A mí, personalmente, me gustó más esta segunda.
Vanesa os muestra este Tartar Maguro o Tartar de Atún. Evidentemente en este plato el protagonista indiscutible era el sashimi de atún -por cierto de gran calidad- que se acompañaba con alga nori, sésamo y salsa también de nori.
Fuera de carta, el Restaurante Kai ofrece a los comensales una serie de sugerencias a las que aconsejo prestar mucha, pero que mucha atención, porque merecen realmente la pena. Un ejemplo son estos Maki en tempura, o mejor dicho Futomaki. La combinación de sabores conseguida gracias a combinar trigueros, aguacate, salmón, queso y mayonesa japonesa es sencillamente original y deliciosa. Pero además… el puntito lo pone el hecho de que el futomaki una vez elaborado se fríe, con lo que ese golpe de calor hace que todos los ingredientes compacten más el sabor. Desde luego, otro imprescindible en el Kai. Además, no creo que lo veáis en ningún otro sitio. Nos encantó a todos.
De de la sección de Tempuras elegimos el Moriawase, que no era otra cosa que tempura de verduras -calabaza, berenjena, zanahoria, espárrago triguero, calabacín y pimiento amarillo- y langostinos con salsa tendashi -parecida a la soja, pero más dulce-. Eso sí, la tempura era excelente, no en todos los restaurantes japoneses le dan ese punto… y ni qué decir tiene que la salsa le ponía la guinda final.
Llega ahora el turno de los Dim Sum, ya los hemos pedido en otras ocasiones, son esa especie de empanadillas variadas que están pa’ morirse. La cestita se componía de 3 Dim Sum de cerdo, 3 de ternera y otros 3 de marisco. Los Dim Sum en sí me resultaron muy estándar, en otras ocasiones me han estado más sabrosos, ahora bien, la salsa de mostaza que los acompañaba estaba para chuparse los dedos.
Por supuesto también cayó un Yaki Soba, esta vez con ternera y verduritas, que… cómo no, también llevaba sus obligados fideos soba -a base de alforfón o trigo sarraceno- salteados, y la salsa yakisoba. A mí me supieron ricos. La verdad es que es de esos platos que, en general, a todo el mundo suele gustar.
Roberto os enseña otra de las sugerencias fuera de carta que uno no debe perderse en el Restaurante Japonés Kai, y son estos uramakis Dinamita Roll. Tienen un sabor tremendamente original, conseguido gracias al marisco picado, el aguacate, el alga nori, el arroz y el sésamo negro. Aunque lo que remata la faena es la salsa a base de mayonesa japonesa y kimuchi, todo ello coronado con unas huevas de salmón. Es el bocado de otro imprescindible. Uno no se los puede perder. Eso sí, el uramaki Dinamita Roll no se moja en soja, eso te lo advierten al servirlos en la mesa, pues ya lleva salsas y no tendría sentido.
De la sección de Sushi combinado nos quedamos con el Moriawase Mix compuesto por 5 nigiris -de salmón, atún, langostino, calamar y hamachi-, 6 hoso makis -3 de atún y 3 de salmón- y 4 futomakis -de salmón y mango-. Todos estaban ricos y decidirse por unos o por otros… la verdad es que resulta complicado. Por cierto, que también ofertan sushi especial para vegetarianos a base de verduras y frutas.
Como viene siendo habitual a estas alturas, los estómagos ya estaban más que saciados, así que no quedaba otra que pedir la carta de postres. Sólo faltaba que nos fuéramos del Restaurante Kai sin dar cuenta de ellos, además eran caseros, estábamos prácticamente obligados. Cuentan con 6 postres, de los cuales 3 son helados -5 €-. No habríamos pedido ninguno sino fuera porque nos dijeron que los helados procedían de las conocidísimas Heladerías Nurielle -de las que tenemos varias en Madrid-. De modo que nos decidimos por el Helado de Chocolate con Sake. El helado riquísimo, súper cremoso, y el sake le daba un toque, porque a mí no me va mucho y era casi imperceptible.
El siguiente primer plano corresponde al Panko de Bananas con helado de Vainilla -6 €-. Venía regado con un hilillo de sirope y estaba francamente bueno. El caliente con el frío siempre queda bien en un postre, pero más aún si se eligen bien los sabores y texturas a combinar, como era el caso.
En la siguiente imagen os muestro las Milhojas de Cardamomo con Crema de Sésamo. Este postre gustó a todos, menos a mí. Y las razones son dos. La primera que, como sabéis, soy muy “especialita” con el dulce, y estas milhojas a mí me empalagaban. Estaban buenas, pero a mí con una cucharadita me bastó. La segunda razón, considero que su precio estaba desproporcionado. ¡Estaban a 9 €!
Por último, he aquí el Espumante de Frutos rojos con Yogurt. Me encantó; estaba fresco, entraba solo… Y los frutos rojos con el yogurt… ¡Qué queréis que os diga si me vuelven loca!
Tras los postres, nos trajeron a la mesa unos chupitos de umeshu -licor de ciruela- cortesía de la casa. Y no veáis qué bien sientan. Mientras los bebíamos llegó la cajita mágica de madera con distintos tipos de té y cada cual se agenció el suyo. Al final… la selección resultó ser: uno de pera, otro de caramelo, un bombay chai, uno de melocotón y otro de mandarina. Yo, por mi parte, no me salí de mi eterno café con leche. A propósito, el precio tanto de las infusiones como de los cafés es 2,50 €.
Me queda la obligada visita a los aseos. Hay que elegir si eres un samurai o un geisha. La verdad es que es muy apropiada la elección.
Ya dentro de los baños, la excursión queda justificada. Muy en la línea moderna del local y con el toque original del frontal que hay en el lavabo.
Detallitos… quedan los detallitos. Voy a empezar en esta ocasión por los “no positivos” porque acabo antes. En realidad sólo me quedé con uno, el elevado precio de las Milhojas de Cardamomo, bajo mi punto de vista, claro está. El resto en general son puntos y minipuntos a favor. Punto positivo porque el aperitivo y el chupito de umeshu son gentileza de la casa. Otro más por su ágil y agradable servicio, comandado eficientemente por Fernando Gómez y secundado por el simpático José Luis Brown. Le doy otro positivo porque según nos dijeron piensan dar clases de sushi gratuitas a todos los clientes que coman o cenen de su carta y, ni qué decir tiene que yo pienso asistir. Y por último, su cocina, que pienso que está empezando a despegar ofreciendo “lo de siempre”, pero acompañado por platos que difícilmente encontrarás en otros japoneses y, por supuesto, con buen producto.
En definitiva, la visita al Restaurante Kai me sorprendió gratamente. Es uno de esos restaurante japoneses a los que veo proyección de futuro y miras muy, pero que muy altas. Sólo con el Chef que tiene en sus filas, la cosa promete. Sin duda, el Restaurante Kai es, hoy por hoy, un restaurante de nueva apertura al que habrá que ir visitando con frecuencia para ver cómo va creciendo. Creo que no soy la única que lo piensa, pues un miércoles noche, con un frío de narices, el local estaba hasta los topes.
Cucharete: ¡A mi equipo cucharetero le encantó el Kai Japanese! La verdad es que probaron un poquito de todo y salieron muy contentos. Se apuntarán a sus cursos de sushi gratuitos, ya que con sólo comer o cenar a la carta puedes hacerlo… ¡Y eso hay que aprovecharlo! Además, cuando estén por la zona y les apetezca un poco de japonés a mediodía, pedirán el bento que cambian a diario. Mi equipo cenó por 32 €/persona, seis personas con 11 platos, 4 postres, 3 botellas de agua, 5 tés y un café. A lo que habría que añadir 6 cervezas -a 3 € cada una- y dos botellas de vino -a 29 € cada una-.
Su moderna y elegante decoración. El cuidado de los detalles. Sus vinilos retroiluminados. Sus cursos de sushi gratuitos. Su barra de sushi. Sus Dinamita Roll. La calidad de sus materias primas y la cuidada elaboración de las mismas. Sus bentos de mediodía. El atento trato del servicio en todo momento. El aperitivo y el chupito de umeshu, cortesía de la casa. Su proyección en el tiempo. Aceptan todos los cheques de comida.
Pequeñas pinceladas sin mayor importancia, típicas de un local de nueva apertura.
4,0
16 comentarios a “Kai Japanese”
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¡Interesante! Definitivamente me lo apunto… no se ve comida “casera” (que para eso ya tengo a mi japonés favorito, ^_^), así que desde luego que lo probaremos… quizá Eric y yo primero un mediodía de diario
No me jorobes que os comísteis todo eso….!!! No os invito a comer a casa ni borracho, vaya zampada…. je je
Pues lo probaré, porque tengo la oficina en el siguiente portal, y me encantan los japoneses, y el
referencia a otro restaurantelo tengo muy trillado.Qué hambre me ha entrado de leer el post!
Un saludoT
Hoy hemos ido a comer al japonés, y nos ha encantado. A mi personalmente no es el tipo de comida que más me gusta, elijo siempre otro tipo de comida antes que la oriental, pero por una vez me dejé convencer y me alegro de haberlo hecho.
Nos encantó la decoración, la amabilidad de los camareros, y que estaba todo buenísimo. Un detalle que te traigan un mini entrante por cortería de la Casa. Como no somos especialistas en comida japonesa nos fiamos de las recomendaciones de la página Cucharete, y tomamos para compartir “Ebi No Kimuchi”. Buenísimo, la salsa de chuparse los dedos. Y después, un plato de “Yaki Soba”, que personalmente me encantó. Los postres muy ricos, aunque creo que el precio es demasiado alto.
Calidad precio está muy bien, salvo por los postres, pero un día es un día.
Del local, los baños impresionantes, super limpios, y con un olor a vainilla…
Recomendamos el restaurtante a todo el mundo.
Muy interesnate opción, con lo que me gusta a mi la comida japonesa.
Un saludo
El sábado día 06/02/2010 fuí a comer con mi pareja al restaurante japones Kai, para probar que tal era.
Era la segunda vez que iba a comer comida japonesa.
Me gustó la experiencia, me anoté los platos que probasteis en vuestra cena y bueno pedí algunos, no todos pues solo eramos dos para comer.
Nos gustó todo, casi que lo que menos el Moriawase.
Muy buena la tempura ((Moriwase) y estupendo el Yaki soba (tallarines).
El restaurante es muy pequeño, en vuestras fotos parece enorme.
El entrante que nos dieron a nosotros fueron unas judias verdes crudas (no nos gustó).
La atención por parte de los camareos, normal.
Bueno, estube el viernes dia 5 almorzando con una amiga y la verdad esque quedamos muy satisfechas. Pedimos el menu bento y unos dinamita roll…para los que piensen que la comida japonesa es sosa… esto os rompera los esquemas totalmente! la combinacion de sabor, textura es realmente increible, el aguacate y la salsa le da esa untuosidad deliciosa que hace que perdure el sabor del maki instantes despues de haberlo tragado…el unico “pero”, es que a nosotras nos pusieron tobico y no huevas de salmon, que son mas grandes ricas, supongo que se les acabarian.
El menu del dia consiste en una sopa miso, de las mas ricas que he probado, una caja bento lacada, muy bonita, postre o cafe y bebida por 15e! El bento de ese dia llevaba: unos cuadrados de tofu empanado con bonito seco rayado encima, sashimi de pescado y langostino con algas y una especie de vinagreta de limon, fideos de udon (creo) con verduras y soja, makis de atun con una salsa amarilla dentro (que estaban buenisimos) y… creo que me dejo algo… vienen demasisados compartimentos!!
En resumen, precio módico, calidad superior, cretividad, tanto en la decoracion como en las recetas, sorprendente.
Gracias por la recomendación cucharete!
Muy fashion, precio razonable (salvo el postre que se va de madre). La zona de Chueca cada vez más se presenta como un referente para salir a cenar por Madrid. Servidor va a saciar los dientes largos que me habéis puesto este finde.
Muy bien, todo muy correcto. La decoración del sitio espectacular. Los productos se notan que son de primera calidad. Los platos muy bien. Quizás eché de menos toda esa atención que se comenta más arriba tienen… con nosotros no hubo aperitivo, ni licor al final, a pesar de que hicimos una cena de lo más completa: bastantes plantos, postres, vino, etc… El servicio algo mejorable: nos tocó una camarera que no sólo se le olvidaban los pedidos, sino que además me derramó el cava de los comensales de la mesa de al lado sobre la chaqueta y el pantalón y aunque me pidió disculpas, no fueron capaces de enmenedar su error con un licor final o algún otro detalle… Sinceramente, si no cuidan esos detalles pueden acabar mal… Aunque debo de admitir que estuvo todo riquísimo.
¡muchas gracias! A partir de ahora mi japo preferido es el Kai, y ya es decir teniendo en cuenta la cantidad de japos buenos que hay en Madrid.
Fuimos un sábado a mediodía. Nos dijeron que nos podíamos sentar en cualquier mesa aunque fuese de cuatro, y no estaba precisamente vacío (en muchos restauranes, cuando van dos personas se empeñan en ponerte en mesas enanas).
La atención, inmejorable. La comida, muy buena (los dimsum con la salsa de mostaza, muy ricos). El precio genial (60 euros los dos). Hasta los postres están buenos. Y para rematar las infusiones son una monada.
Gracias de nuevo.
Es el primer japonés al que voy en Madrid. Nos gustó mucho, tanto la comida como la atención. El personal es encantador, te aconsejan y te sugieren de forma muy acertada.
La comida estaba deliciosa, la tempura en su punto, el Ebi No Kimuchi (langostinos) estaban fenomenal. Ninguna pega. Seguro que volvemos.
A los golosos decir que los dos postres que comimos nos encantaron, la espuma de frutos rojos esta ligera y buenísima y el milhojas es original, esta extracrujiente y muy muy rico
Una sugerencia, si vais en sábado es mejor reservar porque estaba hasta arriba.
Hola a todos, decir que el pasado 9 de febrero tuve la oportunidad de viajar a Madrid y cenar esa noche con mi esposa en este restaurante. Pedimos agua y yo una cerveza Asiram Beer, muy rica, para empezar pedimos una sopa Miso, y luego tres platos para compartir, de primero un Dim Sum, aunque cambiamos la salsa de mostaza por una de tempura, estaban realmente exquisitas, despues tomamos un Yaki Soba, tallarines con verduras muy buenos, para finalizar con lo que para mi fue el plato estrella, unos Futomaki Tiger, realmente sorprendentes y bien ricooooossss. Luego tomamos un postre para compartir, un espumante de frutos rojos con yogurt, bien ligero y de sabor espectacular. Finalizamos con unas infusiones y con un licor Umesho, esto últimos fuimos invitados. Como resumen diría que todo me pareció fabuloso, el lugar bien decorado y muy acogedor, el servicio fantástico y muy afable en el trato, y la comida simplemente genial y espectacular, la relación calidad/precio me pareció super bien. Tengo claro que en mi próximo viaje a Madrid, este restaurante será un sitio ineludible de volver a visitar.
He estado recientemente en KAI y como comensal habitual de
comida Japonesa os puedo asegurar que es el mejor de Madrid
en cuanto a la relacion calidad precio.
El servicio excepcional, de lo que no hay ya en Madrid
Tome un postre que me encanto Chocolate con helado.
Repito seguro
Poco recomendable A nivel de trato con los clientes, especialmente por parte del encargado y el Jefe de camareros en varias ocasiones:
La primera vez que les visité (por recomendacion) me hicieron esperar en la puerta unos 10 minutos aguantando el caracter seco del Encargado, para negarme la mesa con el restaurante vacio.
La segunda vez Confundieron mi reserva ( para 2 ) con otra para 4 personas y cambiandome de mesa cuando ya me habian servido, cuando me queje al camarero jefe reciví una mala contestacion, casi con desprecio.
Espero que mi mala experiencia sirva para mejorar el servicio o para que la gente elija otro de los muy buenos japonese que hay en Madrid.
Un saludo
Soy asidua de los restaurantes japoneses , he estado en bastantes y os puedo asegurar que es el primer restaurante del que salgo dejando gran parte de la comida en la mesa .El servicio es correcto, pero la calidad y la preparación de la comida dejan mucho que desear. Me había dejado llevar por los buenos comentarios de este lugar, pero está claro que o la gente no ha probado buenos japoneses o comen cualquier porquería. Espero que os sirva de ayuda, yo tengo claro al sitio que no volveré nunca más.
Hola!
Somos una pareja de Madrid bastante adictos a la comida japonesa. Hoy, domingo, nos hemos animado a acercarnos por este restaurante a eso de las 15:00, animados por los comentarios del Cucharete ;).
Lo primero: hemos salido encantados, satisfechos y MUY contentos.
La atención ha sido MARAVILLOSA, todo el personal MUY atento y simpático, nos han traido los platos espaciados en el tiempo perfectamente. Nos han dejado elegir mesa sin ningún problema y nos han hecho sentir muy agusto.
Como somos bastante exigentes con la comida japonesa (ya llevamos probados bastantes por Madrid) esperamos nuestros platos con esa incertidumbre e inseguridad propias de estar en un sitio nuevo y, tras haberlos degustado con todo placer y tranquilidad, debemos decir que nos encantó, estaban buenísimos, sobretodo, lo que más nos gustó es la originalidad y buen gusto a la hora de mezclar sabores (el dinamita roll realmente “explota” en la boca, es increible y chispeante :D); al menos para nosotros ha resultado una experiencia estupenda y 100% repetible.
De hecho volveremos en cuanto podamos porque nos hemos dejado unos cuantos platos pendientes!!! (y los postres!!!)
¡Saludos!
A mí me pareció un sitio bastante pijo, muy caro y de calidad dejaba bastante que desear y al final después de dejarte un dineral no te ofrecen ni un triste sake… lamentable.