-
Divino Pastor, 21
Madrid (Centro)
Bilbao, Tribunal
91 445 95 97
25 - 45
En pleno barrio de Malasaña descubrimos el Restaurante La Fragua de Sebín, que además de una concurrida terraza de verano -en la que podemos comer y cenar tapeando de manera informal-, posee una cocina mediterránea con toques de fusión de otras culturas que seduce a todo tipo de clientela. Su comedor -en el que está permitido fumar- dispone de espacio para 60 comensales, aunque luce unos espacios reservados semiaislados que podemos privatizar para grupos máximos de 8 y 14 personas. De Lunes a Viernes ofrece un menú del día a 12 € -15 € en terraza-. Su horario de apertura es ininterrumpido de 8:00h de la mañana a 00:00h de la noche -hasta la 01:00h los fines de semana-. Cierra los Domingos por la noche durante el Invierno.
4,5
Rayo: ¡Los Cucharetes regresamos al barrio de las Maravillas! El centro de la Movida madrileña de los años 70 y 80 es perfecto para salir a relajarse en pleno 2010, y no sólo por la gran afluencia de pequeños locales que sirven de guía nocturna a un ambiente alternativo, sino por los gratos restaurantes que podemos descubrir entre sus calles. Podríamos considerar a Malasaña el East Village de Nueva York, o incluso el Camden Town londinense, también lo podríamos comparar con el Kreuzberg de Berlín, con la Galería de París en Oporto, o con el Barrio Alto de Lisboa, pero para todos nosotros… Malasaña es único, sobre todo porque es nuestro, y porque marcó la juventud de muchos de nuestros lectores. Un famosísimo barrio madrileño repleto de recuerdos, anécdotas e historia y, por supuesto… ¡de restaurantes! Los cucharetes hemos acertado de lleno con nuestra elección para cenar por la zona, pues el Restaurante La Fragua de Sebín que veréis a continuación cumplió con creces nuestras expectativas.
San Bernardo, Bilbao, Tribunal, Noviciado… cualquier parada de metro está próxima al Restaurante La Fragua de Sebín, y es que disfruta de un emplazamiento de auténtico lujo, a escasos 50 metros de la Plaza del Dos de Mayo. Simplemente con esos datos, es fácil hacerse una idea de cómo está su terraza de verano de la calle peatonal colindante… ¡Sin un hueco! Y ya no sólo por las sabrosas raciones que permiten ir de tapeo de un modo informal, sino porque los Gin Tonics -tan de moda a día de hoy- ¡están que se salen! Pero no adelantemos acontecimientos… ¡Dejemos los cócteles para el final del reportaje! Pues todavía tengo muchas cosas que contaros…
La Fragua de Sebín despierta la atención del viandante porque siempre tiene su terraza repleta de gente -algo que no nos extraña dada su privilegiada situación-, pero lo que muchos de sus clientes desconocen, es la apetecible cocina que guarda en su interior, y que merece la pena ser descubierta y, por supuesto, disfrutada en primera persona. ¡Y eso es lo que hemos investigado los cucharetes! ¿Cómo es La Fragua de Sebín por dentro? ¡Vamos a verlo!
La barra es perfecta para que la espera por la mesa -si no está previamente reservada- se haga más llevadera, incluso enfrente mismo hay disponibles unos taburetes que acompañan a unas mesas altas por si preferimos quedarnos en esa estancia. Echando un rápido vistazo a las botellas que lucen en sus estantes, observamos rápidamente que los Gin Tonics están a la orden del día de ahí que, al final de nuestra velada, no pudiésemos irnos sin experimentarlos… Fijaos si nos gustaron, que a partir de ahora será fácil vernos a mí y a Ninillas por la terraza de La Fragua de Sebín recreándonos con una tónica, por supuesto añadiéndole una buena ginebra para mejorar el sabor de la primera, como antaño hicieron los soldados británicos para celebrar las sucesivas victorias de sus tropas en la India.
El acceso al comedor principal tiene un marcado aire moderno, a pesar de que el restaurante lleva cinco años reformado, lo que prueba que en su día Rafa y José Antonio -dos hermanos al frente del proyecto- habían creado un espacio perenne. Gruesos tablones verticales reposan elegantemente iluminados desde la base gracias a un suelo de pizarra que contrasta perfectamente con la madera clara, separando lo que es la zona de barra de la estancia principal de La Fragua. Un experto samurái nos saluda al traspasar el umbral y nos hace partícipes de uno de los hobbies de sus protagonistas: el mundo del cómic y sus personajes. Si alguno de nuestros lectores es fan del grupo de superhéroes del Universo Marvel: X-Men o La Patrulla X (Hombres X en Hispanoamérica) puede disfrutar -si no están muy atareados- de largas conversaciones con Rafa y José Antonio, quienes -aprovechando este mundo imaginario- no cabe duda alguna de que “han adquirido súper poderes de forma natural, debidos a cambios en su estructura genética” relacionados con la gastronomía. Porque… ¡Hay que ver lo bien que se come en La Fragua de Sebín!
Como podéis observar, el comedor principal es sencillo a la par que elegante. Los tonos rojos matizan la nota de color sobre un mantel oscuro erosionado por el paso del tiempo. El color elegido y las múltiples velas que recorren el espacio hacen del salón un lugar perfecto para parejas -en sus mesas de dos- y para grupos -como veremos más adelante en sus reservados-.
La separación entre mesas es notable, y la cálida iluminación cubre de intimidad un local que cambia completamente por la noche, dejando los menús del día paso a las cenas a la carta, donde los comensales descubren unos platos que no se esperaban en pleno barrio de Malasaña. ¡Comprobadlo vosotros mismos!
Algunas mesas, como la que os muestro a continuación, disfrutan de un emplazamiento más romántico, flanqueado por una torre de luz blanca y el verde que brota de una de las plantas más altas del local. Tras la ventana, la terraza de La Fragua de Sebín se siente… ¡A tope!
La luz dibuja sombras en todas direcciones y pinta el espacio a su antojo. La modularidad de las mesas ofrece una distribución a la carta, según el número de personas que necesitemos sentar. Vajilla, cubertería, cristalería… todo está en armonía, sin que resalte ninguna de ellas por encima de las demás, simplemente se complementan bien.
Acercándonos todo lo posible a una de sus mesas, comprobamos que el Restaurante La Fragua de Sebín ha logrado que la gente desee probar su cocina desde el momento en que siente la paz que se respira en su sala. ¿A quién no le apetece sentarse ahí mismo y ordenar alguno de los platos de su carta?
A parte, dos pequeños salones -para 8 y 14 comensales máximo- nos permiten ir en grupo y disfrutar en privado de nuestras conversaciones, toda una garantía que hace del Restaurante La Fragua de Sebín un punto de encuentro perfecto para una cena en la que puede alargarse -y mucho- la sobremesa… ¡Y os recomiendo que sea con unos espectaculares Gin Tonics! Ya veréis… ya…
Sugerentes textos de García Márquez y Pablo Neruda -como podéis ver en la sección de Ninillas- dan acceso a estos comedores aislados que interactúan con el principal sin que ninguna puerta los incomunique. Siguen la misma línea del comedor principal, aunque podemos encontrárnoslos vestidos tanto para el menú del día como para comidas a la carta: “En un beso, sabrás todo lo que he callado”.
Un cuadro del saloncito en el que cenamos el equipo de Cucharete despierta nuestra atención, aquí os lo muestro… ¿Qué os parece a vosotros? Muchos de vosotros responderéis lo mismo que nosotros “una mujer desnuda”, pero si os fijáis detenidamente -según nos han comentado- muchos clientes observan “una mujer con la menstruación”. ¡Quién sabe lo que quiso transmitir el artista!
Como esa noche reservamos para seis personas, los tres cucharetes acompañados de Sara -que no aparece en las fotografías, como siempre-, Esteban y Vanessa, tuvieron el detalle de montarnos una mesa imperial en uno de los saloncitos contiguos, claro está… que es el acierto que tiene salir de cena entre semana, pues no tienen los agobios ni la afluencia de un fin de semana, con lo que el servicio mejora notablemente. Aunque cierto es que, de oídas, nadie pone queja alguna al servicio de La Fragua de Sebín, se ve que los años que llevan en el mundo de la hostelería les ha revelado la fórmula para que, incluso estando a pleno rendimiento, los comensales disfruten de la velada como si estuviesen solos en el local. ¡Chapó en ese sentido!
En su terraza, el Restaurante la Fragua de Sebín ofrece una carta informal de tapeo en la que destaca durante el fin de semana su Arroz caldoso con bogavante. Aunque también llaman la atención sus Patatas arrugadas con mojo rojo, su Cazuelón de mejillones al vapor con ajitos y vino de Jeréz, sus Croquetas de jamón y boletus, sus Fajitas de pollo con guacamole y jalapeños, su Sartén de huevos de corral rotos con chistorra, torreznos y patatas panaderas… y un sinfín de apetecibles entradas que rondan los 10 €. Pero también podemos disfrutar de los platos de la carta de interior que se dividen en: “Para empezar y compartir”, “Platos verdes”, “Carnes” y “Pescados”. Muchos de ellos los veremos a continuación, pues… ¡Comienza la experiencia cucharetera en La Fragua de Sebín!
Aquí tenemos la primera fotografía que entra en “materia”… ¡El pan! -y bien rico que estaba- que, nada más aterrizar en la mesa, marca el comienzo de una velada de lo más agradable, en la que la calidad de las materias primas, arropadas por la generosidad de las raciones, nos dejó KO. Pero KO de lo bien que cenamos y de lo bueno que estaba todo, pues no dejamos nada en el plato, y no por los niños buenos que somos, sino porque la mayoría de los platos estaban para mojar pan…
Ana -camarera en La Fragua de Sebín- atendió nuestra mesa, y en todo momento fue muy atenta y servicial. Después del pan, nos sorprende con un par de aperitivos de excepción. Una Crema de calabacín tibia con salvia y cardamomo que estaba muy rica, la verdad es que el chupito no duró más de un sorbo… Y ya no os digo nada de cómo estaba el Dadito de salmón, venía marinado con zumo de naranja y aceite, y le acompañaban unos tiernos trocitos de cebollino, piña y tomate cherry. ¡Delicioso! La cena no había hecho más que empezar y… ¡Prometía!
Comenzamos compartiendo una abundante Ensalada mediterránea clásica, que resultó ser -como podéis apreciar en la fotografía- un auténtico tanque de guerra vegetal con cabina de ventresca de bonito blanco y tracción de espárragos cojonudos de Navarra. El cañón lo conformaba un tomatito cherry sobre un eje móvil de brotes de alfalfa, y el conjunto era engrasado con una sabrosísima vinagreta de mostaza antigua y aceite de oliva. ¡Una ensalada de combate! ¡Enorme! ¡A ver quién le hace frente!
Vanessa os muestra los Chipirones de anzuelo. Vienen muy bien presentados y se degustan a la plancha, con cebolla confitada y emulsión de tinta negra. Para un gallego como yo no sería justo evaluar esta vianda, porque siempre me viene el recuerdo de cómo están estos calamarcillos en mi tierra… si es que respirar y escuchar cómo rompen las olas del mar mientras los saboreas… no tiene precio. Pero en Madrid, queridos lectores… ¡Hay que resignarse! ¡No hay mar! Y os aseguro que difícilmente los encontramos mejores a no ser que subamos un par de escalones en la horquilla de precios, con lo cual deducimos que los de La Fragua… ¡Están bien buenos!
¡Exquisito! Así estaba el Revuelto de oricios asturianos que viene a continuación. Viene presentado sobre una tulipa de pasta brick a la que acompañan unos copos de salmón ahumado del Báltico, marinado en zumo de naranja. Este plato se fundía en el paladar, y la mezcla de sabores marinos resultó de lo más sugerente. ¡Nos encantó a los seis! Si os olvidáis de pedirlo… no podréis decir que habéis estado en La Fragua de Sebín. Mirad de nuevo la imagen… Apetece, ¿verdad? ¡Si es que se come hasta con los ojos!
También estaba delicioso el Risotto de hongos silvestres y foie de La Fragua de Sebín. Sin duda alguna, uno de los mejores risottos que he probado. El mascarpone y rallado de parmesano conseguían elevar a la máxima potencia la melosidad del arroz. ¡Fantástico!
Aquí me tenéis con el Hígado de pato fresco a la plancha, viene presentado sobre gajos de manzana asada en azúcar moreno y dio para que todos lo probásemos sin problema, pues la ración es tremendamente generosa, ¡y muy rica! Hizo las delicias de Vanessa -a quien le encanta el buen foie-, el resto de la mesa… entre los que me incluyo… disfrutó hasta dejar el plato inmaculado.
A muchos lectores les sorprenderá que en La Fragua de Sebín tengamos a nuestra disposición un plato como el Sashimi de atún rojo, que viene macerado en soja y acompañado de nigiris de salmón y philadelfia, jengibre japonés, teriyaki y wasabi. A mí particularmente me parece una idea muy acertada, sobre todo pensando en aquellas personas que deseen adentrarse en el mundo del sushi sin que sepan todavía si les apasiona o no ese tipo de cocina, pues el disponer de una entrada en carta como ésta, permite que un grupo de amigos compartan y prueben la experiencia de pedir una vianda exótica para compartir sin tener la necesidad de renunciar a sabores más habituales. Los amantes de la cultura gastronómica japonesa quizás no vean sus expectativas cumplidas, pero no hay que olvidar que estamos en un restaurante que ofrece una carta mediterránea como base, a la vez que nos permite fusiones más arriesgadas.
Hasta el momento, habíamos regado la velada con un excelente vino blanco de la Tierra de Castilla de Finca los Nevados: Boreas 2008, elaborado con una variedad de maduración tardía muy poco frecuente en España, la viognier, cuyo proceso de fermentación y crianza en barrica de roble francés le atribuyen una interesante expresividad. ¡Nos encantó a todos este vino! ¡Todo un descubrimiento! ¡Excelente! Pedidlo porque no os defraudará, tiene una gran personalidad, se muestra completamente diferente a cualquier referencia habitual a las que estéis acostumbrados… ¡Merece la pena!
Para los cursos principales, nos decantamos por un tinto tempranillo Quo Reserva 2006, de la D.O. Ribera del Júcar, una denominación cada vez más frecuente en los concursos y certámenes más prestigiosos del sector vitivinícola nacional e internacional, en primera línea mano a mano con los vinos más reconocidos del mundo, prueba de ello es el galardón obtenido por este reserva en el Mundus Vini, celebrado el pasado Septiembre en Alemania, en el que se alzó con la Medalla de Plata. Un gran vino que nos decantaron en la mesa, como muestra una de las imágenes de la sección de Ninillas. Además de estas sugerencias fuera de carta, el Restaurante La Fragua de Sebín ofrece en su carta de vinos 26 referencias que recorren las Denominaciones de Origen más representativas del País y que en su mayoría no sobrepasan los 20 €, aunque para los más sibaritas hay siempre disponible un Rioja Cirsion de 175 € o un Ribera del Duero Malleolus de 150 €.
Esteban os enseña -a parte de lo contentillo que va con las dos botellas de blanco que llevábamos encima a estas alturas de película- unas sabrosas Carrilleras de ternera, que se presentan estofadas al toque de canela fresca -que por cierto, le queda de lujo- y se acompañan de una guarnición de raviolis de ricota. ¡Buen plato!
Ahora podéis disfrutar -bueno, de momento con la vista únicamente…- de un buenísimo Lomako de bacalao, que viene gratinado con ali-oli de pimienta rosa y presentado sobre una salsa de puerros. ¡Estaba riquísimo! Y parte del mérito viene dado por su desalado artesanal, que corre día a día de la mano de la Sra. Mª Antonia, madre de los propietarios, quien aplica sus conocimientos en este arte de buscar un punto de sal que convenza a los paladares más exquisitos. De lo más recomendable, ya nos lo habían avisado de este plato compañeros que conocían el local, y no se equivocaban, no…
Aquí me tenéis de nuevo con un Rape a la plancha -que podéis apreciar mejor en el primerísimo plano que os enseña Ninillas en su artículo-. Se presenta sobre una cama de patata panadera, tomate, pimiento y cebolla. ¡Muy rico! Si lo vuestro es el pescado… con este sapito -el pescado más cotizado de la familia de los Lófidos- disfrutaréis de la noche.
Completamos las viandas que solicitamos con un Entrecot de buey, buena carne gallega al carbón que viene acompañada de unas ricas patatas fritas y de unos pimientos del piquillo braseados. Nada que objetar a la calidad de la carne, que además representa uno de los platos más exclusivos de La Fragua de Sebín, pero… eso sí, daos prisa a retirarla del plato si os gusta “al punto”, pues al reposar sobre un plato de barro que viene completamente al rojo vivo, puede llegar a ser excesivo para aquellos a los que le guste disfrutar de un género menos hecho.
Del mismo modo, acabada la cena, tomamos la carta de postres y… dando gracias de no haber reventado dijimos: “¡No nos podemos ir sin probar los postres!”, pues en este caso, el “cáliz de la Ribera del Júcar” ya nos lo habíamos prácticamente pimplado, y así salimos en las fotos como salimos… ¡Contentillos!
La mayoría de los postres de La Fragua de Sebín son caseros, así que no queda otra que llegar con ganas hasta la sobremesa. A continuación, veréis a FlashBack con un Tatín de manzana caliente sobre el que viene una enorme bola de helado de vainilla. ¡Riquísimo estaba! Recuerda introducir en la cucharilla un poquito de todo lo que ves en el plato, unos frutos rojos, unas moras, un poco de crema, un trocito del postre y… ¡Saboréalo detenidamente! ¡Está de muerte!
De lo más romántico resulta el Corazón de chocolate blanco con fresa, que a pesar de no ser casero llama visualmente mucho la atención en la mesa. Viene acompañado de un coulís de frutos tropicales que dibujan su estela repetidas veces. No está nada mal, una crema espesa que nos recuerda a la nata que hará las delicias de las parejas que decidan cenar en La Fragua de Sebín a la luz de las velas.
Vanessa os enseña el Helado de violeta. Dos enormes bolas de helado que se presentan muy coquetas con su peineta de menta. A los que os guste este sabor… ya sabéis. ¡A por él! Muy cremoso y sápido.
Llegó el turno de la Tarta de chocolate, un postre que a los chocolateros de pro como yo les encanta sí o sí. El efecto del chocolate resulta tan placentero que te hace incluso divagar mientras observas su presentación en el plato… “Algún surfista dejó su tabla apoyada en la arena chocolatera mientras hacía submarinismo bajo las olas del Mar Rojo, espero que tenga cuidado con los arrecifes de coral de frutos tropicales, pues su boya anaranjada indica claramente que se encuentra ahí mismo y puede ser peligroso…”
Otro de los postres imprescindibles en el Restaurante La Fragua de Sebín es la Tarta de queso casera con frambuesa sobre fondo de natillas. Estaba riquísima, y podemos combinar su sabor con el resto de los que decoran el plato, sin olvidar no dejar ni un solo fruto rojo y ni una sola lámina de chocolate. ¡Mmmmmm!
Llegó el turno de los cafés y cada uno -como no podía ser de otro modo- pidió a su antojo: uno sólo, otro cortado, otro con leche y tres tés, si está claro que cada uno es de su madre y de su padre. Pero fijaos en el detalle… ¡Excelente bandejita de azúcares! Azúcar de canela, de ron con pasas, de rosas, de chocolate, de avellana, de limón… ¡Hasta ocho diferentes! ¡Madre mía! ¡Qué despliegue! Yo opté por el de rosas para mi té verde, aunque he de reconocer que seguramente también le quedaría de lujo el de canela, o el de limón, pero… me lo reservo para la próxima visita… quién sabe. El de avellana lo probó Vanessa y también le encantó. El peculiar azúcar de ron con pasas… ¡acabó a modo de “carajillo” en uno de los cafés! Si yo os contara lo que sucede en las cenas de Cucharete… ¡Ayyyy!
Y cómo os había prometido al comienzo de este reportaje… ¡Los flamantes Gin Tonics de La Fragua de Sebín hicieron acto de presencia! A ver quién era el que se resistía a sus encantos después de ver el arsenal de diferentes ginebras presentadas en sus estanterías. Nos dejamos aconsejar, pues entre más de 15 diferentes estábamos un poco perdidos, y optamos por tres de ellas, por supuesto, acompañadas en todo momento de tónica Fever-Tree, de la que dicen que es la recomendación del mismísimo Ferran Adrià a la hora de preparar un Gin Tonic exclusivo; ya sabéis… quinina natural, azúcar de caña, agua, ácido cítrico, sabores naturales y… ¡Ginebra!
La que más nos sorprendió fue la Martin Miller’s, que se destila al modo tradicional -por tandas, como el whisky de malta-, y cuyo origen cuentan que se debe a tres caballeros que se juntaron en Notting Hill con el objeto de idear y crear la mejor ginebra, sin ningún tipo de límite para alcanzar la mejor receta posible. Además de bayas, hierbas, raíces y especias, encontramos formando parte de su composición naranja, piel de limón, canela, cilantro, regaliz y nuez moscada, componentes a los que se une la pureza del agua de Islandia -país tan de moda estos días debido a la erupción del volcán del glaciar de nombre impronunciable: Eyjafjallajökull (ey «isla», fjall «montaña» y jökull «glaciar»), que tiene colapsada a media Europa-. El resultado es una ginebra extremadamente suave y limpia al paladar, realmente exquisito este Gin Tonic.
Los otros dos corrían a cargo de una G’ Vine -suavísima ginebra francesa- y de una Hendrick’s -famosa ginebra escocesa-, sinceramente, y por unanimidad en la mesa, me quedo con la londinense Martin Miller’s. ¡Espectacular! Aunque las chicas puede que votasen como ganadora a la G’ Vine. ¡Ya nos diréis cuál es vuestra favorita! Los Gin Tonics y los cafés de La Fragua vienen acompañados de unas ricas gominolas de colores. ¡Y no queda ni una “viva”!
La Fragua de Sebín es el “típico” restaurante del que tú le dices a un amigo que vaya a probarlo, y éste se lo dice a otro, y ése otro a otro, y así sucesivamente… ¡Por algo será!
De modo que… cogí unas atractivas cajitas de cerillas del local antes de salir -que para eso están-, y os aseguro que las repartiré en el próximo “evento internetero” al que asista, a todo aquel que me pregunte por un buen restaurante para ir a cenar en Madrid. Vosotros… ¡Ya lo habéis visto en Cucharete! Merece la pena, ¿verdad?
Ninillas: Manuela Malasaña era una joven bordadora que murió a los 17 años víctima del Levantamiento del 2 de Mayo de 1808 reprimido por las tropas napoleónicas. Estoy convencida de que en alguna clase de Historia de las que recibí en plena “efervescencia” me hablaron de ella e incluso me contaron con todo lujo de detalles el por qué es considerada toda una heroína. Pero lo cierto es que, cuando yo tenía 18 años, recién llegada a Madrid, viviendo en una residencia de estudiantes y con la cabeza un tanto distraída por la edad, la única Malasaña que yo conocí fue la del Barrio, pero no el de la costurera sino el de los garitos, el de los “cuasi” antros, el de la marcha… Allí me lo pasé… ¡Dios mío cómo me lo pasé! Y eso que en mi primera salida por la zona salí tremendamente perjudicada, porque el nivel de diversión era directamente proporcional a la cantidad de garrafón que te servían en las copas y por ende también a la resaca del día siguiente. Pero ni por ésas cogí manía a Malasaña. De vez en cuando me gusta volver por allí, todo ha cambiado mucho y ahora el botellón parece ganar la batalla a aquellos locales pintorescos de antaño -reconvertidos muchos de ellos en restaurantes- sin embargo, el encanto de la zona no hay quien se lo quite.
El restaurante de hoy lo conocimos precisamente el pasado verano en una de esas salidas nostálgicas por el Barrio de Malasaña. Buscábamos una terracita y, por casualidad, llegamos a la calle peatonal que une la Calle Divino Pastor con la Plaza del Dos de Mayo. Nos abalanzamos sobre la primera mesa que quedó libre y así descubrimos la terraza de verano del Restaurante La Fragua de Sebín. Cenamos a base de raciones poco convencionales y muy ricas y salimos a unos 18 € por persona. Creo recordar que pedimos un Risotto de boletus y foie, un Wok de verduras salteadas en soja y gambas, una original Ensalada de tomates verdes fritos con queso de cabra a la plancha y frutos rojos y alguna que otra cosa más, pero ya no lo recuerdo. El caso es que, aunque la terraza de verano de La Fragua de Sebín es del modelo funcional y tan propio de la zona, la comida nos gustó mucho, el servicio se nos antojó muy ágil y tremendamente agradable y, a mí personalmente, se me quedó una espinita clavada por no haberlo probado en todo su esplendor, pues el restaurante tenía muy buena pinta.
Al Restaurante La Fragua de Sebín se accede por la calle Divino Pastor, concretamente por el número 21, ocupando todo el esquinazo. Nada más entrar, nos encontramos con una pequeña y coqueta barra -aquel día estaba vestida con un hermoso ramo de flores frescas- que hace de antesala del restaurante, aunque también es perfecta para tomar unas cañitas o degustar alguna de sus deliciosas raciones, pues dispone de unas pocas mesas y taburetes para aquellos que necesiten ejercitar el reposo del guerrero.
Tan sólo unos sencillos y originales tablones de madera iluminados separan la barra del comedor principal, dejando a la vista toda la zona de sala, pero marcando claramente las estancias.
El Restaurante La Fragua de Sebín tiene capacidad para 60 comensales distribuidos en un comedor principal -38 comensales- y dos reservados de 8 y 14 comensales respectivamente, lo que lo hace tremendamente recomendable no sólo para una cena romántica a la luz de las velas, o una cena de 4 ó 6 amigos, sino también para reuniones un poco más numerosas en las que se hace necesaria una cierta privacidad. Como veis, son tres estancias que facilitan la tarea a la hora de reservar dependiendo de número de personas que asistan a la cena.
Todas sus salas guardan la misma línea decorativa, en la que la iluminación procedente ya sea de los apliques de las paredes, de sus numerosas lamparitas o de la sencilla luz de las velas, juega un papel crucial. Es un espacio íntimo, sin grandes estridencias, armónico y muy acogedor que invita a sentarse y disfrutar de una cena relajadamente y sin prisas. Y para muestra un botón, porque no me digáis que la mesa de la siguiente imagen no os está diciendo: Sentaos… Así, como con una voz de ultratumba.
De las paredes cuelgan cuadros, en su mayoría abstractos, de José Manuel de la Torre, que ponen la nota de color al espacio; y alguno que otro un tanto “particular”, como el que os muestra Rayo en su sección, que podríamos decir que tiene una interpretación muy personal, pero al que no se le puede negar una, por qué no decirlo, cualidad: la de no dejar a nadie indiferente.
Con una iluminación tan íntima, era de esperar que fueran varias las mesas de dos que llenasen el espacio y es que, como ya os he comentado antes, La Fragua de Sebín es un espacio romántico y muy indicado para aquellas parejas que deseen disfrutar de una cena a la luz de las velas, pero sin sacrificar los estómagos porque, como veréis más adelante, en este restaurante se come muy, pero que muy bien.
Las mesas se visten con bajo mantel negro y caminos rojos, acompañadas por una vajilla, una cristalería y una cubertería apropiadas. Nada sobresale en el conjunto y se guarda la armonía entre unas piezas y otras. Finaliza el montaje con una vela que se encarga de marcar la mesa y darle el puntito.
A la entrada del primer reservado podemos leer uno de los fragmentos más conocidos de la novela de Gabriel García Márquez, “Memoria de mis putas tristes”. Para los que lo hayáis leido ya sabéis que es una perita en dulce, para los que no… Aquí os dejo otra de las frases para ver si os picáis: “El Sexo es el consuelo, para cuando no nos alcanza el amor”.
Tras La Fragua de Sebín se encuentran Rafael y José Antonio Barrio, hermanos e hijos de Malasaña desde la más tierna infancia, pues llevan toda su vida en el barrio, sólo que en la acera de enfrente, en concreto, en el Bar Restaurante El Pico, del que es propietario Eusebio, padre de ambos. De ahí, que hace 5 años decidieran abrir nuevos horizontes, ofrecer algo más vanguardista, pero sin olvidar a su progenitor en cuyo honor pusieron nombre al restaurante. Lo de “Sebín” lo tengo claro, lo que no me quedó tan claro a simple vista fue lo de “La Fragua” y les pregunté. Por lo visto, se debe al nombre de un terreno que su padre tiene en su pueblo, Valleruelo de Sepúlveda (Segovia).
En el terreno gastronómico, el Restaurante La Fragua de Sebín nos ofrece una cocina mediterránea y de fusión, donde lo mismo puedes encontrar Lasaña casera que Sashimi de atún rojo. En realidad, creo que más que fusión habría que hablar de una recopilación de diferentes cocinas bajo una misma carta la cual, sin ser excesivamente extensa, yo diría que es capaz de satisfacer cualquier paladar. Y, para completar más aún su propuesta, los viernes y sábados cuentan con platos fuera de carta, eso sin contar con el Arroz con Bogavante, que siempre está en fin de semana y que aún sin probarlo me atrevo a decir que debe estar bien bueno, si me dejo guiar por lo que yo cené aquella noche. Por supuesto, de lunes a viernes a mediodía también tienen un menú del día a 12 € en el restaurante y 15 € en terraza.
Comienza el desfile de viandas. En total 10 platos: 5 entrantes y 5 principales, que tuvimos el gusto de degustar los tres cucharetes -con el burro delante para que no se espante-, Vanesa, Sara -la chica “fotos no, please”- y Esteban. En realidad fueron como 4 entrantes a compartir y un principal por persona, pues doña Sarita se pidió como principal un entrante. Ella es así de especial.
En primera línea de salida tenemos este riquísimo y “cuco” aperitivo formado por un Dadito de salmón que venía marinado en zumo de naranja, acompañado de cebollino, piña y tomate cherry y regadito con aceite de oliva virgen. Era un bocado, pero ¡Qué bocado! El vasito era una Crema de calabacín tibia con salvia y cardamomo, que también fue de nuestro agrado.
Abrimos la cena con esta Ensalada mediterránea clásica, que lo de clásica no sé a qué venía, porque a mí jamás me habían puesto una ensalada así. Sólo hay que ver su original presentación y sobre todo su tamaño, era enorme. Pero es que además venía acompañada de unos excelentes espárragos cojonudos de Navarra y una ventresca de bonito blanco, a los que le seguían unos brotes de alfalfa, y coronando la cima… Un tomatito cherry. Y todo ello aliñado con una vinagreta de mostaza antigua y aceite de oliva virgen que le iba como “aliño al dedo”. Todo un acierto esta “ensaladita”.
Tampoco se quedaron atrás estos Chipirones de anzuelo, por cierto fresquísimos, que venían sobre una cama de cebolla confitada y regados por hilillos de un alioli ligero de ajo y emulsión de tinta de calamar. Daba gusto mojar el chipirón…
Esteban os muestra un Revuelto de oricios asturianos que, como podéis apreciar, es nuevamente una ración tremendamente generosa. El revuelto venía presentado sobre una tulipa de pasta brick y por encima llevaba salmón marinado con zumo de naranja. La cima la ocupaban unas huevas de salmón, que a su vez eran la base para otras huevas, esta vez de lumpus. Este plato es sencillamente un imprescindible en La Fragua de Sebín, por varias raciones, por su sabor a mar, por la integración de todos sus ingredientes y, sobre todo, porque estaba delicioso.
El Hígado de pato fresco a la plancha hizo las delicias de todos, pero sobre todo de Vanesa, a quien le encanta. Sobre una cama de manzanas asadas con azúcar moreno se montaba el foie. El conjunto traía como aliño una reducción de Pedro Ximénez y aceite de oliva virgen. Para los amantes del foie es una opción más que recomendable.
Otro de los imprescindibles del Restaurante La Fragua de Sebín es, sin duda, este Risotto de hongos silvestres y foie. Hacía mucho que no comía un risotto con ese sabor potente al tiempo que meloso gracias al mascarpone y con el grano en su punto. Además, el rallado de parmesano terminaba de darle el toque a todo el conjunto. Lo dicho, un imprescindible.
Y, he aquí, un plato que yo no me hubiera imaginado en La Fragua de Sebín, pero que allí estaba: Sashimi de atún rojo. Bueno, en realidad más que sashimi era tataki, porque el atún iba macerado en soja.
Además del sashimi de atún, venían unos nigiris -de salmón en este caso-, que se acompañaban de jengibre, wasabi, soja y teriyaki. Como ya he dicho antes, no te piensas que en este restaurante vas a tener esa opción, pero lo cierto es que la tienes y… ¿por qué no aprovecharla?
En su carta de vinos ofrecen 26 referencias a precios muy razonables. Sin embargo, lo que más llama la atención es que, junto a las D.O más clásicas, puedes encontrar otros sellos con menos marketing y mucho más exclusivos. Precisamente a por éstos es a por los que nos fuimos nosotros. Regamos los entrantes con un blanco de la Tierra de Castilla de Finca los Nevados: Boreas 2008 que nos gustó a todos bastante, seguido por un tinto de mi tierra para los cursos principales, concretamente un tinto tempranillo Quo Reserva 2006, de la D.O. Ribera del Júcar, que aconsejo encarecidamente a todos aquellos que están un poco cansados de lo de siempre y buscan personalidad a la hora de elegir un vino. A nosotros nos encantó.
En primer plano, os muestro estas Carrilleras de ternera, estofadas al toque de canela fresca y con una original guarnición de raviolis de ricota. No defraudaron lo más mínimo, estaban jugosísimas. Son un valor seguro en La Fragua de Sebín.
Vanesa os muestra el Lomako de bacalao. Al parecer, el bacalao lo desala la madre de los propietarios del local: la señora Mª Antonia. Y oye, que mano tiene “pa’ desalar bacalao”, estaba tal y como a mí me gusta: con un puntito de más de sal, pues el bacalao que no va así a mí me resulta muy light, muy insulso. Bueno… pues ese bacalao descansaba sobre una vichisoise de puerro y patata, al tiempo que iba gratinado con una emulsión de ali-oli con pimienta rosa. ¡Qué cosa más rica! Me encantó y, desde ya, es para mí otro de los imprescindibles.
El Rape a la plancha era más bien… bueno, más bien no, era un sapito. Receta sencilla y sabrosa con una buena materia prima como eje principal: unas patatas panaderas, pimiento rojo, cebolla y al horno con una ralladura de tomate natural, ajitos y buen aceite de oliva virgen. ¡No falla! Os lo digo yo.
Como tampoco defraudará este Entrecot de buey al carbón de la “D.O Galicia”. Trae como guarnición unas patatas fritas y unos pimientos del piquillo braseados, pero aquí quiero hacer un inciso: A los que os guste la carne poco hecha, pedidla prácticamente cruda, pues el plato de barro viene muy, pero que muy caliente y se corre el riesgo de comerla pasada. A nosotros nos avisaron y pudimos comerla al punto.
Llegamos a los postres excesivamente satisfechos, eso por decir algo fino, porque la verdad es que los platos son contundentes y dimos gracias al Cielo por no haber pedido más platos, pero aún con todo, para el postre siempre hacemos sitio. Sus precios oscilan entre los 4 € del más económico y los 6 € del más exclusivo. Nosotros abrimos con esta Tarta de queso casera que se servía sobre un fondo de natillas y se acompañaba de frambuesas. Estaba muy rica.
Las dos bolas de Helado de violeta tampoco defraudaron, tan cremoso y con ese sabor tan peculiar. Reconozco que no es un helado fácil, no a todo el mundo le gusta, ahora bien, a mí me encanta. No lo puedo evitar.
La Tarta de chocolate me dio un poco de miedo cuando nos la ofrecieron, porque pensé que tal vez iba a ser de las del tipo “mazacote-brownie” que a mí, la verdad, no me entusiasman. Pero me equivoqué, era más bien una especie de bizcocho, naturalmente de chocolate, y me estaba esponjoso y muy bueno.
El Tatín de manzana caliente servido con una bola de helado de vainilla es uno de esos postres que suelen dejarte bien siempre. Ese contraste frío-caliente es delicioso y es la opción perfecta para acabar una cena como la que disfrutamos aquella noche en el Restaurante La Fragua de Sebín.
El Corazón de chocolate blanco con fresa era el único postre “no casero” del restaurante. Estaba rico, pero me supieron mejor los otros, éste me recordaba a una mouse superespesa con más sabor a nata que a chocolate. A mí no me entusiasmó en exceso.
La sobremesa la disfrutamos de lo lindo porque el local es muy tranquilo y estábamos muy agusto, de modo que saboreamos muy despacito unos solos, unos cafés con leche y unos tés -todo a 2 € +IVA- edulcorados con azúcares de hasta 8 tipos distintos: blanco, moreno, de canela, de ron con pasas, rosas, chocolate, avellana y limón.
Pero ahí no quedó la cosa, pues los chicos decidieron que querían una copita y que lo mejor para la ocasión era un Gin Tonic. Hicieron caso de los consejos que les ofrecieron y, finalmente, se decantaron por una Hendrick’s, una Martin Miller’s y una G’ Vine. Acompañadas, eso sí, por tónica Fever-Tree. Las chicas probamos sencillamente y yo, que no entiendo absolutamente nada de ginebras, es más, no me gusta la ginebra, he de reconocer que la Martin Miller’s y la G’ Vine me convencieron, puede que se deba a que el “gin” no es lo mío, y cualquier entendido en materia de “gins” me diga que soy una ignorante, pero… Qué queréis que os diga, esas dos me agradaron y la Hendrick’s no.
Mientras bebían sus Gin Tonics, aproveché para hacer mi paseito a los baños en la planta de abajo.
Me queda un precio por dar, el del pan y los aperitivos de la casa, que en este restaurante son 2.40 € +IVA. Y, ahora sí, termino, pero con un muy buen sabor de boca, el que me dejaron todos y cada uno de los platos que probamos en el Restaurante La Fragua de Sebín. Todos llenos de personalidad, la que les imprime su cocinero Jeffrei Macomb, originales y bien elaborados, pero además sin olvidar lo que es una ración, pues lo que nadie puede negar es que los platos son muy generosos. El servicio, está comandado por los dos hermanos propietarios, Rafael y José Antonio, son quienes dan vida al restaurante y, a modo de Reyes Católicos -”Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”-, intentan que te sientas allí como en tu casa. Pero lo mejor de todo, es que lo consiguen. Además, por si fuera poco, el resto de camareros son también muy serviciales y agradables, en concreto Ana que fue la que nos atendió.
En definitiva, hay un restaurante en el Barrio de Malasaña llamado La Fragua de Sebín que ha creado en mí un nuevo sentimiento de nostalgia, pero esta vez en la edad madura. Estoy deseando volver.
Cucharete: Una cena para el recuerdo cucharetero la que disfrutó mi equipo en el céntrico Restaurante La Fragua de Sebín. Empezaron bien, a base de un aperitivo que les dejó muy buen sabor de boca, continuaron mejor, pues muchas de las viandas quedaron grabadas en su memoria, tanto por presentación como por sabor, y terminaron de lujo, porque a unos deliciosos postres caseros le siguieron unos Gin Tonics de auténtico lujo… ¡Y a un precio sorprendente! Mi equipo cenó por 38 €/persona, seis personas con 4 entrantes, 6 platos principales, 5 postres, 3 botellas de agua, 3 cafés y 3 tés. A lo que habría que añadir 3 botellas de vino -dos de 15 € +IVA y otra de 17,50 +IVA-, así como 3 espectaculares Gin Tonics -a 9,50 € cada uno- (que en otros locales podemos encontrar entre 12 y 15 €, por el tipo de ginebra y tónica con el que son elaborados).
Su emplazamiento cercano a la Plaza del Dos de Mayo, con una amplia terraza en una calle peatonal. Las divisiones de su comedor, permitiendo intimidad y privacidad en espacios reservados. La separación entre mesas. El atento y amable trato del servicio en todo momento. La calidad de sus materias primas y la elaboración de las mismas. La generosidad de todas sus raciones. Su relación calidad/cantidad/precio. El ajustado precio de las referencias de su carta de vinos. ¡Sus fantásticos Gin Tonics! Aceptan todos los cheques de comida.
Pequeñas pinceladas, prácticamente insignificantes.
4,5
13 comentarios a “La Fragua de Sebín”
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Hola chicos,
¿qué decir? Que vuestra web es genial y que vosotros os lo pasáis de miedo probando estos sitios, jajaja. Como en anteriores ocasiones, probaré vuestra sugerencia. Tres cosillas que quizá interesen.
Rayo, el Gin Tonic, según tengo entendido, no comenzó a beberse como bebida de celebración inglesa. La tónica, por sus propiedades (contiene quinina), se tomaba en las colonias inglesas para combatir la malaria. Las tropas inglesas la comenzaron a acompañar de ginebra para evitar ese sabor amargo tan característico. Ésa fue la principal causa. Más tarde, se comenzó a tomar en sus fiestas como cóctel.
Por otro lado, de las buenas ginebras se os olvidó mencionar la London Gin (de color azul y de alta graduación… no confundir con la Bombay Saphire, cuyo color azul se reduce al envase). Es menos amarga que la Martin Miller’s y quizá a determinados paladares les resulte más agradable.
Y en cuanto a las tónicas, la Fever Tree es genial y aromática, pero resulta muy cara. Nada que ver un gin tonic con Fever Tree que con Schweppes o Nordic Mist. Probad Fentimann’s. No se encuentra fácilmente, pero resulta un pelo más barata que la Fever Tree y es igualmente buena.
Abrazos!!!
Hola Bertolucci,
¡Veo que te ha gustado este reportaje! Te encantará el restaurante La Fragua de Sebín, ya lo verás.
Como bien indicas en tus palabras sobre la tónica, “las tropas inglesas la comenzaron a acompañar de ginebra para evitar ese sabor amargo tan característico”, es exactamente lo que comenta Rayo, sin afirmar en ningún momento que haya sido el comienzo de su consumo, simplemente es una anotación anecdótica sobre lo que sucedió antaño, incluso si nos refiriésemos al nacimiento de su consumo nos encontraríamos con dos posibles versiones en la historia, no sólo la de combatir la malaria.
No se nos olvidó mencionar la London Gin -que también la tienen en La Fragua de Sebín y es fantástica-, sino que únicamente hablamos de las tres que nosotros disfrutamos ese día. ¡Si nos ponemos a hablar de las 15 ginebras que tienen… el artículo aumentaría considerablemente! ¡Como si hablásemos de toda su carta! Pero… Rayo crero que se sigue quedando con la Martin Miller’s
Es cierto que la Fever-Tree es muy cara, tienes toda la razón, pero fíjate a qué precio están los combinados de esa categoría en La Fragua ¡9,50 € nada más! Nos llamó la atención que haya sido el restaurante dónde los hemos encontrado más económicos hasta el momento (suelen superar siempre los 12 € y los hemos visto llegar a 15 €). ¡Y ten por seguro que probaremos la Fentimann’s! Ya te contaremos qué tal…
Un saludo! Y muchas gracias por leernos y por compartir con nosotros un momento “gin”.
Cucharete Team.
Conforme lo pintáis aquí, el que no haya estado, se le hará la boca agua. Nosotros nos acercamos una tarde el verano pasado, y creo que tuvimos el error de sentarnos en la terraza en vez de dentro. desde luego que no tiene nada que ver lo que habéis cenado con lo que se sirve fuera, pues creo que tienen cartas distintas. En la calle es rollo bareto de barrio, unas patatas bravas, etc. El local tenia muy buena pinta, pero al estar dentro vacio, y la terraza hasta arriba, nos decidimos por la terraza. Yo desde luego a la terraza no volveré, pues aparte de lentos, se puede decir que tomamos comida recalentada, y no a un precio “recalentado”. No se si volveremos la verdad…. pero tiene buena pinta.
Saludos.
Me ha gustado el restaurante. Carta muy eclectica, decoración cuidada y presentación de los platos espectacular. Anotado como sitio a visitar.
Ahora para tomar un buen Gin Tonic me quedo con los garitos de la calle Reina (ya he aprendido -no se dan nombres de otros locales), detrás de la centenaria Gran Vía. Saludos.
Por fin un restaurante que no cierra por la tarde!!! y se puede hacer sobremesa tranquilos.
No abundan en madrid con esa amplitud de horario.
Me parece muy bien!!!
Estuvimos el sábado por la noche cenando allí, y creo que tanto el artículo cómo los comentarios sobre valoran la cocina del restaurante. De entrantes pedimos el revuelto de oricios, no estaba mal, pero le sobraba sal. También pedimos los chipirones que es cierto que estaban muy buenos.
De segundo pedimos sashimi, no voy a intentar compararlo con el mismo plato de cualquier restaurante japones de Madrid ya que está claro que el cocinero no ha probado dicho plato en su vida. También pedimos el lomako de bacalao, debido al comentario de esta página, fueron un par de platos, la única palabra que los define es incomestibles, supongo que para algunas personas un poquito más de sal para que sepa significa no poder apreciar el sabor del bacalao.
Cuando le comentamos al camarero que estaba muy salado nos puso mala cara y después de probarlo dijo que a él no le parecía que estuviese salado, pero que a pesar de ello nos cambiaba el plato. Más tarde el mismo camarero se disculpo argumentando que lo había probado en cocina y era cierto que estaba muy salado.
Cómo detalle no nos cobraron ninguno de los bacalaos.
Me encanta vuestro reportaje, anda que no lo pasais bien (apuntado queda el dato cuando tenga algo muy bueno que celebrar)! Al hilo de lo que comentaba Bertolucci, también soy partidario de dar a cada ginebra su mixer ideal, exquisito el paladar de la Citadelle y también London, y la clásica schweppes es buena haciendo brotar los aromas de bayas y especias. Salud!
Hola a Cucharete
El sábado 24/07/10 cenamos, mi mujer y yo, en La Fragua de Sebin por la excelente y sugerente crítica de vuestra página. Hemos leído muchas críticas sobre el restaurante y nos sorprende lo bien que todo le mundo habla del mismo o tal vez no tuvimos suerte. Como primer plato ella pidió una mejillones al vapor con genjibre, cayena y cebolla (Buenos y sorprendentes en sabor y calidad) por sugerencia del camarero que nos atendió. Como segundo plato una lubina con costra sobre salsa de puerro y jamón. No estaba mal pero no era para tirar cohetes. Yo tuve la ocurrencia de pedir un risotto de boletus (Todavía los estoy buscando o en el restaurante no saben cómo es esta seta) y alguien debería decirles que no hay que abusar de la nata -es este caso hay que prescindir de ella si lo cubres de lascas de parmesano- y recordarles que el arroz tiene un punto óptimo de consumo que no es precisamente el que corresponde a estar “pasado”. Pero lo mejor fue el solomillo de ibérico con cebolla y torta del Casar. Qué maravilla: un solomillo entero para mí y CRUDO con cebolla cocida… y todo flotando en una salsa aguada cuando no agua.
Lo mejor de todo la botella de vino 100% monistrol que menos mal no necestió de la intervención del restaurante nada más que para abrirlo.
Penoso y caro para lo que dan. NO VUELVO
uy uy uy… pues la verdad es que, después de leer el reportaje, me han entrado unas ganas locas de ir… sin embargo, al leer la críticas, me he echado pa’ trás… es una pena porque tiene todo una pinta estupenda…
quizás entre semana den mejor calidad… aún así, no correré el riesgo!!
gracias a los cuchareteros por vuestros comentarios!!!
saludos!
Os he empezado a seguir hace poco, y hemos empezado por este restaurante, nuestra impresion es inmejorable, el chico que nos atendio un encanto, y la comida para que contaros, el rissoto estaba de cine, el caso es que nos gusto mucho, muy agusto.
Seguire vuestros derroteros por otros sitios a ver si teneis el mismo acierto, muy bien de verdad muy bien.
Un saludo .
Trini
hola cucharete.
estuvimos el sábado y de verdad que salimos muy contentos fuimos 9 y todo genial
te seguiré a partir de ahora .
felicidades a los dueños del restaurante de 10 (vaya rape y bacalao)
un saludo a todos
Pues hasta donde yo sé, la Fentimanns es más cara que la Fever Tree. El botellín normalmente suele ser unos 10 ó 20 céntimos más caro, pero en lugar de ser de 200ml como la Fever Tree, la Fentimans es de 125ml, con lo que sale bastante más caro, porque yo acostumbro a tomar las copas en vaso de sidra, y necesito dos fentimans, para un gintonic.
Fui hace un par de meses con mi chico, el trato genial, dejaos aconsejar todo el tiempo por el mêtre, personalmente, al final de la cena, le di mil gracias por sus consejos, pedimos el plato de atún rojo de segundo, toda una delicia, lo recomiendo sin dudar, incluye el mejor sushi que e probado nunca, todo riquísmo, en cantidad, el sitio muy agradable, estubimos en un recoveco, muy tranquilos y bien atendidos. Las pegas que le pongo son las pequeñas sumas que fueron agregándose en la cuenta, fueron las siguientes: 2€ por cada aperitivo ( que trajeron sin haberlo pedido u ofrecido avisando de que tenía coste ), 2,5€ por cada trocito de barra precocida que pedimos, y 3€ en cocepto de servicio, todas ellas más la cena , sumaron un total de un buen pellizco, pero a veces merece la pena darse un lujo, aunque te cobren de allí y de allá…..