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Tablada (Esq. Sauco, 1)
Madrid (Tetuán)
Tetuán (línea 1)
91 459 99 09
35 - 45
El heterogéneo Distrito de Tetuán puede presumir de ofrecer excelentes asados en horno de leña de carbón de encina en el Restaurante Asador Cantespino. Más de dos horas son necesarias para conseguir unos cochinillos y lechazos de excepción, siempre bajo la atenta mirada de un ambiente familiar que cautiva a sus clientes. Su comedor -habilitado para fumadores- tiene capacidad para 40 comensales en dos alturas. Su horario de apertura es de 13:30h. a 16:00h. y de 20:30h. a 23:30h. Ofrece también sus asados por encargo para llevar en su número de teléfono. Cierra los Domingos y los Festivos por la noche.
4,5
Rayo: ¡Estáis de enhorabuena! No hay más que ojear la fotografía que os muestro a continuación… Y no me refiero al agradable calorcito que “desprende” en estos días en los que ya empieza a hacerse notar el frío, sino porque indica que el restaurante que tenéis ante vuestros ojos -y no dudo que pronto ante vuestros paladares-… ¡Tiene un fantástico horno de leña! Con esta sugerente premisa, ya os podéis hacer una idea de los manjares que pueden preparar y acariciar con mimo sus potentes brasas: Cordero… Cochinillo… ¡Un paraíso para los carnívoros!
No hay nada que me satisfaga más al participar como cronista en Cucharete, que el hecho de poder descubrir aquellos lugares ocultos por los callejones menos transitados de Madrid y tener el privilegio de presentároslos con detalle a todos los que nos leéis semana a semana. Existen multitud de escondrijos gastronómicos desconocidos para el gran público, rincones secretos que no plagan los espacios publicitarios de la prensa diaria, ni que habitualmente escuchamos a todas horas en las cuñas de radio, madrigueras culinarias que quedan grabadas en la mente de quienes las han conocido y que invitan a regresar de nuevo… En definitiva, restaurantes más que recomendables, en los que su máxima es el pleno disfrute del paladar del comensal. ¡Así es el Restaurante Asador Cantespino de Madrid!
Sacad un momento vuestro móvil del bolsillo y apuntad este número en vuestra agenda: 91 459 99 09. Ponedle claramente de nombre “Cordero y Cochinillo” y de apellido “Para Llevar”… Pues os aseguro que os va a sacar de un apuro en más de una ocasión. Si queréis sorprender en casa a unos amigos, o se os echa encima una celebración familiar… ¡Triunfaréis por todo lo alto! Además, se acercan fechas que se prestan mucho a este tipo de comilonas carnívoras… y nada mejor que un buen consejo cucharetero para que la festividad disfrute de un broche gastronómico de lo más sabroso.
Vamos a ver cómo es por dentro el Restaurante Asador Cantespino, un local que te saluda desde su fachada con un imponente mural de azulejo que muestra la heráldica que identifica a todos los fresnenses -habitantes de un municipio del nordeste de la provincia de Segovia que se encuentra a 150 km. de Madrid-. Un vistoso escudo de armas en el que se muestra un árbol espinoso que posee tantas ramas como lugares pertenecían a la Tierra de Campos de la Espina -o Candespina-, flanqueado por dos leones rampantes con facciones casi humanas que protegen el emblema y rematado con la corona real que utilizara Alfonso VII. ¡Fresno de Cantespino! ¡Segovia! ¡Tierra de corderos y cochinillos! Claro que, aprovechando que Jesús Peinado y María Meño nos acercan toda esa cultura del buen asado segoviano al Distrito de Tetuán en Madrid, pues a ponerse las botas toca.
Como habéis podido apreciar en la fotografía anterior, el Restaurante Cantespino dispone de cafetería, muy bien acondicionada y con enormes ventanales a la calle. La luz juega un papel importante durante el día, bañando abundantemente todo el espacio. Por la noche, los alógenos cogen el testigo y se encargan de dibujar sombras que pintan el clima con tonos más cálidos. De todos modos, en el Restaurante Cantespino no buscamos una decoración moderna y sensual, no buscamos lujo ni sorpresas decorativas de última generación, no esperamos que tras sus fogones esté un chef de renombre formado al lado del mismísimo Adrià, ni tampoco que su clientela esté constituida por famosos y gente de pasarela de lo más cool. No… Aquí se viene a comer bien, a disfrutar del paladar, a saborear los platos, a valorar las materias primas que utilizan, a charlar alrededor de una buena mesa y, por supuesto, bien acompañado. Me encanta encontrar restaurantes a los que se va a comer con garantías de éxito, entre tantos otros más fashion a los que vamos a… desilusionarnos -la mayoría de las veces-.
Subiendo unas escaleras -que muestran y refrescan en su parte central las diferentes referencias de vino de su bodega-, llegamos al comedor. Un espacio más cuidado y cuidadosamente iluminado, sin estridencias y en armonía con el estilo del local. En esta altura también adquieren protagonismo los amplios ventanales, que se encargan de abrirnos las vistas de la calle.
Encontramos mesas redondas que resultan perfectas para cinco comensales, el resto son modulares de dos, y con ellas podemos crear cualquier combinación -por ejemplo, en nuestro caso nos montaron una mesa imperial en la que cenamos cómodamente los ocho cucharetes que acudimos esa noche-. Gran parte de la vajilla está serigrafiada con la imagen del local, un detalle que otorga un halo de distinción típica de los asadores de antaño. Las servilletas, cristalería y cubertería están acorde al tipo de establecimiento y son más que correctas.
Las parejas tienen el privilegio de poder sentarse en una mesa como la que muestro en la siguiente imagen, y cenar en el “balcón del Cantespino” con vistas a la calle. Pongo la mano en el fuego de que mi próxima cena en el Restaurante Cantespino será en una de éstas.
Al fondo, encontramos otro comedor que completa el espacio para 40 comensales del que dispone el Asador Cantespino. Un rincón que puede utilizarse a modo de reservado, perfecto para una celebración familiar o una comida o cena de empresa. Esta estancia está decorada con óleos enmarcados en gran formato, muchos de ellos a la venta. A la izquierda de la fotografía podemos ver una pequeña mesa auxiliar que resulta imprescindible para trocear los manjares que salen de su horno de leña de carbón de encino: ¡Nosotros la utilizamos dos veces! Una para el cordero… Y otra para el cochinillo. ¡Qué hambre me está entrando sólo de recordarlo!
A continuación vienen las mejores fotografías del Restaurante Cantespino. ¡Las de los platos que salen de sus fogones! A ver si progresa la tecnología e inventan un gadget USB que podáis conectar al monitor para oler lo que veis porque, si eso fuese posible, os aseguro que no tardaríais más de dos días -tres a lo sumo- en visitar este lugar. ¡Estaba todo buenísimo! Los aromas que envuelven las raciones y que sólo puede transmitir al plato un horno de leña que dora lentamente en sus entrañas durante horas una excelente materia prima, son inimitables.
Ocho comensales nos presentamos a cucharetear el Restaurante Cantespino, Esteban y Vanessa, Roberto y María José, Sara y, por supuesto, FlashBack, Ninillas y un servidor. ¡Celebración pre-Navidad! Esta vez nos decantamos por el vino tinto y dejamos de lado los blancos. La carta de vinos muestra referencias a muy buen precio, gran cantidad de ellos no alcanzan los 15 €, y tan sólo tres o cuatro superan ligeramente los 20 €. ¡Una delicia! Comenzamos con este Coto de Hayas 2008 de la D.O. Campo de Borja, un tinto 100% garnacha que nos entusiasmó -superaba sobradamente al Abadía Retuerta Primicia 2006 que os muestra Ninillas-. Se trata de una garnacha centenaria muy expresiva que realza un tinto muy equilibrado. No os defraudará en absoluto a no ser que seáis adictos a las denominaciones generalistas habituales. Quizás fue el mejor de los tres tintos diferentes que disfrutamos en la velada.
Aquí me tenéis con los Pimientos del piquillo con ventresca de bonito. ¡Menuda ración! Perfecta para compartir y muy sabrosa. Tanto los pimientos como la ventresca gozaban de notable calidad, que al combinarse con huevo rallado y cebolla bañados con un buen aceite de oliva convierten un simple plato en todo un manjar.
Las raciones en el Restaurante Asador Cantespino son muy generosas -no hay más que ver el siguiente plato en la sección de Ninillas-. Se trata de una Ensalada de cogollos con salmón y anchoas de Santoña. ¡Deliciosa! De lo más sugerente el conjunto aguacate-anchoa regado con aceite de oliva… ¡No os olvidéis de probarlo! Además, no podían faltar los cogollos y las láminas de salmón que daban nombre al plato, acompañados por unos tomatitos cherry.
A continuación tenéis a FlashBack con una estupenda ración de Gambas al ajillo. Una cazuelita de barro esencial en el Restaurante Cantespino: gambas blancas de gran calidad cocinadas en su punto justo para que lleguen a la mesa con un aroma que invita a olvidarse de la conversación y de todo lo que nos rodea. ¡Riquísimas! Un delicado toque picante elevaba el plato a su máxima expresión, de las mejores gambas al ajillo que he probado.
Esteban y Vanessa posan con la Ensalada de perdiz escabechada. La ración es abundante e ingredientes no le faltan: perdiz escabechada, lechuga, tomate cherry, cebolla, champiñones y semillas de granada. Todo ello con un sombrero de mi-cuit de foie. Personalmente me quedo con la ensalada anterior, quizás fue la culpable de que ésta última me pareciese menos sorprendente.
La Parrillada de verduras frescas es sobresaliente. Tanto las berenjenas, como el calabacín, los tomates, los champiñones, la cebolla y, por supuesto, los espárragos trigueros estaban sensacionales. Todos ellos al punto y muy sabrosos. “Me encanta que las parrilladas de verduras salgan bien” -como diría un Hannibal vegetariano en el Equipo A-.
En sus monitores… ¡Un exquisito Lenguado a la plancha! Lo acompañaban unos pimientitos asados y unas tiras de berenjena rebozada. La calidad del pescado era realmente notable, aunque nos fue difícil valorar si estaba mejor que la merluza que le siguió. Ambos platos estaban deliciosos y nos sorprendieron por su sabor genuino, algo que sólo se consigue con una materia prima de gran calidad. Con entradas en carta como ésta, el Asador Cantespino no defraudará a los acompañantes marinos de los carnívoros que vayan a tiro fijo a por cordero o cochinillo.
La Merluza al azafrán llegó a la mesa nadando en un mar de rica salsa en la que se vislumbraba un islote de patatas panadera con palmeritas de perejil en el que habían encallado algunas gambas ballena. ¡Qué buena estaba la merluza! La salsa resultaba el complemento perfecto e invitaba a que se terminase rápidamente la ración de pan -de tanto mojar-. Excelente pescado y excelente preparación. Quizás la presentación no muestre la calidad del plato de un modo visual, pero os aseguro que con sólo probarlo saldréis de toda duda.
Al aproximarse el tercio carnívoro cambiamos de vino. Nos decantamos para la ocasión por un Rioja Coto de Imaz Reserva 2004, un tinto complejo -aunque fiel a su Denominación de Origen- que no nos defraudó, realizado con tempranillos de La Rioja Alta y Alavesa.
Me encanta el plato que viene a continuación, uno de los imprescindibles del Restaurante Asador Cantespino: Carne roja al hierro. Y más todavía cuando la materia prima invita a disfrutar del mismo. La pieza venía fileteada y acompañada de patatas fritas y un pequeño cuenco con escamas de sal. Ya conocéis el ritual… Se restriega un poco de tocino contra el hierro -que llega a la mesa al rojo vivo- para que no se nos pegue la carne, se echan sobre el metal unas escamas de sal y… ¡A marcar al punto nuestro mini entrecot! Muy buena carne, perfecta para carnívoros de pro. Este plato muestra una ración de aproximadamente un kilo y es obligatorio pedirlo para un mínimo de dos personas.
Otra de las indiscutibles estrellas del Restaurante Cantespino es el Cordero lechal asado en horno de leña de encina. ¡Qué mano tienen estos hornos para trasmitir al plato unos aromas y sabores inconfundibles! Con el simple condimento del agua y la sal, el resultado es realmente exquisito. Según nos comentaron, la calidad prima en sus piezas, pues tanto los corderos como los cochinillos llegan directamente desde Pedraza –un pueblo de origen medieval situado a 37 km. al nordeste de Segovia capital-.
El cordero (también para dos personas) puede acompañarse -como mandan los cánones- por su inseparable y fresca ensalada de lechuga, tomate, cebolla y aceitunas -que se factura a parte-. Nosotros, como no podía ser de otro modo, no nos negamos. ¡Había que cucharetear el plato en todo su esplendor!
Os dejo un vídeo ilustrativo que grabé mientras Jesús nos troceaba el cordero en la mesa auxiliar que os había presentado anteriormente. Al final quedó perfecto para que todos pudiésemos probarlo. ¡Qué bueno estaba!
Otro manjar del Restaurante Asador Cantespino es el Cochinillo asado en horno de leña de encina. Creo que sobran las palabras para definir el plato, la imagen lo dice todo… ¡Vaya pinta que tiene! Un bocado sabroso y suave, un trago de buen vino… Bueno, bueno… Disfrutad con la imagen -algo menos de lo que yo disfruté en vivo, claro está-.
El rico animalillo fue sometido al mismo proceso de troceado que su hermano el cordero. En la sección de Ninillas tenéis un vídeo del momento, en el que puede escucharse perfectamente lo crujiente que está la piel cuando se rompe: ¡Es mejor el sonido que la imagen! ¡Riquísimo! Esto es lo bueno que tiene un local de este tipo, que si vienes a comer y a disfrutar de los sabores de la vida, no saldrás defraudado, con el aliciente de que detrás del negocio no hay un gerente con dinero que lo monta como un proyecto más, sino que dos personas -marido y mujer- dedican su vida al completo a llevar el barco a buen puerto día sí, día también, cuidando a los clientes como a miembros de la familia que han sentado a su mesa, en su propia casa.
¡Llegamos a los postres! Y además… ¡Son caseros! Así que no nos quedaba otra que señalar con el índice los que simplemente con su nombre decían desde la carta: “¡Cómeme a mí!”. Comenzamos con las Natillas con bizcocho al café con un toque de canela. ¡Qué cremosas y qué ricas! Estaban en su punto justo, ni espesas ni ligeras, perfectas.
En otro bol de diseño diferente venía la Crema Catalana -de la que pedimos dos-. Probablemente superaba a las natillas, aunque me costaría decidirme en exclusiva por alguno de ellos. Vamos… Que tenéis que pedir los dos.
Roberto os enseña el Arroz con leche, que en esta ocasión estaba súper cremoso. ¡Muy rico! A mí es uno de los postres que más me gusta, es algo así como la tortilla de tu madre, que es insuperable, lo mismo pasa con el arroz con leche, siempre recuerdas al que hacía tu madre y ninguno se le aproxima. Pero éste estaba a la altura de los mejores que he probado.
IMPRESCINDIBLE -con mayúsculas- el Flan de queso al horno de leña. Qué diferencia tiene un flan que fue concebido entre esos muros abovedados de ladrillo refractario. ¡Está tremendo! Éramos ocho y os puedo asegurar que las cucharillas hacían cola para poder coger otro exquisito trocito. ¡Qué poco duró en la mesa! ¡Y cuánto dio que hablar!
El último turno corrió a cargo de la Tarta de mousse de chocolate negro. Para los chocolateros resulta una opción recomendable, ¿A quién no le gusta el chocolate? Pero teniendo presentes los magníficos postres que hemos visto anteriormente, pasa totalmente desapercibida.
Charlamos durante la sobremesa -acompañados de unos cafés y unos tés-, sobre cómo arreglar este País que cada día que pasa está más en crisis aunque las noticias intenten hacernos creer lo contrario, y decidimos que, si la solución es consumir, al menos hacerlo en restaurantes que merezcan la pena. ¡Como en el Asador Cantespino! Nos invitaron amablemente a unos chupitos artesanales y, los que no tenían que conducir, no perdieron oportunidad. Yo con el de hierbas, uno de ellos.
¡Gran cena! ¡Gran restaurante! ¡Gran familia! y ¡Gran horno de leña! No dudéis en pedirles que os enseñen su magnífico horno de leña, pues lo tienen en la cocina y no está a la vista del comensal. Gracias a ello me hice con la primera instantánea de este reportaje cucharetero.
Cliente satisfecho, cliente que repite… ¡Y os aseguro que nosotros repetiremos en el Asador Cantespino! ¡Y muy pronto!
Ninillas: Estaréis de acuerdo conmigo que las épocas de crisis traen consigo un retroceso económico, seguido de recortes y más recortes… Cuando no queda nada por recortar, entonces, y sólo entonces, nuestros dirigentes son capaces de encontrar alguna cosa -en caso de no encontrarla la inventan- donde aún se recortará más. En el terreno culinario, esos recortes afectan y de qué manera. Si hay algo que se suprime cuando los tiempos no acompañan es precisamente el ocio, pero además, curiosamente parece como si quisiéramos “desandar” el camino andado, como si la etapa anterior hubiera sido un espejismo de esferificaciones imposibles, de fusiones inverosímiles… y hay como una vuelta a lo tradicional, a lo que siempre nos gustó y teníamos guardado en el baúl de los recuerdos, pero eso sí, ya que se sale menos, buscamos calidad y buen precio.
Precisamente, el restaurante que os presentamos hoy es un claro ejemplo de lo que hablo. Un local con los sabores de siempre, acompañado de generosas y sabrosas raciones. El Restaurante Cantespino está ubicado en uno de los distritos más heterogéneos de la capital, Tetuán. Concretamente en uno de los barrios con mayor mestizaje, el de Berruguete. Calles que se van cruzando unas con otras de manera caprichosa, seguidas de alguna que otra cuesta de importancia, nos llevaron a la Calle Tablada esquina con la Calle Sauco Nº 1, que es donde se encuentra el susodicho.
Lo primero con lo que te encuentras nada más cruzar el umbral de su puerta es con una barra muy “apañada” rodeada de unas cuatro o cinco mesas, no creo que haya más. Estamos en una zona muy de batalla donde se sirven desayunos, aperitivos, cañas -de Mahou, eso sí- y unas suculentas raciones y envidiables tostas. No tuve el placer de probarlas, pero sí vi salir algunas destinadas a otros clientes y… qué queréis que os diga, que me faltó poco y nada para pedir alguna. Lo que sí hice fue echar un vistazo a su carta, donde descubrí que era extensa y variada. Tenían raciones de Jamón Ibérico de bellota, de Morcilla de Aranda, de Lacón a la Gallega, de Pulpo a la vinagreta, de Verduritas fritas con gambas… Así hasta un total de 23. En el apartado de tostas, nos ofrecen 9 variedades, de entre las que no me hubiera importado hincar el diente a las de Anchoas del Cantábrico y queso tierno o tal vez a la de Pisto manchego con huevo rallado. Pero, como ya os he comentado, me contuve, mucho eso sí, y esperé hasta la cena.
Subiendo una larga escalera accedemos a la zona de sala propiamente dicha. No es un comedor grande, pues cuenta con tan sólo 40 cubiertos distribuidos en dos estancias anexas, pero dada su distribución y la visión de los grandes ventanales el local parece más grande de lo que realmente es.
Porque si hay algo que llama sobremanera la atención en el Restaurante Cantespino son precisamente esos enormes ventanales que lo rodean de lado a lado y que abarcan desde el suelo hasta alcanzar la segunda planta, dejando pasar durante el día la luz a raudales y, al llegar la noche, mostrarse curioso con los transeúntes sentado en una de sus mesas. La verdad, es que me encantan los locales que me permiten ver el exterior o, mejor dicho, los que me permiten ver su interior, es como si antes de entrar ya me estuvieran haciendo su carta de presentación.
En su primer comedor, habilitado para 24 comensales, absolutamente todas sus mesas van con vistas, algunas con abismo hacia la planta inferior. Son casi todas mesas de dos, amplias y bien distribuidas y una para 5 comensales redonda, por si la cena no es de pareja, sino más bien una cena recogidita de amigos. De cualquier forma, da igual el número de comensales, pues a buen seguro no tendrán inconveniente en juntar las que sean necesarias para adecuarse al número de comensales, como ocurrió con nosotros que íbamos ocho.
De sus paredes amarillas cuelgan multitud de cuadros, algunos de ellos a la venta, con diversos motivos paisajísticos, algún que otro autorretrato, bodegones… Todos ellos con un denominador común, los abigarrados marcos que los ensalzan y que son extensibles también al espejo que os muestro a continuación.
En conjunto, se podría decir que el Restaurante Cantespino es un espacio acogedor donde se respira un ambiente agradable en el que desde que entras por su puerta sabes que vas a encontrar confianza y buen hacer, sin más pretensiones que las de ofrecer una buena cocina en un lugar donde uno se siente cómodo. Y, ahora que lo he probado, debo decir que sus propietarios Jesús y María -marido y mujer- lo han conseguido, porque… Sí, el Cantespino es un restaurante familiar y eso se nota… ¡Cómo se nota! Para bien, por supuesto. No hay nada mejor en la continuidad y el día a día de un restaurante que tras él haya una familia a su cargo, porque el restaurante no es sólo un negocio, es su vida, y como tal lo viven y lo hacen vivir a sus clientes.
Ha llegado la hora de ir sentando las bases del post, de hablar de lo que realmente interesa. El Restaurante Cantespino, perdón, pero hasta ahora he omitido su nombre completo, en realidad se llama Restaurante Asador Cantespino, que es parecido pero no es igual, porque restaurantes hay muchos, pero asadores no tantos, y menos aún de los que puedan presumir de un horno propio donde asar con leña de encina. ¿Verdad que tengo razón? Pues sí, el Cantespino puede presumir de ello. Posee un magnífico horno -Rayo os los muestra en su sección- donde asan fantásticos cochinillos y lechazos traídos directamente desde Pedraza. Debo aclarar que para poder disfrutarlos hay que realizar el encargo previo por teléfono pues los asan en el momento, mejor dicho, dos horas y media antes de tu cena. O si lo deseas también puedes encargarlos y llevártelos a casa.
En su carta nos ofrecen una selección de platos muy ligados a la cocina castellana, como no podía ser de otro modo, y otros que representan el día a día de una cocina de mercado, agrupados en torno a cuatro secciones: Para Compartir, Ensaladas, Pescados y Carnes. Nosotros nos reunimos aquella noche ocho comensales y nuestra comanda fue, como podéis imaginar, bastante abultada: cinco entrantes y cinco principales, aunque con truco, pues algunos de ellos como el cochinillo, el lechazo y la carne al hierro son para 2 comensales -o incluso 3-.
Abrimos el desfile de viandas y comenzamos con los aperitivos, que en nuestra cena consistieron en un platito de lomo embuchado y otros dos de ensaladilla rusa, por cierto, buenísima.
En un primerísimo plano os muestro estos Pimientos del piquillo con ventresca de bonito. Una generosa ración de buenos pimientos y buena vestresca, aderezados por un no menos bueno aceite de oliva virgen y cubierto por huevo rallado y cebolla morada en juliana. Es de ese tipo de platos que no defrauda cuando los ingredientes son de calidad, como era el caso.
De las dos ensaladas que pedimos en nuestra comanda, la primera en hacer acto de presencia fue esta Ensalada de cogollos con salmón y anchoas de Santoña. Se acompañaba con unos tomatitos cherry y unas rodajas de aguacate, regándose todo el conjunto con aceite de oliva virgen y una reducción de Pedro Ximénez. El contraste de todos los ingredientes, y en concreto el de las anchoas con el aguacate, resultaba muy interesante.
La Cazuelita de gambas al ajillo, vista así, puede parecer un plato simple, pero señores y señoras… Nada más lejos de la realidad, porque las gambas eran de grandísima calidad y a cada bocado la sensación de grandeza iba aumentando, sobre todo con ese leve toque picante que dejaban a su paso. A veces, un plato sencillo se hace exquisito cuando las materias primas son de primera calidad.
Acompañamos los entrantes con un Abadía Retuerta Primicia 2006 de la V.T. Castilla y León. Un tinto joven multivarietal -Tempranillo, Merlot y Cavernet Sauvignon- perfecto para comenzar la comida. No estaba mal, pero me quedo con el que os presenta Rayo que, por unanimidad en la mesa, fue el mejor de los tres tintos que disfrutamos esa noche: Coto de Hayas 2008 de la D.O. Campo de Borja, esta garnacha centenaria criada en barrica de roble francés únicamente durante tres meses, sí que salió por la puerta grande.
La Ensalada de perdiz escabechada tal vez me despistó un poco, estaba rica, pero tal vez llevaba demasiados ingredientes: lechuga, tomate cherry, granada, cebolla, perdiz escabechada, champiñón… Y coronando el conjunto mi-cuit de foie, que la verdad, al no ser casero deslucía un poco, no así la perdiz que estaba sabrosísima.
Rober y Mª José os muestran una Parrillada de verduras frescas. No la pedimos por casualidad, sabíamos que la cena iba a ser contundente y este plato, junto con las ensaladas, fue pensado para “desengrasar-nos” un poco, porque ya se sabe que la berenjena, el calabacín, los espárragos trigueros, la cebolla, el tomate y los champiñones, si se hacen al punto preciso de plancha, van muy bien para aligerar. Cumplieron de sobra su propósito.
Finalizados los entrantes, llegó la hora de pasar a los principales y con ellos una gran sorpresa, la que supuso para mí y para mis acompañantes encontrarnos con unos pescados de extraordinaria frescura y calidad precisamente en un asador. El primero fue este Lenguado a la plancha que traía como guarnición unos pimientitos asados y berenjena rebozada. Puede que a simple vista no sea un plato de los que llaman la atención por su presentación, pero creedme cuando os digo que el lenguado estaba delicioso.
Y qué os puedo contar de esta Merluza al azafrán que parecía que iba a saltar del plato de lo fresca que estaba. En serio, no sabría con cuál de los dos platos de pescado quedarme. La merluza se acompañaba con unas patatas panadera e iba cocinada con una salsa en la que nadaban unas gambitas y en la que mojamos todos sin excepción. Lo dicho, tanto el lenguado como la merluza fueron los imprescindibles de la noche, sin olvidarnos de lo que aún estaba por llegar.
Estando esa noche a la mesa Estaban y Vanessa no pudimos evitar pedir Carne roja al hierro y aprovechamos para cambiar de vino, como os muestra Rayo: un Rioja Coto de Imaz Reserva 2004. Lo cierto es que es un plato ideal para compartir y, para qué engañarnos, que a todo el mundo nos gusta hacernos la carne a “nuestro punto”. Además ya te avisan de que la ración es para un mínimo de dos personas, yo añadiría que más bien para tres, pues es más o menos un kilo de carne y además trae un plato de patatas fritas de guarnición.
Pero no os quepa la menor duda de que si esa noche nos desplazamos al Restaurante Asador Cantespino fue con la idea clara de que íbamos a comer lechazo y cochinillo. Tan claro lo teníamos que en nuestra reserva ya lo avisamos, pues al ser asado en horno de leña, si no lo indicas seguramente te quedarás sin probarlo. Y aquí os lo muestran Roberto y Mª José, un cuarto de Cordero lechal asado en horno de leña de encina.
Puede que del horno de leña de encina os parezca una nimiedad, pero nada más lejos de la realidad. Sólo hay que ver el vídeo que os muestra Rayo mientras lo troceaban, para darse cuenta de lo tierno que estaba. Por cierto, no olvidéis que del cuarto de cordero lechal salen dos raciones, y que el mejor acompañamiento que puede tener es una Ensalada de lechuga, cebolla y tomate para limpiar el paladar. Nosotros también la pedimos, su precio es de 6,50 € +IVA.
El otro gran protagonista de la noche fue este Cochinillo asado en horno de leña de encina, bueno, hablando con propiedad no era entero, sino medio y, sólo hay que ver la siguiente imagen para imaginarse cómo estaba de rico. Con piel crujiente y carne tierna y tremendamente jugosa, hizo las delicias de los allí presentes.
Aunque lo mejor, como siempre, son las pruebas, y como no puedo demostraros su sabor aquí os dejo un vídeo del momento en que lo troceaban. ¡Escuchad el crujido de la piel!
La cena había ido francamente bien, sobre todo porque el propósito que allí nos había llevado se había cumplido: cenar cochinillo y lechazo asado en un auténtico horno de leña. Además, el resto de viandas acompañaron casi en su totalidad, y sobresalieron enormemente sus pescados. Ahora era el momento de ver si sus postres estaban a la altura. Jesús, el propietario, nos dijo que eran caseros y que los elaboraba su mujer, de modo que… ¡Cómo resistirse! El Restaurante Asador Cantespino ofrece en su carta de postres nueve entradas, cuyos precios oscilan entre los 4 y 5 €. Abrimos con estas Natillas con bizcocho al café que os muestra FlashBack. Yo, reconozco que no soy de natillas, pero éstas estaban deliciosas.
Esteban y Vanessa sostienen dos raciones de Crema catalana, de la que tampoco os voy a engañar, no soy muy amiga. Claro que ésta era más suave y ligera que las convencionales y entraba sola. A mí me encantó.
El Arroz con leche estaba súper cremoso, más bien parecía una crema de arroz. Se notaba que su elaboración era la tradicional, lenta y pausada. Me supo rica, rica. Yo creo que llevaba algo de nata.
Y qué os puedo decir de este Flan de queso al horno de leña… Si habéis tenido la oportunidad de probarlo alguna vez sabréis que no tiene nada que ver con el resto. Sabe distinto, su textura es distinta… Es otro flan, es sencillamente, el “FLAN”, e ir al Restaurante Asador Cantespino y no probarlo no tiene perdón.
La Tarta de mousse de chocolate negro fue el postre que menos me convenció, el resto me recordaban a esos sabores de la memoria que todos llevamos dentro con un toque Cantespino, pero esta tarta… No sé, me gustó, pero no sobresalía como los demás.
La sobremesa la alargamos más de lo debido, pues al día siguiente madrugábamos, pero después de semejante cena había que reposar en condiciones y qué mejor manera que hacerlo con unos cafés y alguna que otra infusión -ambos a 1,20 €-. Aunque ahí no quedó la cosa, pues Jesús nos obsequió con unos chupitos artesanales de aguardiente blanco, de hierbas y pacharán junto a unos bomboncitos helados.
El Restaurante Cantespino no es sólo un restaurante, es además un asador, pero no uno cualquiera, sino de los de siempre, de los que tiene su propio horno de leña donde los cochinillos y lechazos son asados con mimo, el mismo que ponen los propietarios Jesús y María, él en sala y ella en cocina, con cada cliente que se sienta en una de sus mesas. El Restaurante Asador Cantespino es de esos locales que nos ofrece esa cocina tradicional a prueba de modos y gustos con una gran relación calidad-cantidad-precio. El Restaurante Asador Cantespino es un restaurante anticrisis.
Cucharete: ¡Asador segoviano de lo más recomendable! Mi equipo y sus amigos disfrutaron al completo de no solo unos excelentes asados de cochinillo y lechazo al horno de carbón de encina, sino también de unos pescados excepcionales. El Restaurante Cantespino es de esos locales que se abren camino con el paso de los años gracias a mantener una excelente materia prima que dora con mimo el calor de un horno que representa toda una garantía de éxito. ¡Incluso te puedes llevar su cocina a casa! No hay más que llamar al 91 459 99 09 y reservar tu cochinillo o lechazo, que nos vendrá estupendamente para una comida o cena familiar en nuestra casa. Mi equipo cenó por 39 €/persona, ocho personas con 5 entrantes, 5 principales (3 de ellos para dos/tres personas: cochinillo, lechazo y carne al hierro, con lo que suman 8/9 platos principales), 5 postres, 1 ensalada, 4 botellas de agua y 8 cafés y tés. A lo que tendríamos que añadir 3 botellas de vino de -18.50, 18.75, y 26.50 +IVA-.
Sus enormes ventanales. Su acogedora y cálida iluminación. El amable trato del servicio en todo momento. Su agradable ambiente familiar. Su fantástico horno de leña. El mimo que dedican a su cocina. La calidad de sus materias primas. Su lechazo y cochinillo. Sus pescados. Sus postres caseros. Los precios de sus referencias de vino. Sus asados por encargo para llevar en el teléfono 91 459 99 09. Su excelente relación calidad/cantidad/precio. Aceptan cheques restaurante (aunque sólo en las comidas).
Algunas presentaciones de los platos. Carta con precios a lápiz.
4,5
6 comentarios a “Cantespino”
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Madre mía qué sorpresa me he llevado hoy, el Cantespino está a la vuelta de la esquina de mi casa y no he entrado nunca! Pues nada, habrá que dejarse caer… Gracias por la recomendación!
Un lugar donde sin dudas merece la pena ir, una ensalada de perdiz que nos sorprendio lo buena que estaba, las gambas al ajillo riquisimas y una carne tierna y jugosa al hierro…y nos quedamos con ganas de probar un cochinillo asado q sirvieron en la mesa de al lado que tenia una pinta de ole!!El vino un Campo de Borja D.O. recomendado por el maitre que por cierto nos atendio muy bien, muy amable.En definitiva un restaurante donde se come muy bien!! Sales muy satisfecho en todos los conceptos, gracias!!
Buenas, tengo que decir que estuvimos en el restaurante Cantaespino en plenas fechas de cenas navideñas aconsejada por las críticas de cucharete y tengo que decir que me equivoqué completamente.
Era fin de semana y todos los restaurantes sin mesa en Madrid… intentando reservar con más de un mes de antelación… salvo este. Eso me mosqueó un poco pero bueno. El tema es que pensé que es porque estaba aislado de todo tipo de restaurantes, bares, etc. sólo casas en los alrededores de Bravo Murillo.
Cuando llegamos lo que más que dió mala espina es que en toda la noche sólo tenían una mesa de un grupo de media docena de personas y nosotros 10.
Habíamos elegido un menú de 43 € que incluía la ensalada de pimientos, unos huevos estrellados y unas croquetas. Las raciones bastante bastante escasas para los 10 que erámos. Luego se supone que había carne de buey o pescado… imaginábamos hambrientos que sería la carne de buey que aparece en las suculentas fotos de cucharete pero no… era o solomillo o un simple entrecott y de pescado un lenguado bien simplón.
Para la carne no nos preguntaron ni el punto del solomillo! Lo pusieron como les pareció y nos resultó en general super pasado.
Fueron reacios a darnos el vino de cucharete (porque decían que sólo era para ir a la carta) pero visto el tema no les quedó más remedio. Luego nos pusieron el flan, aunque el menú en principio tenía postre, vino, etc. y nos cobraron a base de bien las botellitas de agua (que en cualquier menú, máxime por ese precio) te lo incluye.
En fin varios detalles malos y cutres, la calidad no es nada del otro mundo y máxime a ese precio.
Lo que me dio rabia fue preparar la cena con amigos que nos ves normalmente y que saliese tan mal-
Una lástima
Ayer descubrimos un nuevo restaurante recomendado por cucharete al que seremos asiduos desde hoy .
Tomamos una ensalada de perdiz escabechada , muy jugosa con foie mi-cûit , unas croquetas de boletus con ibéricos y unas gambitas al ajillo de entrante y de segundos pedimos un cordero lechal para dos que estaba en todo su punto y luego mis otro acompañante tomaron una merluza al azafrán , extraordinaria , lo cual rematamos con una tarta de queso con membrillo riquísima también, unas natillas y un arroz con leche para chuparse los dedos .
Lo que nos impresinió a parte de la calidad de la comida , fue el servicio que nos prestaron , de forma muy atenta en cada momento a pesar de lo concurrida que estaba la noche , aaaah el café de primera y los chupitos también .
Lo recomendamos . ¡¡¡ Seguir así !!!
Hemos comido , ¡ y cómo hemos comido! en el restaurante Cantespino.
Gracias por informarnos de la existencia de este restaurante en tetuán . Las entradas que degustamos fueron exquisitas y no digamos nada del solomillo y las chuletillas de lechal , aunque la merluza albardada estaba que quitaba el hipo . Para acompañar estas viandas lo regamos con un extraordinario Abadía Retuerta Primicia , recomendado por el maître.
Grazias cucharete por la recomendación .
Que pinta tiene este blog date por seguro que seguiré viniendo por aquí