Crucero por los Fiordos Noruegos - Pullmantur BlogTrip - (Capítulo 1/3)
29 Mayo 2012 por Cucharete - Este artículo ha sido leído 73,301 veces
¡Espectacular! ¡Ha sido un viaje fantástico e inolvidable! Hemos disfrutado como nunca cuchareteando este sempiterno BlogTrip, acompañando a otros blogueros en un Crucero de ensueño por los Fiordos Noruegos a bordo del buque Empress gracias a Pullmantur. Llegamos a casa con la maleta cargada de fotografías, ¡2.000 para ser exactos!, auténticas postales que realizamos en las diferentes excursiones que vivimos en primera persona en cada una de las bellas ciudades que quedarán para siempre en nuestro recuerdo: Trondheim, Hellesylt, Geiranger, Ålesund, Flåm, Bergen, Stavanger y Copenhague. ¡Incluso hemos subido a uno de los lugares más espectaculares del planeta! ¡El Púlpito! Os iremos contando el viaje paso a paso, para que todo aquel que quiera vivir esta magnífica experiencia, tenga una guía que le ayude a disfrutarla al máximo: ¡Los Fiordos han sido cuchareteados para todos vosotros!
¡Comenzamos con la espectacular fotografía de grupo del viaje! ¡Estamos todos! Para llegar a esta idílica imagen del Nærøyfjorden todavía queda mucho que cucharetear… Pero no existe otra mejor para presentar a los integrantes de este inolvidable BlogTrip, de izquierda a derecha y de arriba a abajo tenemos a Carmen Teira (Trajinando por el Mundo), Anaïs Leblais (Pullmantur), Rayo y Ninillas de Cucharete, Mar Abad (Yorokubu), Goyo Conde (Fotógrafo y autor de esta fotografía de grupo), Katja Hintermeier (Pullmantur), David Utrilla (ViajeRed), Ignacio Izquierdo (Crónicas de una cámara) y Amelia Pedraza (Fotógrafa)
Y ahora que ya nos conocéis… ¡Comenzamos el viaje! Una aventura extraordinaria que en tan sólo 8 días consiguió que blogueros y fotógrafos desconocidos se consideren ahora un grupo de amigos con ganas de más… ¡de más viajes juntos! ¿”Pullmantearemos” juntos otros rincones del Mundo? ¡Ojalá que sí! ¡Que ya os echamos de menos a todos!
[Día 1] - Embarcamos en Trondheim en el buque Empress de Pullmantur
Ver Crucero Fiordos Noruegos - Pullmatur en un mapa más grande
Como ya sabéis, en Cucharete nos gusta, ¡nos encanta! contarlo absolutamente todo, todo, todo, y en este Crucero por los Fiordos Noruegos organizado por Pullmantur no va a ser menos, de modo que comenzamos con la primera estampa que marca todo gran viaje: el billete de avión y el pasaporte. ¡Que nos vamos ya! Maletas facturadas en Madrid -ya no volveríamos a saber de ellas hasta encontrarlas en nuestro camarote del barco en Trondheim- y preparados para “embarcarnos”, nunca mejor dicho, en una experiencia inolvidable. Os avisamos de que el post va a ser extensísimo -ísimo, ísimo y más ísimo-, de ahí que lo hayamos dividido en tres capítulos, no hemos querido dejarnos nada en el tintero y hemos preferido pecar de exceso antes que de defecto. De lo que estamos seguros, es de que vais a quedar encantados con las imágenes idílicas que ofrece Noruega. ¡Apuesto a que más de uno después de lo que va a ver a continuación se irá de crucero por los Fiordos Noruegos este verano!
El viaje comienza a bordo de este imponente Boeing B747-400, una aeronave mítica -conocida por todos como “Jumbo”- que nos conduciría hasta tierras noruegas, concretamente a Trondheim, primer destino de nuestro BlogTrip cucharetero. Pullmantur Air posee 4 en su flota, con los que ofrece un servicio integral a los pasajeros de sus cruceros, que se despreocupan de sus maletas hasta que las recogen en el mismo camarote desde que han sido facturadas en origen. Como curiosidad, para todos aquellos amantes de los datos, el ala del Jumbo mide 524,9 m2, una superficie lo suficientemente grande para albergar 45 automóviles: “¡Pedazo vión!” -Expresión que probablemente exclamaron los habitantes de Trondheim, porque todo el pueblo nos saludaba y hacía fotografías cuando aterrizamos, incluso el personal del aeropuerto-.
Nada más embarcarnos en nuestro avión, Pullmantur nos sorprendió con una grata sorpresa: ¡Íbamos a viajar en Business Class! Teníamos a nuestra disposición todas las comodidades ante un viaje de 3 horas de duración. Butacas que se reclinaban hasta hacerse prácticamente camas y dos azafatas en exclusiva para nosotros. ¡Qué más podemos pedir! ¡Así da gusto viajar!
Estuvimos un buen rato entretenidos con los mandos de la butaca. Que si hacia arriba, que si hacia abajo… Ahora el reposapiés más alto, ahora el reposacabezas más bajo. Al final conseguías una cama mullidita y tremendamente cómoda y, mientras tanto, íbamos observando los datos del vuelo. Siempre que veo los -60 ºC cuando vuelo pienso… ¡Menudo frío! ¡Como para bajar la ventanilla!
Creo que no hace falta añadir que nuestro vuelo fue de lo más placentero pero, a pocos kilómetros de nuetro destino, cuando creíamos que no se podía viajar mejor, descubrimos una estampa digna de una fotografía: Cumbres cubiertas por un manto de nieve de blanco inmaculado que se fundía con esponjosas nubes y que invitaban a tirarse por la ventanilla directamente sobre ellas. Definitivamente… ¡estábamos llegando!
Ya en el aeropuerto de Trondheim, desembarcamos del avión e inmortalizamos el momento -la gente se fotografiaba con los gigantescos motores de 2,6 metros de diámetro-. Fue bajar de un sitio para meternos en otro, porque Pullmantur tenía directamente en pista los autobuses que nos llevarían al Buque Empress de la compañía. La verdad es que resultó de lo más cómodo, sin maletas y sin tener que hacer desplazamientos de un lado para otro. Otra de las ventajas que hay que tener en cuenta a la hora de elegir un crucero, la eficacia.
Desde el autobús, camino hacia el barco, fuimos inmortalizando alguna que otra instantánea para el recuerdo. ¡No conocíamos Trondheim! Ya por entonces nos resultaron hermosas, pero lo que no sabíamos es que el resto del camino nos mostraría imágenes abrumadoras. ¡Lo mejor del BlogTrip estaba todavía por llegar!
Fue en el puerto de Trondheim donde vimos por primera vez el buque Empress de la compañía Pullmantur. El barco mide 208 metros de eslora y tiene 32.20 metros de manga. Porta bandera de Malta y puede alcanzar una velocidad máxima de 19 nudos -unos 35 Km/h-. Cuenta con una tripulación de aproximadamente 650 personas de más de 30 nacionalidades diferentes y tiene capacidad para 1853 pasajeros. Y entre esos pasajeros… ¡Allí estábamos los cucharetes! Pero lo más importante, además de estos datos técnicos, es que el idioma a bordo es el castellano y la divisa es el Euro, lo que significa que en todo momento te encuentras como en tierra patria y, por supuesto, no hay ningún problema para entenderse.
Mientras efectuábamos el check-in del barco en el puerto, algunos de nuestros acompañantes aprovechaban para escribir algunos tweets: ¡Goyo e Ignacio a tope! ¡Cada uno con una mochila de más de 8 Kg. de material fotográfico! ¡Qué locura! En principio, la idea era que pudieseis seguir nuestro BlogTrip a través de Twitter bajo el hashtag #FiordosPullmantur, pero se quedó en eso, en idea, porque en alta mar la conectividad es prácticamente nula y en tierra encontrar WIFI era toda una odisea, cosa que nos llamó poderosamente la atención, ya que Noruega es un país tremendamente avanzado. Aún así, tanto Katja como Anaïs hicieron todo lo posible por solventar el problema y, al final, ¡lo consiguieron!
Aquí os dejamos una instantánea de Ninillas a los pies del Buque Empress de Pullmantur. Lista para embarcar y vivir en primera persona la experiencia de conocer los fiordos noruegos a bordo de un crucero. ¡Vamos pa’ dentro! ¡Ya no hay vuelta atrás! Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela, un crucero cucharetero.
Nuestra entrada en el Empress trajo consigo el paso ineludible por el recibidor principal, que es donde se sitúa recepción. A primera vista, la imagen que se nos mostró fue la de un amplio espacio lleno de plantas y lujosas escaleras por las que Ninillas se veía bajando con un elegante traje de noche, más o menos como Kate Winslet en Titanic. Salvando las diferencias (claro está, del buque). ¡Jajaja!
Aunque la vista realmente impactante es la que se ofrecía cuando mirabas hacia arriba y te encontrabas con una espiral de puntos de luz que iluminaban las cristaleras de los ascensores.
Subimos en ascensor a la cubierta 7 y por allí fuimos indagando hasta encontrar nuestra cabina, la 7670 -categoría D ‘Exterior Superior’-. O dicho de otro modo, la que iba a ser nuestra habitación en los próximos siete días. ¡Con vistas insuperables!
Echamos un vistazo a nuestro camarote, tremendamente confortable, y nos dispusimos a hacer lo que todo buen crucerista hace en estos casos: ¡Explorar el barco! La tarea nos iba a venir larga, eran 10 cubiertas y queríamos tenerlo todo claro antes de que llegara la hora de la cena. Por suerte, para eso estaban los ascensores, a los que Rayo fotografió hacia arriba y hacia abajo, para que no se quedara ninguna toma sin inmortalizar.
No os podéis ni imaginar la de veces que los utilizamos… ¡Sobre todo los días siguientes a la subida al Púlpito! ¡Qué agujetas teníamos todos!
No perdimos ni un segundo en visitar la cubierta 10 -la más elevada-. Nos dirigirnos a popa para ver una panorámica de Trondheim antes de zarpar, la primera capital de Noruega y, hoy en día, la tercera ciudad más grande del país, después de Oslo y Bergen. Desde allí pudimos divisar la Catedral de Nidaros -de estilo gótico-, la más grande de Escandinavia que, en la actualidad, es uno de los puntos más visitados del país y uno de los destinos más importantes para los peregrinos cristianos.
Katja aprovechaba para twittear una fotografía del Empress desde su BlackBerry, la primera de una serie de imágenes inolvidables que recorrerían la Red con el hashtag #FiordosPullmantur.
Nuestro recorrido por el Empress se vio interrumpido por el simulacro de salvamento. Menos mal que fue la única ocasión en la que nos probamos el salvavidas, porque la verdad es que es poco favorecedor. Así a todo… ¡Foto con Carmen, Anaïs, Mar y Ninillas!
En primera línea de salvamento se deben situar mujeres y niños y en la parte trasera los hombres. Esto es en teoría porque ante cualquier eventualidad creemos que prima el “sálvese quién pueda”. De cualquier forma, el simulacro estuvo entretenido y todos lo pasamos bien. ¡Muy rápido y muy bien planificado! Todo hay que decirlo…
Tras el simulacro, continuamos con nuestra visita por el Empress, justamente donde la habíamos dejado, en la cubierta 10. Allí pudimos dar nuestros primeros pasos de baile en la discoteca, o mejor dicho, Ninillas pudo hacer un poco el “ganso” a salvo de miradas indiscretas. Estaba emocionada con una pista para ella sola.
Y subiendo las escaleras de la discoteca… ¡El gimnasio! Ninillas se subió a la bicicleta estática y Rayo hizo sus pinitos con las mancuernas. Sólo hay que verlos para darse cuenta de que son unos “deportistas natos”.
No nos negaréis que con una panorámica como ésta no entran ganas de tirarte todo el día en el gimnasio. Debería ser obligatorio que todos los gimnasios tuvieran vistas al mar. ¡Propongámoslo en Madrid!
Vistas como éstas, donde el azul intenso del mar juega a confundirse con el horizonte, mientras el cielo va oscureciendo lentamente, muy lentamente, sin dejar que llegue la cerrazón total.
El atardecer nos iba dejando a cada paso una imagen más hermosa que la anterior, por eso Rayo no podía dejar de fotografiar todas y cada una de ellas. ¡Debemos tener más de 200 fotos de anocheceres!
Mientras tanto, seguíamos recorriendo el Empress, hasta que llegamos a la zona de los jacuzzis: ¡El barco tenía tres! Nos iban a venir fenomenal tras las duras jornadas que nos esperaban por delante.
En la proa del barco, Rayo también inmortalizó el momento. ¡Era súper divertido ir descubriendo todos y cada uno de los rincones de un barco desconocido para nosotros!
Desde la proa, ésta era la vista que se nos ofrecía de la zona de piscina y de los jacuzzis. El buque Empress cuenta además de los tres jacuzzis con una piscina de niños y otra para adultos. Tal y como estaba el tiempo el primer día, pensamos que nos iba a servir únicamente para sacarles fotos, pero tuvimos una suerte increíble y ,dos días después de embarcar, el cielo se abrió y pudimos disfrutar de jornadas soleadas con temperaturas superiores a los 21º. Vamos… ¡Un lujazo!
El barco había zarpado y la costa se iba quedando cada vez más y más lejana, mientras tanto, Rayo y Ninillas observaban la huella efímera que el barco iba a dejando a su paso en el mar.
Aquí os dejamos unas imágenes desde proa y desde popa que a buen seguro os pondrán los dientes largos. ¡Nos los ponen a nosotros y eso que estuvimos allí!
Conforme iba “anocheciendo”, los anocheceres noruegos a partir de esta época pueden llegar a hacerse muuuuuuuuuy largos, el frío iba calando en nuestros huesos y decidimos que la mejor manera de aplacarlo era con una buena taza de café caliente, siempre disponible, a cualquier hora del día y de la noche en la cubierta 10. No está nada mal navegar con un… ¡Todo incluido!
Unos tímidos rayos de sol parecían querer hacer acto de presencia en esta fantástica estancia, pero como hemos dicho, eran tímidos, muy tímidos, y apenas se nos presentaron como Dios manda en nuestra primera jornada a bordo.
Aunque nos daba igual, porque ya fuera con sol o sin él, la variedad de tonos azules y grises que el cielo nos regalaba eran increíbles, y nosotros estábamos disfrutando de lo lindo. ¡Los cuchateres estaban en Noruega “noruegueando”!
Cuando las nubes dejaban paso a unos breves rayos de sol, a esos grises y azules del cielo se les sumaban colores más cálidos que hacían que la puesta de sol se convirtiera en todo un espectáculo.
Llevábamos un buen rato en la cubierta 10, cuando descubrimos que… ¡Había un rocódromo! Nuestra ansiedad se desató… ¡Teníamos que probarlo a lo largo del viaje! Por desgracia, nuestras ganas se quedaron justamente en eso, en ganas, porque la realidad es que nuestra apretada agenda hizo imposible que pudiéramos disfrutar de él y, el día de navegación, que disponíamos de todo el tiempo del mundo, resulta que era tal la cantidad de agujetas acumuladas, que éramos incapaces de movernos. ¡Qué rabia! Aunque disfrutramos como enanos de unas partidas al “Ciudadelas” que trajo Ignacio en su equipaje: ¡Mato al Mercader!
El buque Empress surcaba los mares, alejándose más y más de la costa rumbo a nuestro próximo destino: Hellesylt.
Y mientras navegábamos, los cucharetes no podíamos dejar de observar a uno y otro lado intentando encontrar la instantánea más atractiva. Entonces aún no sabíamos que aquello era sólo el principio y que serían cientos, miles, las imágenes que en los próximos días se iban a mostrar ante nuestros ojos, cada una de ellas más hermosa e impactante que la anterior.
Tanto recorrido y tanta emoción hizo un agujero en el estómago y hubo que atenderlo. Era la hora de la cena. El Buque Empress cuenta con tres restaurantes a bordo. El Buffet Libre, el Restaurante Miramar -ambos dentro del todo incluido- y el Restaurante Fusión Wú. Aquella noche nos decidimos por el Restaurante Miramar, un amplio espacio que ocupa dos plantas entre la cubierta 4 y 5. ¡Con espectaculares vistas al mar!
La carta del Miramar varía cada día, al mediodía ofrecen un buffet que cambia cada jornada y, por la noche, una carta a base de entrantes, principales y postres que se va modificando también día a día, de manera que nunca encuentras los mismos platos en ella. Aquí os dejamos con el plato principal que seleccionamos en nuestra primera cena: Carne de venado braseado con coles de Bruselas y croquetas de patata. Ummmmmm… ¡Riquísimo!
Tras la cena, llegó la hora de hacer un brindis del grupo. Las piñas coladas ganaron por goleada a los mojitos y no es porque los mojitos no estuvieran buenos, sino porque las piñas coladas estaban sencillamente espectaculares. ¡Fue la bebida ofial del BlogTrip Pullmantur!
Y si no que se lo pregunten a Rayo, que desde la primera noche se aficionó a ellas y no había quién le quitara una de la mano. Con alcohol, sin alcohol… pero siempre ¡piña colada!
Era tarde, teníamos el cansancio lógico de un día de viaje y había llegado la hora de irnos a la cama, pero cómo dormir si a las doce de la noche la estampa que teníamos era ésta que os muestro en la siguiente fotografía. No nos negaréis que… ¡Es impresionante!
Somos conscientes de que en la siguiente instantánea lo único que sobra somos precisamente nosotros, pero… ¡Había que hacerla! ¡Las noches en Noruega son azules!
Volvimos a recorrer de nuevo toda la cubierta 10 del barco, de proa a popa, de babor a estribor, y en nuestra pequeña excursión nos íbamos encontrando a cada paso con Goyo e Ignacio que, al igual que nosotros, eran incapaces de dejar de fotografiar el espectáculo que se nos brindaba. ¡Era nuestro primer día!
Y es que, con el Empress iluminado, las instantáneas eran aún más atractivas que las que habíamos captado antes de la cena. ¡No me canso de verlas!
Regresando a nuestro camarote 7670, comprobamos que aún siendo las 3:00 AM era imposible dormir con la cortina abierta, ¡fijaos que luz tiene la noche Noruega! ¡Parece de día! No pudimos evitar quedar mirando por la ventana un buen rato antes de dormir, disfrutando del mar en toda su inmensidad desde nuestra ventana particular.
[Día 2] - Hellesylt y Geiranger. Del Cielo al Fiordo
Ver Crucero Fiordos Noruegos - Pullmatur en un mapa más grande
El segundo día del BlogTrip nos habíamos levantado un poco tristes porque se había cancelado la ruta de montaña que haríamos entre Hellesylt y Geiranger ya que las carreteras estaban heladas, pero claro… ¡No sabíamos que lo que nos esperaba era igualmente apasionante! Porque al final resultó ser un día fantástico. En principio estaba programado que el buque Empress atracase en Hellesylt y nos recogiese en Geiranger (el siguiente puerto) al que llegaríamos después de realizar un ruta con vistas panorámicas impresionantes. Y lo que finalmente hicimos, fue atracar en Hellesylt y disfrutar del pueblo en su totalidad, y después partir rumbo a Geiranger en barco de nuevo y conocerlo in situ igualmente: ¡Si no se puede ir por tierra… pues vamos por mar como vikingos!
Madrugar, servirse un café caliente y subir a la popa de la cubierta 10 a disfrutar de las vistas, terminó por ser nuestra tónica habitual. ¡Estábamos todos los días en la misma barandilla con la cámara de fotos lista! Fijaos en la siguiente imagen… el relax que desprende la espuma y el agua removida que deja la estela de la embarcación es indescriptible. ¡Se te enfría hasta el café, porque te olvidas de que lo tienes entre manos!
En proa observábamos como el día se abría a nuestro paso, las nubes sonreían y nos daban los buenos días mostrándonos trocitos de cielo azul celeste que auguraban que la temperatura subiría unos grados. ¡Perfecto para tumbarse en una tumbona de las de la foto y empaparse de paisajes a cada cual más bonito! Aprovechando que el mirador de cristal nos protegía del viento frío si acercábamos la tumbona hasta el borde. Los reflejos en el agua, con toda la gama de azules y verdes… ¡Mágicos!
Ninillas ya tomaba notas antes de su obligado café mañanero. El circuito que nos tenían preparado Katja y Anaïs no podía mejorarse. ¡Disfrutamos como enanos de este día!
Entramos en el fiordo abrumados por las vistas con café en mano, fijaos que en la siguiente imagen hay montaña a ambos lados del buque, babor y estribor -menos mal que el capitán, el Sr. D. Arkadiusz Brañka no sale del puente de mando en ningún momento cuando se recorre un fiordo, incluso una cama le acompaña allí mismo por si surge cualquier imprevisto-.
Los fiordos son valles excavados en el pasado por un glaciar que posteriormente han sido invadidos por el mar -de ahí que el agua que lo recorre sea salada-. Suelen ser largos, estrechos y de gran profundidad, bordeados por empinadas montañas que nacen bajo el nivel del mar. La palabra “fiordo” proviene de fjord, palabra originaria de las lenguas escandinavas: noruego, sueco y danés.
Los cruceros por los fiordos noruegos están siendo, en los últimos años, uno de los destinos más aclamados por su belleza inigualable: el mar irrumpiendo en las montañas creando paisajes únicos, auténticas obras de arte esculpidas por la propia naturaleza. Declarados por la UNESCO como un lugar único son Patrimonio de la Humanidad -como la Muralla China o el Gran Cañón-.
Sin duda alguna nos encontramos en Noruega, un país cuya principal seña de identidad es su naturaleza. Surcar las aguas de los fiordos noruegos es recorrer toda la gama de azules y verdes sin dejar de lado ni la más ínfima combinación, de ahí que un crucero por estas “tierras” sea la opción ideal para su disfrute máximo.
El paisaje es de lo más generoso: estrechas y empinadas montañas rocosas que llegan a alcanzar los 1.400 metros sobre el nivel del mar, espectaculares glaciares, frondosa vegetación, imponentes cumbres coronadas por la nieve y… ¡miles de cascadas que no te cansas de ver una y otra vez! Incluso algunas presumen de una caída de 94 metros. ¡Impresionante!
Tuvimos muchísima suerte recorriendo los fiordos, pues al comienzo de nuestro viaje, aunque fue marcado por la ropa de abrigo, realmente no hacía mucho mucho frío -11 ºC- (la semana anterior a nuestro crucero bajaba de los 2 ºC). ¡Quién nos iba a decir que en breve estaríamos a 22 ºC! Ya lo veréis más adelante… terminamos por tierras noruegas en camiseta, con un sol increíble y unos cielos dignos de un pintor apasionado por el azul.
Atracamos el Empress en Hellesylt, un pueblecito de cuento que sirvió de inspiración al escritor noruego Enrique Ibsen para el desarrollo de sus novelas. Hellesylt, con tan sólo 260 habitantes, pertenece al municipio de Stranda en el condado de Møre og Romsdal. Se encuentra a la cabeza de la Sunnylvsfjord, que es una rama de la Stroford, y que es el más famoso fiordo de Geiranger.
Al principio nos sorprendía que el buque fuese más grande que el pueblo entero, pero a medida que fueron pasando los días se convirtió en una estampa de lo más habitual. Pensad que en el pueblo viven 260 personas -hasta 600 si tenemos en cuenta los valles colindantes- y del Empress desembarcaban más de 2000 pasajeros que inundaban literalmente sus calles. ¿Se podrá montar otra tienda de souvenirs por allí? En la imagen, Ninillas, Ignacio y Katja con paso firme hacia la cascada de Hellesylt con la cámara lista.
La casona de la izquierda es impresionante. Se trata del Grand Hotel de Hellesylt, que en una de sus esquinas ofrece el Sherlock Holmes Pub. ¡Qué pena que no nos quedásemos por la noche! ¿Tendrían piñas coladas también? ¡Todo el equipo del BlogTrip Pullmantur estábamos abonados a esa bebida!
Cuanto más te adentrabas en el pueblo y más te alejabas del Empress, más grande te parecía el buque y más pequeño el pueblo. Mirases hacia donde mirases había una postal esperándote, no había más que coger la cámara, apuntar en cualquier dirección y apretar el disparador: ¡Zas! ¡Fotaca!
Como podéis ver en la imagen, cruzamos un pequeño puente para salvar la vistosa cascada que atraviesa Hellesylt. El recorrido se hacía despacio -la cuesta era de órdago-, pues lo importante era disfrutar de las vistas. ¡Teníamos una hora antes de embarcar de nuevo rumbo a Geiranger! Ignacio incluso sacó el trípode para inmortalizar la cascada como se merecía.
Alejases lo que te alejases, incluso desde lo más alto de la cascada, el Empress lucía imponente. ¡No te cansabas de fotografiarle anclado en un paisaje idílico tras otro! ¡Parecía una maqueta!
Los riachuelos no lograban quitar protagonismo a la cascada, pero de todos modos lucían muy bien acicalados. ¡Se respiraba aire puro! ¿No habrá forma de llevarse un poquito para Madrid?
La Sunnylven Kyrkle preside Hellesylt desde 1859. Una pena que estuviese cerrada, nos hubiese encantado verla por dentro.
Del cementerio -rodeando toda la Iglesia- hicimos un montón de fotografías todos los pasajeros del crucero. Era realmente precioso, aunque espero no tener que “vivir” en uno como éste, por muy llamativo que sea, durante muchos, muchos años. ¡No tengo prisa por dormir bajo un jardín tan bonito!
Katja y Ninillas dieron una vuelta completa por el pueblo recorriendo todas sus calles. El Empress, como de costumbre, imponente siempre en el centro de todas las imágenes. ¡Como para no verlo!
Las casitas de Hellesylt invitan a quedarse por una temporada a disfrutar de la paz: “relax & enjoy”, aunque claro, no es lo mismo estar a 12 ºC ahora que a -30 ºC en invierno. Digamos que… volveremos algún día. ¡Pero en verano de nuevo!
Una vez regresamos al barco, las vistas desde la ventana de nuestro camarote eran de cuento de hadas. Un pueblecito peripuesto que simulaba un cuadro retroiluminado que cubría todo el cabecero de la cama. ¡Menudas vistas! Y ademas… ¡Cada día nos cambiaban el “cuadro”!
Nos despedimos todos desde la popa del Empress de las únicamente ¡3 personas que quedaban en puerto! Nos preguntábamos dónde estaban los 260 habitantes del mismo… ¿Desmontarán el pueblo en cuanto se vaya el crucero? ¡Nunca lo sabremos! ¡Adiós Hellesylt!
Zarpamos rumbo a Geiranger, conocido por ser la perla de los fiordos. Mientras, desde la cubierta 10, recorríamos con la vista el camino que nos llevaría a destino.
Cascadas, cascadas, cascadas… ¡Miles de cascadas! Cada cual más impresionante que la anterior. La saturación de saltos de agua en todas direcciones era tal que llegamos a considerarlo algo habitual -y ahora las echamos de menos-. El cielo disputaba con el agua del fiordo por ver quién conseguía los tonos más extraordinarios. ¡Lujazo de vistas!
A continuación… ¡Geiranger! Otro pueblecito sacado de las ilustraciones de un cuento infantil cuya estampa no te cansas de ver. Todo el lugar está rodeado de majestuosas cascadas y picos nevados, sin duda es uno de los lugares más fascinantes de Noruega y, por supuesto, presume de ser Patrimonio protegido por la UNESCO.
Las maniobras de aproximación a puertos tan pequeños se realizaban al milímetro desde el puesto de mando que había en el lateral del buque, como podéis apreciar en la siguiente fotografía. ¡Increíble la precisión con la que puede llegar a manejarse un buque de este tamaño! El capitán nos comentó que hay puertos en los que atracan a tan sólo 20 cm. de otros buques. ¿Veis la carretera serpenteante de alto desnivel que hay al fondo? ¡La bajamos en bicicleta! Ya veréis, ya…
Mientras nos acercábamos lentamente y con precisión milimétrica al puerto, el equipo de Pullmatur nos habilitó una sala en la cubierta 6 para que pudiésemos disfrutar de WIFI durante todo el trayecto. Mladen Marinov -el búlgaro responsable informático del Empress- configuró personalmente todos nuestros equipos. De todos modos, en el barco únicamente estábamos cuando navegábamos, y en esos momentos era más complicado poder conectarse.
¡El cielo comenzaba a despejarse del todo! ¡Increíble! Estábamos teniendo mucha suerte con el tiempo y la temperatura subía lentamente… Recorríamos el buque de un lado a otro disfrutando de las vistas, observando otros pueblecitos al borde mismo de las aguas del fiordo.
Las cumbres nevadas jugando con nubes de algodón y con el cielo azul de fondo en un paraje tan espectacular como éste te hipnotizan. El aire que respirabas “sabía” a gloria.
Un barquito se encargó de amarrar al Empress al “minipuerto” de Geiranger. Hasta 3 enormes cuerdas fueron necesarias para fijar el buque. Nosotros, allí estábamos en la proa para observar toda la maniobra. Sólo nos faltaba gritar: “Manolooooo, dale un poco más a la derechaaaaaa”
Incluso el césped parecía cortado ante nuestra llegada, todo estaba impecable. Fijaos en la siguiente imagen. ¿Nos quedamos a vivir allí? Eso sí… ¡con este tiempo!
Jugando un poco con el rocódromo y el contraluz le sacábamos partido a la cámara. ¡Llegamos a Madrid con 2.000 fotos! ¡Ahí es nada! Bueno… Ignacio nos superó ampliamente, llegó con 4.000.
Ninillas se inmortalizó con Geiranger de fondo, como todos los pasajeros del buque. Un momento para el recuerdo, aunque os aseguro que no se nos borrará de la retina si esa foto desapareciese. ¡Lo hemos disfrutado en directo!
Ignacio, David, Anaïs y Ninillas realizaban las últimas fotografías antes de presentarse en las embarcaciones que nos llevarían hasta el puerto pues, esta vez, el Empress no podía acercarse más. Así que… otra nueva experiencia.
Los “barquitos” naranjas parecían pequeños vistos desde la cubierta 10 del Empress pero su interior daba cabida a ¡150 personas! Uno tras otro los fueron descolgando y llenado de pasajeros: había que hacer varios viajes, recordad que éramos prácticamente 2.000 personas a bordo del crucero. La espera menguaba gracias al equipo de animación del Empress, que siempre nos arrancaba una sonrisa.
Ignacio buscaba la mejor posición para tomar sus fotografías, y yo le pillé infraganti. ¡Qué buena foto!
Éste es el puerto de Geiranger. Ahora ya no parece tan pequeña la embarcación naranja ¿verdad?
La bandera noruega ondea en todos los rincones, son muy patrióticos. Es una pena que en España esté vista con otros ojos. El enclave de Geiranger es espectacular, con bandera o sin bandera.
Cada año, llegan 150 buques a este puerto y más de 600.000 turistas visitan Geiranger, lo que supone una gran afluencia turística para una comunidad de tan sólo 210 habitantes. Todos sus rincones -sin excepción- son una postal. Es un destino turístico desde 1.881. ¡Cucharete estuvo allí en 2.012!
Muchos de los tejados de las casas de esta zona son ecológicos, debido a que el aislamiento que se consigue es excepcional. Se construyen a base de paja o pasto seco mezclado con tierra, así crece mejor la hierba.
La tienda del apasionante mundo del chocolate se puso hasta los topes, tanto que en algún momento era imposible entrar. Y a todos nos encantó el color celeste de la bicicleta de la entrada. ¡Muchas bicis azul celeste vimos por Noruega! ¡Y por Dinamarca! Incluso Katja prometió que se compraría una para Madrid…
Bueno… nuestras bicis no iban a ser tan románticas como la de la imagen anterior, pero aún así nos lo pasamos pipa. Comenzamos vistiéndonos con todo el equipo: “chaleco-maillot” amarillo reflectante, guantes y, por supuesto, casco.
Tuvimos tiempo de dar un pequeño paseo por el pueblo antes de subir a un autobús que nos llevaría colina arriba a disfrutar en primera persona de una de las vistas que más postales vende en Noruega.
Y he aquí la vista más reconocida de los fiordos noruegos ¡La fotografía más famosa de Noruega! ¡Impresionante! ¡Quiero quedarme a vivir ahí! La garganta Flydalsjuvet nos ofrece esta maravilla, con el crucero anclado en el medio del pueblo -a 100 Km está el pueblo más próximo que dispone de hospital y demás servicios-. Si ya se disfruta con la imagen, imagináoslo en directo… ¡Y respirando aire puro! Indescriptible…
Hay multitud de rebaños de cabras y ovejas en las cabañas granja. Y, sobre todo, agua por doquier, en cualquier sitio aparece una catarata. Realmente sorprendente este enclave.
Antes de continuar, una imagen más de las impresionantes vistas de Geiranger desde el Fydal Canyon. ¡Es que no me canso de verla!
Las sombras de la nieve dibujan caras que expresan todas las emociones. Una nieve pura y virgen sin atisbo de contaminación.
Bajando de nuevo hacia el pueblo, disfrutamos desde las ventanillas del autobús de un sinfín de cascadas y pudimos ver la pequeña iglesia luterana de Geiranger con forma octogonal, que fue devastada en 1.842 por un incendio de los que no soportaban que se rindiese culto.
Ascendimos en autobús por la conocida carretera de la águilas -Ørneveien-, que representa el punto más escarpado de la ladera de la montaña de Geiranger. Un sinuoso camino de 11 curvas cerradas en el Geirangerfjord cuyo punto más elevado lo encontramos a 620 metros sobre el nivel del mar -en Korsmyra-, y de ahí le viene el nombre, pues ese terreno tradicionalmente ha sido el dominio de un gran número de águilas. ¡Ninillas estaba lista de las primeras con su bici!
No podía faltar una foto de grupo a 620 metros de altura sobre una bici de montaña -con frenos de disco- antes de empezar una espectacular bajada con un desnivel que nada tenía que envidiar al del temido Angliru asturiano. ¡Estábamos listos!
Menos mal que antes de comenzar el descenso me di cuenta de que mi bicicleta llevaba la rueda delantera muy floja, ¡porque igual no estaba ahora escribiendo este texto! Ninillas, por contra, tenía tiempo para bromear con la cámara. ¡Qué bien nos lo pasamos!
Algunas de las 11 curvas disponían de mirador. Las vistas del Geirangerfjord desde la carretera de las águilas son portentosas. En la imagen: Ninillas, Katja, Anaïs, Ignacio, David y Mar.
Hacia el otro lado del Geirangerfjord observamos una de las curvas que nos quedan por pasar, acariciando el escarpado acantilado. Fijaos en el tamaño del Empress respecto a todo el pueblo de Geiranger.
Como hay cascadas a lo largo de todo el camino… ¡Nunca viene mal darse una ducha bien fresquita!
El descenso resultó de lo más cómodo y el vértigo no pudo con el “Equipo Ciclista Pullmantur”, todo discurrió según lo previsto y sin incidentes. Una imagen digna de “Verano azul” por tierras escandinavas -me sale hasta la musiquita…-
No parábamos a descansar, todo era tirar de freno y nada más… ¡Parábamos a hacer fotos una y otra vez! Otra historia hubiera sido subir el fiordo…
Ahí os dejo una serie de 4 fotografías -de las 150 que me debí llevar de esa zona-. ¡Me encanta el Geirangerfjord!
Goyo, cargando una mochila de más de 8 Kg. de equipo fotográfico, no dudaba en utilizar todos los objetivos posibles para perpetuar la experiencia a medida que nos acercábamos a Geiranger. ¡Magnífico fotógrafo!
El camping de Geiranger es un estupendo punto de salida para viajes turísticos al Geirangerfjord, hacer senderismo o cualquier otro tipo de actividad -barcas con motor, kayaks y barcas de pedales-. Dispone de embarcadero para los clientes que tengan sus propias barcas, e incluso ofrece pescar sin coste alguno en el fiordo. Son 140 plazas, de las cuales 70 tienen conexión eléctrica y están completamente equipadas, incluso con ordenador y acceso a internet. ¡Vaya lujazo de camping!
Al final del trayecto hubo que dar pedales por toda esa carretera llana que veis en la imagen y que nos lleva hasta el Empress. Geiranger parece el Paraíso en un día soleado. ¡Precioso!
Por supuesto, compramos algún que otro souvenir, un recuerdo que nos acompañará siempre y que formará parte de nuestra pequeña ciudad en miniatura de todos los lugares del mundo por los que hemos viajado.
Conocí a un gigantesco Troll de verdad -no de ésos que dejan comentarios absurdos en un blog- y nos hicimos amigos rápidamente. En el 2º capítulo de nuestro crucero por Noruega os contaré más cosas sobre los trolls, esos temibles personajes de una mítica raza antropomorfa del folclore escandinavo.
Aprovechando el tiempo al máximo, embarcamos en el último “naranjito” disponible a las 20:00h. rumbo al Empress. ¡Adiós Geiranger! ¡Algún día regresaré!
Fue el primer día que parte del equipo del BlogTrip utilizó uno de los jacuzzis del buque. ¡Merecido descanso! David, Mar, Ignacio y Carmen se cocieron durante una hora… ¡Sólo les faltó echar unas hojas de laurel al agua para estar más sabrosos luego!
Otros disfrutaban de un espectáculo en uno de los salones del barco mientras caía una piña colada -o dos, o tres, o cuatro…-
Nada mejor que un pausado paseo por cubierta para fotografiar los diferentes pueblecitos que aparecían a lo largo del Geirangerfjord a medida que dejábamos Geiranger en el horizonte de popa.
Y a cenar que nos fuimos al restaurante Miramar de las cubiertas 4 y 5 del Empress a nuestra mesa número 168, con vistas… ¡Al mar! ¡Por supuesto! Dejándonos aconsejar en todo momento por Darwin Cortés -nuestro camarero- en la elección de nuestras viandas.
¿Veis la montaña nevada del fondo? ¡Así cenábamos en el Empress de Pullmantur todos los días! ¡Vaya lujo!
Los carnívoros pidieron por unanimidad en la mesa la Pierna de Cordero como plato principal. ¡No era para menos!
No nos podíamos despedir del Restaurante Miramar sin una foto “a lo cucharete”: ¡Todos con el plato arriba! Y… ¡A cenar! (Que para eso tiene gimnasio el barco).
Lo que más nos sorprendió de Noruega en esta época del año es que no llega a hacerse de noche nunca. Es como vivir una eterna puesta de sol que dura toda la madrugada. No os miento si os digo que tengo algo así como 200 fotos de amaneceres y atardeceres… ¡Y no sé cual elegir!
A las 00:00h teníamos un sorpresa en el barco. Un buffet de frutas en el salón contiguo a la discoteca del Empress. ¡Había cola! Fruta troceada de todo tipo, así como pastelitos y demás “larpeiradas” -como diría un gallego- . Me quedo con las esculturas de fruta, toda una obra de arte.
La de los monitos escalando la palmera de piñas mientras se comen un plátano es la mejor de todas, porque es ¡súper graciosa!
[Día 3] - Ålesund
Ver Crucero Fiordos Noruegos - Pullmatur en un mapa más grande
En nuestro tercer día de crucero el sol hizo acto de presencia y, con su aparición, nuestros ánimos, que estaban muy altos, alcanzaron cotas superiores. ¡Cómo cambian los paisajes cuando el día es soleado! ¡Qué maravilla!
La proa del Empress se mostraba más majestuosa que nunca y con un blanco deslumbrante destacaba sobre un cielo azul para el que las nubes no suponían ninguna amenaza. ¡Menudo día nos esperaba!
Primeras vistas del fiordo con aguas de azul intenso, donde se reflejaban las montañas aún cubiertas por nieve. ¡Habíamos llegado a Ålesund! Hermosa ciudad situada en la provincia de Møre og Romsdal.
Hoy sí, la piscina comenzaba a hacerse apetecible y, de hecho, durante la tarde fueron muchos los que disfrutaron de ella. Hacía un día magnífico. ¡Quién se lo iba a imaginar! Los pasajeros del crucero anterior habían estado a temperaturas que se movían entre los 2 y 8 ºC y ¡Nosotros estábamos a más de 20º! Está claro que los Cucharetes & Company habíamos llevado el sol español a tierras noruegas. ¡Menuda suerte! Está claro que la suerte no es para quien la busca sino para el que la encuentra.
En Ålesund no teníamos ninguna visita guiada, de modo que fuimos por libre recorriendo la ciudad. Ålesund es tal vez una de las ciudades más hermosas de Europa, sin embargo es una de las menos visitadas. Ubicada en medio de los fiordos noruegos, los parajes que la rodean la llenan de un ambiente natural estupendo. Su población no supera los 40.000 habitantes, con la particularidad de que se encuentran diseminados en siete islas: Hessa, Aspoy y Norvoy, Oksenoy, Ellignsoy, Humla y Torla. Se trata, por tanto, de un lugar tranquilo al que para acceder a él es necesario hacerlo en barco o en crucero tras un recorrido 240 Km al norte de Bergen.
Desde la parte baja de la ciudad podíamos vez la montaña de Aksla, donde podemos encontrar dos miradores: Fjellstua y Kniven, desde ambos se pueden observar unas magníficas panorámicas de la ciudad y del conjunto de islas que la componen así como de los impresionantes Alpes de Sunnmøre. Nosotros decidimos ir al mirador de Fjellstua al que se accede por una calle peatonal situada en la parte baja de la ciudad y tras la subida de 418 escalones, ni uno más ni uno menos. Tras esos 418 escalones Ninillas consiguió lo que se temía, ¡unas agujetas de impresión!
La subida fue lenta pero segura y, cómo no, ¡Preciosa! Conforme íbamos situándonos en cotas más altas las vistas iban siendo más y más hermosas.
Por supuesto, Goyo y Amelia no querían dejar pasar esas instantáneas e inmortalizaban el ascenso. ¡Click!
Lo mismo hicimos nosotros, que a pesar de que la subida se estaba haciendo eterna no podíamos por menos que disfrutarla, porque merecía muchísimo la pena.
Hacia los 200 escalones, las vistas ya dejaban entrever el conglomerado de islas que componen Ålesund y no dejaba de maravillarnos el fantástico enclave que tiene la ciudad.
También fue hacia esos 200 escalones cuando decidimos hacer un alto en el camino y descansar en uno de los bancos que te puedes encontrar en la subida. Si es que, estos noruegos ¡piensan en todo! No penséis que sólo Ninillas usó el banco, fue levantarse ella y se ocupó inmediatamente por otro “escalator”.
Al fin, llegamos al mirador de Fjellstua, y desde allí la perspectiva no podía ser mejor. Era como la maqueta de una ciudad de cuento, donde el colorido de sus casas y los tejados plateados de pizarra brillantes por la acción directa del sol dejaban una estampa fantástica. Era desde ese punto donde uno podía darse cuenta de que la ciudad estaba como encajada entre montañas y recorrida por canales en los que estaban atracados multitud de barcos. Digno de ver.
Acercando más con el zoom de la cámara, podíamos ver mejor la zona del puerto. Ålesund quedó completamente devastada en 1904 tras un gran incendio donde todas sus construcciones y casas de madera ardieron en poco tiempo, dejando a más de 10.000 personas sin un techo sobre el que cobijarse en pleno mes de Enero. Afortunadamente, sólo falleció una persona, pero aunque el coste personal no fuera alto, el económico fue brutal. Fue Guillermo II, Káiser alemán que por aquel entonces veraneaba en la comarca, quien directamente llevó a cabo la reconstrucción de la ciudad y empezó a levantar edificios y casas siguiendo el estilo Art Nouveau tan en auge en ese momento, siendo hoy en día una de las ciudades más representativas de este estilo arquitectónico.
Una vez que habíamos visto todo lo habido y por haber, fue cuando casi nos tiramos de cabeza por el precipicio. Habíamos subido 418 escalones y a nuestro lado acababa de llegar un trenecito turístico justamente a 10 metros del mirador. Rayo casi se come el cocodrilo y Ninillas directamente se sentó en una de las originales sillas “vikingas” que había en la terraza.
Bajamos los 418 escalones y nos situamos de nuevo en la parte baja de la ciudad, dispuestos a recorrer sus calles e impregnarnos del espíritu de una ciudad tan hermosa como Ålesund.
Los tonos pastel de las casas iluminadas por un sol radiante hacían que las vistas resultasen aún más bellas. A cada paso que dábamos, teníamos la sensación de encontrar un rinconcito más pintoresco que el anterior.
Recorrimos la zona del puerto lentamente, sin prisa, el embarque no estaba fijado hasta las cinco de la tarde, de modo que… ¿Para qué correr teniendo a nuestros pies una ciudad como Ålesund?
Aprovechamos el banco para hacer un alto en el camino antes de seguir pateando la ciudad. ¡Qué bien se estaba! No hay nada mejor que ver una ciudad sin agobios, observando el discurrir de la gente.
Proseguimos nuestro callejeo por Ålesund encontrándonos con coloridas casas modernistas a cada paso, pequeñas torres, miradores, balconadas y capiteles dignos del mejor de los cuentos de hadas.
Y así, casi sin darnos cuenta, llegamos hasta su coqueta iglesia. La siguiente fotografía parece una postal ¿A que sí? La Iglesia de Ålesund está situada al oeste de la ciudad, cercana al antiguo barrio de casas de madera que desaparecieron tras el gran incendio. Data de 1909 y en su lugar también hubo otra iglesia que fue devastada por otro incendio. La verdad es que estos noruegos a base de incendios van renovando las ciudades que no veas. Eso sí, siempre lo hacen por la tremenda.
Rodeando la Iglesia, y como ya habíamos visto antes en otros templos, estaba el cementerio. Súper cuidado y muy bonito. Lo cierto es que todos los cementerios que vimos eran poco menos que un primor. No quiero decir con esto que den ganas de morirse porque total, una vez muerto, qué más da dónde estés, pero eso no quita que la estampa que se crea en torno a cada iglesia sea hermosa.
La Iglesia de Ålesund es de culto luterano, como la inmensa mayoría de las que hay en Noruega.
Ya en su interior, la Iglesia de Ålesund nos mostró todas sus galas. Y es que el templo alberga en su interior hermosos vitrales y singulares frescos pintados a mano directamente sobre piedra como el altar mayor que os ensañamos a continuación. ¡Qué original el barco que cuelga del techo sobre el pasillo central!
En la parte trasera, un enorme órgano parece invitar a ser tocado por alguien que fuera capaz de sacarle las más bellas melodías. Ninguno de los que allí estábamos éramos de los elegidos, de modo que nos marchamos a seguir nuestro recorrido por Ålesund.
Íbamos acompañados por Amelia y Goyo, y teníamos muy clara nuestra siguiente parada: comer. Fuimos buscando por el centro histórico algún restaurante que ofreciera productos y elaboraciones típicas de la zona, pero salvo los típicos de turistas no encontramos nada. De modo que, sin pensarlo dos veces, entramos a una peluquería y preguntamos. El peluquero era un encanto y nos explicó dónde se encontraba el mejor restaurante de Ålesund, allí podríamos degustar ballena, salmón en diferentes elaboraciones y guisos típicos. Su nombre era Sjøbua y estaba a unos 400 metros de la peluquería. Así que no nos lo pensamos dos veces y allá que fuimos. Pero nuestro gozo en un pozo, el fabuloso restaurante no abría hasta las cuatro de la tarde, no entendimos muy bien qué horario era ése, pero lo cierto es que estaba cerrado a cal y canto. Así que, dado que eran las tres treinta de la tarde decidimos comer en la terraza de la pizzería Anno, que si bien es cierto que era de turistas total, no era menos cierto que desde allí se disfrutaba de una panorámica envidiable. Fue en estos momentos cuando comenzamos a darnos cuenta de algunos precios. Por ejemplo, pizzas a 22 €, hamburguesas a 30 € y cervezas a 10 €. Sí, habéis leído bien, cervezas a 10 €. Vamos, que se te quitan las ganas de cogerte un pedal.
Disfrutamos de la sobremesa y, luego, sin prisa pero sin pausa, nos volvimos para embarcar en el buque Empress de Pullmantur, nuestra casa y nuestro medio de transporte durante esa semana.
Al caer el sol, si es que en Noruega puede llegar a decir eso en esta época del año, la estampa que se nos ofrecía era ésta. ¡Impresionante! ¿A que sí?
No había más que jugar con el barco y el sol para conseguir fotografías de lo más sugerente. ¡Una delicia de entorno!
Para cenar, volvimos a hacerlo nuevamente en el Restaurante Miramar, eligiendo cada uno los platos que más le apetecían de los que ese día ofrecían en carta, por supuesto, siempre con el apoyo de Darwin.
[Capítulo 1] Este artículo que acabas de leer
23 comentarios a “Crucero por los Fiordos Noruegos - Pullmantur BlogTrip - (Capítulo 1/3)”
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Genial!!! Yo embarco este sábado!!! Vuestra info me va a servir de mucha ayuda! Gracias :). Espero que los otros capitulos lleguen antes del sabado!jaja
Por favor, sigue con el blog. Nos sirve de gran ayuda. Nos vamos el 16 de crucero con el Empress.
Impresionantes Fotos! Ver esos paisajes abordo del empress tiene que ser mágico. Me apunto este crucero en mi lista de cruceros pendientes con pullmantur
Sois los mejores! Impresionante el reportaje! Me lo he tragado entero con mi mujer al lado, he flipado con las fotos, son una verdadera pasada. Da igual que habléis de restaurantes que de cruceros chicos, sois los mejores. Leo muchos blogs de varios temas y nunca he visto nada igual, os superáis día a día, me encantáis. Fijo que si le enviáis esto que habéis escrito a la gente de pullmantur se quedan alucinados. Yo estoy pensando este verano pillar ese crucero, porque me habéis puesto los dientes largos largos largos, y ahora a ver quien para a mi mujer, que se ha visto vuestras fotos varias veces. Seguid así, sois geniales.
!!!Espectacular!!! Estoy ansiosa esperando el capítulo 2 de vuestra aventura
Como os lo currais tios, me encanta seguiros, creo que sois unicos. Que ganas de ir a los fiordos………………………..
@Cucharete muchas gracias ya lo leí!!una maravilla,, en dos semanas me toca a mi #Fiordospullmantur
Un hallazgo encontrar vuestro blog. Ojala llegue lo restante antes del sábado 2, porque sois de gran ayuda. Lo intentareis ¿verdad?
Gracias
Vaya pasada de reportaje, me lo guardo en favoritos.
Cucharete¡¡ Teníamos pensado mi chico y yo ir a NY este verano, pero me he leído entero todo esto y hemos decidido ir a los fiordosssssssss¡¡¡¡ Nos han encantado los paisajes de esos pueblos de cuento como les llamáis vosotros. Tenemos que verlos con nuestros propios ojos¡¡¡
No puedo más que certificar todo lo que decís. Yo también disfruté de los fiordos en la misma salida que vosotros.
Solo se puede calificar ese viaje de: IMPRESIONANTE, lástima que no pudimos ascender al glaciar por estar la carretera cortada pero valió la pena ir hasta Geiranger navengando. Una pasada.
Saludos desde Castellón
Por cierto, cuando hagais la crónica de Flam como la calificareis? Es una pura maqueta. Cuando te vas acercando con el Empress y ves las 8 casitas y NADA MAS te quedas literalmente con la boca abierta. No se puede expresar con palabras, solo con imágenes te puedes hacer una idea de como es todo. Nosotros sacamos más de 2000 fotografías.
Salu2s dede Castellón
Ertitofeli
Hola:
Salgo el 4 de Agosto y con este reportaje parece que estoy allí. Voy con otra compañía, Iberocruceros. Saludos cordiales.
Un reportaje estupendo, veo que ibais abrigados.
nosotros salimos a primeros de agosto, haber que nos regala el tiempo.
me ha encantado ,,TODOOO lo que habeis puesto ,YO hago el mismo y a la misma fecha ,,pero me gustaria que comentaseis si aceptan los euros ,,MUCHAS GRACIASSSS
me a gustado mucho ,todo lo que habeis puesto ,YO salgo con la misma fecha Y al mismo lugar ,,,,porfavor me podeis decir si aceptan los euros ,,un saludo
es genial nos vamos al mismo crucero el 29 junio 2013 de viaje de novios y estoy deseando y con vuestras fotos y vuestro viaje detalladiiisimo tengo mas ganas todabia.Os haria un millon de preguntas para no perdernos nada de lo mejor aunque creo que es todo ir con ropa adecuada,forma de pago en fin mil consejos que nos encantaria saber somos novatos en crucero y muchiiiisimooo mas en los fiordos aunque todo lo que veo de ellos me vulve loca.Habeis hecho un bueniiisimo trabajo a la vez de disfrutar un monton de este viaje os felicito y envidio jejeje
Buenas….
Estimados Srs
Me llamo Jaime, viajaré con un grupo de 100 personas de mediana edad a los Fiordos el 20 de julio saliendo de Malmo con Pullmantur
Despues de mirar vuestras bonitas fotos y leer vuestros interesantes comentarios,,me gustaria pedir vuestro opinión, para decidir que hacer y que excursiones para nuestro grupo.
Muchas gracias.
Un salúdo
Jaime
Hola Jaime!!
Uno de mis viajes soñados fue un crucero por los fiordos noruegos, que belleza de paisajes, al leer este reportaje ya quisiera estar ahí!
Nostros partimos en julio también, si quieres que nos intercambiamos consejos mi mail es manuela.banquells @ gmx.com, nosotros somos dos parejas y ya nos estamos organizando para las excursiones.
Un saludo!
Aporte valioso. Me encanta vuestra web.
Impresionante el reportaje que habéis hecho,yo voy el 27 de julio me gustaría saber si aceptan los euros o hay que cambiar moneda, no se muy bien que tiempo hara,me a encantado. Gracias
Muchas gracias por detallar el crucero, nos viene de maravilla para programar el nuestro.
Vamos tres parejas el 21 de junio de 2014 de Malmö a Trondheim.
Eres un buen narrador que encima acompañas los comentarios con unas fotos espectaculares.
El reportaje genial … las fotos impresionantes. Hice un crucero parecido en junio este año y fue espectacular … muy difícil plasmarlo en una foto y más difícil explicar la grandeza de la naturaleza, los colores de los fiordos, el cielo …. Desde luego un viaje recomendable