Pacharán Zoco: ¡Endrinízate!
8 Octubre 2012 por Cucharete - Este artículo ha sido leído 38,541 veces
Cucharete disfrutó en primera persona del “endrinismo” y de una gratificante sobremesa en la Comunidad Foral de Navarra gracias al reconocido y agradecido Pacharán Zoco: ¡La primera marca de pacharán! ¡El mejor pacharán navarro! Una experiencia que marcará un antes y un después en las tertulias que amenizan las aventuras gastronómicas de Cucharete, en las que un cóctel de Pacharán Zoco con zumo de naranja y hielo picado eclipsará a todos aquellos que no lo hayan degustado todavía. ¿Estáis preparados para vivir el endrinismo en estado puro? Os detallamos a continuación nuestra aventura endrinista en los dominios del imponente Palacio de la Vega en Dicastillo, donde endrinas 100% navarras maceradas en anís natural mediterráneo conquistaron nuestros paladares. ¡Inolvidable sobremesa!
Madrid. 7:30h de la mañana. 17 ºC. Estación de Atocha. Coche 1. Clase preferente. Todavía con sueño y… ¡Muchas ganas de endrinizarse!
Con ese tempo, allegro ma non troppo, amaneció el día que visitamos y cucharetizamos las instalaciones de Pacharán Zoco en la Comunidad Foral de Navarra, como si de un telegrama se tratase. Despertamos al Sol desde las ventanillas de nuestro vagón del Alvia y disfrutamos de sus primeros bostezos capturándolos con la cámara.
El tiempo auguraba un día radiante, perfecto para conocer la esencia del endrinismo: una corriente de pensamiento y de conducta que se basa en el disfrute de los momentos auténticos y más tradicionales, compartidos con las personas que son importantes para uno. Una corriente que alcanza su máxima expresión a la hora de la sobremesa, saboreando un chupito helado o una copa de Pacharán Zoco.
Ya despejados y con las primeras hambres de la mañana haciendo de las suyas, llegó el desayuno al asiento -ventajas de viajar en preferente-. Había que coger fuerzas, pues… ¡La aventura comenzaba! Ya no había vuelta atrás…
El equipo de Social Noise -encantador en todo momento- nos explicó por qué habíamos embarcado en ese tren camino a Pamplona, mostrándonos una carta personalizada a todos y cada uno de los integrantes del grupo endrinista. Habíamos sido elegidos para vivir una enigmática y misteriosa aventura en la que podíamos heredar y proclamarnos dueños legítimos de los bienes de la Condesa de la Vega del Pozo si se confirmaba que alguno de nosotros era descendiente de un lejano affaire. ¡Una herencia desconocida que había que descubrir en este apasionante viaje! ¿Pertenecería su legado a Cucharete?
Tanto Luke y Daniel -Social Noise- como Pilar y Gemma -Pacharán Zoco- contribuyeron a que la experiencia endrinista resultase de lo más interesante y que no nos faltase de nada en ningún momento. Teníamos todos los datos y la información necesaria… ¡Estábamos preparados para investigar en Dicastillo!
Aproximadamente en tres horas, nos encontrábamos en la estación de Pamplona. Día soleado, perfecto para proclamarse heredero de… ¿una gran fortuna?
Nos recogió allí mismo un Limutaxi negro -como podéis leer tras Daniel, que enviaba los primeros tweets de la mañana- y pusimos rumbo a Dicastillo. Asientos de cuero, buena música y mejor compañía… ¡Me empezaba a gustar esto del endrinismo!
¡Íbamos por buen camino! Después de 20 minutos de cómodo trayecto estábamos a tiro de piedra de los dominios de la Condesa: ¡Llegando a las cuidadas instalaciones de Pacharán Zoco!
Dicastillo es un coqueto pueblo empinado que posee una preciosa Calle Mayor repleta de casas blasonadas. Allí se encuentra nuestro destino, el espectacular Palacio de la Vega -de estilo neogótico-, construido a finales del siglo XIX. La edificación resulta impresionante, por su belleza y tamaño, y reina desde lo alto de una ladera.
El Palacio de la Vega está en plena transformación, en breve se convertirá en un vistoso hotel con encanto que amenizará bodas y todo tipo de banquetes ceremoniales en los que el endrinismo plasmará toda su esencia.
Nada más traspasar sus rejas, nuestras cámaras se sentían seducidas por el paisaje en todo momento. Disparábamos por todas las esquinas y en todas direcciones, incluso a contra luz. ¡Qué a gusto se estaba respirando aire puro en los dominios de Pacharán Zoco!
El palacio, que la Condesa de la Vega del Pozo mandó construir siguiendo modelos de las mansiones neogóticas inglesas, se alza en una finca de 70.000 metros cuadrados y forma parte del Patrimonio Arquitectónico de Navarra.
En 1991 se fundó la bodega que honra el nombre de esta construcción palaciega con el objetivo de elaborar vinos de gran calidad. Excelentes caldos merecedores de reconocidos premios como el Baco de Oro de la Unión de Catadores al vino blanco en contacto con madera, del que destaca su frescura.
Un día espléndido para disfrutar al máximo de una experiencia con Pacharán Zoco. ¡Pletórico el cielo! La imponente fachada amurallada del Palacio a juego con su cálida y agradable decoración interior, lo convierte en el lugar ideal para perderse en un entorno de tranquilidad y naturaleza.
Adrian Subia -Director de Producción- nos relató la historia del Palacio, que conserva intactos sus artesonados, almenas, chimeneas, gárgolas y otros elementos de gran valor. Al lujoso espacio interior da entrada una majestuosa escalera, mientras que en el exterior la Condesa dispuso un fabuloso jardín botánico con una gran variedad de rosas.
Las vistas desde el emplazamiento del Palacio son sinónimo de ‘relax’. La verdad es que no echábamos de menos Madrid… ¡Y eso que todavía no nos habíamos endrinizado!
Luke -la guapa chica creativa de Social Noise- puso en nuestras manos el mismísimo “diario secreto” de la Condesa de la Vega del Pozo. En él hallaríamos las claves para saber cuál de nosotros era el legítimo heredero de su herencia y de qué constaba ese “tesoro”. Como podéis apreciar en la siguiente imagen -al tratarse de un “viejo documento” del s. XIX- le faltaban algunas hojas, por lo que era complicado adivinar con exactitud su significado. Pero… ¡Luke nos aseguró que nos fijásemos en todas las estancias que visitásemos del Palacio y sus alrededores! Pues posiblemente encontraríamos las pistas que necesitábamos para solucionar este misterio. ¡Menudo curro se pegó Luke para amenizarnos el día! ¡Excepcional trabajo!
Una vez dentro del Palacio, no tuvimos la ocasión de poder disfrutarlo en todo su esplendor, pues estaba en pleno proceso de reforma, pero alguna de las vistas -como ésta de uno de los techos de la sala principal- auguraba un excelente resultado en breve.
A medida que avanzábamos por sus señoriales pasillos visitando todos los recovecos -siempre acompañados de las curiosas explicaciones de Adrian-, íbamos encontrándonos con pistas que encajaban perfectamente con el “antiguo documento” que teníamos en las manos. Las hojas que en su momento había escrito la Condesa eran localizadas por algún integrante de nuestro grupo endrinista. Poco a poco, descartábamos herederos, las notas de la condesa eran aclaratorias e inexpugnables .
Las habitaciones integran los elementos arquitectónicos más representativos de su valioso pasado histórico con los elementos de confort más actuales. La conjunción del respeto por la historia y la adaptación a las demandas de hoy contribuyen a que la estancia de sus huéspedes se convierta en un placer digno de otra época. ¡Qué vistas!
Incluso en plena remodelación de su interior se pude tomar alguna instantánea que refleje dónde nos encontramos. Sus paredes azulejadas a media altura presumen junto a las maderas por ver quién se lleva más miradas.
Pilar se encontraba con otra de las hojas extraviadas del diario de la Condesa. Un nuevo miembro del grupo se quedaba sin su ansiada herencia tras leer en voz alta su contenido. ¡Seguíamos investigando! El fotógrafo que nos acompañaba inmortalizaba cada momento, yo perpetuaba cada momento que él inmortalizaba.
No hay duda que Dicastillo presencia varios vuelos al día, las numerosas estelas de los aviones dibujan un perfilado enrejado blanco sobre un intenso lienzo azul a juego con las verjas del Palacio.
El Palacio de la Vega nos cautiva desde todos los ángulos. Sus alrededores están muy bien cuidados. Atravesándolos nos dirigíamos al romántico Cenador…
En el interior de la monumental “jaula”, una nueva pista nos acercaba cada vez más al legítimo y afortunado heredero: el amado “mago” de la Condesa. Estábamos disfrutando del enclave del Palacio de la Vega en toda su expresión.
Mientras tomaba esta fotografía, la imagen de una idílica hamaca vino a mi mente. ¡Qué paz! Ni metro, ni tráfico, ni ruido, ni prisas, ni polución… ¡Aire puro! ¡Como el que respiran las endrinas con las que se elabora el Pacharán Zoco!
Continuamos nuestro camino paseando por el sendero de césped que nos alejaba del Palacio y nos guiaba hasta la plantación de endrinos, disfrutando del paisaje a cada paso.
Atravesamos un coqueto “bosque” de castaños mientras permanecíamos atentos por lo que pudiésemos encontrar en el camino, pues la historia elaborada por Luke se ponía interesantísima. ¿Quién sería el heredero?
¡Dicho y hecho! Una nueva porción del diario de la Condesa completaba nuestro particular puzle misterioso.
Finalmente llegamos a la plantación de endrinos -prunus spinosa- en los terrenos del Palacio de la Vega. ¡Ahí los tenéis! Estos peculiares arbustos caducifolios pertenecen a la familia de las rosáceas -tienen buenas espinas, así que cuidado- y son nativos de Europa y del oeste de Asia, aunque… ¡Estos de la foto son 100% navarros! Es fácil confundirlos con los ciruelos silvestres si no se es un experto en la materia.
Aquí me veis de jornalero recogiendo unas endrinas maduras, pues el equipo de Pacharán Zoco nos tenía preparada una exquisita y emotiva sorpresa a todo el grupo endrinista: ¡Íbamos a elaborar nuestro propio pacharán! ¡Estas Navidades lo tendríamos listo para consumir con la familia si seguíamos sus instrucciones!
Os muestro unas endrinas -también llamadas “arañazos” en el norte- en primer plano. El fruto del endrino es una drupa globosa azul oscura o negra, cubierta de una fina película blanco-azulada, que se desprende fácilmente al frotarla.
Pilar y Gemma también nos ayudaron a recoger endrinas para hacer pacharán… ¡Había que llenar la cesta! Las bayas del endrino se utilizan también en mermeladas y jaleas, así como para aromatizar otros licores. Las flores preparadas se han utilizado como laxantes y los frutos en cambio como astringentes, incluso se preparan con ellos mascarillas astringentes para cosmética y conservas un tanto agridulces. Su madera se utiliza en tornería y para fabricar bastones. ¿A que no sabíais que daba para tanto un endrino? Eso sí, que os quede claro que estos endrinos 100% navarros son para elaborar exclusivamente… ¡Pacharán Zoco!
Adrian fue entrevistado allí mismo por un equipo de TVE que nos acompañaba en esta experiencia endrinista. Sin duda alguna, Adrian es un afable orador que ilustró y compartió todos los secretos de la endrina navarra, la misma que cuidadosamente maceran para elaborar el Pacharán Zoco. ¡Aprendimos mucho!
Por la parte que me toca, seleccionaba con mimo las mejores endrinas para elaborar posteriormente mi pacharán cucharetero particular. ¿Qué no me creéis?
Y poquito a poquito… ¡Llenamos la cesta de mimbre! Habíamos recogido las endrinas suficientes para vivir una experiencia endrinista en primera persona.
Las vistas del Palacio de la Vega presidiendo la plantación de endrinos eran magníficas. Ojalá tuviese esa preciosa estampa cada vez que abriese las ventanas de mi piso de Madrid.
Con la cesta llena de endrinas, nos dirigimos a la sala de catas. El fotógrafo era fotografiado. Anda que si se llega a caer por esas escaleras… ¡Se endrinizaba de golpe!
El último en bajar de la plantación de endrinos fue Adrian, que traía otra cesta llena de “arañones”. Las escaleras parecen de cuento, obviamente… de esos que tienen final feliz.
Camino a la sala de catas, atravesamos parte de los viñedos de las Bodegas Palacio de la Vega, la bodega navarra más laureada en el Challenge International du Vin -3 medallas de oro- por segundo año consecutivo. Es uno de los más prestigiosos y antiguos certámenes de vino internacional y se congrega anualmente en Blaye-Bourg (Burdeos). En esta 36ª edición, el Challenge International du Vin ha catado más de 4.600 vinos procedentes de 32 países por unos 800 jueces. En España solamente se han concedido 14 medallas de oro para vinos blancos y 44 para tintos. Las cifras hablan por sí solas…
Os dejo con una última “postal” del Palacio de la Vega en su entorno antes de entrar en el maravilloso mundo del pacharán. ¡Nos vamos de cata!
Nos habían preparado una sala para la ocasión en la que no faltaba detalle alguno. Pudimos probar el Pacharán Zoco en chupito helado -buenísimo-, en copa de balón a temperatura ambiente, y en copa con hielo -como un señor, como decía mi abuelo- (claro que, el hielo debe estar completamente congelado, pues si está a punto de deshacerse, aguará la bebida en vez de enfriarla, como bien apuntó Adrian).
Aproveché para hacerme una foto de anuncio, como la nueva cara de Pacharán Zoco -jajaja-. ¡Da el pego!
Adrian -Director de Producción- nos explicó con todo detalle los orígenes del pacharán. En 1816, la familia Velasco se dedicaba ya a la destilación de alcoholes en la localidad de Viana, Navarra. En 1956, Ambrosio Velasco comercializaba la primera marca de pacharán: Pacharán Zoco. Hoy, tomar una copa de Pacharán Zoco es saborear en esencia lo mismo que hace cien años: un macerado de endrinas 100% navarras en anís natural que no contiene ningún otro tipo de agentes aromatizantes ni colorantes.
Nos aclaró que Pacharán Zoco ostenta la Denominación Específica de “Pacharán Navarro”, lo que supone cumplir con todos los requisitos del Consejo Regulador: calidad, y cantidad de materias primas, método de producción y realización de todo el proceso en Navarra. El sello del Consejo Regulador y la contraetiqueta numerada de cada envase de Pacharán Zoco son la garantía de un producto tradicional y de calidad controlada.
La endrina pertenece a la familia de las ciruelas pero tiene un tamaño mucho más pequeño, menor que el de las cerezas. Pudimos comprobar que su sabor es ácido y astringente, no es dulce, razón por la que nunca se ha consumido como fruta. El color de la pulpa una vez retirada la piel es verdoso, y en su interior reposa una pequeña pepita que también probamos gracias a un pequeño cascanueces.
Para obtener un pacharán de excelente calidad hay que disponer de las mejores endrinas, de eso no hay duda. Pacharán Zoco es consciente de la importancia de su selección y para conseguirlo supervisa el cultivo de sus propias endrinas navarras.
La maduración de la endrina va a marcar gran parte de la calidad del pacharán. Los frutos maduros aportan mayor intensidad y calidad de aroma y color, por el contrario, los frutos verdes resultan muy ácidos y herbáceos. Pacharán Zoco controla la correcta maduración de sus endrinas mediante su cata en cada una de las parcelas desde mediados de agosto. La fecha de recolección se fija en el momento en que se alcanza la maduración óptima. Así mismo disponen de diferentes maceraciones para elaborar siempre su pacharán con idéntico sabor.
Si tomas Pacharán Zoco a temperatura ambiente en copa de balón, apreciarás al máximo el aroma. ¡Os lo digo yo! Grandes endrinistas (sin ellos saberlo) fueron Hemingway, Picasso, Óscar Wilde, Eva Perón… ¡Y ahí tenéis a un Cucharete también endrinando!
Me encanta el efecto ojo de un buen cubito de hielo helado -valga la redundancia-. ¿No os apetece echarle un sorbito ahora mismo?
Sin duda alguna, como más me gusta es con hielo: mueves la copa antes de saborearlo y… para mi gusto la combinación es perfecta. También me seduce en chupito helado, con una entrada más rápida en boca.
Uno de los momentos más emotivos del día fue la elaboración personalizada de nuestro propio pacharán. Se nos dieron las instrucciones pertinentes y cada uno de nosotros preparó a su gusto su “futuro pacharán” con más o menos endrinas: ¡Incluso nos hicieron una etiqueta personalizada para la ocasión! Que rezaba: “Pacharán Navarro - Viaje Endrinista Octubre 2012 - Pacharán elaborado con endrinas 100% navarras recogidas a mano”. Un cuarto de botella llena de endrinas y a macerar en anís durante a 3 meses -volteando la botella cada semana-.
Ahí me tenéis elaborando mi “Pacharán Cucharete”, cuando lo pruebe estas Navidades, ya os diré si está mejor que el de Zoco o no… ¡Pero es tarea difícil! ¡El de Zoco está muy bueno! Además, obviamente, Zoco no mete las endrinas en las botellas, si no que las macera en unos bidones gigantescos con todas las variables en su punto óptimo. De todos modos, me ha hecho mucha ilusión haber tenido la oportunidad de haber elaborado mi propio pacharán. ¡Gracias Zoco!
Os dejo con otra imagen del Palacio de la Vega sobre sus viñedos antes de visitar las plantas de embotellado de Pacharán Zoco.
Próxima a la sala de catas está la planta de almacenaje y embotellado de Pacharán Zoco. Los depósitos son enormes, y en su interior se encuentra este magnífico licor que resulta completamente diferente a otros muchos preparados con frutas.
El embotellado se hace a buen ritmo, allegro molto diría yo. Las botellas corren -literalmente- por la cinta desde que están vacías hasta que se empaquetan en cajas de seis que terminan apiladas en un palé: ¡Todo minuciosamente automatizado!
Después de vivir la experiencia Zoco en primera persona, nos dirigimos a la Caseta del Guarda, allí nos esperaba Miguel con una sorpresa. El entorno, como podéis apreciar en la siguiente fotografía, continuaba en su salsa, muy seductor.
El pacharán ya formaba parte de la vida de los navarros en la Edad Media y era reconocido y muy apreciado por ellos. Siempre fue una de las bebidas protagonistas en las celebraciones importantes de la época, como las bodas de la realeza; además, también era utilizada por miembros de la corte debido a sus propiedades medicinales.
Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando empezó a emplearse el término “pacharán”. En ese momento, la presencia de “pacharaneras” vendiendo endrinas en los mercados de Pamplona se convirtió en algo muy habitual. A día de hoy, hablar de pacharán navarro equivale a hablar de Pacharán Zoco. ¡Qué espléndido día disfrutamos en Dicastillo! Os dejo con otra magnífica vista desde la Caseta del Guarda.
¡La última pista sobre la herencia de la Condesa de la Vega del Pozo estaba bajo una luminaria! ¡Menuda sorpresa! Al final, ninguno de nosotros éramos el legítimo heredero, el mago de la Condesa, su amado y heredero, era… ¡Merlín! ¡Su perro! Cuya tumba estaba en frente mismo de la Caseta del Guarda. ¡Magnífica historia! Perfectamente hilada y matizada por Luke, la creativa de Social Noise.
Aquí estoy tomándome un excelente cóctel de Pacharán Zoco con zumo de naranja y hielo picado sobre la tumba de Merlín. Un pequeño panteón en mármol de Carrara -universalmente conocido como uno de los mármoles más apreciados por su blancura- esculpido por el valenciano Mariano Benlliure, quien fascinado por Miguel Ángel, abandonó los pinceles para dedicarse exclusivamente a la escultura hasta convertirse en uno de los más famosos escultores españoles del siglo XX. ¡Vaya lujazo para el perrito!
Iñaki preparaba una barbacoa de chistorra en los aledaños de la Caseta del Guarda mientras nosotros felicitábamos a Luke por el excepcional trabajo sobre la herencia de la Condesa. Tan sólo necesitábamos saber cuál era su legado -pues ya conocíamos al heredero- e ingeniosamente nos indicó que la herencia no era otra cosa que… ¡La sobremesa! O lo que es lo mismo… ¡El endrinismo!
Iñaki ultimaba los ajustes para convertir el aire puro en un agradable olorcillo a chistorra que erizaría nuestras papilas gustativas… ¡Mmmmmmmmm!
Miguel sería el encargado de regar nuestros paladares en este distendido cóctel que Pacharán Zoco había preparado para todo el equipo antes de la comida. Como podéis observar en la siguiente fotografía, que no os lo había comentado todavía, la botella de Pacharán Zoco nos recuerda a la botella de anís de toda la vida -parte de su esencia-, con sus granitos de vidrio en todo su perímetro, pero está mucho más estilizada, con líneas puras y rectas únicamente fragmentadas por una estilizada cintura que le imprime un sutil aire femenino.
El coctel de Pacharán Zoco con zumo de naranja y hielo picado, acompañado por una tira de piel de naranja de la que se ha eliminado su parte blanca estaba… ¡De muerte! ¡Qué vicio! La chistorra… ¡Fantástica!
Otro que tomamos de Pacharán Zoco con lima acompañado de una hojita de menta a modo de “Mojito Zoco” tuvo una aceptación más exclusiva. Quizás únicamente los gourmets sepan apreciarlo en todo su abanico de matices.
En el interior de la Caseta del Guarda nos esperaba Iñaki elaborando unos pimientos que nos quitaron el sentido. Regados con un excelente aceite de oliva virgen extra -imagino que navarro- y salteados a conciencia. Estaban de lujo.
Adrian “endrinizaba” la mesa mientras Iñaki finalizaba en la cocina el primer plato. Al fondo había un pequeño muestrario de todas las marcas que trabaja el grupo: Pacharán Zoco, Ron Matusalén, Licor 43, Palacio de la Vega, Cruz de Alba, Mar de Frades, Cinzano, Campari, Gressy, Tilford, Martin Miller’s, Frangelico, Carolans y muchas más…
Varios platos de pimientos llegaron bien cargados a la mesa pero… ¡No quedó ni uno en su sitio!
Iñaki cocinó unas guindillas dulces con las que nos chupamos los dedos, pero se atrevió con alguna que otra extra picante por el medio. ¡Yo no tuve valor de probarlas! Pues me avisaron que picaban de lo lindo y un poco más también…
No había comido nunca pochas tan ricas. ¡Fresquísimas! Para los neófitos, que sepáis que las pochas son alubias tempranas que todavía no han madurado, y muchos las consideran verduras, no legumbres. ¡Espectaculares! ¡Vaya mano que tiene Iñaki en la cocina!
En la mesa, como os podéis imaginar, reinaba el buen rollo. ¡Todos felices comiendo perdices! Perdón… ¡Pochas riquísimas! Mientras tanto, la chica de TVE nos contaba un montón de anécdotas graciosísimas…
¿Y los tomates? ¡Menudos tomates! Bien regados con un excelente aceite de oliva virgen extra y salteados con generosas escamas de sal. ¡Qué tiernos!
Nuestros paladares se refrescaban entre plato y plato con unos magnum Ramón Bilbao Edición Limitada 2007 de la D.O.C. Rioja. Parte de la botella número 1968 pasó por mis papilas gustativas con mucha gloria y poca pena. Un excelente tinto perfectamente estructurado con las frutas maduras muy bien ensambladas con los matices de maderas finas.
Miguel e Iñaki presumiendo de cochinillo. ¡Gorrín le llaman en Navarra! Estaba en su punto como podéis apreciar en la fotografía. Ya os imagináis cómo salimos de la Caseta del Guarda, ¿no? Pues eso… ¡Rodando!
¿Habéis probado a pinchar la pantalla con un tenedor a ver si os podéis hacer con un trozo? A lo mejor… ¡Quién sabe! ¡Probad!
De postre nos sorprendieron con unas finas láminas de piña con Licor 43. ¡Muy ricas y digestivas! Se agradecía una sobremesa de este tipo después de tan copiosa comida. Se las presentaré de igual manera a los próximos invitados que tenga en casa… ¡A ver qué le parecen! Junto con el cóctel de Pacharán Zoco con zumo de naranja que me había encandilado completamente.
Mientras nos servían los cafés de rigor según el gusto de cada uno -ya saben, 1000 personas, 1000 cafés diferentes-, Iñaki se presentó con una caja de apetitosos tomates para que nos los pudiésemos llevar a casa, de vuelta a Madrid.
¡Dos bien creciditos cayeron en mis manos! En Navarra le llaman “tomata” y, hoy mismo, que estoy escribiendo estas líneas, disfruté de uno de ellos del mismo modo que lo hice en Dicastillo de las manos de Iñaki, regado con un excelente aceite de oliva virgen extra y salteado con escamas de sal. ¡Mañana cae el otro!
Disfrutando de la sobremesa, perdón… del endrinismo, perdón… de la sobremesa, no, no, del endrinismo… ¡Pero si es lo mismo! ¡El endrinismo es la sobremesa! Pues eso… mientras nos endrinizábamos con un poco de Pacharán Zoco nos volvieron a sorprender con una descomunal caja llena de gratificantes recuerdos: Una botella de Pacharán Zoco, otra que yo había elaborado artesanalmente, un mantel de cuadros azules que representa la bandera del endrinismo, dos copas de balón serigrafiadas por Zoco, una cajita con tejas de Lhardy, un pendrive, un cofre con una baraja de naipes y arramacos para jugar al mus…
Partimos de Pamplona rumbo a la capital cargados con las cajas… ¡Que pesaban lo suyo! Sensacional experiencia. Fantástica temperatura. Excepcional organización. Magníficos recuerdos. Entrañable compañía: Endrinismo en estado puro.
Ya descansando en mi humilde morada… descubrí un hechicero pergamino -que había pasado desapercibido en la caja de los regalos- que me arrancó la última sonrisa de una larga pero inolvidable jornada.
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